Pobreza
La gestión neoliberal de la pobreza

La instauración de la caridad privada, con vocación social y aceptada como un valor innato de la gente, está contribuyendo al apuntalamiento discursivo del final del Estado social y democrático de derecho.

Paco Roda
21 ago 2018 06:32

La “marca” España tiene su contraportada. Una lista negra de números rojos. Son los números más vergonzantes que un Estado que alardea de social pueda presentar. Quizás por eso se obvian, se maquillan, se ignoran o incluso se banalizan. Pero están ahí. Son los números de la pobreza, la exclusión, el paro, la tasa de protección por desempleo, la pobreza infantil o la calidad de sus Servicios Sociales. Estos números bailan al compás de una crisis que se iniciara en 2008 y cuyo final algunos certifican, mientras otros, los muchos, continúan padeciendo. Y son esos números los que desafían los discursos hegemónicos de la clase política gobernante y el establishment mediático.

En España malviven 10,2 millones de personas con una renta por debajo del umbral de la pobreza. Eso representa una tasa de pobreza del 22,3%. Solo Rumania y Bulgaria son más pobres. Por eso España padece una epidemia de paro que llega al 18,9%. Casi tres millones de personas en este reino viven con 11,4 euros al día. Como en Angola y Bielorrusia. Más del 60% de la población española tiene dificultades para llegar a fin de mes y solo el 54% de quienes se apuntan al paro perciben algún tipo de ingreso por desempleo.

La renta del empleo en España empeora, es decir se trabaja más desde el 2012, de hecho, los beneficios empresariales se han disparado desde entonces hasta el 200,7%, pero el coste salarial apenas ha aumentado un 0,6%. Y las mujeres se llevan la peor parte ya que suponen el 58% de las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Y es que siete de cada diez personas que reciben los salarios más bajos son mujeres. Ellas cobran hasta un 14% menos que los hombres. Y también la juventud que logra acceder a un empleo comprueba como su sueldo anual es un 33% inferior respecto al de 2008.

Estos datos, por si solos, no dicen nada. Se han banalizado. Pero son arte y parte de una estrategia, de una gobernanza y de una política austericida iniciada en 2008 que se activó como consecuencia de una crisis mundial autogenerada con la intención de inaugurar una nueva manera de gobernar y gestionar el mundo.

El discurso neoliberal de la pobreza

Ser pobre hoy tiene un alto precio personal que se paga muy caro en el mercado del estigma asignado. Ser precario o precaria, trabajadora pobre o excluido del circuito del consumo y la normalización social, no es solo una situación vivida y padecida, es también una realidad interpretada y etiquetada por el poder que se encarga de diseñar dispositivos ideológicos y argumentales para hacer digerible y amable el discurso en torno a la pobreza y la exclusión.

Y es que no solo la crisis ha cambiado o remodulado el discurso sobre la pobreza, el desempleo, la precariedad o la exclusión social. No solo han cambiado sus ecos y sus resonancias sociales. También el discurso político y económico, que justifica la crisis y la reproduce, ha creado un nuevo sujeto social perfectamente adaptado a esta nueva situación. Un sujeto que, además de padecer una grave crisis de individualidad, ahora se autoinculpa de su situación personal y social. Ahora este sujeto tiene una noción de sí mismo y de su experiencia vital moralmente reprochable. Obsérvese al desempleado o el cliente de los servicios sociales que acude a éstos para solicitar un subsidio o prestación económica. No solo evidencia una situación de precariedad o exclusión social, consecuencia de una estructura social desigual que raramente es observada o identificada por los profesionales que le atienden, incorpora además un juicio moral sobre sí mismo y así es evaluado.

La crisis económica ha agudizado la individualización de las conductas hasta el paroxismo, pero no como un profiláctico ante la misma al estilo del sálvese quien pueda, que también, sino como herramienta del poder. Y esto tiene que ver con el concepto denominado “gobierno de las voluntades” que vendría a ser algo así como las prácticas y los discursos centrados en el control de las conductas y los pensamientos de la gente con el objeto de conseguir que la propia ocupación y la propia manera de estar en el mundo y enfrentar la realidad, por dura que sea, refuerce el control del Estado, exculpe a éste de toda responsabilidad y justifique la inviabilidad natural de alterar el orden de las cosas. Y es que como bien recuerda Mark Fisher, la narrativa terapéutica de la autorresponsabilidad heroica es el ultimo recurso personal en un mundo que en el que las instituciones ya no garantizan seguridad alguna.

