Represión
            
            
           
           
Entrevista a Pablo Hasél en el aniversario de su encierro: “La prisión no es el fin de un revolucionario”
           
        
        Ha pasado un año  desde que Pablo Rivadulla Duró (Lleida, 1988), más conocido como Pablo Hasél, ingresara en prisión  convirtiéndose en el primer rapero encarcelado en el continente por sus  canciones y tuits. Hasél fue detenido  el 16 de febrero de 2021 en la Universidad de Lleida, cuando un  macrodispositivo policial irrumpió ante una resistencia de decenas de  manifestantes que pretendían impedirlo. “Tendrán que reventarla para detenerme  y encarcelarme”, advirtió el artista en redes sociales horas antes. Y así fue.
Hasél entró para cumplir dos años y un día  de prisión por delito de enaltecimiento  del terrorismo con el agravente de reincidencia, acumulando cerca de 30.000  euros en multas por los delitos de  injurias y calumnias contra la Corona y las instituciones del Estado.  Recientemente su pena se ha ampliado y duplicado por ser insolvente y debido a  la última condena que recibió tras denunciar un caso de violencia policial.
Su condena provocó movilizaciones en  diferentes puntos del país durante semanas, con un balance de más de 109  detenidos solo en Catalunya. Un año después hemos vuelto a Lleida, al Centro  Penitenciario de Ponent, donde el cantante cumple condena. Ante la reiterada  denegación de entrevistas a medios por parte de las autoridades, nos hemos  citado con él en una comunicación personal. Se trata de la primera entrevista cara a cara desde que ingresó en  prisión.
La cárcel se sitúa a las afueras de la  ciudad, frente a un enorme descampado. Su torre de control se avista desde  lejos. “Está llena de gente joven, hay mucha reincidencia”, explica la  conductora mientras nos acercamos a la zona. Nos bajamos frente a la puerta de  control. Los muros y concertinas enmarcan una estructura degradada, visiblemente abandonada. Registro mi visita y  nos sentamos junto a varios grupos de familias con niños que aguardan en la  sala de espera. Una hora después citan por telefonía el apellido de Hasél. Me  despido de mis acompañantes y entro a la sala de control. Una puerta corredera  blindada se abre y se cierra a mi alrededor.
Después de pasar el control, todos los  visitantes volvemos a estar en la misma sala, ya dentro del recinto. Todas las  ventanas están blindadas con rejas y mallas metálicas. Suena un pitido y se  abre otra puerta. En el suelo hay líneas rojas que señalan que “no está permitido cruzar”.  El control del espacio es absoluto y asfixiante. Requisan nuestros carnets de  identidad y cruzamos el patio de la cárcel, custodiado por varios furgones  policiales. Desde él se ven las ventanas de los diferentes módulos y se  distinguen siluetas inmóviles. Entramos a la sala de locutorios, con diferentes cabinas separadas y un fuerte olor a lejía.
Hasél me saluda sonriente desde uno de  ellos, en el extremo de la sala. Segundos después, entro en la cabina —de  apenas un metro de ancho y dos de largo— cerrando la puerta detrás de mí.  Resulta muy impactante estar a poca distancia de una persona de la que te separa  un cristal reforzado con rejas. Nos vemos, pero solo podemos comunicarnos a  través de un teléfono. Tras unos segundos de estupefacción por la violencia que  enmarca la situación, que me descoloca y me hace pensar en su familia y amigos,  comienza la entrevista. Solo durará unos minutos.
¿Es  tu primera entrevista dentro de la cárcel?
Sí. Bueno, hace meses vinieron los de No Callarem por la presión que hizo  Junts [Junts per Catalunya] a Justicia. Eso es porque Valtònyc sale con  Puigdemont en las fotos y les dejaría mal no admitir ninguna entrevista a un  artista que está cumpliendo condena. Pero claro, el día que vinieron lo  hicieron con dos mujeres de Instituciones Penitencias que no me dejaban hablar  de la pésima situación de las cárceles en Catalunya. Solo querían que hablara  de “libertad de expresión” en abstracto, no que denunciara la complicidad del  Govern en la situación que están viviendo los presos. Cuando empezaba a hablar  del tema no me dejaban y acabé discutiendo con ellas, haciéndonos perder  tiempo. Es otra forma de seguir con la censura.
Antes que nada me gustaría preguntarte cómo estás a nivel  personal. ¿Cómo te está afectando tu estancia en la cárcel? ¿Qué consecuencias  crees que te ha acarreado el encierro?
