Pensamiento
Noel Ceballos: “La conspiranoia está formando su propio movimiento político”

El escritor Noel Ceballos ha buceado en la historia y la cultura del pensamiento conspiranoico, aquel que se aleja tanto como puede de los consensos establecidos para desarrollar su propia visión de los acontecimientos.
Noel Ceballos - 3
Noel Ceballos, autor de 'El pensamiento conspiranoico' No CC David F. Sabadell
15 ago 2021 06:09

En El pensamiento conspiranoico (Arpa 2021) cabe todo. El terraplanismo y el negacionismo climático; el hecho de que este medio de comunicación (como tantos otros) esté controlado por George Soros y la posibilidad de que una megacorporación nos termine convirtiendo en carne para la picadora. Se trata de un minucioso trabajo de recopilación crítica de las teorías de la conspiración, esas explicaciones rocambolescas con las que, cada vez más gente, trata de explicarse a sí misma los tiempos acelerados en los que vivimos. 

Noel Ceballos (Madrid, 1985) es el autor de este libro, que llega en un momento de incertidumbres: “El presente es demasiado complejo y abrumador como para ofrecer explicaciones convincentes mientras aún lo estamos viviendo, luego sus teorías de la conspiración nos seducirán y afectarán más de lo que estamos dispuestos a admitir”, reconoce Ceballos en el libro. 

Durante mucho tiempo la paranoia auxiliaba una determinada ideología, el ejemplo más claro es el “terror rojo” durante el macarthismo en Estados Unidos. Pero, ¿se ha convertido la conspiranoia en una ideología en sí misma?
Puede que sí, pero desde luego lo que estamos viendo una y otra vez es que es una herramienta muy poderosa y muy útil para los populismos, sobre todo para los de extrema derecha. La extrema derecha actual, la llamada alt right, es inherentemente conspiranoica. De lo que se trata es de pescar votos entre gente que está descontenta y decepcionada con el sistema, la conspiranoia sirve porque lo que le dices a esa gente es que por supuesto que el sistema te ha decepcionado pero eso pasa porque está amañado, está trucado por unas élites poderosas, y a la gente como tú y como nosotros, a la gente normal, a la “España que madruga”, a la clase trabajadora nunca le va a beneficiar: porque siguen una agenda globalista, elitista y siguen lo que se llama una “agenda progre”. Por eso es una herramienta útil. Lo que ha sucedido, sobre todo a partir de la pandemia, es que hemos empezado a como eso ha dejado de estar sujeto a una ideología concreta y en 2020 y 2021 estamos viendo cómo la conspiranoia está formando su propio movimiento político, más allá de ideologías.

¿Qué define ese movimiento?
Lo que les une es esa desconfianza intrínseca a la versión oficial. Y eso es común a todos los espectros de la política, no se dirige a izquierda y derecha, sino que hay una desconfianza hacia todo lo que sea “mainstream”, hacia todo lo que sea el sistema. 

El gran truco del antisemitismo actual es que no es explícito, y que mucha gente que lo practica ni siquiera es consciente de ello

¿Cuándo pasamos de ser críticos a ser paranoicos? Un ejemplo: sabemos que el Club Bilderberg existe y se reúne para discutir sobre el mundo. ¿Cuándo estamos pasando a otorgarle demasiada influencia sobre las cosas que pasan o las decisiones que se toman?
El pensamiento crítico es útil y es necesario en la sociedad actual. Cada vez hay mayor escrutinio sobre el poder y los mecanismos de control son mayores, con lo cual cada vez vamos a descubrir más escándalos. El problema es cuando se convierte en algo patológico. La conspiranoia es un marco, con el cual ver la realidad: son unas gafas que te pones y, en el momento en el que te las pones, toda la realidad está tamizada por esa paranoia. Y una de sus bases fundamentales es que todo encaja.

Estamos en una época de cambio de paradigma, pasando de un mundo antiguo a un mundo nuevo e, históricamente, se ha demostrado que es en esas épocas en las que la conspiranoia florece con facilidad

Buscamos una explicación demasiado perfecta.
Puede haber muchos casos aislados, puede haber muchos casos de corrupción —que hay que combatir y por eso se necesita el pensamiento crítico— pero, partir de ahí y considerar que todo forma parte de una gran conspiración, y que está todo relacionado, nos hace entrar en la paranoia pura y dura. 
Una de las bases de la conspiranoia es tener una serie de datos, que todos compartimos porque son hechos reales, y de ahí saltar a las conclusiones. Es verdad que cada vez vamos a descubrir más excesos del poder pero no debemos saltar a la conclusión de que todo forma parte de una gran conspiración que rige nuestras vidas. Al menos no debemos hacerlo hasta que los hechos demuestren lo contrario (sonríe).

