Huelga feminista
Manifiesto de las Amazonas
No te inclinarás ante nadie, sólo ante nosotras, que somos tú. Te harás a imagen y semejanza de lo que hay a tu altura, por encima de los parásitos de la tierra. Honrarás la microfísica del poder, esa por la cual sobrevives sin suplicar.

Nosotras, tus Amazonas, que te sacamos del mundo de los somníferos y los antidepresivos, de tierra de servidumbre y esclavitud, te invitamos a la batalla de este nuevo siglo, junto con las bestias y las anti-civilizadas, junto a las desterradas, las feminazis y las bárbaras.
Nosotras, que creamos nuevas diosas por cada derrota, nuevas armas por cada hoguera en la que ardemos, te llamamos a este combate milenario.
A partir de este 8 de marzo, cíclico y eterno:
Te harás a imagen y semejanza de lo que hay a tu altura, por encima de los parásitos de la tierra y más allá del infierno de los hombres, que no es sino una mala copia de la realidad de las mujeres.
No te inclinarás ante nadie, sólo ante nosotras, que somos tú.
Te honrarás como nos honras, porque somos tus protectoras, sin pasado y sin futuro, con un gran presente desbordado e infinito.
Nos honrarás, porque aprendimos a atacar mejor de lo que nos atacaron, porque nuestro legado es una desvergüenza, porque no hay una ni dos ni tres generaciones, sino un retorno rabioso y endogámico del odio hacia las mujeres.
Honraras durante todos y cada uno de los crepúsculos la pérdida del buen camino, del buen comportamiento y del bien moral,
porque el bien es banal, mucho más que el mal,
y olvidarás la moral aprendida, porque nunca fue tuya.
Honrarás la microfísica del poder, esa por la cual sobrevives sin suplicar.
Nos honraras como te honras a ti misma, porque hacemos banquetes inmemoriales a las que nos aman y perseveran, a las que cantan y alaban nuestra cólera por sobre la de Aquiles, década tras década, siglo tras siglo.
Porque creamos historia sin recursos y nuestras referencias no están subvencionadas por el estado ni la bonachona comunidad, perpetuadora de nuestras torturas; porque no tenemos comunidad internacional ni país donde escapar, tomarás el nombre de Feminista para defender allí donde estés, la dignidad de las mujeres, de las vidas periféricas y los cuerpos marchitados, excluidos, mutilados y despreciados.
Te posicionarás siempre con las más débiles y las más fuertes, pues no hay mayor fortaleza que la sensibilidad.
Guiarás a las que no se saben esclavas y afirmarás a las que se sueñan emancipadas.
Hundirás en la desdicha a las sabandijas de las rentas, de nuestro sudor y nuestro cariño.
Quemarás los circuitos normativos de la comodidad, financiada por los defensores de la convención y la normalidad.
No dejarás prisioneros, sólo campos de campanillas ensangrentadas.
No darás por inocente al que robe, con o sin alevosía, de las manos que producen la humanidad, a las productoras del sujeto dependiente y la colectividad.
No confiarás en quienes no reconozcan sus privilegios.
Quien te despoje de tu cuerpo y te robe la mirada, el agua y la alimentación,
será desterrado de nuestra historia.
Quien te recomiende no luchar, le será mutilado el discurso, no podrá significar, no podrá crear, no podrá pensar.
Quien sustente a especie ajena, sean curas, banqueros o gerentes diarios de la misoginia, será marcado con la sangre de nuestros periodos lunares (escóndete Apolo, porque vamos a por ti, dios del sol y el orden patriarcal).
Acuérdate de que el sábado es para intoxicarte, para insultar y bailar desnuda ante tus enemigas, a las que también alimentaras.
Tres días pensarás, tres noches hablarás y el cuarto mediodía te dedicarás a dar placer a aquellas que te cuidan y respetan.
El resto será guerra y estrategia.
Mas el octavo día es el reposo de la guerrera, de las madres y las putas, ese día nuestras diosas raptarán a los cuñados y los convertirán en bonobos sin pelo ni placer. Tal y como hicieron con nosotras.
Porque en ocho horas hicieron las Amazonas los mares y las lunas, la tierra, los bosques, la escoba y la lejía.
Reposarás esa octava luna, que es la décima ronda y al despertar, cual herejes, libres y excesivas, prohibirás la explotación, diseñada en franjas de esclavitud, sacrificarás a los señores más pesados y reservarás el cielo para los maltratadores, sin calor, sin oxígeno y sin gravedad.
Codiciarás, para luego quemar, el dinero de las elites, codiciarás sus maridos, sus esposas y sus descendientes, sus criados, sus culos y todo lo que quieras codiciar. Codiciarás, para luego calcinar, su cocina eco-biológica, sus cuentas corrientes, sus finanzas, su poder económico y su constitución, sus axiomas, sus dividendos, sus iphones, su historia y todo lo que te usurparon nada más nacer, cuando te obligaron a ser mujer.
Deshonrarás a quienes te fuercen, amen y ordenen al mismo tiempo.
Deshonrarás a quienes te dan bienestar por su propia salvación y a quienes te retienen porque no se soportan.
Deshonrarás a quienes no aprendieron a amar.
Deshonraras a quienes no aprendieron a odiar.
Deshonraras a quienes llenaron su vacío existencial con mascotas y descendencia.
Deshonrarás a quienes no reconocen su estupidez, pero mandan.
Deshonrarás a quienes no quieran identificar la guerra ni la fragilidad, a quienes niegan que la constancia es victoria y la resistencia una forma amar,
y de morir.
Darás siempre falso testimonio ante los que son más poderosos que tú.
Y para que tu vida florezca en Urua, territorio de las Amazonas, lejos de la tierra quemada, lejos de los mansos, los gallos, los perros y los buitres:
Matarás, siempre, de forma eficaz.
No cometerás matrimonio.
No te humillarás.
Y nunca te resignarás.
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