Sáhara Occidental: 50 años de una ocupación que no termina

Se cumplen 50 años de la Marcha Verde, cuando Hassan II ordenó a cientos de miles de marroquíes ocupar el territorio saharaui. El aniversario se produce tras la última resolución de la ONU, que da carpetazo a la independencia del pueblo saharaui.
Marcha verde

En el extremo occidental del desierto del Sáhara, a orillas del océano Atlántico, hay un territorio de unos 266.000 kilómetros cuadrados ocupado desde hace 50 años. El 6 de noviembre de 1975, más de 300.000 marroquíes iniciaron lo que se conoce como la Marcha Verde, una movilización impulsada por Hassan II para reivindicar y ocupar un territorio que no les pertenecía.

La provincia 53, dejada a su suerte

En 1970, el Sáhara Occidental era la provincia 53 del Estado español, pero el pueblo saharaui ya aspiraba a la independencia, por eso en 1973 se creó, en la localidad mauritana de Zuérate, el Frente Popular de Liberación de Saguia el Hamra y Río de Oro, conocido actualmente como Frente Polisario. En 1975, antes de que el monarca marroquí Hassan II enviara a su población hacia el territorio, España se comprometió a llevar a cabo un referéndum de autodeterminación para que la población saharaui pudiese decidir su futuro; pero eso ya nunca sucedió: los ataques militares de Marruecos se empezaron a intensificar, lo que provocó un éxodo de la población saharaui hacia el país vecino, Argelia. Desde entonces, este país ha sido el principal defensor de los derechos de la población saharaui.

El 6 de noviembre de 1975, las tropas españolas desplegadas en el Sáhara Occidental recibían la orden de levantar las minas que pocos días antes les habían conminado a colocar en la frontera norte de lo que entonces era la provincia del Sáhara Español. Los fontaneros de un régimen franquista en sus últimos estertores habían pactado con el monarca marroquí facilitar la ejecución de la Marcha Verde: una operación que serviría de punto de partida para ceder a Marruecos la colonia española sin el aval de sus habitantes.

Los fontaneros de un régimen franquista en sus últimos estertores habían pactado con el monarca marroquí, Hassan II, facilitar la ejecución de la Marcha Verde

El plan había sido anunciado por Hassan II el 16 de octubre. Cerca de 350.000 civiles marroquíes escoltados por unos 25.000 militares entrarían al Sáhara Occidental para reivindicar el territorio como propio. Aunque había sido anunciada como una “manifestación pacífica”, en las palabras del monarca eran palpables otras pretensiones: “Si encontramos en nuestro camino otras fuerzas que no sean españolas recurriremos entonces a la autodefensa”, en una clara referencia al Frente Polisario, que estaba dispuesto a la lucha armada para defender el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.

Ocho días más tarde, el 14 de noviembre de 1975, se firmaba el Acuerdo Tripartito de Madrid entre España, Mauritania y Marruecos, que consistía la cesión del territorio saharaui, por parte de España, a Marruecos y a Mauritania con la condición de que se llevase a cabo un referéndum de autodeterminación. Esto nunca sucedería y, en febrero de 1976, España se retiró de manera definitiva del Sáhara Occidental, lo que dio paso a la lucha armada entre el pueblo saharaui y el Ejército marroquí, y a una situación de ocupación que se extiende hasta el día, de hoy.

Mauritania se retiró de los territorios saharauis en 1979, condición que fue aprovechada por Marruecos para ampliar su dominio. Sin bien oficialmente la guerra entre el Frente Polisario y Marruecos terminó en 1991, cuando se firmó un alto el fuego y Naciones Unidas estableció la Misión de las Naciones Unidas por el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso), lo cierto es que el pueblo saharaui nunca ha conocido la paz; y el compromiso de llevar a cabo el archinombrado referéndum de autodeterminación nunca se ha hecho realidad. La represión, las amenazas y el bloqueo informativo por parte de Marruecos han sido una constante desde entonces.

La nueva resolución de Naciones Unidas; patada a la independencia y nueva etapa

Los territorios del Sáhara Occidental han conocido momentos de mayor y menor tranquilidad, y han pasado por una serie de fechas históricas que han ido marcando el camino de su historia. El hito más reciente se produjo hace tan solo unos días, el pasado viernes 31 de octubre, cuando Naciones Unidas adoptó una nueva resolución sobre esta causa.