Políticas sociales y neoliberalismo: de la protección al castigo

Dos grandes teóricos europeos nos ayudan a interpretar estas derivas, a encontrarle sentido a esta nueva gobernanza y autogobernanza ante la adversidad. Por un lado, Loïc Wacquant con su obra Castigar a los pobres incide en un nuevo gobierno de inseguridad social encaminado a modificar los desajustes sociales provocados por la desregularización de la crisis económica y la reconversión del bienestar. Por otro lado, Maurizio Lazzarato en su obra La fabrica del hombre endeudado, reclama que “la deuda sirve para disciplinar a las personas, pues no se trata sólo de un problema contable, sino que tiene una dimensión más profunda, en la que convergen elementos morales, políticos y estratégicos”.

Y es que el neoliberalismo no es solo una ideología aséptica o un sistema segregatorio de acumulación del capital; es más. Es una herramienta de dominación y de autodominación personal y social. Porque el actual capitalismo es una picadora de carne que no sería nada sin nuestra activa colaboración. Y para ello se han articulado estrategias que transversalizan todos los sistemas sociales, económicos, culturales o políticos. Nos detendremos en los sistemas de protección social. Y es que desde hace tiempo las políticas públicas patologizan e individualizan aquellas biografías, itinerarios o sucesos que escapan a los procesos de normativización y normalización social. El sistema de salud o el sistema de los servicios sociales victimizan los procesos personales haciendo creer al sujeto que él es el culpable de su situación. Reconversiones, paro de larga intensidad, precariedad laboral, exclusión social, pobreza endémica, divorcios, estrés, ansiedad, se envuelven en nuevas categorías gnoseológicas que explican los nuevos problemas sociales, problemas por otra parte absolutamente despolitizados en su origen, análisis y significado.

Por ejemplo, los Servicios Sociales han inventado herramientas de normativización social como la Búsqueda Activa de Empleo, los acuerdos de incorporación, el itinerario de inserción y otras lindezas técnico-burocráticas, descontextualizadas de la realidad social en las que los sujetos patologizados, victimizados y desautorizados se ven obligados a desprenderse de su protagonismo histórico. Ya no interesan las causas que han generado esas biografías de la pobreza, el abandono o la desesperación, como si los sujetos hubiesen elegido su propia miseria. Nada se opina sobre las condiciones y relaciones laborales, sociales, familiares, patriarcales, sexistas o de dominación. Nada sobre la inseguridad, las infraviviendas, los salarios parciales, los talleres ilegales y las múltiples formas de explotación invisible. Nada. Como si solo nos interesara asistencializar a quienes van a la deriva, a quienes no asimilan su naufragio voluntario.

Gestión de la pobreza: la redención del pobre

Mientras la clase corrupta sale inmune de sus tropelías, los pobres se ven obligados a sentarse a diario ante el tribunal del Santo Estigma. Y no es una exageración. Una especie de culpabilización colectiva les obliga a rendir cuentas por su propia pobreza. A ser investigados por cobrar —los que cobran— por percibir las ayudas que reciben: paro, subsidios de todo tipo y rentas garantizadas o rentas de inserción. A decir donde están, donde viven, con quien, donde están empadronados, si viajan o no, si salen del país o no, si se casan, se juntan o si les toca la lotería. En definitiva, un control de la propia subjetividad que ya anunciara Foucault el siglo pasado. Y es que la pobreza también tiene su propia gestión neoliberal. Una gestión que recorre de forma transversal casi todos los dispositivos de los sistemas de protección social, especialmente los sistemas de Empleo y Servicios Sociales.

Porque es aquí, en la cola del paro, en la ventanilla del desempleo o en las oficinas de los Servicios Sociales y en sus dispositivos de acompañamiento, acogida, orientación y prestación de ayudas económicas donde se han implementado dinámicas neoliberales de atención y control de la ciudadanía. Control que se realiza a través de herramientas educativas, de acompañamiento o enmarcadas en las denominadas políticas de activación y la autogobernanza amparada por el falso mito de la autonomía personal o la ilusoria empleabilidad. Muchos trabajadores pobres, precarios y precarias, subsidiados y desempleadas recorren las oficinas del SEPE y cuando no reciben ayuda aquí —1,2 millones de parados no perciben ninguna prestación— acaban en los Servicios Sociales demandando Renta Garantizada. Y es que uno de los principales dispositivos de lucha contra la exclusión social son los programas de Rentas Mínimas de Inserción cuyos destinatarios son personas con ingresos por debajo del umbral de la pobreza, trabajadores y trabajadoras pobres.