Las personas que nos consideramos de izquierdas tendemos a creer que los ricos hacen todo tipo de tropelías privadas. Quizá sea paranoia, pero ahí está el caso de Jeffrey Epstein.
El caso Epstein es paradigmático, sí. Muchos teóricos de la conspiración lo fueron moviendo, igual que fueron moviendo casos de extraterrestres, como cosas que nunca se han comprobado. Pero claro, esto es como tirar un montón de espaguetis contra la pared: al final hay uno que se queda. Y en este caso sí que se demostró que era cierto: Epstein murió en extrañas circunstancias en su celda. Esa idea de los ricos devorando a los pobres define bien este caso. En el libro explico que es una de las ocasiones en las que me he descubierto a mí mismo a punto de caer por la madriguera de conejo.

Ese “agujero del conejo” remite al descubrimiento de una realidad negada como las de Alicia en el País de las Maravillas y a Matrix. ¿Por qué estamos ahora más expuestos a creer que hay un más allá de la realidad que vivimos día a día?
Creo que es muy fácil hacerlo en un presente como el nuestro, de mucho vértigo. Estamos en una época de cambio de paradigma, pasando de un mundo antiguo a un mundo nuevo e, históricamente, se ha demostrado que es en esas épocas en las que la conspiranoia florece con facilidad. Si las vemos desde la ventaja del presente, si miramos épocas como la del paso del siglo XIX al siglo XX, podemos discernir qué era lo real y qué lo conspiranoico. Pero metido dentro de la vorágine es muy difícil.

Antes, los conspiranoicos eran gente que de verdad creía en esto. Ahora hay mucha ironía, mucha sátira y mucha gente que lo que único que quiere es ver el mundo arder

Dentro de esa pérdida de sentido también se da un fenómeno nuevo que es el hecho de que la conspiranoia se ha llenado también de agentes que la ejercitan de forma irónica.
Es uno de los principales inconvenientes que tuvo Qanon en sus últimos tiempos. Creo que podemos decir que Qanon, esta teoría de la conspiración que nació durante la administración Trump, está desactivada. Pocos meses antes del asalto del Capitolio el problema que tenían es que en sus foros principales, en el de Reddit y en el de 4Chan, nadie sabía exactamente quién estaba posteando como true believer o sea, quién se estaba creyendo esta teoría— y quién había entrado simplemente a trolear. Lo que hacían los trolls era mover sus propias teorías, que eran satíricas. Pero es muy difícil diferenciar esa sátira de lo que en realidad creían esos verdaderos creyentes. Es sintomático de nuestro tiempo.

¿Por qué?
Antes, los conspiranoicos eran gente que de verdad creía en esto. Ahora hay mucha ironía, mucha sátira y mucha gente que lo que único que quiere es ver el mundo arder. Gente que está haciendo pasar sus propias teorías como reales, que en realidad lo que quiere es reírse de los otros pero participando de alguna manera en la comunidad. Ese es uno de los principales problemas que tiene ahora el pensamiento conspiranoico: diferenciar entre los que están en esto porque realmente creen en ello o los que son quintacolumnistas.

Parece la llegada a la posmodernidad de un movimiento que, sostienes, nace con la modernidad: con la revolución francesa, concretamente.
Siempre ha habido complots. El poder siempre se ha servido de esas reuniones secretas para, qué sé yo, darle unas puñaladas a Julio César en las escaleras del Senado y ese tipo de cosas. Pero el pueblo llano no intervenía ahí. A partir de la Revolución Francesa, sí. Esta provocó un cambio de paradigma tan grande que muchos pensadores creyeron que era imposible, que tenía que haber una mano negra, que alguien había movido los hilos. Ahí es donde nace el pensamiento conspiranoico. Que se basa en una idea de conspiraciones a gran escala, llevadas a cabo por una élite minoritaria, que cambian el destino de los países o el destino del mundo, y que van de arriba a abajo: siempre van desde el poder al pueblo, con ese componente de manipulación de las masas. 

