Ecofeminismo
Limpieza, de lo personal a lo político
¿Se puede ser ecofeminista y tener la casa como los chorros del oro? La autora de este artículo se cuestiona la necesidad de limpiar a fondo la casa y sobre todo recuerda que la mayoría de los productos de limpieza son tóxicos y altamente contaminantes.
En mis tiempos…, me sorprendo usando esta expresión al hablar de cuando era joven o más joven. Vuelvo a empezar.
En los tiempos en que vivía con mi madre, tenerlo todo limpio era lo más importante para la “mujer de la casa”. Recuerdo los fines de semana, cuando me sacaba de la cama –y a veces de la casa–, porque ya era hora de hacer lo que mis hermanas y yo llamábamos el “zafarrancho de combate”, cuando parecía que por la casa había pasado un tornado. Todo se movía y se limpiaba, y cuando digo todo es todo; que hasta desaparecieron los números de mi escalímetro –una regla especial que usaba en la carrera de arquitectura– después de pasar por un buen fregado con estropajo nanas y posterior lavavajillas, no fuera a sobrevivir alguna bacteria o quedar algo de roña.
También me acuerdo del olor a amoníaco en el baño, una especie de bofetada seguida de una pequeña náusea;de los aparadores sin polvo; el inodoro reluciente; el sonido de la lavadora; el olor a suavizante pugnando entre otros tantos olores, todos de flores cuando en casa no teníamos ni un tiesto.
Y eso que mi madre siempre ha trabajado también fuera de casa, pero la limpieza es la limpieza y una casa sucia es de guarras. Otra costumbre de esa época era mantener una habitación sin usar, con la funda de plástico sobre el sofá estilo rococó, cerrada a cal y canto para que no entrara una mota de polvo; preparada para el momento en que llegasen visitas importantes a las que impresionar. En este caso, yo sólo era la amiga de la hija de la dueña, así que sólo dejaban que me asomase, eso sí, con trapos en los pies –no fueras a rayar el parqué–, la luz encendida y la persiana bajada.
Limpieza equivalía, o equivale todavía en muchos casos, a olor a lejía; a ambientadores que camuflan los olores; a multitud de botes bajo el fregadero, uno para cada suciedad: los cristales, la moqueta, el suelo de madera, los azulejos, el suelo de terrazo, el canto de metal, y así podríamos seguir indefinidamente, todos juntos a punto de un episodio de “vamos, que la he liao parda, he echado ácido clorhídrico encima de sulfato…y ha hecho una reacción que flipas…”.
Sensibilidad química
Puede parecer que esto sólo es una anécdota, pero me encuentro con varias noticias de muerte de mujeres debido a mezclas de productos de limpieza: “Una mujer muere tras inhalar lejía con aguafuerte cuando limpiaba”, “Muere intoxicada una mujer cuando limpiaba con amoniaco”. Mientras tanto youtubers recomendando mezclas caseras multiusos Triple A: para pulverizar, a base de amoníaco y que no es necesario aclarar… una maravilla para el ama de casa.
Otras noticias no tan dramáticas (o sí) nos hablan de riesgos del uso de estos productos a largo plazo: “Las sustancias químicas domésticas compiten con los vehículos como fuente de contaminación” o “Usar productos de limpieza puede ser tan dañino para los pulmones como fumar”.
Cuando nos adentramos en el sector profesional, donde 95 % del personal de limpieza son mujeres, que además en la mayoría de los casos también limpian sus propias casas la cosa se complica. La última noticia que he leído: “Un juzgado de Ourense reconoce el síndrome de sensibilidad química como accidente laboral”, pone en evidencia la falta de seguridad de las personas que limpian, pero también puede ser un gran paso para tomar conciencia de los peligros y sobre todo, cambiar la forma en que limpiamos, tanto a nivel doméstico como profesional.
Pero entonces, ¿cuánto tengo que limpiar?
Me planteo varias preguntas: ¿Hasta qué punto debemos limpiar para sentirnos bien? ¿Somos conscientes de cómo limpiamos, con qué limpiamos y quiénes limpiamos?
Personalmente he tenido que aprender a no ver cierto nivel de suciedad, o por lo menos que no me preocupe en exceso, a soportar un poco de polvo en los estantes, a limpiarlo con un trapo húmedo en lugar de moverlo de sitio, a tener muebles de madera natural en lugar de plástico que atrae el polvo como un imán, a convivir con un cierto desorden, a percibir la falta de olores como algo positivo… En definitiva, a desaprender a limpiar para incorporar hábitos más saludables.
Pasar más tiempo fuera de casa, pasear, ensuciar y limpiar lo justo, con productos naturales como vinagre, jabón casero o bicarbonato, ordenar y no acumular objetos que a su vez acumulan suciedad. Limpiar con alegría y salud, con la música de fondo en lugar del ruido de la aspiradora, cantando mientras muevo el cuerpo improvisando un baile con la fregona o unos faralaes con la bayeta.
Y ventilar: ¡qué bueno es el aire fresco que limpia el ambiente y la mente!
Relacionadas
Murcia
Extrema derecha
La Fiscalía de Murcia investigará si el presidente de Vox Murcia ha incurrido en delitos de odio
Opinión
Integración, valores europeos, y otros grandes chistes racistas
Opinión
Lo de Torre Pacheco tiene un nombre: terrorismo supremacista blanco
Comunidad de Madrid
Los bomberos forestales madrileños inician una huelga de un mes
Economía
¿Cómo funciona el mecanismo de defensa que Europa podría activar contra los aranceles de Trump?
El Salto n.79
La celulosa o la vida: periodismo situado y lucha social para frenar un ecocidio
Dependencia
El Gobierno reduce al 27% la inversión en el sistema de dependencia
Maternidad
La discriminación de las familias monoparentales por los permisos de nacimiento llega al TEDH
Fronteras
Las devoluciones en caliente de solicitantes de asilo pasan a ser política oficial en Alemania
Últimas
Comunidad El Salto
El Salto estrena nueva página: una web como una casa
Palestina
Israel despeja la zona de Rafah para su “ciudad humanitaria”, denunciada como un futuro campo de concentración
Alicante
Denuncian cortes de suministro en pleno verano por parte de Aguas de Alicante
Junta de Andalucía
La Audiencia de Sevilla eleva a la UE la sentencia absolutoria del Constitucional del caso ERE
Sindicatos
Extremadura con Las Seis de La Suiza
Opinión
Redes sociales
Todos vivimos ahora en el castillo del vampiro
Palestina
La coordinadora europea contra el antisemitismo dice que los informes sobre la hambruna en Gaza “son rumores”
Euskal Herria
“No matan los ríos, mares ni montañas, matan las políticas migratorias”
Palestina
Más de mil caras conocidas de la cultura exigen al Gobierno que cese la venta de armas a Israel
Recomendadas
Málaga
Málaga, el punto de inversión para los fondos israelíes a pie de playa
Feminismos
Patricia Reguero
“Mis relatos están escritos al lado de otras, arropada por la escucha de otras”
LGTBIAQ+
Mana Muscarsel
“La amistad da más juego para salir de la lógica de la familia porque tiene menos reglas"
Barcelona
El reciclaje invisible: la relación entre la chatarra y la ciudad de Barcelona
Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.
Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!