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Feminismos
'Amazonas' en el Festival de Teatro Clásico de Mérida: Que no lo llamen feminismo
Considero fundamental la claridad en la mirada para encontrar tesoros. Con un velo en los ojos, no logras ver lo que tienes delante. Y yo tenía muchas expectativas con esta obra. Tal vez ahí el error. Por eso creo que me debo estar perdiendo algo, porque lo que leo en las críticas nada tiene que ver con lo que yo ví en Las Amazonas, de Magüi Mira.
Dicen que habla de la lucha feminista porque nos interesan las mujeres guerreras que se levantan y luchan. Y yo añadiría: entre ellas. Contra ellas. Dicen que son una fantasía y una “utopía atractiva”. Dice la directora que “no es un espectáculo psicológico, sino una obra de aventuras. Un cuento”. Madre mía. No sé si seguir.
Dicen, las buenas lenguas, que ha sido la producción más costosa del festival (cierto es que tienes que disponer de una cantidad indecente de dinero para encargarle el vestuario a Lorenzo Caprile). Dicen que está todo vendido desde hace días. Muy bien.
Ahora bien, en mi nombre y en el de miles de mujeres más, a las que tengo el honor de poner voz en palabras a esta rabia que nos arde, voy a exclamar nuestro verdadero ¡Alarido Feminista! ¡Que no lo llamen feminismo, por favor, que no nos tomen por tontas! Que no instrumentalicen más una lucha para cubrir cupos y cuotas violetas en la programación.
Porque a mí lo que me preocupa es que las tres mil almas que vean la obra cada noche salgan pensando que han visto una obra feminista, que han escuchado, como dice El Cultural, un Alarido Feminista.
Por respeto a las mujeres y a la lucha, ¡No, por favor!
Y ya puestos, por respeto a los cómicos, que no hablen de comedia para nombrar lo que hacen Maxi Iglesias y su amigo. ¡Madre mía, qué bochorno! Yo lo siento mucho, pero es que yo trabajo con amateurs y, viendo todo el esfuerzo y el amor y la calidad de sus trabajos, pues cuando se trata de estar embolsándose un buen puñado de euros, se me acaban la paciencia y el mutismo, por respeto a los profesionales de la escena. Porque hay que demostrarlo.
A mí me viene que entre este planteamiento y el del machismo cavernario que nos llama feminazis hay pocas o sutiles diferencias
No pongo en duda la buena intención de la directora, pero yo lo siento, porque me preocupa aún más que esta versión venga de alguien con una trayectoria ya acreditada en el tema. Y de una mujer. Respeto su trabajo y el de las actrices, pero me preocupa y mucho.
Tal vez me estoy quedando ciega, y algún alma caritativa me ayude a ver lo que me estoy perdiendo, ¡por favor!
No acepto que llamen Alarido feminista a una obra en la que lo que hay es una comunidad de mujeres enloquecidas, despelujadas, mediodesnudas y salvajes (otra vez el binomio topicazo Naturaleza-Irracionalidad = salvajismo y Ciudad-Cordura = Civilización, ¡qué catetura!), que son unas radicales y que su proyecto es tan malo como el del patriarcado, porque reproduce mediante la inversión de roles la jerarquía de poder y devoran a los hombres. ¡Venga, hombre!
A mí me viene que entre este planteamiento y el del machismo cavernario que nos llama feminazis hay pocas o sutiles diferencias. ¿A quién le estamos haciendo el juego con dinero público en un país en el que necesitamos más que nunca que nos inunden las mareas violetas?
La culpable de la ruina es, por supuesto, una mujer enloquecida de amor, porque para eso tenemos útero, para ser unas histéricas. Otra vez Helena, otra vez Eva, otra vez las condenadas mujeres con nuestras bajas pasiones echándolo todo a perder. El Alarido Feminista es el que deberíamos dar todas y todos para que no se siga replicando este relato. Pero hay más.
¡Las supuestas amigas de Pentesilea se alían con el hombre!, para hacerle creer a ella que ha vencido, cuando en realidad ha sido vencida. No, perdona, es que no necesitamos engañarnos entre nosotras, es que podemos ganar sin que nos regalen la victoria. Es que somos Guerreras, por mucho que las Amazonas, cuando salen los hombres, emprendan la retirada en escena (sic). Ni un solo combate de igual a igual. Ni una sola lucha escénica, ni poética ni realista ni de ningún tipo.
La gran Madre llama a la líder "zorra" en varias ocasiones por ir detrás de un hombre. Zorra. Perra. Esas cosas se dicen entre ellas. Con andares masculinos, por supuesto.
En la obra a mí me falta la Sororidad. Me falta la Fuerza. Me falta la Empatía
Cuando finalmente muere de y por amor, embadurnada en sangre, ni una lágrima sola por parte de sus compañeras. Ni un abrazo entre hermanas, ni un ritual fúnebre. ¡Nada! Pentesilea queda, como Polinices, a merced de los buitres, tirada como una perra, literalmente, porque así se llaman varias veces. Entretanto, el resto de mujeres, su tribu, su ejército, ni la miran, y se ponen todas a cantar Victoria.