El nacimiento de la conspiranoia está también teñido de antisemitismo, y lo definen la xenofobia, el racismo y aporofobia.
Por alguna razón, si vemos ahora toda la conspiranoia, las teorías de la conspiración que rodean a George Soros, no son más que el antisemitismo de Los Protocolos de los Sabios de Sion con otro disfraz. Se basa en la figura de ese “otro”, un demonio, ya sea enemigo exterior o enemigo interior, porque muchas veces con el antisemitismo se confunde: el judío internacional es una identidad que viene de fuera para intentar hacer daño a nuestra nación, lo que se usa como pegamento social, pero muchas veces está integrado en nuestra sociedad. A principios del siglo XX el antisemitismo podía ser explícito, pero después del holocausto, no. Entonces se tiene que parapetar en una serie de palabras clave —una de ellas es el “globalismo”— o de talismanes. Y mucha gente que está en contra de Soros y que le achaca teorías de la conspiración muy rocambolescas, no es consciente de que lo que está haciendo es repetir una serie de estructuras que ya estaban presentes en el antisemitismo de principios del siglo XX. El gran truco del antisemitismo actual es que no es explícito, y que mucha gente que lo practica ni siquiera es consciente de ello.

La revolución francesa provocó un cambio de paradigma tan grande que muchos pensadores creyeron que era imposible, que tenía que haber una mano negra, que alguien había movido los hilos

Trump fue el primero en situar a las “fake news” como un arma de doble filo, al calificar como tales todas las informaciones que no le convienen. ¿El de “fake news” es un marco en el que podamos trabajar? ¿Cómo hacerlo sin apelar a esa idea de un periodismo “puro” que sabemos que no es acertada del todo?
No, no lo es. Antes teníamos una serie de hechos con los que todos coincidíamos, era un terreno común y había una “verdad”. En el momento en el que se acuña el término “post verdad” ya no existe ese terreno, ya no podemos coincidir en nada. Del mismo modo que nacen las noticias falsas, o la desinformación, y se dice que fueron una de las razones por las que Trump llegó a la Casa Blanca, es sencillo que el propio Trump se lo apropie y diga que los que hacen post verdad son los “supuestos medios de comunicación” mainstream. En una rueda de prensa llega a decirle a un periodista de The New York Times que ellos hacen fake news. Su presidencia ha sido netamente conspiranoica y con esto lo que hacía era apelar a sus bases. Con muchos conspiranoicos lo ves: “no te fíes de lo que te dicen estos supuestos medios de comunicación porque en realidad están al servicio de ese Nuevo Orden Mundial”. Le dan la vuelta a la tortilla para conseguir que esa narrativa juegue a su favor. Eso es algo que la conspiranoia hace muy bien. 

Si estamos alimentando esta conspiranoia a través de internet, llegará un momento en el que salte del terreno de las hipotesis a la realidad. Y las reglas son muy diferentes

El 6 de enero, con el asalto al Capitolio, tiene lugar la apoteosis de todo esto, cuando la rebelión ante las denuncias de un pucherazo electoral por parte de Trump pasa de los ordenadores a la vida real. 
A mí me recordó mucho a estas sectas findelmundialistas que escogen una fecha determinada y dicen “el mundo se va a acabar este día y nosotros nos vamos a salvar porque somos los elegidos”. Cuando llega ese día y el mundo no se acaba hay dos opciones: o asumes que los últimos años de tu vida y muchos esfuerzos los has dedicado a algo que ha sido una patraña, o redoblas los esfuerzos y dices, “bueno es que a lo mejor había un error en las escrituras” y empiezas a sostener que el mundo se acabará en dos años. Hay estudios que dicen que la mayoría de las sectas optan por la segunda opción. Porque has perdido demasiado tiempo, demasiado esfuerzo. En el caso de Qanon hay testimonios de gente que acabó alienándose de su familia y amigos porque invirtieron todo su tiempo y esfuerzo en el movimiento y, a partir de noviembre de 2020, con la teoría de que las elecciones habían sido amañadas. Ellos entraron en el Congreso para recabar pruebas, y se encontraron que estaban completamente fuera de su elemento y que no sabían por dónde empezar y, por supuesto, no encontraron prueba alguna. Muchos han sido encarcelados o están en procesos penales.

¿Es un punto de llegada, en cuanto supone que se dan de bruces con la realidad de que no van a poder cambiar los resultados electorales, o es solo el comienzo de una tendencia?
Qanon ha desaparecido pero quién sabe si se podrá reactivar en unos años cuando, por lo que parece, Trump se vuelva a presentar, o a través de las diferentes ramificaciones que puede tener el negacionismo del covid. No lo sé, pero yo creo que cada vez vamos a ver más colisiones de estas conspiranoias hipotéticas que si, simplemente permanecen en internet, en nuestras pantallas, pueden ser hipótesis incluso graciosas pero, en el momento en el que penetran en el tejido de la realidad, son muy traumáticas.

