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Burkina Faso
Defendiendo los derechos del colectivo LGBTI en Burkina Faso
La comunidad LGBTI en Burkina Faso comienza a emerger gracias a una juventud cada vez más conocedora de sus derechos.
Georgette o Jo, como la llaman sus allegados, no tiene miedo a hablar claro. Sus casi 40 años de edad y más de dos décadas como activista LGBTI, la han curtido frente al rechazo social. Si bien es cierto que la cautela y la desconfianza siguen formando parte de su día a día, el hecho de ser de clase media, vivir en la capital, así como tener una familia comprensiva, le ha permitido poder mostrar en su entorno cercano su identidad sexual como lesbiana. Sus pantalones vaqueros, sus camisetas de estilo occidental, su pelo corto, el hecho de no llevar nunca falda, los coloridos paños tradicionales africanos o maquillaje son factores que denotan para la sociedad burkinesa que algo en ella es diferente. Esta mujer incansable es la Presidenta de la asociación LGBTI, Association Kam Beo Nere Yigo (AKBNY) en el Antiguo Alto Volta.
Casi una decena de asociaciones LGBTI han florecido en este país en las últimas dos décadas. Estas agrupaciones realizan sesiones informativas a jóvenes para que conozcan cuáles son sus derechos y por qué deben ser respetados, algo que no resulta evidente en uno de los países más pobres del mundo. Hace tan solo 20 años los burkineses pensaban que el objetivo de los primeros reivindicadores del movimiento LGBTI, que osaban hablar sobre su orientación, era promover la prostitución o hacer ritos diabólicos.
El peso que tienen las religiones y la tradición contribuyen a la vulneración de los derechos de este colectivo
Incluso en la actualidad las tradiciones animistas están aún muy arraigadas y las creencias místicas forman parte del día a día de los burkineses, quienes creen aún mayoritariamente que cuando ocurren cosas inexplicables o desgracias se deben a conjuros o malos espíritus. Por ello el 17 de mayo, Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia es para estas asociaciones burkinesas no solo un día de fiesta, sino principalmente un día de reivindicación dónde luchan por conseguir la justicia y la protección tan anhelada por la comunidad LGBTI. Si bien es cierto que deben hacerlo con cautela ya que en este país este tipo de asociaciones no están reconocidas ante la ley.
Esta prohibición ocurre en la mayoría de países africanos dónde o bien se penaliza la homosexualidad o bien se deja un vacío legal que no la castiga pero tampoco reconoce derechos y deja a sus ciudadanos LGBTI desprotegidos frente a ataques homófobos. La única excepción en todo el continente es Sudáfrica quién otorga a los homosexuales el derecho de poder casarse o adoptar a niños. Sin embargo, en Burkina Faso, el gobierno prefiere ser neutro por un lado para tener contentos a los numerosos donantes e instituciones internacionales que operan en el país defendiendo los derechos humanos y por otro lado complacer a una población local conservadora que no tolera en pleno siglo XXI la homosexualidad.
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Mujeres en los movimientos sociales africanos
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Esta posición del poder ejecutivo, perjudica al colectivo LGBTI que ve como sus derechos no son reconocidos ante la ley y se encuentran en una situación de total desprotección. Esto es debido a que los partidos ceden al peso que tienen las religiones y la tradición en una población altamente practicante dónde un 54,2% de la población es musulmana, un 23,9% se considera cristiana y alrededor de un 21,3% es animista. Si bien Burkina Faso es un país laico según la Constitución, la opinión pública conservadora no aceptaría el reconocimiento de los derechos de los homosexuales al considerar que iría en contra de la moral. Así pues, el peso que tienen las religiones y la tradición contribuyen a la vulneración de los derechos de este colectivo.
Como consecuencia las organizaciones no se inscriben como asociaciones defensoras de los derechos LGBTI si no que deben contornar las leyes enmascarando quién son y a qué se dedican verdaderamente. En el caso de AKBNY formada en su mayor parte por jóvenes menores de 30 años, está declarada como una asociación consagrada a las actividades sociales, educativas y culturales, de ayuda a los niños en situación de pobreza extrema y lucha contra las enfermedades de transmisión sexual, SIDA y paludismo. Sin embargo, principalmente se dedica a hacer de lobby para que el gobierno reconozca los derechos de la comunidad LGBTI y no consiga aprobar en el Parlamento ninguna ley fomentada por los partidos más conservadores que reclaman criminalizar la homosexualidad.
