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Actualidad africana
La historia se repite en África Occidental, precisamente, en un intento de romper el ‘statu quo’
Que la historia se repita transmite una idea de recorrido circular, o más bien, de bucle, de incapacidad para salir, y es lo que ha pasado esta semana de nuevo en Burkina Faso, con el golpe de estado al gobierno militar surgio del golpe de estado anterior. El episodio burkinés sirve para visibilizar una situación más amplia que afecta a toda la región, en la que en el intento de desbordar el statu quo se están generando nuevas alianzas y nuevas lógicas de colaboración. En otras regiones, la represión sigue acorralando a la cultura como ocurre en Zimbabue. Y, al mismo tiempo, se abre la posibilidad de cambiar la representación de África desde Hollywood.
Burkina se sacude (de nuevo)
El pasado fin de semana ha vuelto a ser turbulento en Burkina Faso. Los y las habitantes de Ouagadougou se despertaron con el sonido de un nutrido fuego de artillería de madrugada y detonaciones diversas. Después, en medio de la confusión, mientras la televisión dejaba de emitir, los uniformados comenzaron a desperdigarse por los lugares estratégicos de la ciudad. Era una especie de déjà vu, incluidos los bailes de versiones en las primeras horas. Finalmente, la señal volvió a la televisión pública, para mostrar una imagen muy parecida a la que los y las burkinesas ya vieron hace apenas ocho meses, en enero de este mismo año. Un grupo de militares aseguraba que el anterior presidente, Paul-Henri Sandaogo Damiba, líder del último golpe de estado, había dimitido de sus funciones. Y, por primera vez, se escuchaba el nombre del capitán Ibrahim Traoré, autoproclamado líder del MPSR (Movimiento Patriótico de Salvaguarda y Restauración) y presidente de Burkina Faso.
Uno de los principales reproches que se le hacía al último presidente democráticamente escogido, Roch Marc Christian Kaboré, era su incapacidad para combatir la violencia extremista que estaba gangrenando el país
Era el golpe dentro del golpe. Uno de los principales reproches que se le hacía al último presidente democráticamente escogido, Roch Marc Christian Kaboré, era su incapacidad para combatir la violencia extremista que estaba gangrenando el país. Ese fue el detonante público de su caída. Pero esa violencia no ha dejado de crecer y ha acabado canibalizando también a Damiba. Kaboré cayó poco después del dramático y sonrojante ataque a una base militar en Inata que acabó movilizando a los soldados contra lo que consideraban una escasez de recursos para cumplir con su misión.
Hace solo unos días que Djibo se ha convertido en noticia en Burkina Faso, una ciudad en el norte del país completamente controlada y aislada por los grupos terroristas y el escenario de un ataque a un convoy que pretendía sobrepasar ese bloqueo. Esas noticias han vuelto a generar el estado de opinión para un nuevo asalto armado al poder. Pero en el anuncio de los sublevados había cabos sueltos. No había ninguna prueba de la dimisión de Damiba. De hecho, mientras nutridos grupos de ciudadanos salían a las calles para mostrar su apoyo a los golpistas, se reproducían enfrentamientos entre unidades leales al anterior presidente y los recién llegados. Y, oficialmente, las fuerzas armadas no prestaban su apoyo al nuevo poder de Traoré.
La tensión aumentaba cuando una nueva escenificación en la televisión de los golpistas señalaba que Damiba se encontraba refugiado en una base militar francesa, preparando el contraataque. De poco sirvió el desmentido de las autoridades galas, las iras de la ciudadanía se dirigieron contra los intereses franceses y especialmente la embajada. Después Traoré en los medios matizó las declaraciones para llamar a la calma. Sin embargo, se desplegaba un segundo elemento fundamental de la actual crisis en Burkina, la lucha por el control de la influencia entre la antigua potencia colonizadora, Francia, y la nueva aliada que llega anunciando un nuevo equilibrio de poderes y una nueva manera de colaborar, Rusia. Los manifestantes llevaban banderas rusas y se ensañaban con los muros de la embajada francesa, esa era la imagen que necesitaban los medios y la que quedará del golpe.
Finalmente, ha sido la mediación de los líderes tradicionales y religiosos la que ha abierto la puerta a la dimisión formal de Damiba después de que el nuevo poder aceptase sus condiciones de salida. El antiguo golpista se ha refugiado en la vecina Togo, con lo que el nuevo MPSR ha comenzado a trabajar, reclamando eficiencia a todas las instancias del gobierno y asegurando que su paso por el palacio presidencial es temporal, hasta que se haya recuperado la estabilidad, se haya vencido al terrorismo y se haya refundado el Estado.
