Pensiones
El edén vasco de las EPSV

Los planes privados de empleo (EPSV) promueven este modelo social vasco que segrega a amplias capas populares, mientras se les arrebata la igualdad de oportunidades y se les cercena el progreso social. Esta es la apuesta de país de la que no se habla.

Jubilado

29 abr 2023 06:00

El pasado 15 de enero se conmemoró el quinto aniversario del inicio de las movilizaciones de movimiento pensionista en Euskadi y en el resto del Estado. No descubro nada si digo que, en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV), los colectivos de pensionistas que han llegado movilizados a este aniversario no tienen nada que ver con lo que fueron sus inicios, tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo. En marzo de 2018, la masiva movilización del 8M y de las pensiones públicas fue un reflejo de inconformismo social. No dejó de resultar llamativo que ambas reivindicaciones despertaran un clamor popular con masivas marchas cuya asistencia superó las mejores expectativas. La prensa recogió ese momento con testimonios gráficos y referencias como la de la policía municipal de Bilbao que cifró la asistencia a la manifestación del 17 de marzo por las pensiones públicas y dignas en 115.000 personas. La imagen de la arteria principal, la Gran Vía, aparecía colapsada de gente. Una respuesta que reflejaba un importante impulso vital residenciado en una cultura reivindicativa muy arraigada históricamente que salió a la luz cuando se tocó y se tocan fibras sensibles como las que desataron aquellas primigenias movilizaciones.

La insultante y raquítica subida del 0,25% aplicada a las prestaciones públicas se vivió como una afrenta. Hay que destacar el fuerte componente de espontaneidad ciudadana mientras se recomendaba y se aceptaba que no se impulsara la presencia de partidos políticos. En noviembre del mismo año, el periódico Gara publicaba una conversación con el coordinador de EH Bildu, Arnaldo Otegi, en la que, entre otras cuestiones, se le pidió su opinión sobre la siguiente afirmación: “Dinámicas como las de los pensionistas o el feminismo tienen aquí una fuerza que no tienen en el resto del Estado...”. Su contestación fue que “antes se planteaban en colectivo y para cambiar cosas estructurales, y creo que hoy se levantan cuando de modo individual nos sentimos afectados por ciertas situaciones. No podemos interpretarlas como oleadas transformadoras anticapitalistas por sí mismas, aunque la gente que tenga esa ambición esté allí”. Según lo leí, me pregunté, si sería cierto que, también en esto, ¿los vascos somos los mejores? Euskadi, con una extensión de 7.234 km2 y una población de 2.200.000 habitantes, resulta que ocupa puestos de cabeza, incluso en Europa, en el porcentaje de “transformadores anticapitalistas” por km2. ¿Será posible? Lo cierto es que también pensé que dada la pujanza y vigor de este movimiento con pocos meses de vida, su comentario se podía entender más como un exceso de pasión. Un tropo literario. Para cuando leí esta entrevista ya me había estrenado en las lides de perorar en las escaleras del Ayuntamiento de Bilbao, en las concentraciones de los lunes.

Incluso hubo quien se acercó para decirme que su EPSV ITZARRI era un “derecho adquirido”. Vamos, que la EPSV era el epítome de la cultura del esfuerzo. Sin comentarios. Se constataba que mencionar las EPSV era tabú

Fue unos días antes del 31 de Julio, festividad de San Ignacio de Loyola, para responder a lo que dijo el, hoy saliente, diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria, respecto a que la solución de la supuesta insostenibilidad del Sistema Público de Pensiones (SPP) de la Seguridad Social pasaba por “engrasar” fiscalmente los Planes de Pensiones de Empleo o Entidades de Previsión Social Voluntaria (EPSV en Euskadi). De manera resumida, vine a decir que ese modelo de capitalización venía actuando desde hace décadas como un poderoso disolvente de la cohesión social frente al modelo de reparto de nuestro SPP de la Seguridad Social que actuaba y actúa, como un pegamento social. A partir de ese día, a pesar de que no me he prodigado mucho, cada vez que he tenido ocasión no he dejado de recordar el carácter privatizador, segregador, clasista y excluyente que tienen las EPSV con sus beneficios fiscales. Pronto me di cuenta que generaba más incomodidad que curiosidad por saber de qué hablaba. Incluso hubo quien se acercó para decirme que su EPSV ITZARRI era un “derecho adquirido”. Vamos, que la EPSV era el epítome de la cultura del esfuerzo. Sin comentarios. Se constataba que mencionar las EPSV era tabú.

