Ríos de Extremadura
Los ríos en Extremadura IV: viva la agricultura, muera la inteligencia

Penúltima entrega de la serie sobre los ríos extremeños del escrito jarandillano Ramón J. Soria Breña. 

Tierra agrícola abandonada
Escritor de Jarandilla de la Vera
8 jun 2020 11:43

(A la Atención de Gerhard Janusz Borowsk Jakov. Comisario de Agricultura de la Unión Europea)


Querido Gerhard: como ya te habrás leído toda la montaña de documentación que te he ido enviando estos quince últimos días no te voy aburrir con estadísticas de agua consumida en agricultura en España, derroches varios, dependencia económica de la agricultura intensiva, explotación ilegal de los acuíferos en el sur y el este de mi país o el enfado creciente de nuestro vecino Portugal por el estado en el que le llegan los ríos a su territorio, la evolución prevista de la sequía y todo eso que está en los documentos anexos.

Como me has pedido mi opinión y como te gustaron los informes míos que te he venido escribiendo estos años, te envío este. Ya sabes que el primero, el de nuestra situación en Irak y la imposibilidad de contar con aliados fiables, me valió un buen rapapolvo del ministro de entonces. El segundo, el del escándalo ruso del dopaje y las confesiones de Grigori Rodchenkov1 que conseguí gracias a Ivana, como bien sabes, aún sigue levantando ampollas y bien que lo supiste usar. Si llegase a oídos de Mutkó y Nagornykh, que yo participé en este complot, ya sabes que me darían para desayunar un café con leche ecológica crú y un eclair de chocolate relleno de polonio. También me consta que os gustaron el de los lagos de agua dulce en los buenos tiempos de la Libia de Gadafi y el de la situación de China en el mercado del tomate italiano, aunque de esos no recibí ninguna gratificación. Solo te pido que este no circule por las mesas de la Comisión.

El valor de la PAC era que Europa mantuviera su soberanía alimentaria

No te quiero recordar de nuevo que uno de los sentidos retóricos de la Política Agraria Común era el de fijar población en las áreas rurales, evitar agujeros demográficos en el territorio europeo y que la “Europa Vacía” no fuera un triste hecho que, de facto, ya es. Pero, sobre todo, el valor de la PAC era que Europa mantuviera su soberanía alimentaria. Supongo que alguien no se había olvidado de ciertas hambrunas ancestrales. O quizá nos había quedado ese espanto postguerril en el “inconsciente colectivo”. Ya sabes que más del 40% del presupuesto comunitario se gasta en esa cuestión. Antes del Covid-19, en la última negociación de la PAC, muchos eurodiputados, no es necesario escribir aquí los nombres concretos de nuestros queridos colegas, querían acabar con “esa antigualla de los tiempos de la Guerra Fría que interfiere en la imparable globalización de los mercados agrícolas. Pagamos o subvencionamos a precio de oro unos calabacines, unas naranjas o un kilo de trigo, que fuera de Europa nos costaría tres veces menos”. Eso dijo uno de los que ahora mismo defiende a sangre y fuego el proteccionismo alimentario como si fuera una fe agrícola monoteísta. Doy las gracias al poder de Francia en esa negociación porque si no, se hubiera pegado un buen recorte a la PAC y cualquier día del incierto futuro, por otra pandemia u otro coronavirus más terrible2, en lugar de habernos quedado sin mascarillas, equipos EPI o respiradores, nos estaríamos quedando sin lechugas, tomates, pan o solomillo.

