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Senegal
La juventud senegalesa se organiza ante la falta de futuro
Los movimientos sociales senegaleses denuncian que los acuerdos pesqueros obligan a los pescadores a emigrar aún arriesgando su vida en una patera. El colectivo #480 se propone hacer frente a la migración irregular denunciando a quienes condenan a la miseria o el desempleo a las mayorías, expulsando así a tantas personas de su país.
Estamos asistiendo a una crisis migratoria en la frontera sur del Estado español. La llegada de las pateras nos recuerda a 2006, cuando también arribaron numerosos cayucos, procedentes sobre todo de Senegal, a las Islas Canarias. En aquella época, el Estado español firmó con el estado senegalés un acuerdo dirigido por el ministro socialista de interior de la época, Alfredo Rubalcaba y el actual presidente, —que era entonces primer ministro— Macky Sall.
Aquellos acuerdos disfrazados de cooperación siguen vigentes con la presencia de la Guardia civil española en territorio senegalés, siguiendo las lógicas de la externalización y militarización de la frontera. Catorce años después, resurge la ruta de los cayucos procedentes de las costas senegalesas y mauritanas hacia las vecinas Islas Canarias. Esa ruta que en Senegal se conoce popularmente como Barça o Barsakh es decir, llegar a Barcelona o la muerte, ha convertido el Atlántico en un cementerio a cielo abierto.
Acuerdos pesqueros que roban el mar
Los llamados “acuerdos de colaboración de pesca sostenible” (ACPS), implantados por la UE con países socios —casi todos son africanos—, pasaron de ser acuerdos comerciales a finales de los años setenta para convertirse en acuerdos de colaboración en 2002, y establecen una gestión de la política pesquera que, en el caso de Senegal, atenta contra la seguridad alimentaria, genera violación de derechos humanos y ecocidios marítimos.
La promoción y continuación de estos acuerdos tiene un efecto perverso sobre la vida de las familias que viven de la pesca —la práctica artesanal representa el 76%, frente al 24% de la industrial—, familias que no pueden hacer frente a las técnicas pesqueras ni flotas industriales extranjeras, que llevan en aguas senegalesas desde finales de los años 70. En estos documentos, conceptos sobre principios y valores como coherencia, transparencia, sostenibilidad o justas negociaciones, ocultan una trama neoliberal, en la que la UE y el estado senegalés son cómplices.
Senegal
Encontrar ‘El Dorado’ sin salir de Senegal
La asociación Hahatay, sonrisas de Gandiol, es una entidad 100% senegalesa creada por Mamadou Dia, un senegalés que hizo el camino hasta España en cayuco y decidió retornar a su tierra para informar a sus compatriotas de lo que hay tras la dura travesía. El objetivo es fomentar migraciones conscientes y seguras, así como alternativas de futuro en su entorno.
El último acuerdo con Senegal, firmado el 18 de noviembre pasado, abarca un período de cinco años a partir de la fecha de amplicación. Se beneficiarán más de 42 buques de tres países europeos (España, Francia e Italia), entre ellos 28 españoles, que podrán capturar 10.000 toneladas en este periodo.
Dichos acuerdos tienen un impacto muy negativo en un sector que representa el 7,1% del PIB (unos 415 millones de euros), y al mismo tiempo genera más de 600 mil empleos directos e indirectos.
La historia de Laye, un pescador de 39 años procedente de la ciudad pesquera de Saint-Louis, al norte de Senegal, y que se encuentra en estos momentos en un centro de las Islas Canarias, refleja esta dura realidad. Siempre trabajó en la pesca artesanal, desde los 15 años, junto con el resto de su familia. Laye es padre de cinco hijos, no pudo asistir al nacimiento del último, que nació hace dos semanas, mientras llegaba a las Islas Canarias con la embarcación que solía usar para trabajar. Aparte de sostener a su familia, Laye se hacía cargo de los gastos cotidianos de su tío Doudou Sene que perdió un brazo. También perdió a su único hijo, tras ser arrastrado a la muerte en alta mar por un barco extranjero, que luego se dio a la fuga.