El ambiente en el movimiento pensionista se enrarecía por momentos y a mediados del año 2019 hubo quienes empezaron a hablar de “avance cualitativo” para dejar de funcionar como lo habíamos hecho hasta entonces: mediante el acuerdo y el consenso entre diferentes plataformas y asociaciones. Sin complejos ni titubeos, promovieron un “salto cuántico metavérsico” uniformizador para convertirse en un movimiento instrumental de intereses partidistas y sindicales soberanistas. La consecuencia fue el paulatino abandono de algunas plataformas y asociaciones de la coordinación dentro del Movimiento Pensionista de Bizkaia (MPB).

Pensiones
País Vasco LAB acuerda suspender su participación en las EPSV al debilitar el sistema público de pensiones
Tras 25 años participando en las Entidades de Previsión Social Voluntarias, el sindicato vasco ha decidido en un debate interno con su militancia revocar esta línea que “no sirve como herramienta colectiva”.

La huelga general del 30 de enero de 2020, convocada por ELA y LAB con el eslogan “Soberanismo para el cambio social” supuso por un lado, dar la bienvenida al recién constituido Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos (UP) en Madrid y, por otro, la constatación de que las EPSV no aparecerían en la narrativa sindical y por extensión, esta idea se fue interiorizando en el MPB como una cuestión menor.

Dos meses después, en marzo, la aparición del covid-19 supuso un lastre que condicionó en negativo las movilizaciones, cuyos efectos se perciben todavía hoy día. En octubre de ese mismo año, el Pacto de Toledo aprobó las recomendaciones para reformar las pensiones públicas. La número 16 se refiere a los sistemas complementarios y en la misma reafirmaba su apuesta por impulsar la implantación efectiva de los planes complementarios de pensiones, en especial los planes de empleo (segundo pilar de las pensiones) que negocian empresas y sindicatos. A partir de aquí, la inhibición del MPB, al menos en Bizkaia, empieza a alcanzar niveles deprimentes de sumisión a sus terminales partidistas y sindicales, lo que hace que termine entrando de hoz y coz en la “cultura de la ocultación” como un agregado más.

¿Cómo se llegó hasta aquí?

Las primeras elecciones autonómicas que se celebraron con el Estatuto de Gernika aprobado dieron un amplio triunfo al PNV en marzo de 1980. Todo estaba por construir y las competencias que se transferían servían para el asentamiento institucional. Así se empieza a desarrollar las bases legislativas del sistema de bienestar en ámbitos como la educación, sanidad, servicios sociales. La protección social se define como “el conjunto de instrumentos utilizados con el objetivo de sustituir al mercado” en áreas sensibles y vitales para la ciudadanía: salud, vejez, desempleo, etc.

El componente más importante de la protección social es el SPP. Es el modelo de protección en el que las prestaciones públicas (pensiones contributivas) son resultantes de la participación en el mercado laboral. La mayor parte del gasto social en Euskadi lo realiza la Administración Central a través de la Seguridad Social. El gasto total de pensiones en el Estado se acercó en marzo del año en curso a los 12.000 millones de euros. Esta cifra se aproxima a lo que se gasta en Euskadi en un año. La legislación básica de la Seguridad Social y el Régimen Económico son competencia exclusiva del Estado (Art. 149.1.17 de la Constitución Española). El Art. 18.2 del Estatuto de Autonomía de Gernika y su Disposición Transitoria Quinta recoge la gestión económica de la Seguridad Social, como transferencia aún pendiente de acordar entre ambos Gobiernos (central y autonómico).

