Países Bajos
Países Bajos celebra elecciones anticipadas marcadas por la vivienda y la migración
Países Bajos celebra este 29 de octubre elecciones anticipadas a las que concurren 27 partidos. Dieciséis de ellos podrían obtener al menos un escaño y, de nuevo, la fuerza más votada sería el PVV de Geert Wilders. Las encuestas reflejarían una reconfiguración en la derecha en torno a los cristianodemócratas y un auge de fuerzas ultraderechistas periféricas. La izquierda socialdemócrata, aunque podría ser la segunda fuerza más votada y entrar en una coalición gubernamental, carecería del respaldo necesario para alterar el rumbo neoliberal de los Países Bajos.
A estas elecciones, las terceras en cinco años, se llega después de que el junio pasado Geert Wilders se saliera de la coalición gubernamental. Hizo caer al Ejecutivo al proponer diez demandas relacionadas con los solicitantes de asilo que las fuerzas de la alianza rechazaron al considerarlas inaceptables. Wilders se escudó ante sus votantes en que no podía implementar su programa y retiró a sus ministros del Gobierno encabezado por Dick Schoof, un funcionario desconocido que había llegado como voz neutral porque todos los integrantes de la coalición habían rechazado para el cargo a Wilders.
En las elecciones que se celebran este miércoles están llamadas a las urnas 13 millones de personas. Para la sociedad, los principales temas de discusión electoral han sido la migración, la falta de vivienda asequible, el sistema de salud y la inflación. La derecha y la ultraderecha han entrelazado migración y vivienda para, de nuevo, culpar a los solicitantes de asilo de una crisis propia.
“Llevamos 25 años escuchando constantemente de políticos y medios de comunicación que somos un país ‘invadido’ por migrantes. Por ejemplo, con la crisis de la vivienda: actualmente hay una escasez de alrededor de 450.000 viviendas; de ellas, unas 50.000 serían necesarias para solicitantes de asilo, pero el debate público se reduce a decir que los solicitantes de asilo son la causa de que las familias neerlandesas no encuentren vivienda. Y no es que la gente sea ignorante o que no entienda los datos: es que llevan 25 años escuchando a los políticos decir que el problema no es el mercado inmobiliario neoliberal, sino la migración”, explica Peter Scholten, experto en gobernanza de la migración y la diversidad de la Universidad Erasmo de Róterdam.
La derecha y la ultraderecha han entrelazado en la campaña electoral migración y vivienda para, de nuevo, culpar a los solicitantes de asilo de una crisis propia
Para el autor de The migrant obsession, “la normalización” del racismo es preocupante. Pone como ejemplos que en la televisión se pueda llamar “pingüina” a una mujer musulmana o que los políticos propongan un “impuesto al velo” y prohibir el Corán. “La calidad del debate está distorsionada por esta híper-obsesión con la migración. Si no quieres migración, deberías hablar de la economía. Pero de eso no se habla. Nuestros políticos prefieren desviar la atención de los temas difíciles”, considera Scholten. “Podríamos preguntarnos si un país pequeño y densamente poblado como el nuestro es el lugar adecuado para una agricultura intensiva que depende de mano de obra migrante y que además es perjudicial para el clima. Sería un buen debate. Pero claro, es más fácil decir que los migrantes son el problema en lugar de subrayar que tenemos un sector agrícola adicto a la migración”, añade.
Para Agnes Maassen, del partido centrista Demócratas 66 (D66), que aspira a subir de nueve a más de 17 diputados, “siempre culpan a los migrantes de cada crisis”. “En 2008 no había tantos trabajos y entonces decían que robaban trabajos a los neerlandeses. Ahora tenemos muchas vacantes de trabajo, por lo que es imposible que roben nuestros trabajos, así que aparentemente los migrantes deben robar otra cosa, y ahora son nuestras casas”, ejemplifica la representante de una formación que, liderada por Rob Jetten, será esencial para formar gobierno.
