Arabia Saudí
Supercopa del blanqueamiento, segunda edición

Si normalmente España presta poca atención a promocionar los derechos humanos, mucho menos aún lo hará cuando el fútbol está de por medio, eclipsándolo todo.
King Abdullah Sports City Arabia Saudi
King Abdullah Sports City
12 ene 2022 12:15

Empieza la Supercopa de España en Arabia Saudí. Recordemos que no es sólo una desgracia por el hecho en sí, sino por la naturalidad con la que España hace un repugnante blanqueo. Efectivamente, una buena parte de responsabilidad está en el habitual silencio de los medios de comunicación, por lo que sin una fuerza por debajo que presione, el blanqueo continuará unos cuantos años más como ya se ha anunciado.

Solo recordar que el apagón informativo no es resultado de que la situación haya mejorado, sino más bien del funcionamiento general de los medios de comunicación, estructuralmente más propensos a tergiversar declaraciones o iniciar bulos, que a informar a sus lectores sobre qué demonios está pasando en el mundo.

Y la verdad es que hay bastante de qué hablar. En los últimos tiempos, las atrocidades cometidas por Arabia Saudí han seguido produciéndose. Se ha podido ver en el último informe del Pardee Center para El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP) abordado en este artículo. Las conclusiones son terribles. Si se habla de Arabia Saudí es importante recordar que 377 mil personas han muerto en la guerra de Yemen o que un niño o niña menor de cinco años muere cada nueve minutos en lo que sigue siendo la peor catástrofe humanitaria del mundo. Son cifras que probablemente subestiman el coste humano que ha tenido la guerra tal como explicaba Eva Erill, de Solidarios Sin Fronteras, en esta entrevista, o Helen Lackner en este artículo.

Si se habla de Arabia Saudí es importante recordar que 377 mil personas han muerto en la guerra de Yemen o que un niño o niña menor de cinco años muere cada nueve minutos en lo que sigue siendo la peor catástrofe humanitaria del mundo

Todo esto lo han afrontado los distintos gobiernos desde el excepcionalismo. Precisamente, los comentarios de Lackner eran muy interesantes porque recordó que la Resolución 2216 (2015) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas después de la intervención militar de la Coalición liderada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos era uno de los factores que hacían más difícil la paz. Es importante recordar que en ese entonces el Gobierno del Partido Popular sacaba pecho por la participación de España en esa resolución.

Volvamos a uno de los contenidos centrales de la Resolución: el embargo de armas no se extiende a la Coalición y se exige la rendición de los hutíes, por lo que da un argumento tanto a los hutíes como a Arabia Saudí para cometer atrocidades mutuamente y permite a los países occidentales hacer negocio con la guerra.

Los países del Golfo Pérsico sentían que Naciones Unidas y Occidente respaldaban sus crímenes y en ese contexto impusieron un bloqueo a la población yemení por tierra, mar y aire cuyo objetivo último era matar de hambre y enfermedades al país más pobre de la región. Y por desgracia, los aliados de Occidente han tenido bastante éxito con esta monstruosidad. En ese sentido, el informe del Pardee Center habla de que 223 mil han muerto por causas indirectas: básicamente por hambruna o enfermedades. El bloqueo también facilitó que los hutíes jugaran con el hambre de su pueblo para enriquecerse y ganar la guerra. De igual forma, los bombardeos de Arabia Saudí y Emiratos a la población civil y a sus instalaciones no era más que otra estrategia para seguir utilizando el hambre como método de guerra, lo cual hay que recordar que es un crimen de guerra según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.

El excepcionalismo también se palpa cuando todos los Gobiernos desde el 2015 han sacado pecho de tener una legislación progresista que regula el comercio de armas y de tener unos magníficos controles y garantías para asegurar que promocionamos los derechos humanos. Evidentemente todo ese discurso falla cuando se miran los datos de armamento exportado a estos regímenes medievales —por utilizar las palabras de Margot Wallström, la exministra sueca que se atrevió a calificar de “medieval” al reino saudí por la situación infernal que viven las mujeres.

Y por supuesto está el tema cultural. Si normalmente España presta poca atención a promocionar los derechos humanos, mucho menos aún lo hará cuando el fútbol está de por medio, eclipsándolo todo... Resulta útil para nuestro caso recordar la espantosa noticia que sacó el medio The Guardian en febrero del año pasado, volviendo a poner en el punto de mira a Catar por las brutales condiciones de los trabajadores. Según el medio británico, cerca de 7.000 personas habrían muerto durante la última década en un país clave para Occidente en Oriente Próximo. Evidentemente, los países occidentales eran conscientes del problema, pero poco hicieron para prevenir una catástrofe, aunque normalmente se trató el tema con bonitas palabras, como las pronunciadas por el embajador de España en Catar en el año 2015 sobre el Mundial de Fútbol:

“En materia de empresas y derechos humanos —que es otra de las prioridades españolas en materia de derechos humanos— destaca el seguimiento de los derechos de los trabajadores extranjeros, en su mayoría del sector de la construcción. Se hará un seguimiento específico del compromiso de mejora de la legislación laboral y de su cumplimiento en relación con la construcción de las infraestructuras relacionadas con la celebración del Campeonato Mundial de Fútbol de 2022”.

¿Qué no ha cambiado? Que el Gobierno de España sigue haciendo negocio con la guerra. Durante el primer semestre del año 2020, el Gobierno ha exportado armamento por valor de 55,7 millones de euros a Arabia Saudí

Muy brevemente recordar que Catar mantuvo un papel más que cuestionable durante la Primavera Árabe y después al haber participado al principio en la Coalición liderada por Arabia Saudí para arrasar Yemen, a pesar de que estaba bastante claro que el país iba a quedar devastado.

Pero volvamos a Arabia Saudí. Ha pasado un año desde que Isabel Díaz Ayuso participara en la ceremonia de la Supercopa. Cómo no recordar que PP y Ciudadanos hablaron de “valentía” y verdadero feminismo”, mientras que desde el medio El Confidencial se dijo que el reino saudita se estaba modernizando bajo el liderazgo de MBS al haber realizado “varias reformas aperturistas”. En cualquier caso, los grandes medios de la derecha utilizaron ese viaje para promocionar el “gesto feminista de Ayuso” o hacer ya declaraciones completamente marcianas como es el caso de La Razón que afirmó que después de victoria de los talibanes y la amenaza que supone eso para las mujeres la imagen de Ayuso en Arabia Saudí “cobra aún más valor” o la propia Telemadrid que habló directamente de “lección de feminismo”.

¿Y qué ha cambiado desde el año pasado? Una buena respuesta la encontramos en la organización yemení Mwatana for Human Rights que “ha documentado al menos 18 ataques aéreos” de nuestros aliados. Durante el año 2021 “la Coalición liderada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos continuó matando e hiriendo a civiles y continuó destruyendo bienes civiles. Entre ellos se destaca “un barrio residencial, instalaciones de servicios, fincas, un tanque de agua, depósitos, vía pública y automóviles civiles”.

¿Y qué no ha cambiado? Que el Gobierno de España sigue haciendo negocio con la guerra. Durante el primer semestre del año 2020, el Gobierno ha exportado armamento por valor de 55,7 millones de euros a Arabia Saudí, mientras que ha autorizado la venta de armamento por valor de 100 millones de euros al otro país extranjero que más participa en esta guerra, Emiratos Árabes Unidos.

En definitiva, creo que estos datos resumen perfectamente el papel cómplice de España en esta guerra y ponen de relieve la magnitud del blanqueo que tendrá lugar esta semana en la Supercopa de España.

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