Tras la transferencia de la previsión social complementaria, el Gobierno Vasco y el PNV decidieron introducir “el mercado” como institución básica en la protección social

Otro componente, en este caso de competencia exclusiva de la CAV, es la asistencia social. En la actualidad esa prestación es conocida como la Renta de Garantía de Ingresos (RGI). El pasado año se incorporó una nueva prestación no contributiva de la Seguridad Social, el Ingreso Mínimo Vital (IMV). En definitiva se busca compensar carencias, riesgos, situaciones límite, mediante subsidios monetarios. Ocupan la parte salarial baja con ingresos que no cubren lo básico. La RGI refleja una acción paliativa de supervivencia en la que aparecen como perceptores: familiar monoparentales, migrantes, mujeres, trabajadoras/es con empleo pero pobres, también pensionistas por debajo del umbral de la pobreza. Aquí los impuestos se distribuyen con justicia y equidad según la necesidad.

El último componente es el sistema previsional denominado EPSV. Tras la transferencia de la previsión social complementaria, el Gobierno Vasco y el PNV decidieron introducir “el mercado” como institución básica en la protección social. Fue toda una declaración de intenciones en la línea de impulsar el ahorro finalista para acompañar la pensión pública y hacerse con recursos para avanzar en la llamada “construcción nacional vasca”. La mano visible del PNV dando paso a la mano invisible del mercado y con ello al ánimo de lucro y al valor de cambio. Aquí, los impuestos se dedican a impulsar el modelo de capitalización (EPSV individual y de empleo) y se diseña una fiscalidad “exclusiva” con idea de transferir recursos no a segmentos sociales y económicos sin necesidades, carencias, situaciones límite, sino más bien todo lo contrario, con condiciones salariales y laborales razonablemente buenas, jornada completa, contrato indefinido, conciliable… Hablo de las tres administraciones vascas (local, foral y autonómica) y del sector privado, empresas con capacidad económica, buenas condiciones y notable presencia sindical.

Expresado el deseo de complementar la pensión pública, el PNV lo convierte en derecho tras la aprobación de la Ley de EPSV de 1983. El capitalismo no solo subroga vientres, también conciencias y voluntades. Es en estos sectores, con capacidad de ahorro, donde arraiga este modelo de capitalización que promueve la salida y la acumulación individual en clara ruptura neoliberal de nuestro modelo de reparto, solidario, de salida colectiva y sin dejar a nadie atrás. Soberanistas y no soberanistas coinciden a la hora de validar esas prácticas neoliberales que generan desigualdad y fragmentan a la clase trabajadora. Es un ejercicio elitista que refuerza tanto la lógica rentista como la del capital y la mentalidad extractiva.

No hay duda de que este modelo privatizador vasco forma parte de la agenda política y social de partidos y sindicatos. Aunque la experiencia y destreza para alimentar las relaciones clientelares la tiene acreditada y con nota alta el PNV, hay que reconocer que no es patrimonio exclusivo suyo. La flor y nata de las afiliaciones y militancias partidistas y sindicales coinciden con estos sectores “hiperprotegidos” a los que hay que cuidar como clientes preferentes, que además, votan.

En Euskadi, los impuestos se dedican a impulsar el modelo de capitalización (EPSV individual y de empleo) y se diseña una fiscalidad “exclusiva” con idea de transferir recursos hacia segmentos de trabajadores con estabilidad y buenos sueldos

Las EPSV de empleo nos llevan de una protección social pública a una protección social de mercado condenando al apartheid social a una mayoría de la población que queda fuera por carecer de capacidad de ahorro. Hemos construido una sociedad vasca rentista, neoliberal, clasista, desigual y de mercado sin que se alcen voces que impugnen esta realidad. Unas por ignorancia o desconocimiento y otras por cobardía, entendida esta como “saber lo que es justo y no hacerlo”. Todas forman parte de la cultura de la ocultación, que actúa como refugio del espacio político, sindical y cultural de la izquierda vasca soberanista y no soberanista. Esa cultura permite que se irriguen recursos públicos para privilegiar a los sectores mejor situados a costa de irrogar perjuicios a la mitad de la ciudadanía vasca. Sin dejar de apelar a la justicia social, igualdad, bien común, el interés general, ni dejar de portar pancartas con lemas como “todos los derechos para todas las personas” lo que realmente hacen es promover este genuino modelo social vasco que segrega a amplias capas populares, mientras se les arrebata la igualdad de oportunidades y se les cercena el progreso social. Esta es la apuesta de país de la que no se habla.