Gerhard, amigo, te recuerdo que el TTIP lo tumbó Trump, pero la globalización de antes del Covid-19 os beneficiaba sobre todo a vosotros porque la mayoría de la distribución de alimentos en la Unión Europea es francesa y alemana. Antes de la pandemia, en España la “rebelión en la granja” de los agricultores era un hecho. Todos los agricultores y ganaderos sabían que hasta ahora la rentabilidad de los cultivos y la cría ganadera dependían de un delicado equilibrio entre la subvención de la UE y unos precios de venta al mayorista siempre frágiles, pero esta precaria ponderación ya se estaba rompiendo con demasiada frecuencia por la presión, el dumping de la gran distribución o las enormes diferencias entre el precio de compra al agricultor y el precio de venta en el súper. Ese margen de todos los productos los tienes en el anexo 345-A, pero, por ejemplo, el precio de la patata subió este año un 700% del campo al mercado y la mandarina un 611%. Las cebollas también tuvieron en diciembre un margen comercial del 625%, mientras que el del brócoli ha sido del 607%, en el repollo del 589%, en la naranja del 574% y en el tomate de un 260%3.

Los agricultores y ganaderos españoles tienen un perfil sociológico conservador y cualquier posible energía reivindicativa durante todos estos años ha sido desactivada con el palo y la zanahoria de la PAC

Alguien se está forrando, pero no quiero repetirte los numeritos que tienen en los anexos y que a estas alturas son agua pasada. Los agricultores y ganaderos españoles tienen un perfil sociológico conservador y cualquier posible energía reivindicativa durante todos estos años ha sido desactivada con el palo y la zanahoria de la PAC. Tanto los gobiernos del PSOE como del PP han defendido el mantenimiento de estas ayudas, pero han hecho bien poco, a veces nada, en ocasiones lo contrario, para defender de una forma estratégica a nuestros productores de alimentos o por proponer una forma distinta y más sostenible de fabricar comida. Además, te digo aquí también que los consumidores españoles carecen del activismo militante necesario para “proteger consumiendo” el producto propio cuando tienen en el lineal del súper un producto parecido, pero más barato. Siendo España el principal productor de alimentos ecológicos europeos somos de los últimos en su consumo.

Valor de la tierra
Valor de la tierra en los próximos 30.

Pero es importante apuntar aquí, en este informe bizarro, la verdadera catástrofe: el valor de la tierra en España bajará en las próximas décadas entre un 80% y un 60%. Hay miles y miles de páginas de estudios científicos rigurosos realizados en los últimos 10 años en España y Europa. Resumen grosero de la tendencia a 30 años vista: más de la mitad de los ríos de España no tendrán caudal, estarán secos, el resto sufrirá periodos de estiaje prolongados. La mayoría de la vida en ellos y las especies que actualmente pueblan sus aguas se habrán extinguido. La sequía habrá eliminado gran parte de la frágil masa forestal y arbustiva del país, el suelo tendrá una humedad edáfica de desierto. El actual modelo agrícola acelerará (ya lo está haciendo) este futuro y al final acabará abandonada (no será posible sustituirla ya por otro modelo más sostenible, de ahí la tendencia de su valor monetario a 0 euros, no exagero). El agua que se acumulará en los embalses actuales y en los cientos que están planeados construir será para dar de beber a la población. Algunos de nosotros viviremos aún, seremos muy viejos y habremos presenciado este gigantesco desastre5.

Siendo España el principal productor de alimentos ecológicos europeos somos de los últimos en su consumo

Bien que nos los decía el viejo Hamster, tras cuarenta años de servicio, la obligación de un diplomático es saber comer, seducir con eficiencia y tocar el piano con emoción. Lo demás no importa. ¡Merde!, dijo la reina. Bien que lo sabes tú. A los diplomáticos no nos pagan por trabajar, sino por estar y hacer lo mínimo. He calculado dos horas de trabajo al día, casi todo leer papeles, ordenar ideas, sustituir con juicios de valor algún número, sugerir, ridiculizar con suavidad y meter entre medias las verdades más gordas como esa del precio futuro de la tierra que será casi cero. Luego Chopin, este mes toca Chopin, soltarme de una vez con el vals Op. 18 n.1, la Fantaisie-Impromptu op.66, la sonata Op. 23 n.1 y la Op. 66. , llegar a la emoción. A veces, una vez al año, y eso ya es excesivo, he solucionado alguna pifia, nuestra, vuestra o de los aliados. Todas esas cosas repugnantes que hacemos los diplomáticos y de las que no podemos hablar, ni decir, ni escribir con la sinceridad con la que te escribo aquí, que para eso nos pagan y nos dejan tocar el piano toda la mañana de hoy. Vozrozhdeniya, por ejemplo. También te envié informito.

