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Unión Europea
Alemania deja de tirar de la economía europea y vuelven los temores de crisis en toda la UE
El Deutsche Bank ha reducido a la mitad los pronósticos de crecimiento de la economía alemana. “Ya no se habla de locomotora de Europa” entre los economistas, asegura el diario conservador Die Welt.
La noticia pasó desapercibida por un cero salvador. Alemania se salvó de la recesión técnica gracias a que el crecimiento del último cuatrimestre se mantuvo en cero, ni frío ni calor. Después de un ciclo en crecimiento negativo -0,2% y otro en el 0%, el PIB alemán, mermado por el descenso de la demanda externa se sostuvo gracias al aumento de la demanda interna.
“Ningún experto habría creído posible que la economía alemana ya a finales de año se enfriase de esa manera”, escribió el medio conservador Die Welt. Esto sería “una llamada de atención a la política, a no confiarse en los éxitos del pasado”. No parece que Alemania se vaya a recuperar rápido, los economistas del Deutsche Bank, todo según Die Welt, han reducido a la mitad los pronósticos de crecimiento de la economía después de conocerse los datos. “Ya no se habla de locomotora de Europa” entre los economistas, aseguran. En un país que ha hecho de la austeridad el mascarón de proa de la economía, el consumo de su población ejerció de momentáneo calmante para su balance. Pero el aviso es serio, y no solo atañe a Alemania.
Sergi Cutillas, economista e investigador, recuerda que la situación es similar en toda Europa: “Francia está igual o peor, en general, la Eurozona está cerca de la recesión técnica”. La producción industrial ha caído en los últimos meses en el conjunto de la UE, como fruto de la guerra comercial entre Estados Unidos y China —con la subida de aranceles al aluminio y al acero— y los índices de confianza empresarial muestran poca confianza.
Merkel defiende a BMW
En la que se trata de una de sus últimas intervenciones antes de la retirada, la canciller Merkel ha asumido la defensa del interés de las grandes automovilísticas del país. En un encuentro con el vicepresidente de EE UU, Mike Pence, Merkel recordó que BMW tiene su mayor factoría en Carolina del Sur y rechazó la amenaza de la administración Trump de imponer una tarifa arancelaria permanente del 25% a los coches alemanes, lo que puede suponer pérdidas de 17.000 millones de euros a las automovilísticas.Por su parte, la Unión Europea, a través de su presidente, Jean Claude-Juncker, y no sin contestación, ha intentado adelantar algunas fases del estancado acuerdo comercial TTIP, permitiendo a Estados Unidos desviar las exportaciones de soja a Europa, tratando así de evitar el impuesto a los automóviles.
La respuesta a la caída de las exportaciones, y a la incertidumbre que genera el Brexit respecto a nuevos aranceles, viene dada por ortodoxia de los poderes financiero y político de AlemaniaLa respuesta a la caída de las exportaciones, y a la incertidumbre que genera el Brexit respecto a nuevos aranceles, viene dada por ortodoxia de los poderes financiero y político de Alemania —la que ya se hizo notar en la crisis de la deuda de Italia y España y, sobre todo, después del referéndum del “no” griego—. Ante el declive de la producción industrial, y con el punto de partida de que el sector de las finanzas y el sector bancario no pueden perder, Alemania y el resto de Europa afrontan la ofensiva lanzada por Trump sin un retorno posible a la economía nacional y con un sistema de competencia centro-periferias que funciona a nivel inter-europeo e interterritorial.
QE a la alemana
Alemania cuenta para el próximo ciclo económico con un núcleo “integrado en su cadena productiva y que le permite producir de forma muy barata en países fuera del euro pero dentro de la UE, como Hungría, República Checa, hasta Rumanía”, indica el economista Sergi Cutillas. Paralelamente, la gobernanza Berlín-Frankfurt ha seguido presionando al Banco Central Europeo para que se limiten los efectos de la política de flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés).El punto y aparte del QE es, más que un final, una estabilización de la tenencia de deuda de los Estados soberanos por parte del banco que dirige Mario Draghi, quien termina mandato este año. El QE también ha servido para que las multinacionales reduzcan su nivel de deuda, recibiendo fondos prácticamente a tipo cero mediante este programa.
El riesgo sigue siendo alto y contagioso: la mala salud de la banca italiana afecta a Francia, cuyo sector bancario tiene, según Bloomberg, 285.000 millones de dólares invertidos en deuda italiana, a los bancos españoles, con 21.000 millones y al propio sector financiero alemán: 58.000 millones de euros. Por este motivo, Cutillas advierte de que “el BCE no va a retirar sus mecanismos de liquidez hasta que no esté resuelto y no lo está”.
