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Universidad
Asociaciones estudiantiles de la Universidad Carlos III estallan contra el nuevo protocolo de comunicación
Desde que terminó la pandemia y las clases en la universidad volvieron a la normalidad, muchos colectivos estudiantiles de Madrid han pasado los últimos años haciendo frente a una represión constante y sin precedentes de su actividad asociativa en la región por parte de sus respectivos centros docentes. El ejemplo más ilustrativo de este triste fenómeno de la Comunidad de Madrid lo hemos podido encontrar estos últimos días en la Universidad Carlos III de Madrid, cuyo vicerrectorado emitió el pasado 23 de noviembre un nuevo protocolo de comunicación dirigido a las asociaciones universitarias y el cual ha sido objeto de no pocas críticas por su restrictivo contenido.
Las asociaciones estudiantiles exponen que el documento “instaura un sistema de verdadera censura” y “afecta a la autonomía e independencia de la actividad asociativa a la hora de llevar reivindicaciones políticas al ámbito universitario”
Desde la Asamblea de Estudiantes de la universidad, órgano asambleario e independiente de representación de las distintas asociaciones que conforman la UC3M, exponen que tal documento “ instaura un sistema de verdadera censura” y “afecta a la autonomía e independencia de la actividad asociativa a la hora de llevar reivindicaciones políticas al ámbito universitario ”. El escrito obliga, entre otras cuestiones, a disociar públicamente toda actividad de las asociaciones universitarias de la institución de la que forman parte, por ejemplo, prohibiendo que aparezca el sello o identidad corporativa de la universidad en carteles o comunicaciones de los colectivos en redes sociales.
“Consideramos esta medida como un intento de desligar la organización estudiantil del contexto propio de la universidad en la que se desarrolla, invisibilizando a un tejido asociativo ya muy debilitado” explica Kike Bendito, miembro de la asociación universitaria La Deriva, firmante del comunicado colectivo. Otro punto de enorme conflicto ha sido la obligatoriedad de solicitar con 10 días de antelación la difusión de cualquier acto que vaya a llevarse a cabo en la universidad, si bien estos plazos son prácticamente imposibles de cumplir especialmente en lo que se refiere a las asociaciones más pequeñas al tiempo que impide la organización de actos espontáneos surgidos de una coyuntura concreta.
⚠️La UC3M trata de censurar a las asociaciones con su nuevo protocolo de difusión.
— Abrir Brecha UC3M (@abrirbrechauc3m) December 5, 2023
Las estudiantes decimos no al retroceso en derechos básicos de asociación y libertad de expresión❤🔥✊🏽 pic.twitter.com/Mji7CjqdZG
“Las asociaciones tienen que ser críticas y no tienen por qué pensar ni defender lo mismo que la universidad”, expone un estudiante y activista de la Carlos III
El protocolo establece asimismo en su cuarto apartado que “los contenidos que se emiten desde las comunicaciones de las asociaciones deben ser coherentes con los principios constitucionales, de servicio público, calidad de la información, transparencia, lealtad institucional”: Esta última orden de “lealtad institucional” es considerada especialmente peligrosa y delicada no solo porque afecta de forma evidente a la autonomía ideológica de los colectivos que conviven en la universidad sino que abre la veda a que la propia institución pueda eliminar arbitrariamente y a su antojo publicaciones de colectivos cuando sus contenidos resulten demasiado críticos con cualquier gestión de la universidad. De este modo, muchos resaltan que se trata de un aspecto verdaderamente criticado porque, tal como expone con preocupación un estudiante y activista de la Carlos III, “las asociaciones tienen que ser críticas y no tienen por qué pensar ni defender lo mismo que la universidad”.
Pero esta nueva y polémica política institucional no nace de manera fortuita de la noche a la mañana. Ni siquiera ha sido una sorpresa para la mayoría de quienes componen la Asamblea de Estudiantes: El lanzamiento del escrito oficial puede considerarse como una suerte de respuesta represiva ante las últimas movilizaciones organizadas por algunas asociaciones especialmente críticas con la gestión de la UC3M en Getafe. El punto de inflexión fue la campaña en solidaridad con Palestina que llevó a cabo Abrir Brecha, asociación juvenil anticapitalista y ecosocialista con presencia tanto dentro como fuera de la universidad. En dicha campaña que sacudió la universidad bajo el lema ‘ UC3M patrocina el genocidio palestino’, los estudiantes comenzaron a señalar los vínculos que todavía mantiene la Carlos III con el estado sionista a través de convenios con universidades israelíes que participan en programas militares de Israel, entre ellas la Universidad Hebrea de Jerusalén.