Otro caso es el de Pizzagate.
Sí. Se creó una conspiración sobre cómo el Partido Demócrata formaba parte de una red pedófila que tenía su centro en una pizzería de Washington y hubo un tío que se presentó allí con armas exigiendo que le llevarán al sótano, porque había leído en internet que en el sótano era donde tenían a los niños secuestrados. La pizzería ni siquiera tenía sótano. Llegó la policía, lo detuvo y él dijo que su intel —la información que le habían dado— estaba mal. Fue una especie de preludio de lo que luego fue la toma del Congreso. Creo que cada vez vamos a ver más episodios así. Porque, si estamos alimentando esta conspiranoia a través de internet, llegará un momento en el que salte del terreno de las hipótesis a la realidad. Y las reglas son muy distintas en una esfera y en otra.

Prefiero esos tiempos más felices y más inocentes en los que todo esto era el mundo del misterio, era divertido y no tenía ninguna consecuencia en la vida real

Has escrito que bajo el régimen franquista la conspiración funcionó como una cuestión de Estado —con la denuncia de una trama judeomasónica como un motor de pensamiento colectivo—, así que en España debemos tener ese tipo de chip instalado. Sin embargo, por más ruido que hayan hecho con los Bosé, etc, estamos viendo en las últimas fechas que, al menos en cuanto a vacunación no están prendiendo las teorías de la conspiración, y no se sigue la línea de países como Estados Unidos, Francia o Alemania donde hay mucha más población negacionista. ¿No están colando estas teorías? 
Últimamente estoy leyendo mucho sobre EE UU y... es un país fallido. Esto de la vacunación lo demuestra: en zonas como Texas, por ejemplo, hay mucha gente que no se está vacunando porque no quiere. En cambio en España nos hemos puesto a la cabeza, y eso que hace un año o poco menos de un año teníamos estas manifestaciones negacionistas en Colón. Creo que intervienen muchos factores. Interviene el hecho de que mucha gente quiere recuperar su vida y, si hay que vacunarse para ello, pues se vacunan. Y que, no lo sé, quizá todas estas teorías de la conspiración, con Miguel Bosé o Victoria Abril a la cabeza, durante un tiempo fueron divertidas pero a la hora de la verdad, a la hora de vacunarse, mucha gente las ha desechado. 

De momento, se ha quedado en las pantallas.
Sí, aun así seguimos teniendo nuestro porcentaje de negacionistas. También hay un fenómeno que es difícil de estudiar porque poca gente lo va a reconocer, que es el de los negacionistas de boquilla que se vacunan en secreto y siguen moviendo estas narrativas sobre la “plandemia”. 

Noel Ceballos - 2
Noel Ceballos, autor de 'El pensamiento conspiranoico', durante la entrevista con El Salto. No CC David F. Sabadell


Dedicas una parte del libro a explicar cómo la serie Expediente X funciona como catalizador de las teorías de la conspiración. Para el caso de España ¿ha sido el programa Cuarto Milenio el que ha hecho esa labor de crecimiento y puesta al día de este tipo de pensamiento en España?
Sí, la verdad es que sí. Cuarto Milenio lleva desde 2005 en Cuatro y, en la Ser, Milenio 3 empezó a principios de los 2000. Hay algo con Iker Jiménez y Carmen Porter —este matrimonio Warren a la española— que ha movido ese pensamiento. También, si ves su evolución en los últimos años te das cuenta de cuál ha sido la evolución de todo el mundo del misterio. A partir de cierto punto, Iker Jiménez  empezó a virar hacia un conservadurismo casi reaccionario. Eso sí, fue uno de los primeros en advertir de la pandemia como algo serio, diciendo que esto no era una simple gripe, haciendo lo que en ese momento se consideró como alarmismo. Pero, como decíamos antes, un reloj averiado da la hora dos veces al día, hizo lo mismo con la gripe A en 2009 y no se convirtió en una pandemia. Y a partir de ahí, he llegado a leer declaraciones suyas diciendo que deja el misterio, que deja todo esto porque considera que está en otro nivel.

