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Castellón
Salvar La Surera de Almedíjar: una llamada a la acción por el futuro del mundo rural

En el corazón del Parque Natural de la Sierra de Espadán, en el pequeño municipio de Almedíjar (Castellón), late un proyecto singular que lleva casi una década demostrando que otra forma de vivir, crear y trabajar en el medio rural es no solo posible, sino profundamente necesaria. Se trata de La Surera, un espacio de encuentros rurales impulsado por la cooperativa Canopia, que hoy lanza una ambiciosa campaña de compra colectiva para asegurar su continuidad y consolidar su modelo comunitario sostenible.
La Surera no es solo un albergue o un centro cultural. Es un laboratorio de innovación rural, un nodo de cooperación y emprendimiento, una escuela de saberes locales y un punto de encuentro para artistas, artesanas, formadores, cooperativistas y ciudadanía comprometida con el futuro de los territorios rurales. Desde 2016, la cooperativa ha gestionado este espacio bajo principios de autogestión, participación horizontal, sostenibilidad ambiental y relocalización económica. Todo ello en una comarca, el Alto Palancia, que sufre los efectos de la despoblación, pero que también alberga una enorme riqueza cultural, natural y humana.
Economía social y solidaria
Economía Social Empresas cooperativas, una forma de economía democrática
Canopia nace como una cooperativa de trabajo asociado sin ánimo de lucro con la vocación de poner en práctica nuevas formas de habitar y trabajar el territorio. El proyecto se inspira en la idea de que el mundo rural no pertenece al pasado, sino que puede ofrecer respuestas innovadoras, inclusivas y resilientes a muchos de los desafíos contemporáneos: cambio climático, exclusión social, desconexión comunitaria o crisis económica.
Con ese objetivo, La Surera se ha consolidado como un espacio colectivo y abierto de experimentación, estructurado en torno a varios ejes: residencias artísticas, escuela de saberes locales, actividades agrícolas, transformación de productos agroalimentarios, turismo sostenible, educación ambiental, participación ciudadana y formaciones. Todo ello se materializa en una red de espacios integrados: talleres de cerámica, artes gráficas, artesanía, coworking, espacio sonoro, sala de yoga, obrador compartido, horno moruno, huertas ecológicas, campos de olivos y gallinero.
La Surera ha logrado generar un impacto real en su entorno, ha consolidado el tejido socioeconómico local mediante alianzas con personas, entidades y administraciones y ha impulsado proyectos de vida en el medio rural, atrayendo nuevas pobladoras
Gracias a esta diversidad de acciones, La Surera ha logrado generar un impacto real en su entorno: Ha consolidado el tejido socioeconómico local mediante alianzas con personas, entidades y administraciones, ha impulsado proyectos de vida en el medio rural, atrayendo nuevas pobladoras, ha diversificado la economía local y ha dado lugar a iniciativas de referencia como el programa de residencias artísticas LANAR, un laboratorio de narrativas rurales centrado en la creación artística y el compromiso comunitario.
La Surera en riesgo de desaparecer
Sin embargo, este proyecto ejemplar enfrenta ahora un reto decisivo: la compra del edificio de La Surera. Desde sus inicios, el espacio ha sido gestionado bajo un contrato de alquiler con opción a compra que expira en enero de 2026. Si la cooperativa no logra reunir los fondos necesarios, el proyecto podría desaparecer o verse profundamente debilitado.
Por eso, Canopia ha puesto en marcha una campaña de financiación colectiva con un objetivo claro: asegurar la propiedad comunitaria del espacio y garantizar su pervivencia como bien común. Esta campaña no solo busca recaudar fondos, sino abrir el proyecto a una comunidad más amplia, fomentar la participación activa de las usuarias del espacio y consolidar una base social que lo sostenga a largo plazo.
La campaña de compra colectiva se articula en torno a dos mecanismos principales. El primero es un préstamo ético con garantías colectivas a través de Coop57. Canopia ha solicitado un préstamo de inversión a esta cooperativa de servicios financieros solidarios, que apoya proyectos de economía social y transformadora. Funciona con un sistema de avales mancomunados, lo que significa que cualquier persona física o entidad puede convertirse en avalista, comprometiéndose a respaldar una parte del préstamo con su confianza en el proyecto.
El segundo mecanismo es mediante la apertura del capital social voluntario de la cooperativa: se ofrece la posibilidad de incorporarse a Canopia Coop. V. como persona asociada mediante la aportación de capital voluntario. Esta fórmula no solo permite apoyar económicamente la compra del edificio, sino también participar en la vida de la cooperativa, fortaleciendo así su gobernanza democrática y su arraigo social.
Ambos mecanismos están abiertos a cualquier persona interesada, ya viva en la comarca o en otro lugar. Lo importante es compartir la visión de un mundo rural más justo, cooperativo y sostenible. En un contexto donde el cierre de escuelas rurales, la desaparición de servicios y el éxodo juvenil amenazan el equilibrio del mundo rural, La Surera representa justo lo contrario: un espacio que genera vida, oportunidades y futuro. Por eso, desde Canopia hacen un llamado a toda la ciudadanía, especialmente a quienes creen en la economía solidaria, la cultura comunitaria y la justicia territorial.
Aportar a la compra colectiva de La Surera es mucho más que un gesto económico: es un compromiso con una forma de vida digna en el mundo rural. Cada apoyo cuenta, porque lo que se defiende es un modelo basado en la cooperación, la justicia y la cultura compartida. No hablamos solo de un edificio, sino de una visión viva y concreta. Una realidad que florece gracias al esfuerzo colectivo.