Sigo fuerte con  ganas de luchar, las condiciones objetivas de esta época suponen una motivación  extra. No suprime lo duro de estar secuestrado aún, pero ayuda a llevarlo bien.  Una de las cosas más difíciles de la cárcel es la distancia forzada entre las  personas que más queremos. Con el pretexto del covid nos han recortado mucho el  tiempo de las visitas, algo totalmente absurdo. Y la mayoría son con un cristal  de por medio. Una situación especialmente dura para los hijos pequeños de los presos,  como tantas otras cosas que suponen una condena añadida a familiares y amigos.
El paso por aquí destruye más y fuera no ofrecen oportunidades para la reinserción, por eso la mayoría reinciden. Esto demuestra que la función de sus prisiones es una completa farsa. Pero ese debate está muy censurado para perpetuar el macabro negocio que son, algo que está claro para los presos. Otra cosa es que por el terror que infunden apenas actúen. ¿De qué “reinserción” van a hablar los poderosos que son los mayores ladrones, traficantes de droga y criminales?
Las condiciones de las cárceles crean o agravan los problemas serios de salud mental, una tortura que conduce a muchos presos al suicidio, sin que ello altere los protocolos penitenciarios
En el caso de los  presos políticos aún menos, pues hemos luchado por una sociedad mucho mejor,  por el bienestar colectivo. Una sociedad que no empujará a tantos miles  de personas a delinquir para poder sobrevivir. Las condiciones de las cárceles  crean o agravan los problemas serios de salud mental, una tortura que conduce a  muchos presos al suicidio, sin que ello altere los protocolos penitenciarios.
 
¿Qué implica ser un preso político en el Estado español?
Implica muchos años de acoso represivo previo al encarcelamiento. En prisión tenemos una vigilancia mucho mayor que el resto de reclusos y ponen más empeño en intentar doblegarnos para lograr nuestro arrepentimiento y abandono de la lucha. Normalmente implica el cumplimiento de la condena en una cárcel lejana y la limitación de la correspondencia para aumentar el aislamiento.
A los presos  políticos comunistas no nos permiten estar juntos. Esto último no solía suceder  ni en el zarismo ni en el apartheid sudafricano u otros regímenes opresivos.  Cosa que dice mucho de este régimen al que hasta el nada ejemplar Consejo de  Europa ha llamado la atención por los sistemáticos malos tratos en sus  prisiones. Los presos políticos, a no ser que uno colabore con los represores o  la presión solidaria conquiste la liberación, cumplimos íntegras las condenas  al no aceptar su programa de tratamiento, que busca someternos. A diferencia del  resto de presos, no tenemos beneficios penitenciarios, que reducen mucho la  condena. La atención médica en prisión es escasa y en casos de algunos presos  políticos gravemente enfermos, la desatención intencionada los ha exterminado  como hace pocos años a Isabel Aparicio del PCE(r). Parte de la condena que  cumplo es por denunciarlo. No cumplen ni su legalidad al negarse a liberar a  presos ancianos gravemente enfermos.
En prisión tenemos una vigilancia mucho mayor que el resto de reclusos y ponen más empeño en intentar doblegarnos para lograr nuestro arrepentimiento y abandono de la lucha
Por esto y tanto más no exageramos cuando los calificamos como centros de exterminio. Las provocaciones y las agresiones de carceleros o el régimen de aislamiento son otras de las canalladas que han empleado contra presos políticos. Conmigo, al ser un caso muy mediático, han tenido que cortarse un poco más, pero me tuvieron los cinco primeros meses en aislamiento encubierto sin respetar ni las horas de patio que me corresponden. Seguiría así si no hubiera sido por la solidaridad de fuera y mi lucha aquí.
FOTO Perímetro de vigilancia desde el interior del Centro Penitenciario de Ponent (Lleida) / Ana Rojas
Un año después de ser encarcelado, ¿crees que ha cambiado  algo en ti? ¿Qué reflexiones han pasado por tu cabeza estos meses?
Esta experiencia  supone un antes y un después para cualquier persona. O te destruye o te  fortalece. En mi caso tuve muy claro que de algo muy jodido iba a sacar cosas  positivas para que no ganen. Así que he cambiado a mejor porque estoy  aprovechando el tiempo y me he reafirmado aún más. Ver aún más injusticias y  sufrirlas en mis carnes me empuja a seguir aportando a la causa tan justa que  pondrá fin a este sistema inhumano, putrefacto y criminal. Me ha alegrado  volver a comprobar la fuerza colosal que da la conciencia. Si me arrepintiera  de lo que he hecho estaría condenando a otros.