Sigo teniendo ganas de saber qué cabrón del servicio, qué malnacido organizó la telaraña para conseguir que fuera yo. Tras años de pesquisas he conseguido un documento remitido por un genérico “Jefe de Misión en Washington”. ¿Fue el inútil de R. o el macarra de I.? Sé que tú a lo mejor lo sabes, que la CIA y los alemanes ya estabais compinchados vendiendo máquinas de criptografía amañadas a todo dios. Uno de los dos fue. Claro, yo había estudiado farmacia; bueno, estuve tres años en Washington, tres años en Moscú, se sabía mi affaire con Ivana la perra. Hablaba bien ruso, ¿bien? Tenía amigos allí, ¿quiénes? Ayudé a un primo de Ivana, que era un veterano gánster del partido, impedí que no le tiraran al Moscova en pleno deshielo y mira, ahí lo tienes, asesor ahora de Vladímirovich Putin en gestión de crisis y en muchas de las negociaciones secretas con la UE. Todo eso se sabía en mi Ministerio y por eso me tocó Vozrozhdeniya.

Casi veinte años de carrera, un montón de difíciles servicios prestados con eficiencia y me mandan a una maldita isla fantasma venenosa acompañado de un pringado de Fort Detrick. Llamé a Ivana, claro, y le largué toda la historia. A estas alturas, y tras lo del dopaje, no podíamos andarnos con secretos ella y yo. La he comido el coño doscientas veces y otras doscientas se lo comería si tuviera ocasión. Fue ella la que me sugirió pedir una gratificación, un plus de peligrosidad en efectivo, doscientos cincuenta mil euros en bonos alemanes y un seguro de vida que cuando leí la cantidad me dieron ganas de morirme e intentar cobrar la prima. Seis millones. Es poco. Eso dijo Ivana.

Poco, a finales de los noventa la KGB y el resto de engendros ya estaban acaparando a manos llenas, vendiendo las joyas de mamá Rusia, comprando por cero coma cero las empresas, compañías, minas y negocios soviet que daban beneficios. Poco, no lo digo por mí, lo digo por lo que han cobrado otros diplomáticos de los tuyos por enjuagues muchos más fáciles. Me dio nombres, claro, los tengo apuntados junto con ciertos documentos que he ido copiando aquí y allá, por si acaso, el futuro es incierto, amigo mío. Te refresco la memoria y no creas que me pierdo, que todo esto tiene que ver también con el agua en España.

En los años sesenta el mar de Aral era un enorme lago de sesenta y seis mil kilómetros cuadrados, mil kilómetros cúbicos de agua, se pescaban cuarenta mil toneladas de peces, esturiones, carpas

Septiembre del 2001, ese montón de cartas con polvitos que enviaron a ABC News, CBS News, NBC News, New York Post, National Enquirer y a Tom Daschle y Patrick Leahy. Dos docenas de personas infectadas, cinco muertos, un revuelo mundial de cojones, paranoia planetaria, millones y millones de dólares gastados en desinfectar las oficinas de correos. Ántrax, carbunco, mierda, esporas de bacillus anthracis. El FBI, los matasanos de Fort Detrick, la Marina, la CIA, su puta madre, tienen a miles de expertos, pero no, necesitan mandarme a mí con un tupperware de seguridad biológica 4 a por una muestra de ántrax a una isla leprosa en el mar de Aral. Una isla fantasma en un mar que ya no existe. Con un sistema EPIs del tipo HEPA de alta eficiencia, equivalente al P3 de los nuestros y un par de trajes de plástico metidos en un bonito maletín amarillo limón, tan discreto, dando el cante en todos los aeropuertos. Ahora con el tema del COVID-19 todo el mundo sabe lo que es un EPI, pero entonces nadie. Ivana la perra se descojonaba cuando me revisó el equipo. Me lo cambió por otro ruso, feo, con los filtros reciclados, caducado, pero aún efectivo contra las esporas.

