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Sequía
El bosque que surgió de la sequía
Álamos, fresnos, sauces, espinos, rosales y junqueras… ¿qué hace esto aquí? ¡Hay un bosque de ribera en Peraleda de San Román, “El Pueblo de la Sequía”! Si sus antiguos habitantes, los campesinos que labraban esas tierras, vieran ahora el Arroyo del Rosal, no lo reconocerían. Era un arroyo estacional que sólo llevaba agua si llovía suficiente en invierno. Ahora el arroyo corre todo el año, hay charcos profundos y en sus orillas crece un flamante bosque de ribera lleno de vida, refugio para la fauna sedienta del entorno. Un pequeño paraíso en medio del secarral.
Si sus antiguos habitantes, los campesinos que labraban esas tierras, vieran ahora el Arroyo del Rosal, no lo reconocerían
Mientras tanto, los actuales habitantes y veraneantes de este pueblo pasan uno de los peores veranos su vida, con el miedo a que corten el suministro de agua cualquier día de estos, peregrinando a la plaza a por unas garrafas de agua potable de la cisterna y comprando agua mineral.
El agua del pueblo no es potable desde hace tres meses, tiene demasiado hierro y manganeso, huele raro, sabe peor, reseca la piel y el pelo y, a veces, bastantes veces, se tiñe de rojo y estropea la ropa de la lavadora, pero todos rezan porque el pantano del Arroyo del Rosal aguante un poco más este largo verano y no haya restricciones. Ya las sufrieron intensamente hace muchos años y no quieren volver a pasar por esas fatigas. En los años ochenta del siglo pasado los veranos eran un ejercicio de paciencia, había dos horas de suministro de agua cada dos o tres días.
El agua del pueblo no es potable desde hace tres meses, tiene demasiado hierro y manganeso, huele raro, sabe peor, reseca la piel y el pelo y, a veces, bastantes veces, se tiñe de rojo y estropea la ropa de la lavadora
El pantano se construyó en los años 90 para paliar la falta de agua endémica de este municipio y durante muchos años ha dado agua suficiente, aunque de mala calidad. Actualmente está al 3,6% de su capacidad, prácticamente es barro. Los arroyos que “nutren” el pantano llevan tres años aportando muy poco caudal y lo poco que llega, se va filtrando por la base de la presa y alimenta el arroyo aguas abajo y su bosque de ribera. Un bosque de ribera que nace de la sequía, podríamos decir que “no hay mal que por bien no venga, bien les viene a los fresnos y los jabalíes esas aguas”, aunque si lo dices en el pueblo, te arriesgas a una mala contestación o a algo peor.
Mientras que el arroyo sigue corriendo y se vacía el pantano, el Ayuntamiento hace pozos para parchear la situación, se precintan los contadores de huertos y corrales, se prohíbe llenar piscinas, regar jardines y manguear los patios. En los corrillos todo el mundo tiene una solución y el que más y el que menos se ha convertido en un “policía del agua” con sus vecinos.
El pantano se construyó en los años 90 para paliar la falta de agua endémica de este municipio y durante muchos años ha dado agua suficiente, aunque de mala calidad. Actualmente está al 3,6% de su capacidad, prácticamente es barro
Mientras tanto, las televisiones rellenan los espacios televisivos veraniegos y entrevistan a sus habitantes por Skype o vienen en persona a grabar reportajes con testimonios y a hacer conexiones en directo. Lo han convertido en el ejemplo de pueblo seco de la España vaciada que sufre los envites del cambio climático. Los paisanos saben que no es el cambio climático y no quieren que se les conozca por esto, pero bienvenido sea si alguien hace algo de una vez. Mientras tanto, los jilgueros cantan en los fresnos.