‘Historia de una maestra’ llega al teatro como una oda a la conciencia republicana

Raquel Alarcón dirige una producción del Centro Dramático Nacional que recupera la obra cumbre de Josefina Aldecoa, en la que se cuentan las vicisitudes personales de una maestra graduada en 1923 y la situación sociopolítica del país hasta la guerra civil.
La novela ‘Historia de una maestra’, de Josefina Aldecoa, llega al escenario
La novela ‘Historia de una maestra’, de Josefina Aldecoa, llega al escenario en un montaje de Raquel Alarcón para el Centro Dramático Nacional.

Hubo un tiempo en que las maestras y los maestros cambiaron crucifijos por enciclopedias y los rezos del rosario por salidas al campo. Hubo un tiempo en el que la escuela llegó a ser hogar de conocimiento y ciencia, cuna de la igualdad tan ansiada por una población todavía aletargada en el analfabetismo. Ese mismo tiempo también lo fue de disputas y violencia, de una reacción sin igual contra la ardua empresa emprendida desde las aulas que pronto verían cómo el dogmatismo se apoderaría de ellas, otra vez.

Eso es lo que contó Josefina Aldecoa en su novela Historia de una maestra, publicada en 1990 y que actualmente edita Alfaguara junto con el resto de las obras de la escritora leonesa. 35 años después, las tablas del Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional se engalanan para llevar a escena de forma magistral una historia que todavía supura actualidad dirigida por Raquel Alarcón y adaptada por Aurora Parrilla y que se podrá disfrutar hasta el 11 de enero de 2026.

Esta historia, hilvanada en una generación de maestras que aún pervive en Susana Aldecoa, hija de Josefina, nos retrotrae a la justa y necesaria tensión social cuando el mundo está a punto de cambiar, pero también a la embestida del poder y su fuerza que intentarán, sin consideración alguna, que todo siga igual.

El escenario se yergue como un sujeto propio en la narración gracias al equipo de diseñadores del teatro, que crean un peine repleto de elementos que caen armoniosamente en cada momento preciso. Polifacético en cada movimiento, a través de un ajustado juego de decorados imbuye al espectador en todas esas escenas en las que el elenco, liderado por Julia Rubio y Manuela Velasco, hacen su particular viaje: de niños a ciudadanos, de ciudadanos a adultos, de adultos a maestros.

Una historia vertebrada desde el recuerdo

La protagonista de la obra, Gabriela López Pardo, se graduó como maestra en la Escuela Normal de Oviedo en 1923 el mismo día en que el futuro dictador Francisco Franco se casó con Carmen Polo, cuando al militar todavía se le apodaba “el comandantín”. Afrontaba así sus experiencias primerizas como maestra en aquellos pueblos a los que hasta a las burras les costaba llegar. En ellos, las mesas de la iglesia se llegaron a convertir en pupitres.

Escena de ‘Historia de una maestra’ en el montaje dirigido por Raquel Alarcón para el Centro Dramático Nacional
Escena de ‘Historia de una maestra’ en el montaje dirigido por Raquel Alarcón para el Centro Dramático Nacional.

Fiel al relato de la novela, la protagonista del montaje es la propia Gabriela, quien es convocada por su hija, el alter ego de Josefina, para rememorar su historia como maestra republicana. “Es Josefina quien elige el periodo histórico en su novela. Por ejemplo, también hace coincidir el nacimiento de su hija, que sería Susana en la realidad, con el 14 de abril de 1931”, relata Alarcón, directora de la obra.

“Aunque tiene mucho de historia y documental, el montaje está enfocado desde el recuerdo, y el recuerdo tiene algo de inconsciente que nos hace convertir a las cosas en pesadillas o ensoñaciones”, explica la directora, Raquel Alarcón

Su trabajo junto a Parrilla, a cargo de la adaptación, ha desembocado en una función de dos horas y media en la que se entrelaza la historia personal de Gabriela con el advenimiento de una nueva era. “Aunque tiene mucho de historia y documental, el montaje está enfocado desde el recuerdo, y el recuerdo tiene algo de inconsciente que nos hace convertir a las cosas en pesadillas o ensoñaciones”, añade la directora.

A lo largo de la función, los pasajes dan viva cuenta de cómo los curas se afanaban en repicar su moral católica en un espacio, el aula, ya vetado para esoterismos. Más tarde llegó su viaje a la Guinea española, donde continuó ejerciendo su magisterio, y que dejó en Gabriela numerosas enseñanzas que intentó no olvidar a su vuelta. Y así llega la Segunda República, el día en que nace su hija.

La escuela antes que la República

La labor conjunta de Alarcón y Parrilla muestra sobre las tablas, guiño a Antoni Benaiges incluido, esa convulsión naciente entre aquellos que vieron el nuevo régimen como una oportunidad de cambio radical y los que prefirieron esperar a las modificaciones paulatinas. Ante todo, la visión de Gabriela, quien siempre pensó en la escuela por encima de la República, incluso en las airadas discusiones que mantenía con su marido, Ezequiel, mucho más inclinado que ella a la subversión del sistema.