A mí me falta la Sororidad. Me falta la Fuerza. Me falta la Empatía. Frente a la camaradería de los hombres, el rechazo de las mujeres. Sí, yo también he escuchado muchas veces que las mujeres somos nuestras propias enemigas. Pero que no le llamen feminismo a esto, por favor.
Al final otra vez la moralina del amor tóxico, que es muy perjudicial, engendra monstruos y causa víctimas. Las primeras víctimas las mujeres, sí, de acuerdo. Llevamos siglos combatiendo. Más de 24 asesinadas en lo que va de año. Intuyo que la vuelta a la tortilla, y decir que las mujeres, como Pentesilea, también matan, es precisamente resucitar la voz de las cavernas.
Yo no veo a las milicianas kurdas ir descalzas ni vulnerables hasta el desnudo, para luchar contra el ISIS
¿De verdad que la manera de gritar feminismo y de acercarnos al mito de las Amazonas es reproducir una historia de amor pasional en la que además es una mujer la que asesina a un hombre por amor obsesivo? ¿De verdad?
Yo es que debo estar muy ciega, porque no me lo puedo creer.
Me duele. Me irrita.
Me subleva.
No me gusta.
No me gusta nada ver un precioso coro de mujeres arrastrándose por el suelo la mayor parte del tiempo. Porque claro, si hablamos de la expresión gestual, y nos ahorramos la belleza de algunas imágenes, que ¡qué menos! con esa escenografía y esa luz, y esa música, podemos hablar también de lo que nos cuentan los cuerpos, pero para eso está mi hermana Gema Ortiz, que sabe más que yo.
Mujeres Guerreras sin una Lucha Escénica, sin un arma sola, sin una coraza ni un equipamiento de guerra. Nada.
Los hombres sí, por supuesto, bien acorazados, pero ellas no, ellas medio desnudas, que como todo el mundo sabe es como mejor se va a la guerra, sobretodo si tienes que pelear con ejércitos enteros de hombres armados hasta los dientes.
Yo no veo a las milicianas kurdas ir descalzas ni vulnerables hasta el desnudo para luchar contra el ISIS. Pero aquí sí, porque es muy transgresor sacar el pecho desnudo, que es como las han pintado los hombres en el Arte. ¡De verdad!
Leo que la directora dice que el teatro no sirve para cambiar el mundo. Que esto es sólo un cuento, que no pretende hacer psicología. Y entonces lo entiendo todo
Yo no vi guerreras. Ni una sola mujer libre. Movimientos robotizados y poses a medio camino entra las hienas y las arpías. Casi, casi, como nos pinta el machismo más casposo y recalcitrante. Unas putas locas. Ni leonas, ni panteras, ni guerreras, ni madres de dragones, ni osas blancas. El problema deben ser las expectativas.
Yo quería ver Mujeres Libres.
Fuertes, supervivientes, hermanadas.
Guerreras autónomas y creadoras de un estado propio. Sororidad.
Qué pena que se desperdicie todo ese trabajo y no se utilice para transformar el mundo, para comunicar mensajes revolucionarios, para contarles a las tres mil almas que van a verles cada noche ¡que las mujeres seguimos en la lucha! ¡Que no odiamos a los hombres!
Que me contaran más sobre esa comunidad guerrera. Y no, que se centrara todo, en la historieta de amor tóxico entre Aquiles y Pentesilea. Pero claro, leo que la directora dice que el teatro no sirve para cambiar el mundo. Que esto es sólo un cuento, que no pretende hacer psicología. Y entonces lo entiendo todo. Y me enfado mucho más. Y, ¡qué pena, señora Magüi Mira! Ojalá haya algo más grande que yo no estoy viendo. Porque, ¡qué pena tan grande!
Me enfado y me duele, porque esa producción es también dinero público, derrochado y mal gastado para jugar a los cuentos y no venir a decir nada nuevo, con toda la falta que hace decir y Aullar Feminismo.
Qué pena que se desperdicie todo ese trabajo y no se utilice para transformar el mundo, para comunicar mensajes revolucionarios, para contarles a las tres mil almas que van a verles cada noche, ¡que las mujeres seguimos en la lucha! ¡Que no odiamos a los hombres! Que estamos, como todos, aprendiendo a distinguir el amor tóxico y que, cuando lo detectamos, sabemos decirle ¡No! y ponernos a salvo. Que nos cuidamos entre nosotras. Que queremos la mitad de todo. Que nos caemos, y nos volvemos a levantar una y mil veces. Nos levantamos siempre. Después de enterrar un bebé, como Ana López Morcillo, que es ejemplo de lucha y de amor infinito. Después de que nos abandonen, de que nos quiten la casa, de trabajar 16 horas diarias, como Ruth Frutos González. Después de tener a tu padre en la UCI dos semanas, como yo, y haberte muerto de miedo quince días seguidos. Después de mudarte a otro país con dos niñas bajo el brazo, y empezar de cero como Pilar Rodríguez-Castillos o como Silvia Majano, aunque ésta, sin niñas. Después de perder a tu madre con 10 añitos, como mi madre. Después de levantar de nuevo las casas desde las ruinas, como las madres de la guerra. Después de construir un hogar en el barro, como las refugiadas.
