Opinión
¡Cagones del mundo, uníos!
Es el runrún de los jornaleros extremeños, hombres y mujeres que, quitándose el miedo de encima, han hecho sus plantes en las fincas del grupo Escobar, Sol Valdivia, HaciendasBIO, Tangerina SL, fincas de Torrealta y Torrebaja… y otras que vienen detrás, reclamando el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) que fija el jornal de seis horas y media en 46,34 euros.

Si en este mundo hubiera justicia de verdad (que no la hay), y las cosas fueran como deben ser, el himno de Extremadura que se inventó un maestro de Fuente de Cantos cuando esta región andaba ideando símbolos con permiso del señor obispo, debería decir:
“Nuestras voces se callan, nuestros cielos se llenan de mierda: Extremadura, patria de miserias; Extremadura, suelo de pobrezas; Extremadura, tierra de cagones; Extremadura, esclava camina”.
Nada que ver con aquel intermedio que se dio ya entrada la Segunda República, en marzo de 1936, cuando miles de yunteros, carne de yugo nacida, ocuparon las fincas de los terratenientes, mientras el señorito y su familia apuntaban en su cuaderno la lista negra de los debes y los haberes. Unos meses después, entrado ya el verano, los caciques tiraron de la lista a matar y enterraron bien hondo el valor que todavía andamos buscando en las fosas de la memoria y que tanto cuesta desenterrar. No huele a muerto, sino a miedo.
Los de la 25 de Marzo recorren Extremadura, alfabetizando bajo un sol de castigo la conciencia morena de unos currantes del campo que han olvidado que sin ellos ni ellas no habría qué llevarse a la boca
Por aquel entonces se decía que el extremeño se quita la gorra, pero no agacha la cabeza. Ochenta años después habría que revisar esta frase, si no fuera porque un pequeño atisbo de esperanza y dignidad asoma entre surcos y frutales. Es el runrún de los jornaleros, hombres y mujeres que, quitándose el miedo de encima, han hecho sus plantes en las fincas del grupo Escobar, Sol Valdivia, HaciendasBIO, Tangerina SL, fincas de Torrealta y Torrebaja… y otras que vienen detrás, reclamando el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) que fija el jornal de seis horas y media en 46,34 euros, lo mismo que cobra un concejal o concejala en una comisión municipal de apenas una hora en un despacho con aire acondicionado.
Reclaman los atrasos, las horas extras que no se pagan, el kilometraje, la nocturnidad, herramientas para trabajar… Todo ello con el apoyo de la Asociación 25 de marzo, que ha hecho asambleas en Mérida, Montijo, La Garrovilla, Lobón, y ocupó las oficinas de ASAJA Extremadura, cuyo presidente recomendó no hace mucho que no se abonara la subida del SMI.
El fraude consentido en el campo es voz popular. Quien más quien menos lo ha sufrido o conoce a quien lo sufre
Los de la 25 de Marzo recorren Extremadura, alfabetizando bajo un sol de castigo la conciencia morena de unos currantes del campo que han olvidado que sin ellos ni ellas no habría qué llevarse a la boca, abandonados a los pies de los caballos de la patronal por unos sindicatos y organizaciones agrarias que renunciaron hace ya mucho tiempo a sus principios de identidad, a cambio de subvenciones, despachos, ordenadores, dietas, sillones en consejos de administración y palmaditas en la espalda. Sombra de lo que fueron, habría que sacar de ese saco de la avaricia (donde la liberación sindical es el predio de a quienes les tocó un curro incómodo o lejos de su casa) a otros sindicatos CeNTenarios: los que no reciben subvenciones y no le deben nada al patrón, los únicos que han apoyado estas movilizaciones sin pedir nada a cambio, como también apoyaron y convocaron las huelgas del feminismo del 8 de Marzo, aquel que había antes de que le echara el ojo la mercadotecnia (aquí se dice merchandising) y la “perspectiva de género” diera pingües beneficios con la venta de camisetas moradas.