Revista agri

Ya sabes que Ivana sigue guapísima. La he visto hace poco en Berlín y sigue superfollable, pero entonces, con menos de cuarenta años, el pelo paja a lo garçon, un cuerpo de atleta miss Cáucaso y la inteligencia de Kasparov no necesitó muchas artes para llevarme al huerto. Y encima se preocupa por mí, este gilipollas español aliado de sus, hasta hace dos telediarios, archienemigos yanquis. Con ella reconozco que era un mediocre amante, un mal bebedor de esos licores de sapo que beben los rusos, un tío egocéntrico y pijochulo, que es marca de la casa de todo el cuerpo diplomático español. Pero Ivana, entonces y después, por nada, me cuida, me da un traje de protección seguro, avisa a su gente para que no toquen los huevos durante el viaje a la Isla de Nunca Jamás. ¿Amor? Sí, eso es amor, joder. Tú no has estado en Uzbekistán, la mítica tierra de los Samánidas.

El viaje desde Moscú hasta Taskent de más de cuatro horas en una cafetera Tupolev fue ¿incómodo? Nos alojaron en unos apartamentitos infectos, anexos a la embajada americana para descansar unas horas, pero luego el soldadito de Fort Detrick se negó a seguir el viaje, no quiso pisar la isla misteriosa. Era un tipo sensato. Un héroe. Él sabía muy bien lo que había en aquel lugar y estoy seguro que se inoculó algún potingue para enfermar de pronto. Diarrea, fiebre, deshidratación. Se metió en la cama como la abuela de caperucita, arropado hasta las orejas y el médico de la embajada acojonado. Aunque era finales de septiembre hacía mucho calor, casi cuarenta grados, a lo mejor se puso enfermo de verdad por haber comido unas brochetas de cordero seboso que compartimos. No lo sé. Solo sé que salí solo, de noche, de Taskent, en un todoterreno y con un conductor que me agenció Ivana. La embajada estadounidense no tenía ni idea de qué hacíamos allí, viva la coordinación gubernamental. ¿Carreteras? Un viaje de cientos de kilómetros cruzando la frontera de Kazakstán, una y otra vez por carriles sin asfaltar, una ruta restringida, prohibida, invisible, por un desierto pelado. Un desierto que había sido hacía pocos años el cuarto lago de agua dulce más grande del mundo. Paramos a medio día para descansar y comer algo. El conductor armó una lona atada del techo del coche para tener sombra y nos zampamos un sobre de raciones MRE, carne de ternera en salsa, unas chocolatinas y una bolsa de pasta de cacahuete. ¿Has comido alguna vez una MRE? Seguro que no.

Más tarde recibí una llamada en el teléfono vía satélite. ¿Era el ministro para interesarse por mi salud y mis desventuras? No, era Ivana la perra. Tenía muy estudiados los planos del centro de investigación llamado Aralsk-7, las zonas en las que recoger las muestras, los documentos que entregar a los soldados que vigilaban las instalaciones. Sería media hora, una hora como máximo y adiós. Pero asusta ir a cien por hora por el fondo de un mar que ya no está. Ya sabes, en los años sesenta el mar de Aral era un enorme lago de sesenta y seis mil kilómetros cuadrados, mil kilómetros cúbicos de agua, se pescaban cuarenta mil toneladas de peces, esturiones, carpas, rutilos, barbos y había más de cien especies endémicas. Entonces Vozrozhdeniya sí era una isla. Pero se cortaron y canalizaron los ríos Amu Daria y Sir Daria para regar cultivos de algodón en Uzbekistán y Kazajistán y luego se vertieron al mar toda clase de mierdas, fertilizantes y residuos industriales y el mar desapareció, se salinizó, se secó.

