Las protestas contra la masificación turística vuelven a Barcelona

Más de 140 colectivos y organizaciones sociales se citan en Barcelona este 6 de julio para denunciar un modelo basado en ciudades y territorios atractivos para el turismo e invivibles para el resto.
Las Ramblas de Barcelona turismo
Álvaro Minguito Las Ramblas de Barcelona
@MartinCuneo78
@martincuneo.bsky.social
5 jul 2024 06:00

Canarias, Baleares, Málaga, San Sebastián, Cádiz, Madrid y, cómo no podía ser de otra forma, otra vez Barcelona. Fue allí donde surgieron las primeras alarmas sobre un fenómeno controvertido y multifacético: la masificación del turismo en las grandes capitales, archipiélagos y zonas costeras no solo causaban molestias a los vecinos al aparcar, al moverse por la ciudad, al ir a la compra o bajar al parque, sino que estaban comprometiendo la propia supervivencia de los barrios y la de sus habitantes con incrementos impagables en el precio de la vivienda y la extinción del comercio tradicional. Y no solo eso, el modelo enfocado en el crecimiento ilimitado del turismo lleva tiempo amenazando el propio entorno, los recursos naturales básicos, como el agua, y los derechos laborales, según llevan años denunciando las plataformas contra la masificación turística.

Este 6 de julio, Barcelona será testigo por segunda vez en menos de un mes, de una gran manifestación para protestar contra este fenómeno. Con el lema de “Prou, posem límits al turisme!” (Basta, pongamos límites al turismo), más de 140 entidades sociales se darán cita en la Rambla/Drassanes, a las 18h.

Entre los convocantes destaca la Assemblea de Barris pel Decreixement Turístic (ABDT), colectivos de los barrios más afectados por la especulación turística, como el Raval, Sants, Poble Sec, Gracia o el Gotic, asociaciones de vecinos, sindicales, ecologistas, del movimiento de vivienda o de la oposición a los megaproyectos turísticos que más oposición han generado en los últimos años.

Este 6 de julio, Barcelona será testigo por segunda vez en menos de un mes, de una gran manifestación para protestar contra la masificación turística y la explosión de los pisos vacacionales

El pasado 8 de junio, más de 2.000 personas ya habían salido a las calles de la capital catalana para protestar contra el modelo turístico y los macroproyectos en el territorio, convocados por las organizaciones End Fossil, Juventud por el Clima - Fridays for Future, Futuro Vegetal y Arran. En aquella y en esta convocatoria, vuelve a estar en el centro el discurso sobre los límites ambientales, sociales, laborales e incluso psicológicos de un modelo basado en el turismo y la evidencia más que contrastable, según las entidades organizadoras, de que se han sobrepasado largamente.

Además de las asociaciones y asamblea de barrio, que llevan cerca de un década protestando contra la saturación turística, participan de la protesta los movimientos de oposición a los macroproyectos y macroeventos en territorio catalán destinados a promocionar el turismo y el negocio hotelero. Entre otros estarán presentes las plataformas que se oponen a la inminente Copa América de Vela en Barcelona, a la guitarra gigante del Hard Rock Café en Tarragona que hizo caer al Gobierno de ERC o a la ampliación del aeropuerto del Prat.

Con 1,6 millones de habitantes y 31 millones de visitantes al año, Barcelona es una de las capitales del mundo que más ha sufrido la masificación turística. La principal consecuencia de esta afluencia de más de 160.000 visitantes diarios es el aumento de los precios de la vivienda, explican en el manifiesto de la convocatoria. Unos precios medios de alquiler que ya representan el 119,7% del sueldo medio de un joven. Pero los efectos de la masificación van más allá del precio de la vivienda.

La huella ecológica de decenas de miles de vuelos cada año, una creciente demanda de agua que agrava la sequía crónica en Catalunya, la degradación de los espacios naturales o una menor calidad de los puestos de trabajos son algunas de las consecuencias de un modelo pensado para el visitante rico. La expulsión de los vecinos y los comercios del barrio por residentes extranjeros de alto nivel adquisitivo, por pisos turísticos y cadenas multinacionales —la famosa gentrificación— es otro de los efectos denunciados. 

Los sucesivos gobiernos, denuncian los convocantes, “han priorizado la economía turística como base del desarrollo económico de la ciudad”, un esquema que es responsable, continúan, de que “gran parte de la población no pueda hacer frente al pago de la vivienda o gastos cotidianos y se vea expulsada de su barrio y de la ciudad”.

Los convocantes reclaman una reducción de la oferta actual, limitando la concesión de nuevas licencias hoteleras, así como la prohibición de los alquileres turísticos y de temporada

Una reciente encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO) confirmaba que la mitad de los catalanes considera que el territorio está llegando al límite de la capacidad de poder absorber el turismo. Unas respuestas muy diferentes cuando esta entidad dependiente de la Generalitat preguntaba por la necesidad de seguir fomentando el turismo: según esta encuesta solo uno de cada cuatro catalanes considera que hay que dejar de impulsar esta actividad económica. 

La plataforma de colectivos que convoca la movilización del 6J reclama una reducción de la oferta actual de turismo, limitando la concesión de nuevas licencias de alojamientos turísticos y permisos hoteleros, así como la prohibición de los alquileres turísticos y de temporada. Estos cambios, defienden, deberían ir acompañados de la reducción del tráfico de cruceros y de las terrazas, “que impiden el tráfico peatonal y el uso del espacio público”.

También proponen crear nuevos impuestos turísticos para “compensar los gastos directos e indirectos que genera este sector”, así como aumentar la tasa turística hasta el 12,5% del precio de la pernoctación y de 11 euros para las personas que lleguen en crucero, siguiendo el ejemplo de Amsterdam. 

Además, estas 140 entidades proponen el fin de la promoción institucional del turismo, terminando con la financiación pública de la publicidad turística, el fin de las subvenciones y exenciones fiscales, el fin de los eventos culturales o deportivos destinados a captar visitantes y el abandono de los proyectos de ampliación de puertos y aeropuertos.

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