En el campo –como en otros oficios de los llamados precarios- se explota, se extorsiona, se abusa. Todo ello con la connivencia de inspectores de trabajo que miran hacia otro lado, jueces y fiscales que ignoran a voluntad propia las denuncias, políticos que al mismo tiempo que hacen la ley hacen la trampa, policías que persiguen al robagallinas mientras pasan del ladrón de guante blanco como de comer mierda. Todos, todos, todos se pasan por el arco del triunfo el artículo 311 del Código Penal español, el que se supone protege los derechos de los trabajadores y castiga la imposición de condiciones laborales y de Seguridad Social perjudiciales con penas de prisión de hasta seis años:¡perdonen que me ría!
El fraude consentido en el campo es voz popular. Quien más quien menos lo ha sufrido o conoce a quien lo sufre. Una nefasta política laboral ha hecho de las prestaciones del desempleo un sistema asistencialista que se prefiere antes que la incertidumbre y la falta de seguridad del trabajo en el campo, traducido en peonadas y jornales mal pagados (a esportón cuando la aceituna). Ya era hora de que al menos haya una voz que recorra los campos extremeños, como en su día un fantasma recorrió Europa, despertando tanta modorra acojonada.
Ojalá cunda.
Agricultura
Crece la tensión en el campo extremeño
La conflictividad laboral en el campo extremeño se intensifica en los últimos meses. Las resistencias de la patronal a aplicar la subida del SMI podría desencadenar una huelga general.
Relacionadas
Málaga
Málaga, el punto de inversión para los fondos israelíes a pie de playa
Región de Murcia
Belinda Ntutumu
“La violencia racista no parará mientras Vox pueda presentarse a elecciones”
Palestina
La coordinadora europea contra el antisemitismo dice que los informes sobre la hambruna en Gaza “son rumores”
Palestina
Más de mil caras conocidas de la cultura exigen al Gobierno que cese la venta de armas a Israel
El Salto n.79
La celulosa o la vida: periodismo situado y lucha social para frenar un ecocidio
Castellón
El BDS Castelló pide al FIB que facilite la devolución de entradas por su vinculación con KKR
Opinión
Torre Pacheco: el síntoma de un sistema agroexportador podrido
Comunidad El Salto
El Salto estrena nueva página: una web como una casa
Violencia machista
El 30% de los feminicidios íntimos se producen en verano pero no es el calor, es el patriarcado
Últimas
Opinión
Cuando una huertana llora: saquen sus racistas manos de nuestra región
Análisis
La crisis por el ‘caso Cerdán’ empuja al PP y Vox por encima de los 200 escaños
Cómic
Gotham como estado mental
Opinión
Día Internacional de las Personas No Binarias: no pedimos nuevos derechos, exigimos los que tenemos
Palestina
La masacre se intensifica en Gaza, donde 800 personas han sido asesinadas mientras esperaban alimento
Estados Unidos
Donald Trump amenaza a la Unión Europea con aranceles del 30% a sus productos a partir de agosto
Murcia
Colectivos antirracistas denuncian la impunidad de la ultraderecha en Torre Pacheco, donde sigue la violencia
Economía social y solidaria
¿Dónde está la juventud en la Economía Social y Solidaria? Un relevo que se teje entre retos y oportunidades
Río Arriba
Javier Guzmán: “Desde la izquierda falta la visión de que el derecho a la alimentación es un tema básico”
Recomendadas
Feminismos
Patricia Reguero
“Mis relatos están escritos al lado de otras, arropada por la escucha de otras”
LGTBIAQ+
Mana Muscarsel
“La amistad da más juego para salir de la lógica de la familia porque tiene menos reglas"
Barcelona
El reciclaje invisible: la relación entre la chatarra y la ciudad de Barcelona
Medios de comunicación
El futuro del periodismo no lo está escribiendo una máquina
Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.
Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!