No hay duda de que en los últimos dos años, a partir de la pandemia, ha habido una aceleración absoluta del pensamiento conspiranoico

Quizá en un nivel más político y menos de entretenimiento.
Eso es peligroso, porque muchas veces en ese programa se ha dado pábulo a bulos y a teorías pseudocientíficas, pero ahora eso está revestido de un aura de legitimidad que no sé donde va a acabar. Prefiero esos tiempos más felices y más inocentes en los que todo esto era el mundo del misterio, era divertido y no tenía ninguna consecuencia en la vida real. Ahora tiene consecuencias graves en la vida real. Hace poco Iker Jiménez tuiteó algo sobre que no entiende por qué la mayoría de los hospitalizados ahora tienen la pauta completa de vacunación y eso es entrar en terrenos muy peligrosos. Yo soy gran fan suyo y me duele ver esta deriva que ha tomado.

¿Cómo está interactuando la cultura con esta nueva condición conspiranoica que está tan generalizada?
Creo que hay un diálogo y está claro que se da un trasvase: hay ficciones conspiranoicas que, desde ese terreno de la ficción, han acabado estimulando e inspirando teorías de la conspiración reales. Y viceversa. En la última película de la saga James Bond, Spectra, se escenifica una reunión de este grupo de supervillanos como si fuera el Club Bilderberg. Está explícitamente basado en lo que nos llega que son esas reuniones. Pero al mismo tiempo las reuniones del Club Bilderberg están basadas en la Spectra del James Bond clásico de los años 60. Ese diálogo me recuerda a la ilustración de Escher de la mano que dibuja la mano. Siempre estamos dialogando entre la realidad y la ficción y al final todo se contamina y hay una especie de rueda que no para de girar.

El personaje del conspiranoico también ha aparecido en el cine. Te remites a una película no muy antigua en la que el protagonista da con ese espagueti pegado en la pared y descubre un complot real.
Es una película interesante, se llama Conspiración, es de Richard Donner, con Mel Gibson y Julia Roberts. Y es interesante porque normalmente en los thrillers conspiranoicos el protagonista es una persona normal que se encuentra con algo y se vuelve conspiranoico a raíz de esa experiencia de la realidad. Aquí no, aquí el protagonista es conspiranoico desde el principio, y lo que le ocurre en la película es que una serie de sucesos confirman que sus teorías estaban en lo cierto: que no había nada de malo en ser paranoico, que es la única manera de navegar la realidad. Y eso me recuerda a una anécdota del escritor Philip K. Dick, que era muy conspiranoico y estaba convencido de que el FBI le investigaba. Una vez, K. Dick llegó a su casa después de pasar un fin de semana fuera y vio que alguien había revuelto sus papeles en su despacho y que estaba desordenado. Se lo contó a unos amigos y estos le dijeron “tienes que estar destrozado” y él dijo “no, estoy encantado, porque no estoy loco: es verdad que me están espiando, por fin tengo la prueba”. Esa película viene a decir eso: no es paranoia si de verdad te persiguen.

Literatura
Philip K. Dick, entre la paranoia y el antibelicismo
Blade Runner 2049 da pie a analizar las opiniones políticas y la obra de Philip K. Dick, en la que volcó sus obsesiones sobre el poder y la realidad.


A raíz de la retirada de Simone Biles de la competición en Tokio ha emergido todo el tema de la salud mental. La pregunta es si estamos cerca del brote psicótico colectivo. 
No hay duda de que en los últimos dos años, a partir de la pandemia, ha habido una aceleración absoluta del pensamiento conspiranoico. Gente que lo ha tenido latente, gente que jamás sospecharías, lo ha sacado. Nos ha pasado una cosa muy brutal, es normal que esto ocurra. Cuando empecé a escribir el libro, a finales de 2019, las teorías de la conspiración estaban experimentando un auge, pero era todavía un discurso que estaba en los márgenes. De repente, a partir de la pandemia se puso en el centro del discurso social. Es imposible saber adonde va a ir a parar. Pero sí, cada vez nos vamos a encontrar más afectados y cada vez vamos a tener que desarrollar más herramientas para lidiar con ello. La empatía y la duda razonable —tanto hacia nosotros como generársela a la persona con la que estemos hablando— en lugar de imponer nuestros dogmas, conspiranoicos o no conspiranoicos, van ser las herramientas más importantes.