La zona es el más enorme montón de basura tóxica que hay en el mundo. Durante décadas cientos de industrias vertieron sus mierdas a los ríos que alimentaban el Aral

Antes de eso en la isla se montó un laboratorio secreto donde se experimentaba con armas biológicas de todo tipo. A los soviéticos les encantaba jugar con fuego a la ruleta rusa, es un chiste, ¡ja! mira Chernóbil. Ese laboratorio se llamó Aralsk-7, una verdadera ciudad cerrada que no figuraba en los mapas, rodeada de lanchas y patrullas que evitaban cualquier visita inesperada. En el pequeño informe que me dieron los yankis, media cuartilla, ponía que habían experimentado con ántrax, la fiebre Q, el botulismo y todo tipo de chucherías mortalísimas… Cayó la URSS gracias a vuestra labor de zapa, el mar de Aral terminó de secarse y la isla fue abandonada por los rusos en el noventa y uno. Los almacenes y los contenedores de esporas de ántrax no fueron destruidos ni cerrados con seguridad. Les echaron lejía por encima, litros y litros de lejía rusa, de mala calidad, aguada, y luego enterraron los contenedores en la arena. Sí, como lo oyes. La isla dejó de serlo definitivamente en el 2003.

Un año antes Uzbekistán y EE UU firmaron un acuerdo para descontaminar la isla, pero, antes y después, ha sido visitada por todo tipo de saqueadores y traficantes de mierdas. Que sepas que un tal Brian Hayes fue después de mí a limpiar aquello, se llevó un equipo de cien personas y neutralizó doscientas toneladas de ántrax. Se tiró allí tres meses. Tuvo huevos. Pero te recuerdo que yo estuve allí antes de esto, con mi traje de plástico ruso remendado con cinta americana y una mascarilla que olía a Zetazeta mezclado con ambientador barato de limón.

Es natural que los americanos pensaran que los ataques se habían hecho con ántrax procedente de allí y que quisieran con urgencia una muestra, pero suena a chiste que quien les consiguiera su poquito de mierda venenosa fuera yo. ¿Sabes cómo se traduciría en román paladino el nombre de la isla? Vozrozhdeniya: “Renacimiento”, sí, es otro chiste ruso sin gracia. Llegamos allí por la tarde. Paramos en la valla de seguridad, con sus garitas de pintura desconchada y los cristales rotos. No hay nadie. Tocamos el claxon, el conductor saca su Tocarev y pega unos tiritos al aire. Nadie. Así que me pongo el traje, entro, camino un kilómetro empapado en sudor, sigo el plano, entro en los almacenes, supero las puertas blindadas que están todas abiertas, llego a la zona indicada, excavo un poco, menos de medio palmo, toco un bidón de plástico verde que ya está medio podrido, saco un envase de seguridad, hay cientos con sus sellitos de advertencia, rompo el precinto y ¡voilá! el contenedor está lleno hasta arriba de polvos de la madre celestina. Saco mis archiperres de superespecialista que consisten en una cucharita de moca de plástico, el tupperware de seguridad y el fumigador de cloro para luego limpiar por fuera el contenedor de muestras. Nado en sudor.

Mar de Aral desaparición
La desaparición del mar de Aral desde los años 70.