Aprendí de muchos  presos políticos que está es otra trinchera desde la que se puede luchar y  animar a otros a que luchen. La cárcel no es el fin de un revolucionario, como  pretenden vender claudicadores para justificar arrodillarse ante la represión.  Uno aquí tiene mucho más tiempo para leer y reflexionar con calma y  perspectiva, cosa que sirve para hacer balance, que también ayuda a mejorar. He  reflexionado mucho sobre todo y la conclusión sigue siendo que quiero luchar  siempre.
Hace poco habéis estado casi un mes en estado de  aislamiento con los protocolos covid en la cárcel, ¿cómo crees que te ha afectado a ti y a otros presos?  ¿Qué crees que simbolizan este tipo de medidas?
Es muy agobiante  pasar tantos días en una celda minúscula sin poder salir al patio ni diez  minutos. Muchos presos tuvieron fuertes ataques de ansiedad que fueron  contestados con amenazas de prohibición de tomar un poco el aire, como  reclamaban, y más medicación. Escuché los gritos desesperados de mi vecino de  celda que decía sentir un dolor muy fuerte en el pecho. Intervine para que lo  visitara un médico y que lo sacaran al patio. No hubo ninguna de las dos cosas.  Los carceleros me dieron la razón pero se exculparon diciendo cumplir “órdenes  médicas”.
Hay muchos presos  con graves problemas de adicción y salud mental para quienes este confinamiento  fue mucho más duro. Apenas nos dejaban llamar, faltaba información y no  podremos recuperar todas las visitas que perdimos. Que nos tuvieran así incluso  a los negativos dice mucho de sus intenciones. Que hayan expulsado del módulo y  atrasado los permisos a varios que tuvieron encontronazos con los carceleros  también. Como decía antes y como también sucede en la calle: aprovechan  cualquier pretexto para quitarnos aún más y profundizar en la sumisión. En este  módulo hay dos patios y un conato de jardín, al que no nos dejan ir. Nos  podrían haber sacado con distancia y por turnos a tomar el aire. Pero ni eso.  Como gritaba un preso: “¡Nos tratan peor que a muchos animales!”. Este  protocolo fue aprobado por el Govern catalán, que encima se llena la boca  hablando de preocupación por la salud mental y por la población reclusa.
Tras entrar en prisión has vuelto a ser condenado, ¿cómo  ves los próximos años?
He vuelto a ser  condenado a casi tres años más de prisión por denunciar en mis redes un  juicio-farsa para encubrir la brutalidad policial. Difundí fotografías del  falso testigo que llevó la Guardia Urbana de Lleida, en la que aparecía posando  con armas de fuego llamando a la violencia fascista. Fotos que él mismo habría  hecho publicar en sus redes. Pero aquí el delito es denunciarlo. Con este  terror represivo pretenden que no se denuncien sus montajes mafiosos y la  impunidad de la brutalidad policial. Pero con esta condena lograrán lo  contrario.
Para colmo, el falso testigo vino a agredirme a mi domicilio y días después apuntó con una pistola a dos compañeros. Resulta evidente quiénes facilitaron mi dirección y quiénes, siendo colaborador policial, le dieron permiso para amenazar con la pistola. La rabia y la impotencia que siente uno ante semejantes condenas es difícil de describir. Pero aprovecharé estos años para que la represión se torne contra quienes la ejercen. Si lo que pretenden con este ensañamiento es que haya menos lucha, haré lo que esté en mis manos para que haya más. Su clara operación de Estado para sumarme años no va a doblegarme, todo lo contrario. Que disfruten con mi secuestro, porque desde luego el mensaje que tanto temen se expande más y no pueden encerrarlo.
¿Crees que las visitas de los políticos tras tu ingreso  acabaron demasiado pronto?
Aún me visita de  vez en cuando algún político de la CUP, con quienes, pese a las numerosas  diferencias que tengo…, por ejemplo me parece intolerable que sostengan al  Govern. Bueno, hay más cercanía en varias cuestiones que con los otros que me  han visitado, como los de Esquerra Republicana y Junts.