Estos programas contienen dos elementos: un ingreso económico mensual que varía en función de cada comunidad autónoma y un Itinerario Personalizado de Incorporación Social, título rumboso donde los haya para denominar un contrato entre la administración pública y la persona beneficiaria donde se pactan una serie de acciones para favorecer la supuesta inserción social a cambio de la prestación recibida. Y en estas prácticas es donde las tecnologías del yo hacen su aparición en forma de herramientas de control y dinamización neoliberal basadas en la pedagogía del déficit. Y es que ahora ese sujeto intervenido es considerado huérfano de habilidades, actitudes, aptitudes o capacidades socio personales para enfrentarse a la adversidad de su existencia. Y así nos inventamos, al amparo de directrices europeas, una serie de dinámicas que intercambiamos desde los servicios de empleo y servicios sociales con la ciudadanía más precaria. Pero nada de hablar de la estructura económica que ha generado esa desigualdad y esa exclusión del empleo. De lo que se trata es de activar herramientas que autorresponsabilicen al sujeto, que asuma su propio desclasamiento interior y lo reactive a través de tecnologías redentoras.

La formación se configura, así como un mito, un estadio al que llegar. Sin formación no hay paraíso, aunque el paraíso ya no exista. Y es que en los distintos programas de activación para el empleo destinados a la población desempleada y a la población que está protocolizada y monitorizada por los Servicios Sociales, la formación actúa como motor de cambio. Y esto es lo que se vende a los pobres y desempleados como productos de salvación: cursos de formación pre laboral, de formación profesional, cursos para elaborar un currículum o cómo abordar una entrevista de trabajo, aunque sea precario, o la búsqueda activa de empleo, como si los sujetos estuvieran infantilizados para tal fin, o de habilidades sociales, personales y actitudinales. O incluso para mejorar la autoestima, cuando la autoestima no se mejora si no es con un empleo digno y una resocialización igualitaria, o de habilidades sociales, como si una no las hubiera demostrado antes para soportar esa pobreza o precariedad que padece. Y el colmo es la oferta de los cursos de inteligencia emocional entendidos como recurso reparador y redentor de nuestra situación, como si los culpables del desempleo fueran fuerzas internas que haya que gestionar emocionalmente pero no políticamente.

Sobredosis de solidaridad social que no repara el déficit de igualdad

Y es que frente al descalabro de los sistemas públicos de protección social, frente a la saña de los recortes en los principales seguros vitales que nos han proporcionado más o menos seguridad ante la adversidad, frente al acoso y derribo de lo público como estructura de protección; no pocos colectivos civiles y religiosos, oenegés, entidades privadas de solidaridad con y sin ánimo de lucro y grupos ciudadanos de variada tipología, han izado la bandera de la desigualdad y la pobreza como formas de solidaridad redencionista. Numerosas iniciativas sociales y de apoyo mutuo tratan de salvar a la gente de los desahucios, de la pobreza, del frío, del hambre, de los cortes de agua y luz, de la precariedad y de carencia de las necesidades más básicas. Prácticas todas ellas loables, de reconocida solvencia solidaria, de gran reconocimiento social, pero que sigilosamente se formalizan como desplazamientos de las formas de distribución garantistas procedentes de los sistemas públicos. Como si los sistemas públicos, invisibilizados y descapitalizados por no decir despolitizados, fueran incapaces de abordar este socavón social creado por la crisis. Y esto tiene efectos secundarios de obligada lectura.

Los medios de comunicación al servicio de la ideología neoliberal dominante están fabricando un discurso tras el cual ese tercer sector de carácter benéfico es presentado como el único actor posible para responder a las situaciones de emergencia, pobreza y precariedad generalizada. Y eso provoca, no ya una desconfianza en los sistemas públicos, ultrajados como ineficaces por la ideología ultra neoliberal, sino algo mucho peor: su retirada simbólica del imaginario colectivo como sistemas correctores de las desigualdades. De ahí a aceptar la caridad bien entendida y la beneficencia intensiva como únicas posibilidades para salir de la ciénaga vital, va solamente un paso: la aceptación merecida de la perdida de ciudadanía reconvertida ahora en un sucedáneo de ciudadanía premiada con prestaciones graciables.