La crisis del sector, sumada a la crisis del covid, empujó a Laye a tomar la decisión de coger la patera dirección a las Islas Canarias. Su sueño nunca ha sido dejar a su familia y su tierra por la aventura europea. Detrás de cada uno de los migrantes que llegan a las costas españolas hay una historia que se merecería su propio documental. Un documento sobre cómo pagan con su vida las políticas inhumanas de los acuerdos pesqueros.
Europa no es El Dorado, pero sí una oportunidad
Yaye Boye —querida madre en wolof— trabaja en el sector de la pesca y forma parte de las redes comunitarias de apoyo a los jóvenes del sector. Nos confía que “los jóvenes están desesperados, el Estado ha fracasado en su misión, no hay empleos, o si hay, están reservado a los familiares de los políticos. Todos los sectores de la economía senegalesa están en crisis. Un país no se puede desarrollar sin industrias”. A pesar de que el presidente ha lanzado varios grandes proyectos, la inmensa mayoría de los senegaleses no pueden llegar a fin de mes.
“Los jóvenes están desesperados, el Estado ha fracasado en su misión, no hay empleos, o si hay, están reservado a los familiares de los políticos. Todos los sectores de la economía senegalesa están en crisis”
La crisis del covid empujó a los jóvenes de diferentes sectores, pero sobre todo a los pescadores tradicionales, a embarcar hacia Europa. Jóvenes que han preferido dejar a sus familiares para afrontar el mar. En realidad Yaye Boye no se llama así, es el apodo que le han dado muchos jóvenes pescadores. Esta activista señala que el viaje no es el sueño de un prometido El Dorado, sino la única salida posible para muchos de estos hombres y mujeres de sacar a sus familias adelante. Y apunta que “cuando pides a una persona quedarse en el país hay que darle alguna oportunidad que le permita al menos sobrevivir. Estos jóvenes son muy valientes al desafiar al mar sabiendo todo lo que les espera: racismo, odio, hay que felicitarles. Cuando vuelvan van a propulsar un cambio político, su proyecto es volver lo antes posible”.
La activista termina apuntando que España tiene mucho que ganar con la llegada de los migrantes, “son pacíficos, trabajadores, inteligentes y creativos. Francia, que nos colonizó ha extendido sus fronteras hasta las puertas de África. Hoy en día, España tiene la oportunidad de romper con dichas fronteras. Actualmente, movimientos sociales como el Frente Revolucionaria Anti-Imperialista Popular Panafricano (FRAPP) dicen fuera ‘Francia’, y no fuera España, así se ve todo lo que España puede ganar”.
Los movimientos sociales senegaleses frente la migración
Alioune Badara Mboup, miembro de FRAPP y del Colectivo #480, está convencido de que el aumento de la migración irregular de este año proviene masivamente de poblaciones pesqueras a diferencia del fenómeno de 2006. Piensa que detrás de este éxodo están los contratos de pesca entre Senegal y otros actores extranjeros: “Esos contratos han empobrecidos el sector, y obligan a los pescadores senegaleses a ir hacia países vecinos”. Con Mauritania ha habido incluso represalias de los guardacostas que han provocado muertes entre los pescadores senegaleses.
Pero entre los migrantes irregulares, encontramos también jóvenes de otros sectores. Todas las personas que cogen las pateras lo hacen en busca de un futuro mejor que no encuentran en Senegal, los pocos programas de empleo existentes se han reservado al clientelismo político. El senegalés lambda (de a pie de calle) se queda solo frente a enormes gastos sociales sin tener suficientes recursos, no le queda esperanza en las políticas públicas.