Después de todo eso... Nos tragamos el dolor y vomitamos VIDA, FUERZA, INSPIRACIÓN, CREATIVIDAD y recuperamos la alegría. Nos abrazamos, juntamos las cabezas, nos miramos a los ojos, nos cogemos de las manos y AULLAMOS VIDA. Eso es lo que yo veo en las Mujeres de mi entorno, en mis abuelas, en mi madre, en mi maestra, en mis alumnas, en mis amigas, en mis Amazonas. En las mujeres del mundo. No veo que se llamen "perras" y se abandonen cuando una cae, al revés, apretamos los dientes y nos levantamos entre todas. Así que, ¡qué pena!
Que alguien salga del Teatro romano de Mérida pensando que ha visto un Alarido Feminista. Menos mal que somos muchas las mujeres que seguimos pensando que el Teatro sirve, y debe cambiar y mejorar el mundo.
Creo que hubiera sido mucho más honesto llamarlo El cuento de Magüi Mira, inspirado en las Amazonas. Y ya.
Menos mal que están Silvia Zarco y sus chicas de "Caramelos Violetas", para hablar de la lucha de las mujeres y emocionarnos hasta las lágrimas, que no hay premios suficientes para ellas por sembrar el mundo necesario.
Y son Amateurs. Y sin recursos. Tomen papel y lápiz, señores de las grandes producciones. Menos mal que hay mujeres como Nuqui Fernández, o Charo Feria, o Concha Rodríguez, para seguir hablando de feminismo con dignidad y con el presupuesto que se haya gastado Caprille en hilos. ¡Menos mal!
Según Santiago López Moreda, la historia de las Amazonas y la racionalización del mito, tal y como ha llegado a nosotros, no es sino la “justificación del patriarcado como sistema político frente al matriarcado”
¡Y qué orgullo decir que son extremeñas! Que las mujeres extremeñas llevamos siglos aullando Feminismo en el escenario como para permitir este ultraje, este pastiche de cosas a medio hacer, sin llegar a ser ninguna entera ni plena. Pero aquí hay muchos responsables. Yo creo en las responsabilidades colectivas. Al final todo se resume en la necesidad de que las autoras nos documentemos, por respeto al espacio sagrado que es el Teatro Romano de Mérida, para pisarlo y usarlo con toda la dignidad posible, y por respeto a los mitos y a la capacidad transformadora de los lenguajes escénicos, que para eso tenemos las creadoras la libertad de la adaptación, para zanjar de una vez por todas los mensajes lesivos para el inconsciente colectivo y empezar a replicar mensajes nuevos, conciliadores e integradores de realidades nuevas y respetuosas.
Tal vez, si tanto la directora como los periodistas que le hacen la ola después, hubieran escuchado a mi amigo y maestro Santiago López Moreda, el mejor catedrático de la Uex, y a su vez coordinador del ciclo IDEAS del festival, hubiera sabido que la historia de las Amazonas, común a muchas culturas, y la racionalización del mito, tal y como ha llegado a nosotros, no es sino la “justificación del patriarcado como sistema político frente al matriarcado, propio de culturas primitivas limítrofes geográficamente del 'mundo civilizado'”. Por lo tanto, eso, ni más ni menos, es lo que nos ha contado Magüi Mira, consciente o inconscientemente. Pero que no lo llamen feminismo.
Lo que ocurre es que, partiendo de ahí, yo sé que hay mucho más donde rascar a partir del mito con determinación en la mirada, con una mirada violeta. Y que somos las mujeres las que tenemos la obligación de hacerlo.
Así que, por última vez, ¡que no lo llamen feminismo, por favor!
Aullemos mujeres
Para que no nos quiten la voz
Recordemos quienes somos
Aullad con nosotras, hombres del mundo, sed nuestros aliados
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Gracias por poner palabras a lo que opino sobre la obra. Estaba muy sorprendida por las buenas críticas y lo poco que coincidian con lo que yo vi en el teatro de Mérida
Comparto la opinión de la autora del artículo Para mi fue una gran decepción la obra. Ni se consiguió poner en escena la obra de Von Kleis, ni tampoco hacer una adaptación adecuada a lo que se pretendía vender: el mensaje del feminismo.
Mas bien me pareció una apuesta oportunista, mezclando constantemente imágenes falsas de una supuesta liberación de las mujeres/amazonas. El refrito resultante no conseguía ser coherente.
Una pena, porque las expectativas creadas eran altas. No se puede engañar al público de ese modo. Lo digo con respeto al trabajo de unos actores en el que se echaba de menos la dirección a alguna parte.
Gracias Eva por compartir esta reflexión en abierto, una reflexión en busca de la verdad y del auténtico feminismo con la que coincido 100%.
Gracias a El Salto por publicarla.
Bravísima la aportación de Eva, frente a silencios autoimpuestos en un mundo donde alzar la voz puede significar dejar de comer. Eva quien nada debe nada teme y ahí tu fortaleza
Muy interesante reflexión que rompe la unanimidad sobre las críticas a esta obra en otros medios