Evidentemente, a todos les he dicho lo que pienso y reprochado cosas cuando han venido. Pero precisamente para poder denunciar que Esquerra y Junts no están haciendo nada contra la represión más que colaborar con esta, tenía que recibirlos para pedir determinadas cosas. En cuanto a mi encarcelamiento, no fueron ni para evitar el aislamiento encubierto en el que me tuvieron cinco meses, controlando ellos las cárceles catalanas. También me impiden grabar canciones aquí cuando a otros presos se lo facilitan. ¡Ni siquiera me han dejado grabar canciones sin contenido reivindicativo! Esta es su “ayuda”. Dejaron de venir porque no iba a permitir que se blanquearan a mi costa actuando así y porque les decía que no les quería escuchar.
Ahora tampoco me dejan participar en algunas actividades, como es la música. Ni siquiera para hacer canciones personales para mi entorno
¿A qué te refieres cuando dices aislamiento encubierto?
Cuando entré en  prisión me tuvieron meses en el módulo de ingresos. No querían aceptar que  tuviera una celda individual. El trato hacia mí ha sido siempre diferente al de  otros presos. Al principio no me dejaban meter libros y tenía dificultades para  acceder a la biblioteca. Tenía seis horas de patio que tampoco se respetaban,  ni siquiera podía hacer deporte. Ahora tampoco me dejan participar en algunas  actividades, como es la música. Ni siquiera para hacer canciones personales  para mi entorno. Cuando vino Laura Borrás y demás gente…, para mí todo eso fue  lo contrario a una ayuda. Me perjudicaron aquí dentro, porque el aislamiento  encubierto se endureció aún más.
En tu día a día dentro ¿cómo describirías el trato del  personal del centro a los internos? ¿Qué es lo que pasa al otro lado de los  muros?
Los carceleros son  el brazo ejecutor de sentencias muy injustas y crueles, además de la imposición  de condiciones lamentables en las prisiones. No seré yo quien les quite la  culpabilidad como parte de una estructura inhumana, pero dicho esto, no todos  actúan igual. Los hay que son conscientes de que no es correcto. A mí algunos  me han dicho que no debería estar encarcelado. Me sorprendió especialmente uno  que me dijo: “No pienso como tú, pero tu coherencia es admirable”. No todos añaden  un maltrato extra al maltrato que ya supone estar retenido a la fuerza en un  lugar así.
Hay [funcionarios] que son conscientes de que no es correcto. A mí algunos me han dicho que no debería estar encarcelado. Me sorprendió especialmente uno que me dijo: “No pienso como tú, pero tu coherencia es admirable”
Algunos se metieron  aquí sin malas intenciones y han comprobado que estas cárceles son un negocio  mafioso de empresas como el CIRE [siglas de Centre d'Iniciatives per a la  Reinserció] e inútiles para mejorar a las personas. En algunos se percibe la  maldad y en otros no. Estos últimos, dentro de la inhumanidad de la cárcel, nos  tratan como personas. Pero, como digo en un poema: todos nos cierran igual la  celda. Lo que sucede tras los muros se oculta y encima se vende que existen  condiciones mucho mejores. No vendrán sus cámaras a grabarlo todo y a dar voz a  los presos, que entre otras cosas temen las consecuencias de quejarse. Se  ocultan la sobreexplotación de los presos que trabajan, las instalaciones  obsoletas en cárceles viejas como esta, la repugnante comida, los elevadísimos  precios del economato, las plagas de cucarachas, chinches y ratas…
Quien he visto  que manipula, chantajea y jode más a los presos es la Junta de Tratamiento,  formado por psicólogos, juristas y educadores. Su falta de empatía y frialdad  para someter al preso son tremendas. La mayoría de presos, al menos aquí, hablan  peor de estos que de los carceleros. ¡Hay muchos presos que les pueden dar  lecciones!
No están en  condiciones de educar a nadie y menos a un preso político. Yo no tengo trato  con estos porque rechacé su programa de tratamiento que planteaba un lavado de cerebro  fascista. Este es el trato del Govern a los presos políticos. Recientemente  expulsaron a una psiquiatra que tenía mucha más sensibilidad con los presos y  se oponía a muchas de las condiciones. Detrás hay otros motivos ideológicos  porque abiertamente expresaba su independentismo, antifascismo y oposición a la  represión. Aquí trabajan muchos fascistas y por todo esto les era incómoda.
Un aspecto muy sorprendente de tu detención es que  excedió el motivo concreto por el cual te detuvieron. Lo que en un principio  era “falta de libertad de expresión”, durante las movilizaciones se convirtió  en un rechazo a los desahucios, a la pobreza cada vez mayor y en general. Pasó  de algo concreto y parcial a algo general y global. ¿Por qué crees que sucedió  eso?