Pero la cuestión de fondo es cómo esa ingente sobredosis e inflación de solidaridad horizontal entre iguales, se está convirtiendo, por acción u omisión de los sistemas públicos de protección ultrajados y descapitalizados, en la estrategia dirigida e invisibilizada de la nueva gestión neoliberal de la pobreza. Porque esta instauración de la caridad privada, la que nos sale del alma, con vocación social y aceptada como un valor innato de la gente a pie de obra y voluntarios de todo tipo y condición, está contribuyendo al apuntalamiento discursivo del final del estado social y democrático de derecho. Porque esa caridad bien entendida rompe, a sabiendas o no, con el principio de igualdad vital en democracia social. Cuesta decirlo, pero en esto también, como dice Marta Sanz, los que sin creer que forman parte del discurso dominante, cada día lo apuntalan más.

Archivado en: Pobreza
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

El Salto Radio
El Salto Radio Mirada a los barrios andaluces
A partir de la presentación por parte de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía del informe “Pobreza Sur” hablamos sobre la realidad de alguno de los barrios más castigados de Europa.
Andalucía
Derecho a la vivienda La pobreza se recrudece en los barrios de Andalucía según un informe de la APDHA
Andalucía tiene 11 de los 16 municipios y 10 de los 15 barrios más empobrecidos de todo el Estado, “vuelve a ser la comunidad autónoma con niveles más elevados de pobreza, exclusión y pobreza infantil”, sostienen desde la entidad.
Opinión
Precariedad Lanbide ejerce violencia institucional sobre las personas pobres
No creo que aventar la imagen de unas prestaciones sociales amenazadas por el fraude, algo que todas las estadísticas desmienten, sea la mejor forma de legitimarlas.
#22119
25/8/2018 3:37

Yo creo que hablar de cliente de los servicios sociales da idea de la falta de conocimiento del Sistema Publico de Servicios Sociales. Como para poder hacer una disertación seria sobre el tema...

4
7
premiere
23/8/2018 11:32

Coincido: impecable.

6
0
Juncal
22/8/2018 10:33

Impecable.

7
0
#22033
21/8/2018 20:12

Brillante analisis.
Pero tiene un antecedente: el sistema de salud mental y su inagotable materia prima: el paciente mental.
Provocado
Identificado
Neutralizado
Culpabilizado
Medicalizado
Estigmatizado
Subsidiado
Y precarizado hasta el suicidio.

Solo se le escapa un concepto al artículo: "el ejemplo negativo necesario".
El raro (en general), sobre todo si es pobre, se convierte en estandarte de lo que no hay que hacer en una sociedad para caer en esa situación de vergüenza social.

Señalar y subsidiar con un control exhaustivo al precario que produce una sociedad precarizadora, desigual, cruel y envidiosa, es picar la carne para que se alimente la mayoría de la población que está al borde del abismo. Le obliga a ser un superviviente y aceptar las peores condiciones laborales, y le incrusta un credo canibal: si no lo haces tú, otros ocuparán el puesto y te lo quitarán para siempre. Lucha contra tu igual.

Como Casado demuestra, se trata de huir hacia delante y cubrir las vergüenzas del curriculum asaltando un puesto preheminente que impida a los jueces ser estrictos con el modelo de triunfador.

Sánchez también practica la apariencia y la huida hacia la cumbre de la montaña para que se respete su vaciedad ideológica.

Pero volvamos al ciudadano que paga deudas hasta que las deudas le devoran. Si es deshauciado, tendrá que pasar el proceso de objetuación que sufre un enfermo mental que termina en un trabajo "protegido" sin sindicatos ni huelgas. Tendrá que pasar por la picota y ser exhibido en plaza pública como el loser que no se adaptó.

El mito de loser es más cruel aquí donde no se valora la experiencia de haber fracasado en varias empresas y aún así seguir confiando en el sistema para reintentar sin límite el éxito. Aquí se prefiere crear victimas ejemplarizantes, carne de Caritas.