De vuelta al coche ya es casi de noche. El conductor ha encendido las luces para que me oriente mejor. A veinte metros me quito el traje según el protocolo, con más cuidado que si depilara a una tarántula, y meto el frasquito en la bolsa acolchada de protección. Ivana la perra está en todo; encargó a su agente que lleve un garrafón de cincuenta litros de agua, jabón francés y ropa de repuesto para que me duche y me cambie. No por seguridad biológica sino por higiene, por placer, por humanidad. ¿Entiendes por qué le solté una hostia a Alejandro cuando tras la reunión de información con el ministro dijo eso de: ¿Te ha ayudado Ivana la perra? El mismo ministro me guiñó un ojo como para decirme que se lo merecía por bocazas. Pero no le di la hostia por bocazas sino por el mote, porque se atreviera a decir delante de todos I-va-na-la-pe-rra. Y porque eso indicaba que había hablado con los yanquis que son los que la pusieron el nick. Tú ya me entiendes.

Esa noche dormimos al raso, encima del techo del todoterreno, metidos en buenos sacos de dormir rusos. El conductor era de allí, de una aldea cercana a Taskent, bebimos un montón de aguardiente de sapos y nos contamos la vida. No es necesario que diga aquí su nombre. Me contó que la zona es el más enorme montón de basura tóxica que hay en el mundo. Durante décadas cientos de industrias vertieron sus mierdas a los ríos que alimentaban el Aral, pero el mar ya no está y todo eso. Todas esas miles de toneladas de veneno en forma de polvo van de acá para allá según sople el viento. Así que el agua potable está llena de pesticidas, zinc, estroncio, manganeso, cianuro. Hay miles de casos de hepatitis, cáncer de garganta, enfermedades respiratorias, bronquitis, artritis, anemia, infecciones intestinales y oculares y tienen las tasas de mortalidad infantil más alta de toda la ex URSS.

Son chismes, cotilleos que sé que te interesan, pero me he acordado del mar de Aral porque ahora tenemos en la prensa el asunto del Mar Menor en España, que es nuestro Aral pero en cutre

Al llegar a la embajada le di la muestra al soldadito cabrón de Fort Detrick y cogí el primer vuelo a Moscú. Me pasé una semana con Ivana sin salir del Marriott, tres botellas de Mumm al día, caviar iraní recién salado y frutas españolas. Fui muy preciso pidiendo lo más caro de la carta. Nadie rechistó en el Ministerio. Ah, luego me he enterado que pagaron los norteamericanos. Encima, después de tantas molestias la cepa de ántrax con la que contaminaron las cartas no era rusa sino de ellos mismos, yanki. Manda huevos. Qué chapuzas. Para que luego digan de los chinos. Pero cobré la prima y quedé como dios ante mi ministro. Son chismes, cotilleos que sé que te interesan, pero me he acordado del mar de Aral porque ahora tenemos en la prensa el asunto del Mar Menor en España, que es nuestro Aral pero en cutre, por eso te lo cuento aquí.

A los rusos ya les importa una mierda el Aral y a los agricultores murcianos les importa nada el Mar Menor. Además, hace unos meses, el temporal se llevaba la arena de las playas y dejaba pedruscos feos. Eso decían todos los noticieros y tú me llamaste alarmado para que indagase si eso había pasado en tu playa marbellí. ¿Y qué te dije entonces? Lo que te digo ahora, que el mar no se lleva nada. La línea de costa natural, la línea de arena, de playa, solía tener en nuestro país unos cien metros, con frecuencia mucho más, pocas veces menos. Están las arenas que tocan las mareas, las que tocan ocasionalmente las grandes marejadas y las que han agarrado la vegetación costera algo más lejos y llevó hasta allí el viento… Pero si haces apartamentos, chiringos, paseos marítimos con palmeritas, mierdas de hormigón encima de todo eso, si inventas esa cosa llamada “en primera línea de playa”, si has construido a veinte metros del mar, o menos, rompes las dinámicas del agua y de la arena. Si, además, nuestros ríos están sucesivamente embalsados y no fluye el arrastre natural de limos, gravas y arenas hacia los deltas ¿qué playas naturales y auténticas va a haber?

