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Actualidad africana
Mientras las potencias extranjeras se disputan su influencia sobre el Sahel, las víctimas son africanas
Casi una treintena de soldados malienses muertos en un ataque terrorista han propiciado la última ola de reproches sobre la influencia extranjera en el Sahel. En diversas zonas del continente, por otro lado, la naturaleza y, especialmente, los fenómenos climatológicos extremos continuan siendo amenazadores, con la mayor sequía en cuatro décadas en el Cuerno de África o la secuencia imparable de ciclones en el Índico. Sin embargo, no se puede perder de vista que las decisiones de los hombres agravan las consecuencias de estos fenómenos o aumentan la vulnerabilidad de las comunidades que los sufren.
Influencia extranjera en Mali y militares muertos
El ataque a la base de la armada maliense de Mondoro, situada cerca de la frontera con Burkina Faso, ha puesto de manifiesto la delicada situación en la región a cuenta de la violencia extremista, pero también de los complejos equilibrios en las alianzas. Las autoridades han reconocido la muerte de 27 soldados durante el intento de asalto que, según las informaciones oficiales, fue repelido el pasado 4 de marzo y que provocó también la “neutralización” de 70 presuntos extremistas, aunque no se concretaba si habían sido abatidos o detenidos. Se trata del enfrentamiento en que se han producido más muertes en las filas de la armada maliense en lo que va de año, por lo que ha hecho saltar las alertas, ya que en las últimas semanas se habían intensificado las informaciones que hablaban de exitosas operaciones contra los grupos terroristas, sobre todo, en las zonas del norte y el este del país. Inmediatamente después de destacar las pérdidas humanas los comentarios han ido en una dirección muy clara. Cuando fueron atacados por varios centenares de hombre armados, según fuentes de defensa francesas, los alrededor de 150 soldados atrincherados en la base de Mondoro, no pudieron contar con el apoyo militar de los recursos de la operación Barkhane. No era la primera vez que este asentamiento era asediado, pero la diferencia en esta ocasión es que los helicópteros franceses no fueron en auxilio de los soldados malienses.
Las autoridades de Mali reclamaron la retirada de las fuerzas francesas de la operación Barkhane, supuestamente porque era el territorio en el que los mercenarios de la compañía de seguridad rusa Wagner estaban desplegando su apoyo militar
No ha tardado en recordarse que la base asaltada se encuentra en la zona de la cual las autoridades de Mali reclamaron la retirada de las fuerzas francesas de la operación Barkhane, supuestamente porque era el territorio en el que los mercenarios de la compañía de seguridad rusa Wagner estaban desplegando su apoyo militar. Precisamente, esa petición y la siempre controvertida y opaca presencia de los efectivos de Wagner en el país ha abierto la crisis diplomática más seria entre Mali y Francia, hasta el punto de que hace un mes, las autoridades galas confirmaban definitivamente el repliegue de sus efectivos en Mali y la reestructuración de su contingente para seguir participando en operaciones de seguridad en el Sahel pero con el foco puesto, sobre todo, en su apoyo a Níger y Chad.
Esta escaramuza y las dudas respecto a la reacción de los aliados del ejército de Mali, la no petición de ayuda a Francia y la aparente inoperancia rusa, llega en un momento clave en esa perpetua lucha por el relato. Los medios del Norte han puesto en duda recurrentemente los métodos de los agentes de Wagner y ahora aparecen informaciones que sustentan con pruebas los que parece que han sido atropellos a la población civil residente en la zona donde operan. Al mismo tiempo, la última votación en la Asamblea General de Naciones Unidas de una resolución para condenar la invasión rusa de Ucrania puso al descubierto la tibieza de algunos gobiernos africanos para los que Rusia es un socio preferente. El relato parece querer demostrar ahora que esas alianzas no son de fiar. Pero mientras unos y otros cuentan sus realidades y explotan informaciones intencionadamente orientadas, la inestabilidad continúa arraigando en la región y afectando a las vidas cotidianas de millones de personas.