Escapar del empleo sistemático de la ironía. 
Sí. Cada vez espero que no, pero creo que sí más gente va a tener esta especie de virus mental. No hay que verlos como enemigos, sino establecer puentes. Creo que al final la conspiranoia es un dogma: rechazar la versión oficial por sistema. Y no hay nada mejor para combatir el dogma que generar preguntas. Esa va a ser la clave: tener pensamiento crítico y aprender a navegar unos tiempos que se prevén complicados.

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25/10/2022 15:18

KE lamentable artículo. De verdad.

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abromegener@gmail.com
16/8/2021 18:16

He vuelto a leer el artículo y me parece de lo más lamentable. Todo el argumentario es de pura derecha, por mucho que lo revista de progresismo antiTrump.
Parecería que estoy leyendo un artículo moralista en La Razón, definiendo la diferencia entre libertad y libertinaje.
Vergonzoso

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Teresa G
16/8/2021 17:11

Me compré el libro hace una semana sin conocerlo, lo vi en una librería y me pareció interesante. Lo acabé ayer y me ha resultado malo con ganas. Esperaba un análisis coherente pero, aunque está bien estructurado, se limita a hacer las críticas habituales a la conspiranoia pero con acento académico... con ejemplos de conspiraciones absurdas y relacionándolas con el momento actual como si tuvieran algo que ver, metiendo todo en el mismo saco (en fin, la falacia habitual). No define qué asuntos son conspiranoia o no y por qué, solo se limita a dar vueltas en torno a los tópicos (como el telediario). Solo recordar que los 30.000 niños robados en el franquismo eran un leyenda urbana (como se llamaba antes a las conspiranoias) hasta los años 80 cuando fueron muchas las voces que lo denunciaron. O los escuadrones de la muerte en Latinoamerica. O tantas otras cosas. Es un error pensar que el poder nos ha engañado siempre en torno a asuntos estructurales pero que en el presente no puede hacerlo.

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Demódoco
16/8/2021 14:14

Ahora la socialdemocracia llama "conspiranoia" a lo que en parte, antes era pensamiento crítico. ¿Qué ha ocurrido? Que en su "consenso científico” (consenso político-ideológico=oligarquía y tecnocracia) con el liberalismo, han acordado demonizar y reprimir con censura la oposición al capitalismo, ya sea falsa (así nazis, UFOS, libertarios, anarquistas sinceros, radicales demócratas, antimarxistas de izquierda, tradicionalistas, todos van en el mismo confuso saco) para asegurar y centralizar su poder, demostrar de una vez quien manda, y habilitar su agenda.

Desgraciadamente para el poder constituido, no toda la oposición a esta operación es de derecha (o falsa). Por eso se alimenta la confusión y el identificar a toda disidencia con la extrema derecha conspiracionista. Esta es la ridícula, pero efectiva, consigna masiva para desacreditar la crítica y despreciar el debate.

Marxismo estratégico en el sentido de que un loable fin justifica el desestimar la ética, aplastar la libertad de pensamiento, y negar la verdad de los hechos: "trust de science” y maquiavelismo, la razón de Estado y el medrar personalmente a costa de la libertad. Una sarta de consignas impropias que hubieran hecho reír a Marx, o a Adam Smith.

Un nuevo movimiento político totalitario, sectario y sádico, neofascista, sovietizante (no hay contradicción) cuyos fundamentos son el desprecio por la libertad de conciencia, la propaganda masiva unida al convencimiento sectario, patológico, despótico ("el pueblo no sabe, hay que educar al pueblo, con las armas si hace falta") y extremista, de que ellos son los salvadores del mundo (caiga quien caiga) además de la censura, el abuso sentimental y el patetismo político (de los mismos que enviaron a la muerte a millones en las dos guerras mundiales) y el adoctrinamiento.
El control por el miedo, y la negación cerril de que la libertad de pensamiento sea sostén de la libertad colectiva, la democracia. De hecho en estos días propagan que son conceptos opuestos, con aprobación general. El que sostiene lo contrario es un “egoísta” y se le segrega. Hay que reconocer que han conectado con lo más autoritario y servil de la sociedad actual, con astucia marrullera.

La ‘Pandemia’ es en realidad un suceso monetario sin precedente; conducido por BlackRock a través de la Fed, para la concentración del poder en la banca central: Sovietización a la china, revolución capitalista; y devastación totalitaria de la sociedad. “Tiempos de cambio” dice el artículo. Más bien lo contrario, puro conservadurismo capitalista. En Europa, neofascismo. "La democracia no es tan efectiva para controlar una epidemia..." dicen, como si hubiera traza de democracia en este régimen. Había libertad, hasta marzo del 2020. Pero nunca democracia, la libertad era concedida.

