Palestina
A bordo de la Flotilla Global Sumud: Gaza es el único norte

Pronto quedó atrás la multitudinaria despedida en el puerto de Barcelona, donde miles de personas acompañaron la partida de la Flotilla Global Sumud. Ahora, la atención se centra en la navegación y en la misión: llegar a Gaza para llevar ayuda humanitaria a la población palestina sometida a un genocidio. El objetivo también es romper el bloqueo marítimo y establecer un corredor humanitario real, en contraste con las trampas mortales en que se han convertido los puntos de distribución de alimentos en ese territorio, donde francotiradores israelíes asesinan a palestinos mientras hacen fila para conseguir comida.
Gaza, y Palestina en general, están presentes en todas las actividades colectivas a bordo. Las discusiones sobre la comida, su distribución y las raciones para los voluntarios se resuelven fácilmente cuando se recuerda la hambruna impuesta por Israel.
Los riesgos de la misión son evidentes: enfrentarse al bloqueo de una fuerza militar poderosa y, además, a la propia dureza del mar. El retraso del primer día y las tormentas de los dos días siguientes causaron daños en algunas embarcaciones pequeñas, obligándolas a regresar a puerto. Muchos tripulantes, novatos en la vida marítima, sufrieron mareos y mal de mar.
Las condiciones en el barco en el que navegamos son las mejores posibles dentro de las limitaciones de una embarcación diseñada para no más de diez personas y que ahora alberga a veinticuatro pasajeros: desconocidos, de distintas nacionalidades. Se establecen rotaciones para compartir camas, cojines y el suelo.
La noche del 2 de septiembre, drones de origen aún no identificado sobrevolaron varias de las embarcaciones de la flotilla. Esos mismos drones que durante años han zumbado incansablemente sobre la población palestina en Gaza, y que cada vez son más frecuentes en la Cisjordania ocupada, donde miles de personas han sido forzadas a desplazarse de sus hogares en Yenín y Tulkarem.
El consenso entre los voluntarios es claro: “Esto no es nada comparado con lo que pasa en Gaza”, repiten. Y siguen adelante.
Las tareas cotidianas —limpieza de baños, cocina, mantenimiento y turnos de guardia— se entremezclan con el trabajo de los periodistas, que envían crónicas y reportajes, y con las entrevistas que otros voluntarios conceden a medios de sus países de origen. Poco a poco, la convivencia en el mar encuentra un orden.
Todo esfuerzo está orientado a llegar a la Franja de Gaza, donde hasta ahora han sido asesinadas más de 65.000 personas, entre ellas 15.000 niñas y niños, además de 271 periodistas. Día tras día, cientos más mueren por la hambruna provocada por el Estado de Israel.
Pensamiento
Alberto Toscano
“Hay un colapso simbólico del supremacismo occidental en su forma liberal”


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