“Tu seguridad depende de tu comportamiento”, dice la presidenta de la asociación LGBTI burkinesa AKBNY
Según la presidenta de AKBNY, la situación de la comunidad LGBTI es una situación de “supervivencia” y lucha por el respeto de los derechos humanos. Si bien en Europa la lucha por la plena aceptación de la comunidad LGBTI continúa, en Burkina el colectivo se centra más en hacer respetar sus derechos básicos como el derecho a la vida, la vivienda o el trabajo. El problema reside en que la ley del talión y la justicia dictada por los líderes tradicionales sigue siendo utilizada por una gran parte de la población. Además, cuando una persona es agredida o se vulnera alguno de sus derechos y quiere recurrir a la justicia, la misma policía puede negarse a realizar los trámites necesarios si se entera de la condición sexual de la víctima. Si bien en este caso la propia policía inflige la ley por no atender a un ciudadano, el hecho de tener que declarar en público y además tener que denunciar a la propia policía hace que las víctimas prefieran no interponer una demanda y acatar las leyes tradicionales. Así pues, los burkineses homosexuales se ven coartados por la desprotección que sufren.
La Presidenta de la asociación LGBTI burkinesa AKBNY, adoptando un semblante serio, afirma que la única forma de protegerse ante las amenazas y evitar correr riesgos es la actitud que cada joven adopta en su día a día. “Tu seguridad depende de tu comportamiento”, asevera. Y es que para protegerse de gran parte de la sociedad que no tolera al colectivo LGBTI, viven con la máxima de que su seguridad depende de cómo se actúa en público, ocultándose incluso dentro de sus hogares con sus familias. Si bien Jo con su imponente carácter y afán por la causa ha vencido el miedo de contárselo a su círculo más cercano, no corre riesgos, y con sus parejas nunca ha mostrado la más mínima señal de afecto en público. Incluso los heterosexuales en este país limitan a la mínima expresión los gestos de cariño o amor con el sexo opuesto en lugares públicos debido a que no está bien visto. Solamente los más jóvenes que salen a divertirse a discotecas o bares osan en ocasiones mostrar esos signos de afecto discretamente.
África
Las mil hormigas que hicieron huir al elefante
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Existe un avance en el movimiento LGBTI en los últimos años, gracias a la lucha de miles de personas del colectivo que han permitido que por ejemplo hoy en día se puede tener una conversación sobre la homosexualidad en la terraza de un bar repleta de gente, lo cual sería impensable hace una década. Cada vez más iniciativas empiezan a surgir y a abrir el camino para proteger y empoderar a este colectivo en toda África. La organización fundada por Jo, está conectada a múltiples ONG y asociaciones LGBTI en el continente africano, especialmente con los países francófonos de África del Oeste, pero también con ONG europeas. Ello permite a estos jóvenes conocer de primera mano los problemas y los avances de otros países de su entorno y apoyarse mutuamente.
La asociación AKBNY tiene planificado abrir el primer refugio LGBTI en toda África del Oeste en 2020 gracias a la financiación de la asociación belga Midnimo que trabaja en la defensa de los derechos LGBTI. En este local con una capacidad para albergar y dar alojamiento a 30 beneficiarios se acogerá a personas homosexuales rechazadas por sus familias o sin medios para proveerse un alojamiento. El objetivo de este refugio es ayudar a los miembros de la comunidad más desprotegidos y vulnerables para que no caigan en situaciones todavía más extremas como vivir en la calle o la prostitución. No se pretende simplemente dar alojamiento temporal si no realizar un acompañamiento, reforzar los vínculos con la comunidad para evitar el aislamiento e informar a los beneficiarios sobre sus derechos.
Cuando una persona es agredida o se vulnera alguno de sus derechos y quiere recurrir a la justicia, la misma policía puede negarse a realizar los trámites necesarios si se entera de la condición sexual de la víctima
Este refugio financiado por la ONG belga no podrá tener visibilidad con carteles que indiquen que es un refugio LGBTI por razones de seguridad. Otra de las iniciativas faro del colectivo LGBTI es la organización del primer festival del orgullo el 16 y 17 de diciembre de 2020 en Uagadugú cuya meta es fomentar el respeto de los derechos de este colectivo.
El Festival Internacional de las libertades de Uagadugú está enfocado a la comunidad LGBTI, pero debido a que no se pueden nombrar estas siglas para evitar el boicot del festival, se utiliza la nomenclatura de respeto de los derechos humanos de las minorías. En el programa dónde habrá danzas tradicionales, conciertos, charlas y debates no se menciona en ningún sitio que sea un festival del orgullo. Según Jo, este festival es estratégicamente necesario para poder concienciar a la población sobre el respeto de los derechos humanos principalmente del colectivo homosexual en un país desbordado por sus numerosos problemas socioeconómicos y de seguridad.
Los jóvenes de las organizaciones LGBTI luchan para que no se dejen de lado los derechos humanos de este colectivo por parte de los gobiernos. Estos últimos se focalizan en otras prioridades del país, especialmente tras el aumento del extremismo islámico que podría menoscabar aún más los derechos de los homosexuales si una parte de la población se sigue radicalizando mientras que una parte de la juventud LGBTI empieza a reivindicar justicia y protección para esta comunidad marginalizada.