“Desde que ocurrieron las acciones en defensa de Palestina la UC3M nos ha prohibido sacar carteles respecto a ese tema y ha quitado los que habíamos pegado, también retiró el permiso de las pancartas e incluso nos ha llegado a amenazar con llevarnos a juicio"
A consecuencia de esta acción y otras similares como la realizada contra la privatización progresiva de la universidad dada la colaboración UC3M-Banco Santander, la represión se ha ido acrecentando alarmantemente a pasos de gigante hasta el punto de implementarse medidas encaminadas a dificultar la celebración de asambleas o intentarse ilegalizar determinadas asociaciones. “Desde que ocurrieron las acciones en defensa de Palestina la UC3M nos ha prohibido sacar carteles respecto a ese tema y ha quitado los que habíamos pegado, también retiró el permiso de las pancartas e incluso nos ha llegado a amenazar con llevarnos a juicio, lo que va en contra del derecho a la información”, alega Daniel Marie-Richard desde Abrir Brecha. Siguiendo esta misma línea y con un mismo propósito desmovilizador la universidad ha desautorizado llevar a cabo las tradicionales sangriadas en el campus de Humanidades, esenciales para la financiación de las asociaciones pero también absolutamente necesarias de cara a la cohesión social del estudiantado en los centros de estudio, lo cual “limita mucho las posibilidades de organización de la asamblea”, explica el joven alumno.
La publicación de un protocolo ha sido interpretada ampliamente como una “oficialización” y en cierto modo legitimación de toda la censura institucional que ya venía dándose informalmente desde hace tiempo
Ahora bien, la publicación de un protocolo ha sido interpretada ampliamente como una “oficialización” y en cierto modo legitimación de toda la censura institucional que ya venía dándose informalmente desde hace tiempo. La respuesta organizada no ha tardado en llegar en forma de comunicado a modo de repulsa unánime frente a las normas recogidas en documento: “Intentamos que haya una acción unitaria contra esta forma de coartar al movimiento estudiantil porque están en juego los derechos de las universitarias y cuantas más asociaciones estemos juntas frente a este retroceso de libertades, mejor”.
Diez asociaciones integrantes de la Asamblea de Estudiantes de la UC3M, (la mayoría de ellas de carácter abiertamente político-reivindicativo como el Frente de Estudiantes, Pan y Rosas o Liberación Animal) a las que se sumaron en el último momento el Comité de Palestina y la Delegación Crítica, lo firmaron ayer. El comunicado, que pretende “defender y aumentar los medios autónomos de difusión para estudiantes y asociaciones, rechazando la injerencia de la universidad en ellos” advierte claramente de que quienes lo suscriben “ no reconocen el protocolo por ser un atropello contra su libre y legítima actividad y se comprometen a no cumplirlo hasta que se retire en su totalidad”. El fin último del mismo no es otro que poder organizar las actividades del estudiantado de forma autónoma y bajo un criterio independiente al de la universidad sin tener que servir a sus intereses particulares en todo momento.
El estudiantado organizado reclama, dada la prohibición precedente de carteles con mensajes contestatarios, la posibilidad de disponer de más tablones de anuncios y medios digitales directamente gestionados por las estudiantes
Los estudiantes también reclaman medidas destinadas a construir un tejido asociativo lo más democrático, colaborativo y horizontal posible. Por ello, reclaman, dada la prohibición precedente de carteles con mensajes contestatarios, la posibilidad de disponer de más tablones de anuncios y medios digitales directamente gestionados por las estudiantes e instan al conjunto de la comunidad universitaria a “exigir la eliminación de la burocracia para la formación de nuevas asociaciones(...) sustituyéndola por unos procedimientos consensuados libremente respetando los criterios propios de cada asociación”. Se trata de maneras de poder gestionar colectivamente la vida universitaria lejos de las injerencias censoras de las instituciones para proteger por encima de todo la libre acción de los estudiantes por medio de los diversos colectivos universitarios.