Sucedió por varios  factores. Es evidente el hartazgo popular ante la negación de derechos y  libertades fundamentales. El grave empeoramiento de las condiciones de vida  estaba muy presente. Muchísima gente también percibió que era un ataque a sus  libertades, que encima de negar vidas dignas, quieren impedir la libertad de  expresión para señalar a los culpables y apoyar a los luchadores del pueblo y  para el pueblo.
Por otra parte,  tuvo un papel muy importante el trabajo de organizaciones que daban esa visión más  amplia. En esos momentos y antes, porque lo sembrado acaba dando sus frutos.  También ayudó que precisamente uno de los principales motivos de mi  encarcelamiento fue denunciar todas esas lacras del capitalismo sin limitarme a  una denuncia parcial. Por tanto, muchas personas identificaban mi  encarcelamiento con el rechazo a todo un régimen enemigo de los intereses de la  mayoría.
Las numerosas manifestaciones, en algunos casos muy masivas y combativas, tuvieron bastante presente la reivindicación de la amnistía total. Cada día se concibe más la importancia de la lucha por la libertad de todos los presos políticos, que va ligada a la del resto de libertades y contra sus leyes represivas. Esa respuesta supuso un salto cualitativo y por ello intentaron frenarla con terror policial, campañas de intoxicación contra los manifestantes y contra mí, y con más falsas promesas de Unidas Podemos. Sin olvidar el encarcelamiento de manifestantes o los disparos de bolas de goma y foam que mutilaron el ojo a una manifestante mientras sus medios mercenarios lo justificaban con un “no haber ido a la manifestación”, que resume lo que son.
Viví aquellos días con rabia y dolor por tanta represión, brutalidad y linchamiento mediático con mentiras de todo tipo
Viví aquellos días  con rabia y dolor por tanta represión, brutalidad y linchamiento mediático con  mentiras de todo tipo. Una en la que insistieron mucho con el fin de  desmovilizar y desviar el tema fue que me encarcelaron por otras causas,  cuando me encarcelaron exclusivamente por mi música y mis tuits denunciando  hechos probados. Pero también lo viví con orgullo, emoción y alegría, porque no  me exilié para que la respuesta fuera más provechosa. Pero, como decía antes,  evidentemente no solo yo lo hice posible. Así que sentí orgullo por todos los  militantes que día a día hacen avanzar el movimiento y por quienes desafiaban al  terrorismo policial saliendo a las calles o practicando la autodefensa.
Todo ese proceso  sirvió para desenmascarar más el régimen y restarle apoyo popular. Si no fue  aún más potente es porque faltaba más organización. En el caso de Catalunya,  donde se prolongaron más en el tiempo, fueron más masivas y contundentes,  además de los factores comentados intervino la cuestión nacional. Las recientes  experiencias de luchas nacionales con la represión del Estado aun añadían más  rabia y rechazo al régimen.
Desde aquí dentro, ¿qué les dirías a esos jóvenes en las  manifestaciones o a aquellos que están empezando ahora a interesarse en  participar en movimientos políticos?
La falta de  oportunidades se ceba especialmente con los jóvenes de la clase obrera y los  sectores populares. La mitad están en paro, los sueldos de miseria con  lamentables condiciones laborales hacen imposible una vida digna con los  precios de las necesidades básicas como la vivienda por las nubes y las cifras  de suicidios juveniles baten récords espeluznantes. Ante este panorama, los  capitalistas tratan de alejarlos del camino de la revolución con drogas,  incultura individualista y todo tipo de distracciones con las que inyectan  ideología burguesa a todas horas. Pero no logran sedarlos a todos y por ello  recurren al terror represivo.
Así que les diría  que es normal tener miedo, todos lo tenemos, pero podemos vencerlo con la  conciencia de saber que vale la pena luchar por la dignidad colectiva, que es  la nuestra. Que no se dejen inmovilizan por el derrotismo que difunde el  sistema. ¡Reinos e imperios más grandes cayeron! Que podemos adelantar mucho su  derrumbe si nos organizamos para luchar y organizar a otros. Que hay que  aprovechar el creciente hartazgo para elevar la conciencia, debilitar al  régimen y mostrar la necesidad de tumbarlo conquistando una república popular  en la que al tomar el poder tengamos garantizados todos los derechos y  libertades. Que hay quienes creen que sin luchar se evitan problemas pero nada  más lejos de la realidad. Es la falta de lucha la que permite que se lucren  imponiendo todo tipo de problemas. Si otros lucharon en condiciones más duras y  vencieron, ¿cómo vamos a rendirnos?
