Actualidad africana
Las prohibiciones de viaje por la Covid despiertan reacciones

Nigeria no ha querido bajar la cabeza y aceptar las desmedidas restricciones impuestas a la sombra de Omicron y ha reclamado su soberanía, mientras comienzan a activarse los mecanismos de la elección presidencial en Kenia y Benin dilapida su prestigio democrático.
Campaña de vacunación en Mozambique
Campaña de vacunación en Mozambique, uno de los países africanos afectados por restricciones derivadas de la variante Omicron en Sudáfrica.
17 dic 2021 06:00

Un golpe en la mesa es lo que ha dado Nigeria ante la prohibición de los vuelos desde este país impuesta por varios países en el contexto de la aparición de la nueva variante de la Covid19 descubierta en Sudáfrica. Nigeria ha lanzado una apuesta de máximos en forma de rumor que reclamaba bloquear a los países que habían establecido prohibiciones de viaje. Una exigencia de reciprocidad y de relaciones de igual a igual que se ha matizado con una apuesta por la vía diplomática. En el Sahel, la violencia llama a la violencia y los partidarios de la solución militar ganan posiciones. Y en Kenia empieza el runrun de las elecciones presidenciales de 2022.

Nigeria no se deja manejar y se mueve entre las represalias y la diplomacia

El descubrimiento de la última variante del virus de Covid19, Ómicron, desató una ola del más descarnado racismo. Sin preocuparse si quiera por aparentar un mínimo de solidaridad, o de humanidad, en este contexto de excepcionalidad en el que nos hemos instalado, el Norte global encargó a su visión más estereotipa y discriminatoria que marcase las medidas con las que haría frente a la nueva amenaza. Y la balanza volvió a decantarse por la parte de las barreras, los muros y las puertas cerradas, como si alguna vez esas medidas hubiesen albergado un mínimo de racionalidad (e incluso de efectividad).

En este caso, esa apuesta por la patada al débil llegó en forma de prohibiciones de viaje e inmediatamente empezaron a hacerse públicos los vetos de varios estados, sobre todo, del norte global, aunque no exclusivamente, a viajeros procedentes de diferentes países africanos. En un primer momento, el planteamiento era que se bloqueaba la llegada de pasajeros de África austral, fronterizos o próximos a Sudáfrica, donde se había detectado la nueva variante, pero sin que el criterio fuese la detección de casos infectados por esta cepa. Si este planteamiento ya era irracionalmente discriminatorio, las incógnitas se multiplicaban cuando en la lista se veían nombres de países como Nigeria o Egipto, considerablemente alejados del lugar del descubrimiento.

La semana pasada empezó a filtrarse la toma de posición de algunos ministros nigerianos que reclamaban represalias contra los países que habían prohibido los viajes desde Nigeria

El absurdo de la medida se reflejó en las redes sociales, donde se mezclaban las denuncias con la ironía para evidenciar la falta de sentido de unas prohibiciones que remitían, más bien, a decisiones tomadas con todos los prejuicios raciales posible.

La semana pasada empezó a filtrarse la toma de posición de algunos ministros nigerianos que reclamaban represalias contra los países que habían prohibido los viajes desde Nigeria y algunos medios avanzaron que el gobierno del gigante africano se estaba planteando prohibir, a su vez, los vuelos procedentes de Canadá, Reino Unido, Argentina y Arabia Saudí. Sin embargo, durante esta semana, las autoridades han preferido enfriar los ánimos y han anunciado medidas menos drásticas. Concretamente, el responsable del comité nacional de seguimiento de la respuesta a la crisis, anunció que el gobierno estaba dando pasos en el terreno diplomático para que las prohibiciones de viaje se levantasen lo antes posible. Aparentemente, Nigeria ha mostrado un mayor respeto a las indicaciones de la OMS, que desde un primer momento advirtió que el cierre de fronteras y el bloqueo de vuelos no eran medidas efectivas ni recomendables.

Las elecciones en Kenia traen pocas novedades

El anuncio del histórico opositor, o más bien del histórico aspirante a la presidencia keniana, Raila Odinga de su candidatura a dirigir el país, ha supuesto el inicio de las maniobras más intensas para las elecciones que están previstas para el mes de agosto de 2022. Será la quinta vez que Odinga aspira al sillón presidencial, teniendo en cuenta que en las cuatro ocasiones anteriores no ha conseguido la confianza de los electores y que en las dos últimas ha sido batido por el actual presidente, Uhuru Kenyatta.

A pesar de haber quedado atrás en las urnas ante sus respectivos rivales, Odinga ha tenido la cintura suficiente para ocupar en varias ocasiones puestos ministeriales como consecuencia de acuerdos postelectorales con los correspondientes vencedores. En todo caso, esas responsabilidades gubernamentales no han impedido que Odinga tenga la imagen de eterno aspirante y de principal amenaza del poder gubernamental.

La figura de Odinga está también ligada a la grave crisis que se abrió en el país tras las elecciones presidenciales de 2007. La autoproclamación de los dos principales candidatos, Kibaki y Odinga, desencadenó una violenta ola de enfrentamiento entre sus partidarios que llevó incluso a una mediación de Naciones Unidas, después de que se registrasen mil muertos y cerca de un millón de desplazados. La violencia solo se apaciguó después de un acuerdo entre los dos aspirantes que se repartieron el poder: Kibaki como presidente; Odinga como primer ministro, un puesto creado expresamente.