Zimbabue ante la primera puerta para el cambio
En otro momento, las elecciones previstas para el próximo 26 de marzo en Zimbabue habrían sido completamente intrascendentes. En realidad, son unas elecciones legislativas parciales, en las que se disputan 28 escaños en el parlamento y 105 vacantes de los consejos locales. Sin embargo, las condiciones actuales han disparado su importancia, hasta el punto de que se ha planteado como la primera de las conquistas imprescindibles para desalojar del poder al ZANU-PF, el partido que monopoliza los espacios de decisión en Zimbabue desde la independencia del país hace más de cuatro décadas.
Coinciden varios factores que han hecho aumentar la expectación y, en paralelo, la tensión en torno a esos comicios del próximo 26 de marzo. Por un lado, el principal candidato opositor, Nelson Chamisa, ha planteado la campaña en clave presidencial, una contienda democrática prevista para 2023, pero avanzada en el imaginario. Y para ello Chamisa ha hecho una arriesgada y decidida apuesta presentándose con un partido renovado, el CCC (Coalición Ciudadana por el Cambio); con una intensa agenda de mítines; y con discurso duro y sin concesiones. Por su parte, el campo del actual presidente, Emmerson Dambudzo Mnangagwa, parece haber recogido el guante y haber aceptado leer las elecciones en clave presidencial. Las autoridades se muestran visiblemente nerviosas, seguramente amenazadas por la escasa diferencia con la que ganaron las anteriores elecciones presidenciales de 2018 y el clima de tensión y de descontento que ha sido la tónica habitual durante toda la legislatura.
La escalada de violencia física y verbal durante las últimas semanas anuncia una tensa jornada de votaciones el próximo 26 de marzo en Zimbabue
Ese nerviosismo se ha traducido en una represión a los actos de la oposición y en una conflictiva crispada campaña que, al mismo tiempo, reafirma las denuncias de violaciones de los derechos fundamentales y espolea la exigencia de un cambio en el poder. La policía ha desplegado expeditivas medidas de contención en las actividades del CCC, que no han conseguido evitar las imágenes de afluencia masiva, a pesar de que se ha obstaculizado e, incluso, intentado evitar la asistencia, llegando a cortar carreteras. En otros casos, los partidarios de Chamisa han sido dispersados a golpe de gas lacrimógeno. Además, se han producido agresiones durante las actividades por parte de alborotadores que no han sido claramente castigados por la policía. Incluso un joven fue asesinado durante uno de esos mítines el pasado 27 de febrero. Algunas organizaciones de la sociedad civil ya han empezado, además, a alertar del proceso de manipulación electoral que ya se ha iniciado. La escalada de violencia física y verbal durante las últimas semanas anuncia una tensa jornada de votaciones el próximo 26 de marzo.
El asedio de los fenómenos climáticos extremos
El Cuerno de África está experimentando la peor sequía de los últimos 40 años. La afirmación, atribuida a los análisis del Programa Mundial de Alimentos, es demoledora; pero más devastadoras resultan las consecuencias. Más de cuatro millones de personas en Somalia necesitan asistencia humanitaria urgente para hacer frente a una crisis alimentaria aguda. Las cifras continúan con el 1,4 millón de niños y niñas del país que probablemente sufrirán desnutrición aguda. Todas esas prospecciones y esa llamada de atención se lanza mirando al cielo, esperando la próxima estación de lluvias que no debería tardar en comenzar aporte algo de agua a la tierra reseca del país. Pero, en paralelo, los científicos llaman a contener las esperanzas: es previsible que este año las lluvias vuelvan a ser extremadamente escasas en la región.
Sin embargo, de nuevo, es necesario apuntar el impacto de la acción del ser humano en estos fenómenos climáticos extremos que a menudo se han presentado como contingencias inevitables. El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) impulsados por las Naciones Unidas ha recordado que el calentamiento del planeta desencadenará más fenómenos de este tipo, sequías, inundaciones, olas de calor o, incluso plagas. Y un apunte más, el continente africano no está preparado para hacer frente al impacto de esos cambios a los que, por otro lado, son la región del mundo que menos colabora, con la huella ecológica más ligera. Los expertos alertan sobre el cambio en los ciclos de lluvias que afectan a las cosechas, pero también a la producción de energía hidroeléctrica, muy presente en el continente africano, mientras que el litoral se ve amenazado por la erosión costera y la escasez de pesca que desencadena migraciones. Entre esos factores, los científicos también recuerdan la influencia de las políticas ineficientes o diseñadas respondiendo a intereses particulares, la falta de infraestructuras adecuadas o, incluso, la mala gobernanza. Todo factores humanos que amplifican el efecto de las condiciones climatológicas para llevar al abismo a las poblaciones más abandonadas e invisibilizadas.