La Euskadi de doble velocidad en unos pocos datos

El número de pensionistas vascos que no llegan a 1.080 euros asciende a 155.000. Este es el mismo número de trabajadores públicos que hay en las tres administraciones vascas: las de las tres Diputaciones Forales más los de los 250 Ayuntamientos tienen la EPSV ELKARKIDETZA y los del Gobierno Vasco, la EPSV ITZARRI. Con los tributos de toda la ciudadanía, incluidos los de esos pensionistas que no llegan a 1.080 euros, el empleador público suscribe con los sindicatos, en el marco del convenio colectivo, una EPSV de empleo en una clara redistribución de abajo arriba con el añadido de esa fiscalidad ventajosa que permite que el trabajador partícipe de esa EPSV reduzca de su base imponible la aportación efectuada, hasta el límite establecido por la norma foral. La Hacienda vasca deja de recaudar más de 130 millones al año gracias a la exención fiscal de ese plan previsional. Históricamente, ELA, UGT y CC OO son los que manifiestan más coincidencias a la hora de validar sin fisuras las EPSV de empleo mientras que LAB ha llegado a expresar alguna reticencia. El porcentaje de delegados jerarquiza a los sindicatos mayoritarios con ELA a la cabeza con un 40,98% del total; seguido por LAB con un 19,85%; CC OO con un 18,7% y UGT con un 10,5%. ¡Qué papelón el de estos sindicatos que tras firmar y promover las EPSV les toca actuar como agentes de bolsa, pendientes de la marcha de las inversiones de sus patrocinados, cuyas rentabilidades, digámoslo una vez más, provienen de la productividad extraída a otros trabajadores con peores condiciones laborales y salariales! Ahora imaginemos que gran parte de estos trabajadores, por ejemplo, los sectores feminizados, están sindicados en alguno de estos sindicatos y seguido preguntémonos ¿qué sindicato les ha explicado su papel de desiguales en una organización con aspiraciones igualitarias y justicia social en el marco autonómico o en el de la República Vasca? ¡Ninguno! Porque ninguno está dispuesto a poner en práctica que previo el derecho a decidir, está el derecho a saber. No estamos inhabilitados para pensar, debatir y decidir. Por lo tanto, negarse a dar esa información es una manipulación grosera e indecente, impropia de una izquierda que se reclama transformadora. Esta es la apuesta de país, profundamente desigual, supuestamente compatible con la aspiración emancipatoria de un Estado vasco mononacional para unos o del actual Estado Autonómico plurinacional para otros.

¡Qué papelón el de estos sindicatos que tras firmar y promover las EPSV les toca actuar como agentes de bolsa, pendientes de la marcha de las inversiones de sus patrocinados, cuyas rentabilidades provienen de la productividad extraída a otros trabajadores!

Entre los que ningunean a estos trabajadores destaca por méritos propios ELA, que combina el supremacismo de sentirse hegemónico gracias a los 100.000 afiliados que contabiliza, con una retórica estridente y pancartera. Partidos y resto de sindicatos tienen que aguantar los vituperios y las exigencias de transparencia y rendición de cuentas con que les conmina habitualmente, mientras ellos se autoeximen de lo que reclaman a los demás. De todo lo que presume este sindicato es de lo que carece. Se ofrece como contrapoder, como referente reivindicativo, llama a la confrontación con el capital y se autoproclama vanguardia obrera mientras es el que más enfatiza y asume sin pudor esa práctica neoliberal de respaldar el modelo de capitalización frente al modelo de reparto del SPP de la Seguridad Social, a sabiendas de que refuerza la hegemonía cultural capitalista y atornilla aún más la división entre ciudadanos de primera y de segunda. Produce tristeza ver a esa dirigencia sindical refocilarse en el fango del cinismo de talla XXXL. Como decía aquel, ¡cuánto rojo con poco sonrojo y menos arrojo!