Culebrón entre las nuevas alianzas y las presiones en el África Occidental
Mali, Burkina Faso y Guinea están formando un particular polo de influencia en África Occidental que están dando lugar a unas relaciones e interacciones muy especiales, en algunos casos forzadas o propiciadas por las necesidades y por las presiones externas. Los países de esta variopinta coalición informal, tiene en común estar liderados por gobiernos golpistas y están suponiendo un dolor de cabeza para el statu quo de la región, cuestionando las instituciones transnacionales y explorando nuevos equilibrios de relaciones.
Las organizaciones regionales, la CEDEAO, por ejemplo, acostumbran a condenar los golpes militares y a intentar la vía de la presión a través de sanciones. En este caso, sin embargo, la coincidencia de estos regímenes les ha conjurarse contra esta estrategia y cuestionar semejante papel. Han provocado incluso la broma recurrente, de que pronto habrá más países fuera que dentro de las cumbres en las que se aprueban las sanciones.
Mali, Burkina Faso y Guinea están formando un particular polo de influencia en África Occidental. Se trata de países que tienen en común estar liderados por gobiernos golpistas y están suponiendo un dolor de cabeza para el ‘statu quo’ de la región
Por otro lado, estos países están provocando una disminución de la influencia de Francia en la región, cuando no una salida abrupta, como ocurrió en el caso de Mali. En vez de esa influencia histórica que ha provocado tantos agravios y que en los últimos años están alimentando un desencanto creciente, estos países están buscando nuevas alianzas y, por sus necesidades y por el tipo de apoyo que están buscando se han encontrado con los brazos abiertos de una Rusia ansiosa por reforzar su posición en la región, desde la diplomática, hasta la militar, sin desatender la comercial. Las últimas votaciones en Naciones Unidas en el marco de la guerra que se está librando en Ucrania han demostrado que Rusia ha extendido sus influencias mucho más allá de sus socios más evidentes.
En los últimos meses, las tensiones en la región que han provocado los movimientos desacomplejados de estos países se han hecho evidentes, por ejemplo con el episodio de los militares marfileños detenidos en Mali. Una trama propia de una película de espionaje o de aquellos rescates in extremis protagonizados por unidades de élite. En este caso, 49 soldados marfileños fueron detenidos a su llegada a Bamako, tres de ellos fueron liberados durante el verano por cuestiones humanitarias. Así, casi tres meses llevan bajo custodia los 46 militares y aún no están claros los hechos. El gobierno marfileño asegura que se trataba de un contingente desplazado para colaborar en las labores de las tropas alemanas destinadas a la misión de los cascos azules en Mali. El gobierno de Mali, por su parte, se mantiene en su versión de que no fueron avisados de la llegada de los militares, por lo que sospechan que son mercenarios llegados para deponer a la junta militar. En las idas y venidas de versiones y argumentos, habitualmente poco sólidos, se ha llegado a afirmar que no son soldados marfileños sino militares a sueldo de diferentes países africanos. En todo caso, la propia CEDEAO se ha implicado en la resolución de este conflicto que desestabiliza las relaciones entre los vecinos y ha enviado una misión encabezada por los presidentes de Ghana y Gambia para intentar buscar una salida a esta larga crisis.
El ébola aparece amenazador en África Oriental
En las últimas informaciones ofrecidas por el gobierno ugandés la semana pasada, se reconocía la detección de 43 casos de ébola confirmados, 882 contactos en seguimiento y un total de 9 muertos también demostradamente atribuibles a la enfermedad, entre ellos un médico tanzano. Se trata de los efectos hasta el momento del brote de Ébola declarado en el país de África oriental el pasado 20 de septiembre. Este balance debería completarse con la cifra de enfermos que ya han recibido el alta después de haberse recuperado. Paradójicamente, casi en paralelo, el pasado 27 de septiembre el gobierno de la República Democrática del Congo daba por extinguido el último de los brotes de esta enfermedad que ha afectado al país.
En el caos de la epidemia en Uganda hay que sumar una información que agrava la situación: los casos confirmados de ébola en el país han sido identificados como pertenecientes a la variedad que se conoce como virus de Sudán, que precisamente no puede ser tratado por las vacunas existentes. Una de ellas se ha demostrado ineficaz para atacar esta cepa y la otra aún no ha sido testada para esta variedad, de manera que su uso no es recomendable.