La resolución 2797 de 2025 —votada con la abstención de China y Rusia— da un giro diplomático a la cuestión de la autodeterminación saharaui y abre las puertas a la consolidación del dominio de Marruecos sobre el territorio. Si bien se renueva el mandato de la Minurso hasta el 31 de octubre de 2026, el cambio de postura de la ONU es significativo, ya que se legitima la propuesta de Rabat, que pone sobre la mesa una autodeterminación parcial, pero en ningún caso significa una independencia de facto. En el texto, la opción del referéndum no desaparece, pero ya no se considera como una condición sine qua non, sino como una opción.

El cambio de postura de la ONU es significativo, ya que se legitima la propuesta de Rabat, que pone sobre la mesa una autodeterminación parcial, pero en ningún caso significa una independencia de facto

Esta nueva resolución va en línea con el modelo de autonomía propuesto por Marruecos en 2007, por el cual “la región autónoma del Sáhara” tendría competencias jurídicas, administrativas, judiciales, económicas, tributarias y socio-culturales; pero no podría gobernarse en asuntos referentes a religión, Defensa o Exteriores, entre otros.

La responsabilidad de la comunidad internacional

Durante todos estos años, España, que tenía y tiene una responsabilidad histórica para con el territorio, ha permanecido aparentemente neutral y, hasta relativamente poco, apoyaba la opción del referéndum de autodeterminación. El cambio de postura, sin embargo, llegó en 2022, cuando el Gobierno de Pedro Sánchez, de manera unilateral y sin consultarlo previamente en sede parlamentaria, se posicionó con Marruecos e inició una nueva etapa en las relaciones bilaterales con la mirada puesta en la migración, algo que el Gobierno marroquí ha estado usando como moneda de cambio para forzar acuerdos y decisiones. 

Destacable es también la postura de Estados Unidos, quien en 2020 decidió apoyar de manera abierta el dominio marroquí sobre el territorio y lo hizo con acciones tan simbólicas como la apertura de consulados en las ciudades ocupadas de Dajla y El Aaiún. Francia, que tiene en Marruecos uno de sus socios más fiables en la zona del Magreb, siempre ha permanecido al lado de Rabat.

La cuestión del Sáhara, fuera de las reivindicaciones de la Gen Z

En el ámbito social, la soberanía del Sáhara Occidental continúa siendo un tema tabú en Marruecos, donde la población suele tener una postura monolítica respecto al tema. Buena prueba de ello es la ausencia total de reivindicaciones para el Sáhara en las recientes protestas que han tomado las calles del país y que han sido protagonizadas, en gran parte, por los más jóvenes, la Gen Z.

Si bien la juventud marroquí está muy concienciada y se muestra muy favorable a la autodeterminación del pueblo palestino, no parece estarlo tanto con la cuestión saharaui; y el tema continúa siendo un tabú. La sociedad marroquí considera el territorio como “las provincias del sur”, y no hay ningún cuestionamiento sobre su soberanía. De hecho, es una de las líneas rojas, como el Islam o la Monarquía, que no se suelen cruzar.

La cuestión del Sáhara es considerado, por la sociedad marroquí, como algo interno; y la fragmentación habitual de los movimientos sociales hace que se haya adoptado una postura práctica alrededor de este tema

En un análisis reciente por parte de Lucía G. Del Moral, investigadora de la Fundación Euroárabe de Altos Estudios (Fundea) y de la Universidad de Granada, la experta destacaba que “no existe una tendencia clara a conectar la causa palestina con la causa del Sáhara [...] La legitimidad política de Marruecos se construye en el majzén, que es el régimen político completo: el Rey y todos los poderes que se articulan a su alrededor, tanto políticos como económicos. Esto se sustenta en varios pilares, y uno de ellos es la cuestión territorial y el nacionalismo”.

La cuestión del Sáhara es considerada por la sociedad marroquí como algo interno; y la fragmentación habitual de los movimientos sociales hace que se haya adoptado una postura práctica alrededor de este tema: los grupos reivindicativos han preferido, históricamente, buscar punto de conexión entre ellos para mostrarse más fuertes, en lugar de incidir en las diferencias, con lo cual se ha adoptado una postura monolítica respecto al Sáhara Occidental: el silencio.

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