Un último dato que también tiene relevancia por el contraste que aporta lo conocimos hace unas semanas y lo recoge el informe de la Red Europea de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN) que señala que el 16% de la población vasca vive en riesgo de pobreza, que vienen a ser 355.000 personas. Según el estudio, dos de cada tres excluidos no votan. Así es como el contrato con la sociedad deja de ser social y pasa a ser mercantil, privatizando las salidas que nunca son colectivas y sí individuales. Está claro que no hay ciudadanía sin Protección Social. Lo que sí que percibo es un nutrido grupo de gente con ambición transformadora anticapitalista situada en la orilla, en silencio y expectante ante los cambios fiscales anunciados por el Gobierno Vasco y la repercusión en su EPSV, mientras observa el naufragio. El austríaco Alfred Adler (1870-1937) lo dejó dicho: “Es más fácil luchar por unos principios que vivir de acuerdo con ellos”.

Así como una colilla mal apagada incendia el bosque, una desigualdad en crecimiento, sin abordarla de forma prioritaria puede incendiar la sociedad. El alcance del desgarro social que se viene incubando en la sociedad vasca necesita del compromiso personal y colectivo para revertir esta situación antes de que se convierta en irreversible. ¿Daremos el paso?

Sobre los colectivos de pensionistas vascos

El Movimiento Pensionista Vasco se incorpora a la larga lista de movimientos sociales en el mundo. Al igual que ellos, surge del descontento y de la necesidad de revertir algo que se considera injusto. En la cuestión pensionista se concreta en la necesidad de hacer frente al afán de recortar y privatizar las pensiones públicas.

Tanto el MPB, que se concentra los lunes, como la Plataforma de Pensionistas de Barakaldo junto con la de Santurtzi que lo hacen los miércoles,coinciden en el rechazo a los recortes. Esa sintonía se ve reflejada en sus respectivas concentraciones, manifiestos... Pero aquí acaba la concomitancia por que respecto a las EPSV de empleo y tras las recientes declaraciones institucionales de extender las llamadas “preferentes” hasta el 70% de la población con una mejora sustancial y sustanciosa de la fiscalidad correspondiente, las posiciones adoptadas han sido y son diametralmente opuestas.

Las plataformas de Barakaldo y Santurtzi, integradas en la Coordinadora de Pensionistas de Bizkaia (CPB) han manifestado en estos años de movilizaciones una nítida postura contraria al fomento de las EPSV con sus beneficios fiscales como modelo de capitalización frente a nuestro modelo de reparto del SPP de la Seguridad Social. Hay tres hitos que muestran ese deambular movilizador en pos de informar sobre el efecto segregador y disolvente de la cohesión social que portan las EPSV.

1. El 22 de Septiembre de 2021, los sindicatos más representativos en términos de porcentaje de delegados (ELA, LAB, CC OO y UGT) fueron invitados a participar en una mesa redonda sobre “Pensiones Públicas vs Pensiones Privadas o EPSV”. El lugar era la Herriko Plaza de Barakaldo y cuando llegó la hora, allí estábamos más de 200 personas viendo cómo no se presentaba ninguno. Es pertinente señalar que cuando en marzo de 2022 se tuvo conocimiento de que LAB revisaba su posición con respecto a las EPSV de empleo y anunciaba su salida de los órganos de Dirección de las más importantes, en esas plazas se manifestó ilusión porque se iniciaba un camino, pero también cautela porque había que ver cómo se materializaba. Pasado el tiempo, todo apunta a que LAB lo tiene aparcado. Todo apunta a que fue más efectista que efectivo.

2. En abril de 2022, se convocó en Bilbao una manifestación contra el modelo privatizador vasco. Se invitó al MPB a participar en la misma,  pero declinó su presencia.