La pedantocracia intelectual académica jamás ha sido tan adoctrinadora y sumisa al poder establecido como ahora; su labor se concentra en asentar el nuevo régimen Covidiano, el Golpe del coronavirus y extender la fe y sacramentos del Culto Covidiano, como “mal menor”. Es decir, la razón de Estado enmascarada de fuerza mayor, criterios de autoridad (Plaga apocalíptica, “Ciencia”, ecologismo político, medicina estatal totalitaria: “pública"…). Los “clásicos" del autoritarismo, desde Grecia pasando por Bonaparte…La negación orientalizante de la, por otro lado tradición de libertad individual europea.

En España el catolicismo cultural, el marxismo, el franquismo son las ideologías sociales que promueven tal disparate. En otros lugares se han servido del puritanismo liberal, el fascismo y otras ideologías autoritarias.
Las dictaduras suelen llegar con el aplauso general, y se justifican en torno a la fuerza mayor o la necesidad del “Bien común”. ¿Pero es legítimo el aplastar la libertad? concepto que recoge la Vida y la dignidad humanas. G. Agamben y otros excepcionalmente lo han denunciado en este caso.

La “alternativa” (conspiranoica) a esta operación del extremo centro es el fascismo abierto, militar, estatal de los ss, ya sin apariencia democrática (en realidad, su simple consecuencia o plan B capitalista) y es por esto que muchos paniaguados callan ante la tropelía y la indignidad que vivimos. Son el Heraldo del fascismo. Ciertamente esto es poco probable ya que la OTAN controla hoy todos los ejércitos de occidente. En caso extremo no dudamos se recurriría a ello. Menos mal, que
de momento tenemos “el mal menor” que nos aplaca con migajas condicionadas a nuestra adhesión al Régimen.

Por mucho que censuren e insulten llamando “negacionista" (nazi) al escéptico o disidente, para proteger su estatus, solo hacen el juego colaboracionista del par Estado-mercado. Ellos son los desleales a la democracia y a la izquierda, no nosotros.
Gracias por este espacio.

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abromegener@gmail.com
16/8/2021 14:11

De nuevo la línea informativa de El Salto es lamentable. Mete en el mismo saco a terraplanistas, y trumpistas con los que cuestionan la eficacia y seguridad de las vacunas. No recuerdo ninguna etapa anterior en los últimos 50 años en el que el control informativo haya sido tan bestial, salvo un período corto con la campaña del referéndum de la OTAN. Ni siquiera en tiempos del franquismo. Supongo que decir esto también es conspiranoico y no merece el análisis por parte de los analistas de El Salto.
Igualmente estoy considerando dejar de apoyar a este medio de comunicación, que ha perdido su espíritu crítico en un asunto tan importante que puede marcar el futuro de nuestros derechos.

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adiós
16/8/2021 21:03

Es una certeza penosa que la "línea informativa" de elsaltodiario es la que es, pero es una alegría que haya personas en este foro comentando y argumentado de manera diferente a la "línea informativa oficial". Aguantaré un tiempo por si estos debates se mantienen. Gracias

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0
Karloff
17/8/2021 9:05

Te diré que hace pocos días yo he cancelado mi suscripción a Infolibre para darme de alta aquí en El Salto. Y no lo he hecho por la línea editorial, que no veo muy diferente, sino precisamente por los comentaristas que frecuentáis este medio.

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yermag
yermag
16/8/2021 13:21

Cita litoral (como la fabada): " mucha gente quiere recuperar su vida y, si hay que vacunarse para ello, pues se vacunan". O sea que la supuesta vacunación "libre e informada" es bajo coacción: O te vacunas o no te contrato, o te vacunas o te despiden al término de tú contrato temporal. ¿Como puede haber vacunación libre e informada sin debates científicos entre distintas posturas en la radiotelevisión ´pública´?? el Salto se suma a la campaña de miedo y pensamiento único de todos los medios de formación de masas. Por eso no renovaremos la suscripción. Que os vaya bien con vuestra respuesta autoritaria y vuestra estrategia del miedo y el pensamiento único.