Vuelvo a Aral, tienes que tener en cuenta que aquí también hay venenos invisibles que nos enfermarán o matarán en el futuro, o enfermarán o matarán a nuestros hijos. Pero ahora hacen ricos a algunos, sobre todo a las grandes industrias químicas ¿alemanas? El dinero es la mejor depuradora del mundo. Los ríos españoles supuran 47 plaguicidas diferentes, de ellos 35 están prohibidos. Los nombres de los productos prohibidos, insecticidas, herbicidas, fungicidas… no nos dirán mucho a no ser que seamos biólogos expertos en sus consecuencias o químicos expertos en su producción: lindano, atrazina, endosulfán, DDT… Tal vez el último te suena de algo, remotamente, porque si lo hubiéramos seguido utilizando hoy no tendríamos pajaritos piando por el campo y los piojos, los gorgojos o las langostas serían supermanes invencibles.

El 28% de los agricultores consideran que la limitación en la utilización de productos fitosanitarios genera pérdidas de producción

La agricultura española utiliza al año 80.000 toneladas de “producto” que luego, gran parte, acaba en el agua de los ríos. El Ministerio, las Confederaciones, mandan analizar el agua de los ríos y salen estas mierdas, aún DDT en el agua, todavía lindano y una lista de otros tóxicos legales e ilegales que producen tal desastre ecológico que no se puede resumir aquí con dos palabras. Para eso mejor coger por ejemplo el informe Los ríos hormonados6 que también te envié ayer, que no inventa nada, tan solo ordena lo que los análisis objetivos y neutrales de las confederaciones tienen y, además, son datos públicos. Picoteo en otra fuente: releo un estudio realizado por la consultora de postín PwC con uno de esos títulos rotundos: El futuro del sector agrícola español 20177. Además de adobar de forma digestiva un montón de fuentes de información aburridas para hacerlas comprensibles para el más tonto, dibujan dafos, esquemitas powerpointes y hacen una encuesta a los agricultores sobre todo tipo de temas, y uno es este. Las preguntas tienen, como todas las preguntas de una encuesta, la finalidad de demostrar con un numerito algo que pensamos y que queremos decir o nuestro cliente desea que se diga. Pregunta literal: ¿Crees que afecta el procedimiento actual español de evaluación y registro de productos fitosanitarios sobre la protección de los cultivos y sobre su grado de vulnerabilidad? Y luego: ¿Qué consecuencias están teniendo 
las limitaciones al número de productos fitosanitarios permitidos en tu explotación?

Dicho de otra forma, menos fina y diplomática: ¿verdad que el que os prohíban echar venenos a la tierra os hace ganar menos pasta? El 72% dice sí y luego, para argumentar el sí, “el 28% de los agricultores consideran que la limitación en la utilización de productos fitosanitarios genera pérdidas de producción, un 31% que aumenta sus costes y un 20% que genera resistencias”. 

Que ellos no serán químicos o biólogos expertos, pero de “producto” saben cantidad. Cuanto más “producto” echas más sanos y gordos te salen las sandías, las fresas y los calabacines. El “producto” es buenísimo, antes, sin “producto” las cosechas se las comían los bichos y las malas hierbas. El “producto” es necesario, ¡ah! ¡El “producto”! ¡Ese invento maravilloso! En todas las ferias sectoriales, en todas las revistas especializadas, en todas las charlas de las cooperativas vienen los hombres “del producto”, a contarnos lo eficaz que es para matar tal arañita, lo inocuo que es para la salamandra vampira rosada voladora del Orinoco y formarnos sobre la dosis, la forma segura de fumigación, la rentabilidad… El “producto” no sale barato, pero es buenísimo. Si en las instrucciones del bidón que he comprado pone “añadir 10 cc por cada 100 litros de agua”, yo añado 18 cc porque es mejor, lo he comprobado. Siempre hay que echar un poco más de “producto”. Luego el “producto” mata a los bichitos “malos” y a los “buenos”, a las malísimas hierbas y a las buenas y los malos-buenos hongos de este mundo, más tarde se filtra a los acuíferos, se degrada en otras moléculas igualmente venenosas, después el famoso producto y sus derivados va a los ríos y acaba con peces, algas, ranas, libélulas, náyades… y, sin duda, nos beberemos nosotros “el producto” tarde o temprano. Qué rico un poco de “producto on the rock” con un dedín de whisky, por ejemplo. De algo hay que morir. lindano, atrazina, endosulfán... “producto”. ¿Cuántos mares de Aral inventaremos en España? ¿Qué espía 007 de la Comisión vendrá entonces a recoger un poquito de polvo de mierda seca tóxica del fondo de un antiguo embalse? Yo no, ya estaré jubilado.