Colectivo #480: respuesta ante el silencio estatal
Los movimientos sociales han reaccionado obligando al Estado a mirar de frente el drama de la migración irregular con un duelo nacional en memoria de las más de 600 personas que han perdido sus vidas en el viaje. Y aunque el Estado senegalés no guardó este duelo, los movimientos sociales sí lo hicieron, y además masivamente, el pasado 13 de noviembre.
Las acciones no quedaron ahí. Tras el duelo nacional se convocó una marcha silenciosa en memoria de las vidas perdidas, en la que también se señalan los acuerdos pesqueros. En Dakar, la Place de la Nation y las calles cercanas se llenaron de manifestantes el pasado sábado 21 de noviembre. Llevaban pancartas en las que podía leerse “Ça suffit!“ o “Dafadoy” [Basta ya en francés y en wolof respectivamente], denunciaban la indiferencia del estado y exigían la cancelación o renegociación de los renovados acuerdos comerciales de pesca.
El colectivo #480 intenta convencer a la ciudadanía para que no se arriesguen en el mar, sino que se queden y luchen contra el saqueo de los recursos que sufren
Alioune Badara explica que están organizados bajo un colectivo denominado #480 —que se refiere a la cifra de las personas que perdieron la vida en una sola semana, un número que ya es simbólico, pues los muertos son muchos más—. El colectivo se ha puesto muchas tareas por delante, las principales: informar a la población, recordar al Estado su responsabilidad y sensibilizar a la ciudadanía para que no se arriesguen en el mar, sino que se queden para luchar contra el saqueo de los recursos, porque, valora Badara, al pueblo senegalés le corresponde luchar por políticas pensadas para el bien común. Así, concluye este activista, los jóvenes tienen que quedarse e imponer al Estado que afronte la gran crisis de desempleo que les afecta.
El Colectivo #480 está también al lado de las familias de las víctimas para brindarles apoyo psicológico, mientras presionan al Estado para que garantice este tipo de acompañamiento por parte de profesionales que puedan responder a las necesidades, en este ámbito, de personas que vienen de perder a los suyos en el mar. El colectivo exige una gran reflexión nacional en torno a la cuestión de la migración irregular, así como espacios donde poder abordar los problemas que afectan a la juventud, en los que se impliquen todas las capas de la sociedad senegalesa.
Migración
Canarias: epicentro de la Europa fortaleza marca España
La gestión del gobierno de la crisis migratoria en las islas obedece a una política coherente con unas directrices europeas que apuntan a evitar la entrada de migrantes y privilegiar los mecanismos de expulsión. Activistas reflexionan sobre cómo responder a ese marco.
Pero Sall tiene otros planes: mantener los acuerdos de pesca con países de la UE y reforzar los tratados bilaterales de repatriación con el estado español. Los ministros de interior de ambos estados están trabajando en ello, ni al español Fernando Grande-Marlaska ni a su homólogo senegalés , Antoine Félix Abdoulaye Diome, parecía temblarles el pulso negociando las deportaciones masivas. También la ministra de Exteriores. Arancha Gonzáles Laya, abraza esa lógica sin reparos: el pasado 22 de noviembre firmó finalmente el pacto para repatriar a todo senegalés que llegue a tocar las Islas Canarias. Todos ellos hablan en clave de cifras, disputas de competencias entre administraciones o políticas improvisadas y criminalización de la migración cuando se refieren a este drama.
El Colectivo #480 nace del dolor de las familias de las víctimas, de la rabia ante el despojo y de la impotencia frente al futuro que tienen los jóvenes. En un escenario en el que de nuevo las historias de vida de cada una de estas personas quedan subsumidas y borradas en expresiones como “nueva ola de migrantes”, “migración ilegal” “redes criminales”, Mientras se ignoran dimensiones estructurales que, a través de políticas comerciales, migratorias, jurídicas, expulsan y discriminan a los pescadores tradicionales.
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Qué importante es señalar el origen. La causa y no la consecuencia!