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Flores Magón
16/8/2021 14:13

¿Pensamiento único? Dar por hecho que todos los que nos hemos vacunado pensamos igual es una falacia de tal calibre que no merece ni una línea de réplica. Sin embargo, lo que sí me parece preocupante es que en los antivacunas converjan (aquí sí en un pensamiento único muy curioso) desde extremistas de derechas hasta gente de estética new age que solo juran por su karma. Allá por el mes de junio me sorprendió muchísimo la mezcla de asistentes a una manifestación en la Puerta del Sol: partidarios de Donald Trump con banderas estadounidenses y de los "proud boys", ultras religiosos cristianos y de otras confesiones, cayetanos del barrio de Salamanca, neohippies que parecían venir de un retiro de yoga, etc. ¡Todos ellos apuntados a la teoría de la conspiración mundial e insultando a voz en grito al personal sanitario!

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Demódoco
16/8/2021 14:23

Jolín, has soltado todas las consignas socialdemócratas covidianas en pocos párrafos, para confundir e identificar toda disidencia con la extrema derecha, este es el obejetivo, porque se teme la crítrica desde la izquierda, que es la peligrosa para el capitalismo. Más bien deberías tratarnos de "traidores", desleales a la secta, o desertores de la secta que es lo que somos. Los que niegan la ciencia y la democracia son los que han implementado esta operación totalitaria, de propaganda y de censura.

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adiós
15/8/2021 18:55

Elorduy y Ceballos me recuerdan a esas "agencias de verificación de la verdad absoluta" que nos dicen lo qué es cierto y lo qué no, sin posibilidad de error, de manera que quien quede en el espacio de la falsedad queda completamente desacreditado.
Por otro lado no hay conversación más tonta, como esta, donde dos están en pleno acuerdo con todo lo que se cuentan.
Pero más penoso es cuando dos personajes en cuestión se sienten con la capacidad de situar a una parte de los españoles, en este caso a una minoría inofensiva, en el espacio de una penosa enajenación mental donde su manera de pensar y sentir debe ser desacreditada. Será porque esta minoría no es tan inofensiva y pudieran tener al menos algo de razón.
Gracias

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Flores Magón
16/8/2021 14:02

El terraplanismo o los movimientos antivacunas no son "maneras de pensar y de sentir" son, simplemente, manifestaciones de ignorancia.

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#93141
16/8/2021 20:10

Seguramente el que tiene más razón es Einstein, cuando dijo que todos somos muy ignorantes.
El problema es cuando una parte de los ignorantes se creen en posesión de la verdad y se la quieren imponer a los demás. Y volvemos a los tiempos de las religiones intolerantes cuando la ciencia en realidad es una creencia.

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abromegener@gmail.com
16/8/2021 20:16

Seguramente el que tenía razón era Einstein cuando dijo que todos somos muy ignorantes.
El problema es cuando una parte de los ignorantes se cree en posesión de la verdad y quiere imponer sus creencias a los demás. Volvemos entonces a la época de las religiones intolerantes, que imponen sus creencias en nombre de la verdad o de la ciencia.

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adiós
16/8/2021 20:55

Con argumentos tan definitivos como el tuyo es difícil intercambiar impresiones. Gracias

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Nerea-chan
Nerea-chan
15/8/2021 16:53

¿Qué quiere la gente en tiempos de sufrimiento extremo?
- Dejar de sufrir.
¿Qué les hace sufrir?
- Su mente, que les provoca dolor si esta lo cree necesario.
¿Cómo pueden dejar de sufrir?
- Hackeando la creencia de la mente.
¿Cómo?
- Con la razón, haciendo creer a la mente lo que queramos.
o Ejemplo: No existe coronavirus, por lo que no he de sufrir por él.
o Ejemplo: La Tierra es plana y no esférica como dicen, así que no tengo por qué creer nada de lo que me digan.
o Ejemplo: Todo es mentira, por lo que no he de preocuparme por nada.

El éxito de las derechas, a mi juicio, se debe a que le están dando a la gente justo lo que quieren: una creencia, una idea de la realidad que les quite peso de encima para dejar de sufrir.

Nota final: otra forma de dejar de sufrir es desapareciendo, siendo nada, o para entendernos: muriendo, por eso en determinadas épocas puede resultar tan atractiva para muchas personas la idea de la guerra (y tan fácil de explotar por otras).

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RamonA
15/8/2021 12:32

Una pregunta: ¿la manipulación y desinformación de la mayoría de los medios de comunicación forma parte de la teoría conpiranoica o de la teoría del plato de spaghetti contra la pared?

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Karloff
16/8/2021 9:38

El símil sería que se quedasen pegados a la pared todos los spaghetti y la mayoría de las albóndigas.

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#93115
15/8/2021 14:37

Genial

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