Desde luego es  fundamental organizarse al margen de los partidos y sindicatos domesticados.  Necesitamos organización independiente, es decir, que no dependa del régimen y  sus tentáculos. Organización revolucionaria que oponga resistencia y escape a  su control. Desde el espontaneísmo, sin organización seria, es imposible  enfrentarse a un opresor bien organizado a todos los niveles. Necesitamos  unidad popular en torno al programa de mínimos que defienda las necesidades  materiales más inmediatas, la salida de la UE y de la OTAN, el derecho a la  autodeterminación, las libertades políticas y sindicales, la amnistía total…
También no caer en  el manido legalismo que frena tantas luchas, pues precisamente su legalidad  ilegítima que nace del golpe fascista de 1939 está diseñada para frenar los  cambios profundos desde esta. Ante semejante falta de libertades y nivel de  represión, es fundamental construir un fuerte movimiento antirrepresivo. Como  comunista, creo en el papel del Partido Comunista como vanguardia, en este caso  el PCE(r), ilegalizado por luchar consecuentemente.
¿Crees que faltan referentes en las movilizaciones  sociales a la hora de conformar un movimiento cohesionado en las calles?
Creo que ya existen  numerosos referentes de lucha en las cárceles y fuera, pero siempre faltan más  y que se conozcan más. Es lo que el Estado trata de evitar a toda costa.  Actualmente en los frentes no abundan los elevados niveles de compromiso, con  honrosísimas excepciones. Por el contrario, con estas condiciones objetivas las  calles no estarían tan apagadas. Es necesario tener referentes, pero para  aprender y llevarlo a la práctica, no para idolatrarlos desde el idealismo y la  parálisis. Como decía un poema de Bertolt Brecht: todos podemos ser referentes  si asumimos la responsabilidad, estamos llamados a serlo. Cada uno tiene que  tener muy claro lo que puede aportar a la lucha.
¿Hay algún mensaje que quieras transmitir, sobre el tema  que sea?
Creo muy importante  denunciar el papel del Estado en la OTAN y más ahora con el creciente acoso  imperialista a Rusia, o la cumbre de la OTAN que se celebrará en Madrid este  verano. La posición de Unidas Podemos, como en tanto más, está siendo de  complicidad, cuando no de apoyo criminal. Para desarrollar potentes luchas  también urge restar influencia a estos farsantes estafadores que son una pata  imprescindible del régimen.
Han aumentado la miseria, los precios, la sobreexplotación y la represión, pero genera menos rechazo que PP y Vox. De ahí que la oligarquía esté tan tranquila con ellos y la patronal aplauda el timo de la reforma laboral que prometieron derogar. Como la Ley Mordaza, que ampliaron con la Ley Mordaza Digital. La lista de promesas incumplidas y servicios a los monopolios es muy extensa, pero encima hablan como si hubieran mejorado notablemente nuestras vidas. Nadie ha hecho tanto daño a la movilización como la falsa izquierda que además hacer crecer a los Vox de turno por sus nefastas políticas que les ponen en bandeja para manipular. Es enormemente dañino cómo manchan el nombre de la izquierda. Sin ir más lejos, si estuviera encarcelado con PP y Vox, muchos que hoy no se escandalizan lo calificarían de fascismo y llamarían a actuar. Así con tanto más.
 
Un estruendo repentino interrumpe la conversación. “Se acabó el tiempo”, dice. Las luces de los locutorios se apagan. Nos despedimos rápidamente y veo como marcha al patio interior que dirige a las celdas de su módulo. Otros presos hacen lo mismo, aunque se quedan entre medias para poder seguir comunicándose con sus familias, que vuelven a casa con bolsas de pertenencias. Uno de ellos le dice a la familia de otro que dentro ambos se cuidan. Nos piden que nos marchemos. No sin antes esperar otro buen rato delante de las restrictivas líneas rojas.
Anochece sobre la cárcel de Ponent y se abre la puerta corredera que separa la libertad de un recinto donde las cosas suceden a otro ritmo, en otro espacio. Cosas que en la mayoría de ocasiones nunca sabremos ni podremos contar. Pero hoy sí.
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