La Segunda República dejó tras de sí un reguero de iniciativas culturales. Historia de una maestra recuerda las Misiones Pedagógicas, que acercaron a cientos de pueblos réplicas de gran calidad de cuadros expuestos en el Museo del Prado, y ahora insertados en el Museo del Pueblo, firmados por artistas como Goya y Velázquez. Ahí quedan, sobre el escenario, las fotografías de Val del Omar. En ellas, el momento en que se hizo la luz, el instante en que pequeños y grandes presenciaron por primera vez en su vida una proyección como si de una epifanía se tratara.

Representación de ‘Historia de una maestra’ en el Centro Dramático Nacional
Representación de ‘Historia de una maestra’ en el Centro Dramático Nacional.

Salpicada la trama histórica con reproducciones del archivo sonoro de la Biblioteca Nacional de España en las que se escucha la voz de Juan Negrín o Alejandro Lerroux, los acontecimientos no dejan de sucederse. Votan las mujeres por primera vez en 1933. En 1934 las derechas, con Gil Robles a la cabeza, ganan las elecciones y estalla la revolución de octubre, acallada con una feroz represión por parte del Estado. Las tornas cambian en febrero de 1936 con la victoria del Frente Popular. El 18 de julio, militares se sublevan y materializan la ruptura que se viene fraguando desde hace años por parte de la reacción.

Siempre la esperanza

“También la esperanza es nuestra”, dice Gabriela entonces. Antes, años antes, ya había adelantado que “en las escuelas no puede entrar el miedo” a través de la voz de Manuela Velasco, quien estudió en el colegio Estilo fundado por la misma Josefina en 1959. Esa cita es la que utiliza Alarcón para afirmar que “estamos en un momento en el que se hace necesario un movimiento sociocultural que mire a nuestro pasado más reciente”.

La también actriz y pedagoga sostiene que “aquí ha habido muchos años de silencio”, por lo que es crucial “volver la mirada, no solo para no repetir los mismos errores, sino para entendernos”. “Creo que hay algo de entender el pasado que hace poder encarar el presente y accionar hacia el futuro, que es lo que hace Josefina en la obra”, continúa Alarcón.

“Lo primero que se me viene a la cabeza sobre ‘Historia de una maestra’ es que mi madre la escribió con muchísimo afecto y una vinculación muy emocional”, reconoce Susana Aldecoa

Si en las aulas no puede entrar el miedo, la directora defiende tajante que en el teatro tampoco. “La cultura tiene dos manifestaciones muy claras: la educación y el arte. La educación nos da herramientas para construirnos como sociedad y el arte nos hace cuestionarnos y encontrarnos, y en Historia de una maestra se confabulan ambos universos”, se explaya la directora, que ya prepara su próximo trabajo, una adaptación de La flauta mágica de Mozart para el Teatro Real de Retiro.

La voz de una generación de maestras

Susana Aldecoa no ha perdido la vitalidad en su verbo ni el gracejo en su prédica. Hija del también escritor Ignacio Aldecoa y de Josefina, quien realmente se apellidaba Rodríguez Álvarez, lideró el colegio Estilo hasta su cierre en 2019, seis décadas después de su fundación. “Lo primero que se me viene a la cabeza sobre Historia de una maestra es que mi madre la escribió con muchísimo afecto y una vinculación muy emocional”, adelanta.

La hija tan unida a la madre, la madre tan unida a la hija, hizo que Susana fuera la primera en leer los borradores de las novelas de Josefina, entre las que también destacan Mujeres de negro, En la distancia y la recopilación de todos sus cuentos por Alfaguara en Madrid, otoño, sábado. “Pero solo la primera mitad, luego me hacía esperar hasta que la terminara al completo”, rememora antes de añadir que, aunque de una capacidad creativa impresionante, a Josefina tampoco le gustaba mucho hablar de sus escritos.

Susana tiene ahora 71 años, lo que no es óbice para que recuerde sin ninguna duda la gran hazaña emprendida por su madre con el colegio Estilo, que ella dirigió a partir de su fallecimiento en 2011. En pleno franquismo, Josefina decidió fundar un centro que siguiera y resucitara los postulados de la Educación Libre de Enseñanza y que desde sus inicios fue mixto.

A partir de los cinco años fue la segunda casa de Susana, y en él impartió clases tras licenciarse en Historia del Arte. “Los contenidos siempre tenían que ir acompañados de tiempo para la creación pura. Había espacio para pintar, moldear con barro, para música y teatro, que era una asignatura más”, ilustra Susana. Parecido a lo que en un momento dado pudiera dar a pensar Gabriela en la novela, la misma Josefina siempre decía que “educar es sentido y sensibilidad”, según recuerda su hija.

Casi 15 años después de la muerte de Josefina, Historia de una maestra se hace fuerte en el teatro para intentar que el miedo no entre en él y así fortalecer toda una visión común que lo repela también de las aulas. Sobre el escenario, impertérritas, quedan una maleta cargada de simbolismo y unas madreñas, que vienen de la madera, de la materia, de la madre, el origen de todas las cosas. Apenas segundos antes de cerrarse el telón, seis palabras simples que aluden al colegio Estilo llenan la sala, la esperanza y el futuro: “Buenos días, soy vuestra nueva maestra”.

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