15
2
#38536
21/8/2019 11:49

Toda la razón

0
0
Oriente Próximo
Oriente próximo La diáspora kurda ante la caída de Bashar al-Assad
Siria enfrenta el fin de un régimen que durante décadas pareció inquebrantable. Desde la diáspora, la esperanza contenida de quien ha vivido demasiadas traiciones y promesas incumplidas.
Amazonía
Caso Chevron Pablo Fajardo: “Sacrificaron la Amazonía y la vida de la gente por racismo y por la ganancia económica”
El activista y abogado Pablo Fajardo fue elegido hace casi 20 años por la Unión de Afectados por Texaco para el juicio más importante contra la petrolera Chevron. Dos décadas después sigue luchando por la justicia ambiental y social en Ecuador.
Ley de Seguridad Ciudadana
Congreso de los diputados Reforma de la Ley Mordaza: ¿esta vez sí se puede?
Una de las mayores deudas de toda la izquierda del Estado español parece que está a punto de saldarse.
La vida y ya
La vida y ya Ya no sé quién vive en el primero
El barrio se ha transformado tanto que pueden pasar semanas sin ver por la calle una sola cara conocida porque los vecinos han sido sustituidos por turistas.
Análisis
Análisis El independentismo se reorganiza, pero ¿sigue siendo independentista?
Los partidos independentistas han sufrido la crisis del procés y el posprocés, y todavía no la han resuelto, sino, a lo sumo, la han aplazado. El PSC aparece como el ganador de una carrera con corredores agotados.
Que no te cuenten películas
Comunidad El Salto Suscríbete a El Salto y llévate seis meses de regalo a Filmin
Estas navidades, haz posible que El Salto llegue más lejos con sus contenidos críticos y llévate de regalo medio año de Filmin. Y si ya tienes Filmin, suscríbete a El Salto y regala el acceso a esta plataforma a quien quieras.
Análisis
Análisis Rojava en peligro
Las intenciones de Turquía en Siria ponen en peligro no solo la Administración Democrática Autónoma del Norte y Este de Siria (AADNES) sino también la convivencia del resto de minorías presentes en el país.
Literatura
Gustavo Faverón Patriau “Quizá la novela sea ahora mismo más relevante que nunca”
El escritor peruano Gustavo Faverón Patriau quería narrar en su nueva novela la historia de un boxeador que no sabía boxear pero tumbaba a sus rivales recitándoles al oído versos de César Vallejo. ‘Minimosca’ acabó siendo un cuentacuentos inagotable.
Galicia
Memoria histórica Así fue como el Patronato de Protección a la Mujer transformó Galicia en un convento de clausura
Las mujeres que cayeron en las redes del Patronato iniciaron un periplo de encierro, humillaciones, abusos y explotación que es desconocido para la mayor parte de la población. Queda hoy en la impunidad de un silencio que tenemos el deber de romper.

Últimas

Opinión
Tribuna Todas las razones para decir ‘Altri non’
Aquí van unos cuantos motivos para juntarnos este domingo en Compostela y dejar clara nuestra postura frente a un expolio que nos están tratando de imponer disfrazado de progreso, pero que sólo trae beneficio económico a unos cuantos indeseables.
Relato
Relato Descubrirse las manos
Descubres tus manos: el palmar y el dorso, la posibilidad futura de la pinza atrapacosas, dos miembros que te vinculan al chimpancé y al lémur. Aprendes su mecanismo.
Música
Música Un coro para homenajear las luchas obreras: “La canción protesta del pasado es historia viva”
El coro de canción protesta de Madrid nació para rescatar del pasado las tonadas de la lucha obrera y ponerlas al servicio de distintos activismos en el presente.

Recomendadas

Palestina
Eyad Yousef “No cuentes lo que queremos ser, cuenta lo que nunca hemos dejado de ser: un pueblo que quiere la paz"
Eyad Yousef es profesor en la Universidad de Birzeit, Cisjordania, y comparte su experiencia en una universidad que “representa el pluralismo y la libertad que tanto anhela la sociedad palestina”
Pensamiento
Sarah Jaffe “En realidad tenemos que hacer menos. E impedir que algunas cosas sucedan”
La escritora y periodista Sarah Jaffe aborda el desengaño cotidiano al que nos aboca el mundo laboral e investiga cómo, a pesar de todo, las personas se organizan colectivamente en sus empleos para que “trabajar apeste menos”.
Ocupación israelí
Palestina Vivir en alerta: la resistencia palestina frente la ocupación israelí
La cruda realidad de las feministas palestinas que, ante la represión y las detenciones arbitrarias, continúan su lucha por la libertad, la justicia y los derechos humanos.
Madrid
Ciudades Fake Madrid, un paseo por los hitos del simulacro
Un recorrido por los grandes éxitos de la conversión de Madrid en una ciudad irreal.