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Actualidad africana
Momentos críticos por las tensiones electorales y las consecuencias de la violencia
La actualidad del continente es una buena muestra de su diversidad y ofrece todo un abanico de calidad democrática. Desde Uganda, donde el principal candidato de la oposición se juega la vida a diario, hasta el voto tranquilo en Ghana. Mientras, la sociedad civil exige rendición de cuentas en Nigeria y Sudán aguanta el golpe de la violencia en Etiopía.
El primer ministro etíope Abiy Ahmed asegura que ha recuperado el control de la capital de Tigray militarmente, pero algunas informaciones hacen pensar en un escenario de guerra de guerrillas, mientras que las consecuencias de la violencia se dejan sentir en Sudán. Allí, las piezas intentan recolocarse en el nuevo tablero de la transición a la democracia. Mientras tanto, la tensión en las calles de Nigeria ha dejado paso a una acción de rendición de cuentas más calmada, pero las de Uganda están más agitadas que nunca esperando unas elecciones y, sin embargo, la cita electoral en Ghana se aproxima en medio de la calma.
La tensión crece en Uganda
Hace tres años que Robert Kyagulanyi Ssentamu, conocido como Bobi Wine, irrumpió en la política ugandesa para empezar a ponerla patas arriba y, en las últimas semanas, el régimen de Yoweri Museveni, con casi 35 años en el poder, ha empezado a dar claras muestras de exasperación. A medida que se acercan las elecciones presidenciales, previstas para el próximo 14 de enero, la tensión va creciendo en el país por el ataque al nuevo liderazgo de Wine, que ha sacudido las estructuras del tercer régimen más longevo del continente. El conocido como “el presidente del gueto”, llegó a la política a través de las radios, capitalizando su prestigio como músico popular y reclamándose como la voz de los jóvenes urbanos desatendidos por un gobierno cuyo presidente ha cumplido ya los 76 años. Y en su corta pero meteórica carrera política ha demostrado que los duros y repetidos golpes recibidos de las autoridades no han conseguido más que aumentar su popularidad.
Después de su elección como parlamentario, Bobi Wine subió el escalón definitivo hace poco más de dos años, cuando su chófer fue tiroteado y asesinado, presuntamente por la policía, en su propio coche justo antes de que el político y una treintena de sus simpatizantes fueran detenidos. Wine fue torturado y presentado ante un tribunal militar que le puso en libertad bajo fianza. Así se convirtió en un serio aspirante a plantar cara al poder de Museveni. Desde entonces no ha cesado el acoso y, a cada ataque, la figura de Bobi Wine se ha ido haciendo más grande hasta que hoy pocos dudan que se trata de la principal baza de la oposición para desbancar al antiguo régimen, muy consolidado en los entornos rurales.
En las últimas semanas, Wine ha vuelto a ser detenido y las protestas por su arresto han dejado una losa de más de medio centenar de muertos en las calles Kampala y otras ciudades ugandesas
En las últimas semanas, Wine ha vuelto a ser detenido y las protestas por su arresto han dejado una losa de más de medio centenar de muertos en las calles Kampala y otras ciudades ugandesas. La policía interrumpió abruptamente una emisión de radio en la que estaba siendo entrevistado, después se cerraron las carreteras para su cortejo y fue bloqueado en una ciudad en la que ningún hotel aceptó alojarle. Finalmente, Bobi Wine ha suspendido su su campaña por el acoso que está sufriendo. Todos ellos son indicios de la exasperación del régimen que el propio Wine ha sabido convertir en sus argumentos y en su fortaleza.
La guerra no ha acabado en Etiopía
En el penúltimo episodio de la guerra interna lanzada por el presidente etíope Abiy Ahmed para controlar militarmente la región de Tigray los discursos han llegado al extremo del dramatismo. El domingo 22 de noviembre Ahmed lanzó un amenazador ultimátum al Frente Popular de Liberación de Tigray (TPLF) en el que advertía de la invasión inmediata de Mekele, la capital tigriña. Las autoridades etíopes cumplieron su amenaza y, según la mayor parte de las fuentes, la superioridad militar del ejército se impuso a las fuerzas rebeldes en la capital. El pasado sábado, el mismo Abiy Ahmed aseguraba que se había tomado el “control total” de Mekele y que con ello se daba por concluida la operación en la zona.
Sin embargo, se ha cumplido uno de los posibles escenarios cuando se impone el potencial militar. Los militantes del TPLF ya han anunciado que han abandonado la capital, se han dispersado y continuarán la lucha contra el ejército etíope con otras estrategias. Aunque pueda parecer mentira a estas alturas resulta extremadamente difícil verificar las informaciones sobre este conflicto. Con muchas dificultades algunas filtraciones puntuales consiguen sobrepasar el bloqueo de las telecomunicaciones impuesto en la región por el gobierno etíope y los obstáculos a periodistas y personal humanitario para acceder a la zona. Y en ese contexto se han producido cruces de noticias y de desmentidos en torno a ataques de miembros del TPLF a unidades etíopes, en una suerte de transformación del conflicto en una guerra de guerrillas. Diferentes fuentes internacionales, incluido el Departamento de Estado de Estados Unidos, han advertido de varios ataques con cohetes en Asmara, la capital de Eritrea, subrayada como aliado regional de Etiopía.