En la misma línea, la costa africana del Índico se está viendo azotada por una secuencia de ciclones también devastadores. Los efectos se han hecho notar en Malawi, Mozambique o Madagascar, por ejemplo, sin que los que los países hayan tenido tiempo de recuperarse entre una tormenta tropical y la siguiente. Igualmente, en el caso de Madagascar, los expertos ya habían recordado como las condiciones generadas por los humanos hacían que los embates de la naturaleza fuesen más letales.
Tiran de la manta de la ayuda para Ucrania y destapan a Burkina Faso
Burkina Faso se ha vuelto a convertir en el ejemplo de los efectos colaterales provocados por la guerra en Ucrania. Nada más y nada menos que un 70% de la ayuda humanitaria que está recibiendo el país podría desaparecer de la noche a la mañana, como consecuencia de la redistribución de esos recursos destinados a la respuesta en el país de Europa oriental. Esta al menos es la previsión que hacen un grupo de ONG que se han unido para hacer un llamamiento conjunto. Oxfam, Médicos del Mundo, Acción contra el hambre y el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC) se han puesto de acuerdo para hacer un diagnóstico de la situación en el país y de las necesidades que se imponen en la situación actual.
Un 70% de la ayuda humanitaria que está recibiendo Burkina Faso podría desaparecer de la noche a la mañana, como consecuencia de la redistribución de esos recursos destinados a la respuesta en Ucrania
El análisis de las ONG recuerda que en los últimos tiempo la cifra de desplazados internos por la violencia extremista en Burkina Faso ha ascendido hasta alcanzar 1,7 millones de personas. Se trata de personas que en general han perdido su modo de vida habitual al abandonar sus tierras y que están siendo reubicados de manera precaria, por lo que requieren una cobertura humanitaria que varía según los casos. De hecho, estas organizaciones calculan que hay tres millones de personas en Burkina Faso en situación de inseguridad alimentaria. Los responsables de estas ONG han recordado que para 2021 se habían comprometido 1.700 millones de dólares en ayuda humanitaria para el Sahel y que apenas habían llegado a los 700; para 2022, algunos de los donantes ya han advertido que una parte de su aportación se redirigirá hacia la crisis en Ucrania. De manera que las promesas no se cumplen, las necesidades aumentan y los recursos se reducen.
La reivindicación de la disciplina urbanística en Costa de Marfil
La indisciplina urbanística se ha convertido en un problema serio en Abidjan, la capital económica de Costa de Marfil, durante la última década. Aparentemente, se han ido extendiendo la corrupción y la laxitud en la tramitación de los permisos de construcción, en la vigilancia de su cumplimiento y en la responsabilidad de los propios ciudadanos y constructores. Las consecuencias de esta picaresca resultan letales. De manera periódica y cuando los derrumbes de edificios coinciden en el tiempo saltan las alarmas, se generalizan las llamadas de alerta y se intensifican las inspecciones, pero cuando la atención vuelve a disiparse, se reproducen las infracciones y la rueda, o más bien la ruleta rusa, vuelve a girar.
Ahora mismo, las alarmas vuelven a estar encendidas, después de que se hayan producido dos accidentes con una diferencia de tiempo escandalosamente corta. El pasado 7 de marzo se derrumbó un edificio de cuatro plantas que aparentemente había sido construido sin permiso, provocando la muerte de cinco personas y una treintena de heridos. Poco más de una semana antes, a finales del mes de febrero el derrumbe de otro edificio de siete plantas en construcción, causó siete muertos y una veintena de heridos.