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El pasado 17 de noviembre tuvo lugar una jornada de movilizaciones por toda Francia, apodada el movimiento de los gilets jaunes (chalecos amarillos). Este movimiento surgió tras las sucesivas subidas en el precio de los carburantes y la exigencia al Gobierno de que se bajara la tasa de imposición a los mismos, en particular la taxe carbonne (impuesto ecológico a los carburantes). El movimiento, que arrancó desde una acción en Facebook, ha ido cogiendo fuerza en las últimas semanas.
Lejos del repertorio “tradicional” de acciones de los movimientos sociales, la consigna inicial del movimiento animaba a realizar una protesta simbólica que consistía en llevar un chaleco reflectante amarillo visible encima de la guantera de los coches. Pero el llamamiento ha ido ganando fuerza en las semanas previas a la fecha prevista, con llamados a paralizar el país bloqueando sus principales arterias. El saldo de la movilización ha sido impresionante: empezando como una llamada para el día 17, la movilización se ha extendido durante cinco días, bloqueado más de 200 puntos en las carreteras y contando con la movilización de más de 280.000 personas.
Este movimiento masivo llega tras una primavera de movilizaciones convocadas por las organizaciones de izquierdas, pero de las que aparentemente está desconectado
Este movimiento masivo llega tras una primavera de movilizaciones convocadas por las organizaciones de izquierdas contra las medidas de austeridad y privatización del Gobierno, pero de las que aparentemente está desconectado. Reivindicando un carácter apolítico y apartidista, centrándose en la crítica a la pérdida del poder adquisitivo y en el aumento de los impuestos, algunos analistas lo han llegado a tildar de movimiento poujadista (expresión política corporatista y conservadora emergida en los años 50 en torno a la defensa de los intereses de los pequeños comerciantes y la clase media). Ideológicamente difuso, durante los últimos días hemos asistido tanto a expresiones homófobas y acciones xenófobas como a llamamientos a la justicia social y en contra del capitalismo.
El balance de los enfrentamientos entre policía y manifestantes también resulta impresionante: dos personas muertas (atropelladas en los puntos de bloqueo de las carreteras), 528 personas heridas, entre ellos 92 policías, 600 personas detenidas... Unas características que han hecho que a la mayoría de actores políticos y sociales les ha pillado relativamente a pie cambiado.
Algunas de las claves de lo que está pasando
Primero, el modelo de estructuración del territorio en Francia juega un papel fundamental para entender la composición del movimiento y la forma de su expresión. Según lo publicado, sabemos que el grueso del movimiento estaría, por el momento, compuesto por población de las periferias residenciales de las grandes ciudades, así como del medio rural. Este es un dato importante, porque son precisamente estos los primeros espacios afectados por décadas de un desarrollo territorial desigual. Un tipo de desarrollo que se traduce en un modelo urbano desagregado y difuso, quedando lejos de los centros de circulación del capital, llamado el péri-urbain (que en muchas de las áreas metropolitanas cuenta con más habitantes que la ciudad de referencia). Un espacio que ni concuerda con el funcionamiento de los centros urbanos ni se sitúa plenamente en el medio rural. Por su morfología y su evolución, se trata de espacios del desarraigo y de la desagregación social, donde la construcción de solidaridades es mucho más difícil que en núcleos consolidados.
Se trata de un contexto donde la existencia o no de transportes colectivos determina la vertebración del territorio. Y la política de Emmanuel Macron también ha tenido un impacto muy negativo en este sentido. Durante su etapa de ministro de Economía bajo el Gobierno de François Hollande impulsó la puesta en marcha la liberalización de la red de líneas de autobús para alentar la concurrencia a la compañía nacional de ferrocarriles SNCF e incluso para sustituir algunas de sus líneas. Desde su llegada al poder ha llevado a cabo una reforma del sistema ferroviario que condena a muchas de las líneas regionales y de proximidad. Todas estas políticas condenan a parte de la población, precisamente aquella que vive en las periferias en el medio rural, a utilizar el transporte privado. Si además tenemos en cuenta que los carburantes, tanto para el transporte marítimo como aéreo, están exentos de imposición, las condiciones para que se desarrolle un movimiento de este tipo están servidas.
Segundo, el desarraigo y desagregación social son un componente más de una crisis de la representación política que está viviendo la sociedad francesa estos últimos años. La descomposición del sistema de la alternancia existente durante los últimos 40 años ha generado un vacío de representación en la sociedad francesa. Este vacío ha sido ocupado parcialmente por Emmanuel Macron desde el centro neoliberal y por Marine Le Pen desde la extrema derecha. El movimiento de los Chalecos amarillos se opone frontalmente a Macron y a sus políticas. Y, si bien es cierto que las zonas geográficas de las cuales emana el núcleo de este movimiento son precisamente aquellas donde el antiguo Front National (actualmente Rassemblement National) ha tenido un mayor crecimiento, este partido no ha ocupado un espacio primordial o hegemónico en el movimiento.