Incertidumbres en Sudán
El camino de Sudán en la consolidación de la democracia no parece que se presente como un recorrido fácil. La caída de Omar al-Bashir en abril del año pasado en medio de una revuelta popular ha desencadenado algunos anuncios en el país que pueden influir en su futuro. Empezando por la comunicación de la retirada de Sudán de la lista de países patrocinadores del terrorismo a finales del mes de octubre. El gesto, evidentemente, estaba condicionado al pago por parte de Sudán de 335 millones de dólares en concepto de indemnizaciones a las víctimas del terrorismo norteamericanas. Casi en paralelo se produjo el aviso del establecimiento de relaciones diplomáticas con Israel a finales del mes de octubre, que se enmarcó tanto en la “mediación” de EE UU como en la promesa del estado judío de transferir asistencia técnica y cooperación agrícola al país africano. El camino ha continuado con la noticia de que Rusia construirá una base naval en la costa sudanesa del Mar Rojo. Una estructura militar de gran importancia tanto por su ubicación en una zona con un enorme valor estratégico, como por su utilidad como puente logístico en la estrategia mediante la que Rusia pretende aumentar su influencia futura en el continente africano.
ACNUR cifra en 43.000 los refugiados llegados a Sudán desde Tigray en apenas cuatro semanas, una cantidad que calculan que podría quintuplicarse en los próximos meses
Y en medio de todos estos procesos cruzados de reubicación de las piezas del puzle sudanés que se producen en el contexto de una complicada transición a la democracia con constantes tiras y afloja entre autoridades militares y civiles, el espacio de inestabilidad que se ha desencadenado en la región incrementa las incertidumbres. La ofensiva militar del gobierno etíope en la región de Tigray es un factor evidente de inseguridad. Y en el caso de Sudán las consecuencias asociadas a esa violencia se hacen evidentes. ACNUR cifra en 43.000 los refugiados llegados a Sudán desde Tigray en apenas cuatro semanas. Una cantidad que, según las organizaciones internacionales, podría quintuplicarse en los próximos meses. Estos refugiados llegan, además, a la zona en la que se habían instalado los desplazados por la antigua guerra entre Eritrea y Etiopía y han hecho que las ya precarias estructuras de acogida se vean rápidamente desbordadas.
En Nigeria la contestación se mantiene
Hace aproximadamente dos meses que se desencadenaron en Nigeria una serie de manifestaciones contra la brutalidad policial. Las llamadas a la movilización consiguieron rápidamente una respuesta poco previsible y el movimiento de contestación se fue convirtiendo en una reacción contra la corrupción y el mal gobierno que pilló a las autoridades con el pie cambiado. La primera posición de condescendencia adoptada por las estructuras de seguridad viró hacia la represión y en medio de varios episodios violentos se produjo el que se ha conocido como la masacre de Lekki. Según organizaciones de defensa de derechos humanos como Amnistía Internacional, agentes de la seguridad del estado dispararon fuego real contra los manifestantes, pero todavía no ha llegado a esclarecerse el número de víctimas de ese incidente.
A pesar de que las manifestaciones se han ido diluyendo no se puede considerar que la contestación se haya aplacado por completo. Se mantiene el debate en la sociedad nigeriana en torno a la actitud de la policía y a las responsabilidades de las autoridades políticas, mientras que algunos hechos concretos aumentan sensiblemente la discusión. La cadena de televisión CNN, por ejemplo, ha desplegado un importante dispositivo para verificar fotografías y vídeos e intentar reconstruir lo ocurrido en el peaje de Lekki el 20 de octubre y eso ha despertado de nuevo el debate, igual que el anuncio de la investigación de la Corte Penal Internacional sobre los crímenes del SARS (el comando especial antirrobos que provocó el inicio de la protesta). Mientras una comisión judicial de investigación se está desarrollando en Lagos y pretende escuchar a todas las personas que han denunciado abusos durante ese proceso y a todos los testigos, intentando aplacar las iras con aparente transparencia.
Ghana afianza el ejemplo
El lunes, los y las ghanesas votan a su presidente para los próximos 4 años y esta cita electoral está despertando un muy limitado interés en los medios de comunicación incluso en aquellas estructuras internacionales que de manera habitual más se fijan en la actualidad africana. El motivo de esta falta de interés, probablemente, es que estos comicios rompen la mayor parte de los estereotipos que se imponen en el Norte global acerca de la política en el continente africano.
Por un lado, la campaña se ha celebrado sin ningún tipo de sobresalto y es previsible que en la jornada de voto impere la misma calma. Ghana se ha convertido en un ejemplo de estabilidad política y de transferencia del poder pacífica. En esta ocasión, de los doce aspirantes los dos candidatos con más posibilidades según los analistas. Son el presidente actual, Nana Akufo-Addo, y el ex presidente, John Dramani Mahama. Se da la circunstancia de que es la tercera vez que ambos se enfrentan por la presidencia; la primera vez en 2012 ganó Mahama, la segunda en 2016 venció Akufo-Addo.