A pesar de haber quedado atrás en las urnas ante sus respectivos rivales, Odinga ha tenido la cintura suficiente para ocupar en varias ocasiones puestos ministeriales como consecuencia de acuerdos postelectorales con los correspondientes vencedores

Raila Odinga volvió a contestar los resultados de las elecciones de 2013, aunque los tribunales no validaron su denuncia de fraude. En 2017, sin embargo, sus recursos judiciales llevaron a la repetición de las elecciones, en medio de una considerable crisis institucional. Finalmente el resultado no cambió y Kenyatta se impuso a Odinga que siguió sin reconocer los resultados, en medio, de nuevo, de una ola de violencia. Menos de cinco meses después de la repetición de la votación, los dos candidatos escenificaron su reconciliación para recuperar la calma social.

Algunos analistas han observado en aquella reconciliación de 2018 el origen de la actual candidatura de Odinga y han avanzado que los dos hombres políticos, tal vez, acordaron un reparto del poder. El partido de Kenyatta todavía no ha proclamado a su candidato, que en todo caso, no será el actual presidente.

En el Sahel se impone la vía militar

La secuencia de hechos que se ha desencadenado en el Sahel está conduciendo al refuerzo de aquellos actores que apuestan por la vía militar para garantizar la seguridad en la región y recuperar la calma. El aumento de la actividad de algunos grupos armados está poniendo contra las cuerdas a los gobiernos de la región. En Malí o en Níger, los episodios puntuales de ataques a unidades del ejército o a la población civil en zonas más o menos apartadas de las principales ciudades está minando la autoridad de los respectivos gobiernos. En el caso de Burkina Faso, por ejemplo, la situación del presidente Roch Marc Christian Kaboré es todavía más delicada. Los últimos ataques ocurridos en el país, especialmente letales, han colocado al líder político en una situación muy precaria, con una parte de la oposición reclamándole más dureza y más eficacia y una parte de la población extremadamente inquieta por la inseguridad que tiñe sus vidas cotidianas.

Ante esta deriva los gobiernos necesitan resultados rápidos, concretos e impactantes y tal vez esa es la explicación de los últimos anuncios escuchados en la región. La semana pasada, las autoridades de Burkina Faso y Níger compartían la información sobre una operación conjunta en la conocida como “zona de las tres fronteras”. El dato más destacado era que durante los combates ocurridos entre el 25 de noviembre y el 9 de diciembre había muerto un centenar de terroristas. Casi simultáneamente, el gobierno nigeriano anunció la liberación de una veintena de policías que previamente habían sido secuestrados por un grupo armado un par de semanas antes.

Las garantías democráticas se tambalean en Benín

En las últimas tres décadas, Benín ha ido construyendo una sólida reputación de consolidación de la democracia. Sin embargo, en los últimos tiempos, ese prestigio ha empezado a dilapidarse rápidamente. Primero con una contestada reforma constitucional en 2019. Y después, durante las últimas elecciones presidenciales de este año, en las que Patrice Talon resultó reelegido y que estuvieron rodeadas de un clima de desconfianza y de una serie de episodios que hicieron saltar las alarmas en relación con una deriva antidemocrática. Algunos casos de acoso a la sociedad civil se combinaron con la neutralización de candidatos de la oposición de manera poco transparente e incluso con una insospechada intervención de Internet que se interpretó como un ataque intolerable a la libertad de expresión y de información en un momento clave y especialmente sensible como unas elecciones.

En Benín las últimas elecciones presidenciales de este año, en las que Patrice Talon resultó reelegido, estuvieron rodeadas de un clima de desconfianza y de una serie de episodios que hicieron saltar las alarmas en relación con una deriva antidemocrática

A partir de ese momento, el prestigio de Talon ha continuado devaluándose, sobre todo, en los círculos de la sociedad civil. Solo desde comienzo de mes dos de los políticos de la oposición, Joël Aïvo y Reckya Madougou han sido condenados a diez y veinte años de prisión respectivamente. Dos duras penas a dos de los pocos críticos que no pudieron exiliarse antes de ser detenidos. La interpretación de la sociedad civil es más preocupante cuando se destaca que ambos han sido juzgados por el Tribunal de Represión de las Infracciones Económicas y del Terrorismo (CRIET, por sus siglas en francés), que se considera una jurisdicción de excepción creada expresamente para acorralar a las voces críticas.

El pueblo sudanés sigue contestando el pulso de los militares

Las protestas no se han detenido en Sudán. La movilización que se desencadenó como consecuencia del golpe de estado militar del pasado 25 de octubre y que ha dado lugar a un largo y violento proceso de resistencia popular no se ha desactivado con la liberación del antiguo primer ministro. Los militares golpistas liderados por el general Abdel Fattah Abdelrahman Al-Bourhane, llegaron recientemente a un acuerdo con Hamdok que liberó a este último del arresto domiciliario en el que se encontraba.

Sin embargo, el movimiento de resistencia ciudadano ha entendido que este acuerdo es, en realidad, una cesión ante los militares y una traición a la revuelta que hizo caer al régimen de Al-Bashir en 2019. Al menos, 44 personas han sido asesinadas durante las manifestaciones que se han opuesto al golpe de estado y esa pérdida de vidas es una de las motivaciones para que se mantengan las protestas, aunque es cierto que una buena parte de la ciudadanía se ha alejado de la contestación con el acuerdo entre Al-Bourhane y Hamdok.

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