En las europeas de mayo, el debate sobre el euro no alcanzará protagonismo, dado el escaso interés que la cuestión suscita en los partidos de extrema derecha que hablan de “reconquistar Europa”
No obstante, el BCE funciona con un mecanismo —capital key— que refiere las adquisiciones de deuda a las de los otros países. Es decir, si España o Italia quieren refinanciarse mediante la emisión de bonos, tienen que hacerlo en la misma medida que lo haga Alemania. Esto, en un contexto en el que Alemania y los países de su entorno, están reduciendo sus niveles de deuda pública y privada, limita a los países de la Unión Europea recurrir a la deuda para aumentar el gasto social, llevar a cabo una política de inversiones y romper, por tanto, un marco de austeridad al que todos los Estados seguirán amarrados mientras siga vigente el sistema monetario actual.
En las elecciones europeas de mayo, a las que la extrema derecha de los distintos Estados acude con idea de introducir una cuña en el bipartidismo de Bruselas, el debate sobre el euro no alcanzará protagonismo, dado el escaso interés que la cuestión suscita en los partidos que hablan de “reconquistar Europa” y la falta de coordinación entre la izquierda europea, especialmente aguda desde la solución alemana a la crisis griega.
Inversiones cero
La confederación de ciudades y pueblos alemanes denunciaba en enero que las inversiones en infraestructuras han llegado a un punto tan bajo que, de no cambiar la tónica rápido en el ámbito de la circulación se producirán colapsos puntuales del tráfico. Los motivos: agujeros en las carreteras y grietas en puentes. Solo en la región de la Cuenca del Ruhr habría unos 130 puentes que necesitan ser reparados según informaba la televisión pública MDR.Por otro lado, en el sector educativo los docentes se quejan de hace tiempo de los desperfectos en las escuelas. Según una encuesta realizada el pasado septiembre por el sindicato de la educación GEW hasta un 59% de los maestros aseguran que en sus colegios se necesitan reformas urgentes. Por esas fechas el gobierno anunciaba una ofensiva digital para equipar las escuelas con ordenadores, algo que supone otra grave carencia. La revista Spiegel titulaba: “Los profesores se quejan del moho y las ventanas rotas”.
La locomotora de Europa ha marcado línea en cuanto a inversión y recortes. Una decisión de tipo político que le ha llevado cerca de la recesión, indica Sergi Cutillas y que tiene un remedio también político: “Potenciar la demanda interna vía subidas salariales, inversión, y gasto social. Los últimos datos dicen que se está autoinfligiendo un daño que se extiende a toda Europa”. La ideología ordoliberal, de déficit cero —“cero negro” en la jerga económica— está saliendo victoriosa ante la propuesta federalista tímidamente enunciada por el Gobierno francés de Emmanuel Macron.
“El antikeynesianismo, la doctrina monetarista, se ha integrado en lo más hondo del funcionamiento de la UE y del Euro”, concluye Cutillas
Frente al tímido discurso de unión fiscal, creación de un mecanismo común de emisión de deuda y “cierto grado de redistribución, a través de transferencias fiscales norte-sur para absorber episodios de crisis”, señala Cutillas, se ha impuesto la visión de Alemania, representada por los “halcones” Wolfgang Schäuble —hoy presidente del Bundestag— y el jefe del Deutsche Bundesbank, Jens Weidmann, basada en el fomento de la competencia intraeuropea, la no mutualización de deudas y los préstamos condicionados al cumplimiento de la agenda del Pacto Fiscal Europeo. Consecuentemente, Alemania quiere colocar a Weidmann al frente del Banco Central Europeo.
Mientras Alemania se prepara para un escenario de crisis —profundizando su política de devaluación salarial y desinversión en gasto social— el resto de Europa sigue atada al mismo programa, fruto de la institucionalidad aceptada desde 2011: “El antikeynesianismo, la doctrina monetarista, se ha integrado en lo más hondo del funcionamiento de la UE y del Euro”, concluye Cutillas.
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Todos los europeos expulsados de la prosperidad por culpa del austericidio están indignados por esta deriva. Y su santa indignación tiende a culpabilizar al diferente, al emigrante, al extranjero en vez de culpar al sistema capitalista o el austericidio europeo.
A la izquierda europea le corresponde reconducir esta tendencia.