3. El 5 de mayo de 2022, 40 pensionistas nos concentramos frente al Parlamento Vasco (PV) para apoyar la Proposición no de Ley (PNL) que presentaba Elkarrekin Podemos, con idea de que el Pleno declarara su apoyo y compromiso con el modelo de Seguridad Social basado en un SPP de reparto y rechazara la promoción de sistemas de capitalización y su fiscalidad desde las Administraciones Vascas. En esta ocasión es Elkarrekin Podemos, quien a día de hoy parece que tiene aparcada la PNL. La cuestión electoral tiene su peso. La previsión que teníamos se vio ratificada: el rechazo de la propuesta por parte de todos los grupos parlamentarios y la nula repercusión mediática y social. ¿Habrá que suponer que el voto negativo de EH Bildu encajaba con su perfil social, con el reparto de la riqueza con equidad e incluso con su apuesta de país? En cualquier caso, desde una posición de ética política se impone salir de ese silencio vergonzante.

Así como una colilla mal apagada incendia el bosque, una desigualdad en crecimiento, sin abordarla de forma prioritaria puede incendiar la sociedad

Los compañeros de la CPB hacen un trabajo admirable y a ello ayuda el que nunca han dorado la píldora a ninguna sigla con lo que sus intervenciones han sabido distanciarse de partidos y sindicatos. Su visión es la de un movimiento social que sirva para consolidar una sociedad con capacidad crítica, integradora, con justicia social y que refuerce el principio de igualdad y de equidad. Trabajar así es hacerlo en pos de un cambio de mentalidad en la masa crítica de la sociedad.

El MPB pide derogar la Ley de Impulso y Regulación de los Planes de Pensiones de Empresa, aprobada en el Congreso en junio del año pasado y recoge firmas junto con pensionistas del resto del Estado para entregarlas en la Cámara Baja y aquí, en Euskadi, se apuntan a la ocultación de las EPSV mediante el silencio en concentraciones y escritos. Es lo que ocurre cuando se entregan a los intereses de sus referentes partidistas y sindicales y orientan sus actuaciones al empuje electoral. Acompañar en sus luchas a los sectores precarizados, feminizados, con penosas condiciones laborales y no darles información veraz sobre la forma en que son excluidas, segregadas y cómo sus tributos sirven para montar “un escudo social” dirigido a privilegiar a la clase media alta trabajadora, es profundamente perturbador.

Tengo esperanza de que entre unas y otros logremos sacarles del silencio partidista, sindical y pensionista para abrir el debate sobre el modelo de capitalización vasco de las pensiones (EPSV)

El pasado 23 de febrero, en el Pleno del Ayuntamiento de Bilbao, el portavoz del MPB expuso sus argumentos para solicitar el respaldo y la implicación institucional de la corporación a la tabla reivindicativa pensionista. Sobresale, con diferencia la respuesta que da la concejala de Elkarrekin Podemos, Ana Viñals, a lo expuesto por el portavoz. Además de la claridad expositiva, el tono y lo trabajado que tenía el asunto a tratar, está el cierre de su intervención con estas palabras: “Echamos en falta en vuestro escrito que no se haya hecho mención alguna a los planes privados de pensiones, aquí las EPSV con sus beneficios fiscales”. Lo primero que me dije cuando la oí fue: ahí, hay una concejala que subraya convicciones y desdeña ventajas. Este hecho me hace abrigar la esperanza de que entre unas y otros logremos sacarles del silencio partidista, sindical y pensionista para abrir el debate sobre el modelo de capitalización (EPSV) y su promoción con recursos públicos desde las Administraciones públicas frente al actual modelo de reparto del SPP de la Seguridad Social. 


El 28 de febrero, cinco días después, el mismo portavoz dio una charla sobre “Pensiones de hoy y del futuro” en el Centro Cívico de Rekalde, un barrio de Bilbao. En esta ocasión, sí que mencionó las privadas tal y como recoge el audio de la charla, cuando dice:  “También hemos dicho con claridad que los servicios privados de pensiones, sean individuales o colectivos, no tienen nada que ver con el interés del conjunto de los pensionistas”.

Hasta aquí un breve relato, comprobable por quien le quiera dedicar tiempo, del impacto social que supone la actitud de ponerse de perfil y no mencionar a los “tuyos” como cómplices de este modelo privatizador vasco. Esa actitud facilita que se viva con normalidad la creciente desigualdad en una sociedad vasca cada vez más injusta, en la que prima el “sálvese quien pueda”. Es un panorama desolador, sin duda.

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