El movimiento de los Chalecos amarillos es una expresión contradictoria de la crisis política y social que se ahonda en Francia
El movimiento de los Chalecos amarillos es una expresión contradictoria de la crisis política y social que se ahonda en Francia. Marx explicaba en El 18 de Brumario de Luis Bonaparte que, en un momento de crisis de régimen, la clave de la solución bonapartista se basaba en apoyarse sobre una masa de individuos, el campesinado, que se situaba fuera del sistema político (eminentemente urbano), y que por ende carecía de representación política propia. El movimiento de los Chalecos amarillos puede ser una representación, aun con características propias, del hastío de esta “clase inorgánica”, como la llama Marx, que teme la precarización de sus condiciones de vida y se siente expulsada de la representación política. Existe un riesgo evidente que Marine Le Pen juegue finalmente la carta de la “tribuna outsider” con un discurso social y que intente aprovechar este momento para consolidar un bloque social ultraconservador que daría alas a sus variantes más reaccionarias. De hecho, no es sorprendente que haya celebrado el éxito de las movilizaciones acontecidas durante el pasado fin de semana. Para evitar este escenario a las fuerzas progresistas se le plantean retos importantes, especialmente en la ampliación de la movilización hacia otros sectores sociales, ampliando el abanico de reivindicaciones. En la isla de la Réunion este paso ya se está produciendo, lo que ha provocado la reacción inmediata por parte del Gobierno que ha prometido “mano dura” con los manifestantes. Por su parte el sindicato CGT ha comenzado este miércoles a bloquear varias refinerías del país y ha llamado a dos fechas de movilización nacional en diciembre.
Por otro lado, el movimiento ha convocado una gran manifestación para este sábado en París, lo cual ha provocado que el Ministerio del interior francés movilice a más de 10.000 fuerzas antidisturbios. El futuro del movimiento se determinará en las próximas semanas, pero lo que parece evidente es que nos encontramos a una expresión de un desplazamiento de las placas tectónicas de la sociedad que tardará en establecerse.
Francia
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Es curioso la "similitud" entre los movimientos Chalecos/Lazos Amarillos incluiendo hasta mismo sus 2 simbolos ?
Los hechos están a la vista, la interpretación corre por cuenta del autor del artículo únicamente. Las fuerzas progresistas son parte del problema, Mélenchon y Le Pen se dan la mano. No olvidemos que fue Hollande quien metió presión fiscal y Segolene Royal que hizo marcha atrás con la ecología. Por mi parte no es más que el reflejo versión francesa del antagonismo democracia vs populismo
Para mí, estos movimientos no son espontáneos y ni para el bien de la sociedad francesa.
Son movimientos muy bien elaborados y planeados por los capitalistas americanos para desestabilizar la sociedad.
Hoy día con el uso de la Big Data es muy fácil "hackear" a las personas, hacerlas pensar que están en el control, que lo que hacen es importante y que es para su bien. Pero en realidad están a servicio de una minoría de poderosos que controlan los datos y Consecuentemente las mentes.
A mí me parece que es el mismo movimiento que llegó al Brasil en 2013 que tuvo como resultado la elección del ultra derechista bolsonaro en 2018.
Ahora estamos en un país muy cerca del caos gobernado por un grupo de psicópatas, qué quieren acabar con una gran parte de la población los más pobres principalmente.
Para mí, estos movimientos no son espontáneos y ni para el bien de la sociedad francesa.
Son movimientos muy bien elaborados y planeados por los capitalistas americanos para desestabilizar la sociedad.
Hoy día con el uso de la Big Data es muy fácil "hackear" a las personas, hacerlas pensar que están en el control, que lo que hace es importante aquí es para su bien. Pero en realidad están a servicio de una minoría de poderosos que controlan los datos y Consecuentemente las mentes.
A mí me parece que el mismo movimiento que llegó al Brasil en 2013 que tuvo como resultado la elección del ultra derechista bolsonaro en 2018.
Cuando las barbas de tu vecino veas pelar... Unas acertadas puntualizaciones a este artículo se encuentran en este hilo del imprescindible Luis González Reyes https://twitter.com/luisglezreyes/status/1066232461078740992
Y sobre todo en la entrada del blog que comparte de Antonio Turiel y su claridad hablando de Peak Oil, PeakGasoil y el futuro del automóvil. Imprescindible.