Si te tengo que sintetizar el futuro de los ríos o todos esos anexos que te he mandado y sé que no vas a leerte, ya sabes: kaputt. Les queda poco presente y nada de futuro. Nos los vamos a beber todos en las plantaciones de pepinos, fresas, repollos y maíz para alimentar a vuestros cerdos. Ya te he dicho muchas veces que ¡España no es país para ríos! Un abrazo de tu amigo. XXXXXX

(Fragmento de: España no es país para ríos. Inédito, por poco tiempo…)

PRÓXIMAS ENTREGAS:
- LOS RÍOS DE EXTREMADURA (V) Ah del futuro! nadie responde.

1. El escándalo del dopaje ruso se ha contado bien en el documental “Ícaro” del director Bryan Fogel. El documental se estructura sobre las declaraciones de doctor Grigori Ródchenkov. Ganó el Oscar al mejor documental en 2018. 

2. “Siempre es posible que algún organismo parásito hasta entonces desconocido escape de su habitual nicho ecológico y exponga a las densas poblaciones humanas que han llegado a ser una característica tan llamativa de la Tierra a alguna nueva y, tal vez, devastadora mortalidad”. McNeill, William H., Plagas y pueblos, Madrid, Siglo XXI, 2016)

3. Fuente: Índice de Precios en Origen y Destino (IPOD) de los alimentos que elabora cada mes la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). El IPOD es el número de veces que se multiplica el precio de origen hasta que llega al consumidor. Me gustaría que este pequeño dato estuviera en la etiqueta de todo lo que compro.

4. https://www.miteco.gob.es/es/cambio-climatico/temas/impactos-vulnerabilidad-y-adaptacion/informeevaluacion_pnacc_tcm30-499212.pdf

5. “Los ríos hormonados. Amplia presencia de plaguicidas disruptores endocrinos en los ríos españoles” Pesticide Action Network. Ecologistas en Acción 2018.

6. “El futuro del sector agrícola español 2017” PWC & AEPLA 2017.  

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#82024
7/2/2021 0:36

Gran artículo, gran serie Ríos de España: literatura, ciencia y denuncia. Ojalá que mucha gente llegue a leer esta serie y los libros de Ramón J. Soria. También que los que los leemos y apreciamos divulguemos estas encomiables letras. Gracias al escritor y a El Salto, por tanta calidad.

1
0
#62809
9/6/2020 17:00

Un artículo en mayúsculas, la autodestrucción de la peninsula

2
0
#62768
9/6/2020 8:52

A pesar del catastrófico estado del río Guadiana, miles de ciudadanos siguen bebiendo sus aguas.
https://www.youtube.com/watch?v=LPJQBai0puI

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Elecciones Euskadi Sumar araña un escaño, pero la izquierda confederal se hunde en Euskadi
Elkarrekin Podemos desaparece del Parlamento Vasco tras perder seis escaños y casi 50.000 votos que Sumar no recoge al completo, pero que le permiten acceder a un acta de diputado por Araba.

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