Represión
Si tocan a una, nos cuidamos entre todas

Poner la vida en el centro. Lo hemos hablado muchas veces. Sin embargo, nos cuesta asumirlo no sólo como una apuesta política, sino como una práctica cotidiana en nuestras militancias.

CastoresTocanAUna

Situar los cuidados, tanto individuales como colectivos, como eje transversal en nuestras organizaciones es una estrategia que pone en práctica que lo personal es político. Generar estos espacios dentro de nuestras organizaciones implica una manera de entender el activismo y de entendernos como personas interdependientes que necesitamos de cuidados colectivos para afrontar el desgaste y las heridas que acumulamos. Por tanto, han de ser la clave para empezar a entender nuestros colectivos y asambleas no como espacios únicos de lucha, sino como entornos seguros donde poder expresar nuestra vulnerabilidad, donde poder cuidar y dejar que nos cuiden.

Existe una realidad innegable aunque invisibilizada, y es que tanto el activismo (ya sea por la sobrecarga, la sobreimplicación, las actitudes patriarcales internas…) como la represión (en forma de violencia física, de hostigamiento, de señalamientos, de criminalización…) nos afecta de muy diversas maneras. Esta afectación no sólo se produce a nivel físico, sino que afecta a todos los ámbitos de la vida (a nivel emocional, afectivo, sexual, en nuestras relaciones familiares y sociales…). Los cuidados en torno a todos estos impactos interpela directamente a las organizaciones en las que militamos, ya que si bien el autocuidado (conocer nuestros límites, entender la fuerza de lo colectivo…) es un elemento importante dentro de una estrategia de cuidados más amplia, no debe entenderse como una opción individual sino como una apuesta política colectiva.

Si el objetivo principal de la criminalización es romper el tejido social para debilitar nuestras luchas, cuidarnos y protegernos colectivamente debería ser un eje central del trabajo de todas las organizaciones y movimientos sociales. Sin embargo, el desgaste y los impactos que generan el activismo y la represión que sufrimos en torno a él no han sido siempre una prioridad en nuestras agendas. La tendencia a priorizar el “hacer” en vez de parar y mirarnos, ha supuesto que por el camino recorrido se hayan invisibilizado diversas heridas. Heridas que son más invisibles cuando afectan a colectivos (mujeres, personas racializadas, personas mayores...) o suceden en entornos (zonas rurales) alejados del foco mediático. Por tanto, debemos admitir que reproducimos la lógica capitalista y patriarcal cuando no asumimos el cuidado colectivo y lo delegamos en otras redes y personas.

Integrar perspectivas ecofeministas junto con aprendizajes que nos aportan organizaciones de otros territorios ha de servirnos para conseguir revisar nuestras maneras de hacer activismo y para protegernos de los procesos de represión de los que somos objeto las activistas. De poco nos sirve convertirnos en “mártires por la causa” y en activistas sacrificadas. Para conseguir alcanzar nuestros propósitos, nos necesitamos cuidadas, fortalecidas y renovadas.
En Ecologistas en Acción iniciamos hace ya más de dos años un proceso de reflexión interna acerca de los impactos de la represión sobre las y los activistas de nuestra organización. Desde hace tiempo nuestras compañeras y compañeros han sido objeto de difamaciones, montajes judiciales, hostigamiento, amenazas y agresiones, entre otros procesos de criminalización. Estas estrategias, lejos de ser casuales, están específicamente dirigidas a frenar un trabajo que a menudo se enfrenta a intereses económicos y políticos muy concretos.

Por eso, dedicar tiempos y espacios para cuidarnos y protegernos se convierte tanto en una estrategia para fortalecer nuestras luchas, como en una apuesta profundamente transgresora que nos permite poner en marcha prácticas coherentes con las formas de vida anticapitalistas, ecologistas y feministas que queremos construir.

Generar estrategias colectivas para hacer frente a esos procesos de represión pasa, entre otras cosas, por tener mecanismos de seguridad para protegernos, impulsar estrategias de cuidado colectivo, fortalecer la cohesión organizacional, y tejer una nutrida red de redes y alianzas con otros colectivos y movimientos sociales. No es un camino fácil ni exento de dificultades. Pero es un camino lleno de aprendizajes en el que vamos construyendo, poco a poco, la manera colectiva para poner la vida en el centro.

Porque si tocan a una, nos cuidaremos entre todas.

Ecologistas en Acción celebró el pasado 14 de febrero un taller sobre “Estrategias colectivas frente a la represión” que pretende ser el inicio de un grupo de trabajo estable que continúe reflexionando sobre este tema y elaborar un protocolo que plasme las distintas estrategias de resistencia y cuidado colectivo frente a la represión y la criminalización. Este artículo nace de las reflexiones de este encuentro.

Sobre este blog
Saltamontes es un espacio ecofeminista para la difusión y el diálogo en torno al buen vivir. Que vivamos bien todas y todos y en cualquier lugar del mundo, se entiende. También es un espacio para reflexionar acerca de la naturaleza, sus límites y el modo en que nos relacionamos con nuestro entorno. Aquí encontrarás textos sobre economía, extractivismo, consumo, ciencia y hasta cine. Artículos sobre lugares desde donde se fortalece cada día el capitalismo, que son muchos, y sobre lugares desde donde se construyen alternativas, que cada vez son más. Queremos dialogar desde el ecofeminismo, porque pensamos que es necesario anteponer el cuidado de lo vivo a la lógica ecocida que nos coloniza cada día.
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#47908
24/2/2020 0:38

Hay que unirse contra la lacra y cultura machista, como el islam por ejemplo

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