Ataque a la cultura y al activismo en Zimbabue
Tsitsi Dangarembga es la novelista zimbabuense más conocida y más reconocida en la actualidad, se trata de una asidua de los premios internacionales que ha recibido algunos de los galardones más importantes. Pero también es una comprometida activista prodemocracia. En julio de 2020 fue detenida por participar en unas protestas provocadas por un escándalo de corrupción que exigían además una reforma institucional profunda. En ese mismo momento, Dangarembga aparecía en la lista de los finalistas del Booker Prize, uno de los premios más prestigiosos de la literatura en inglés, y la coincidencia llamó la atención de los medios.
Después de múltiples aplazamientos, la sentencia por estos cargos acaba de llegar y condena a la escritora a seis meses de prisión (que ha quedado suspendida por cinco años a condición de que no vuelva a cometer un delito) y a una multa de 70.000 dólares zimbabuense (algo menos de 200 euros). En los últimos tiempos, Dangarembga ha apuntado en varias ocasiones la posibilidad de abandonar el país y exiliarse debido a la escalada de represión de la disidencia que se vive en Zimbabue.
Elecciones en Lesoto
Es el duodécimo país más pequeño de África, el séptimo de la plataforma continental, apenas más grande que Galicia. Es uno de los tres países enclavados del mundo y el único de África. Sobre Lesoto se pueden citar un buen número de curiosidades, pero seguramente una de las más evidentes es su capacidad para pasar desapercibido. Seguramente es uno de los estados del continente africano que menos espacio o tiempo ha ocupado en los medios españoles, pero no por eso se le va a negar el derecho a reclamar un pequeño destello de atención, porque hoy celebran las elecciones generales en este pequeño país rodeado completamente por Sudáfrica.
En estas elecciones se escoge a los miembros del parlamento que se encargarán de designar al primer ministro de esta atípica en África monarquía parlamentaria, cuyo rey es Letsie III. Un total de 65 partidos se presentan a las elecciones en las que se escogerá a los 120 miembros del parlamento.
The Woman King aborda las figuras históricas de las conocidas como amazonas de Dahomey, un cuerpo militar de fieras guerreras del antiguo reino situado en el siglo XIX en el actual territorio de Benín
La mujer rey y una historia que merece ser conocida
Se ha estrenado recientemente La mujer rey, una típica producción hollywoodiense que, más allá de lo desafortunado de la traducción del título (que por una vez es textual, el título en inglés es The woman King, pero que no transmite el sentido adecuado) tiene potencial para empezar a reequilibrar las brechas en la representación de las historias basadas en episodios africanos. El argumento de la película descansa sobre las figuras históricas de las conocidas como amazonas de Dahomey, un cuerpo militar de fieras guerreras del antiguo reino situado en el siglo XIX en el actual territorio de Benín. Es necesario partir de la base de que se trata de una ficción, y no solo eso, de una ficción hecha para entretener, de manera que se sobreentiende la dulcificación de algunos descarnados pasajes de la historia y el acento de la dimensión más épica de esas figuras. Más allá de esas salvedades el hecho de representar mujeres africanas en una posición de fuerza y de autoridad y de revestirlas del carácter más épico es, cuando menos, inusual.
En un reciente artículo de Le Monde, la investigadora y escritora Sylvia Serbin, autora de Reinas de África y heroínas de la diáspora negra, destacaba las licencias históricas que la directora Gina Prince-Bythewood se toma a la hora de caracterizar la participación en la trata esclavista del reino de Dahomey, pero a pesar de eso destaca la importancia de contar esta historia apasionante, teniendo en cuenta su conocimiento histórico y su compromiso con la divulgación de estas figuras su sentencia resulta esclarecedora. “Me ha gustado mucho la película. Me ha sorprendido gratamente el hecho de ver por primera vez una página de la historia africana tratada de esta manera por el cine occidental en una producción de gran presupuesto. Gina Prince-Bythewood y su equipo han demostrado un gran respeto para adecuarse lo máximo posible a la realidad”, afirmaba la experta.
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Estos golpes de estado surgidos en países africanos, no solo impiden el correcto funcionamiento de la democracia, esque, a diferencia de los que ocurrieron en plena Guerra Fría y buscaban generar un desarrollo endogeno, popular y anticolonialista (Thomas Sankara), son golpistas que defienden los intereses de corporaciónes extranjeras, por lo que van a mantener el esquema neocolonial de pobreza, saqueo y endeudamiento