Matemáticas electorales
Según las encuestas, todas las fuerzas que colaboraron en la anterior legislatura perderían apoyo: el Partido por la Libertad (PVV), el Partido Popular para la Libertad y la Democracia (VVD), Nuevo Contrato Social (NSC) y el Movimiento Campesino-Ciudadano (BBB). En el lado de la derecha, sería la Llamada Demócrata Cristiana (CDA) la que cosecharía la decepción, mientras que en la ultraderecha haría lo propio la lista JA21, dirigida por Joost Eerdmans, quien recogería votos descontentos y pragmáticos: como Wilders no volverá a ser parte de un gobierno, algunos votantes canalizarían su apoyo a formaciones de ultraderecha que son digeribles para otras formaciones de centro.
Así, lo más preocupante es que las encuestas auguran que la unión de fuerzas de ultraderecha podría alcanzar los 50 escaños de un Parlamento que cuenta con 150. El PVV del islamófobo Wilders volvería a ser la fuerza más votada, pero se dejaría ocho escaños y rondaría los 29; el BBB, que supuestamente busca proteger a los campesinos, descendería hasta los 4; el partido 50PLUS, que busca captar a las personas mayores, entraría con dos; y Foro para la Democracia, liderado por la polémica Lidewij de Vos, duplicaría su apoyo y conquistaría 6. Es reseñable el caso de la lista JA21, que podría saltar de un diputado a más de 9 de la mano del populista Joost Eerdmans, quien dice encarnar el legado Pim Fortuyn, el primer ultraderechista exitoso en los Países Bajos.
En el arco de la derecha, el liberal VVD, dirigido por la hija de migrantes turcos y antimigrante Dilan Yesilgöz, seguiría perdiendo apoyo y no superaría los 20 escaños, cuatro menos que en 2023. La formación que dirigió gobiernos de la mano de Mark Rutte durante casi 15 años permanecería de nuevo en un segundo plano, sin un rumbo claro, engullida por su propio discurso ultraderechista. Mientras que en el centro-derecha, además del reseñable auge de D66, la gran vencedora sería la CDA, que al menos cuadriplicaría sus escaños. Dirigida por Henri Bontenbal, pasaría de 5 a más de 22 diputados. De esta forma, la derecha volvería a reagruparse en esta formación histórica que recientemente ha vivido escisiones traumáticas. De hecho, muchos de sus votantes regresarían de la escisión más reciente, NSC, que podría perder los 20 diputados que obtuvo en 2023.
Como Wilders no volverá a ser parte de un gobierno, algunos votantes canalizarían su apoyo a formaciones de ultraderecha que son digeribles para otras formaciones de centro
Con estos números, Tom Louwerse, director de investigación del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Leiden, explica las principales posibilidades tras los comicios. “Si una coalición CDA-D66-VVD-JA21 logra la mayoría, sería la preferencia del VVD, JA21 y quizá también de la CDA, pero no de D66. La cuestión es si podrían ser persuadidos, como ocurrió en 2021, por el VVD y la CDA para aceptar un cuarto partido que no les gusta”, explica como opción a la derecha. “Sin embargo, las encuestas indicarían que esta coalición ni siquiera sería posible, porque no obtendría la mayoría, por lo que la participación de [la formación socialdemócrata] GL-PvdA sería más probable. No obstante, el VVD ha declarado que no le gustaría esta opción. Así que la cuestión es cuán lejos están la CDA, GL-PvdA y D66 de la mayoría, y si existen otros partidos, tanto a la izquierda como a la derecha, que puedan dar a esta coalición la mayoría necesaria”, añade como opción al centro-derecha.
De esta forma, la izquierda socialdemócrata, dirigida por Frans Timmermans con la alianza entre la Izquierda Verde y el Partido del Trabajo (GL-PvdA), aunque repetiría los resultados de 2023 y lucharía por la segunda plaza con la CDA al superar los 22 diputados, no terminaría de atraer lo suficiente como para cambiar el rumbo liberal de los Países Bajos: como mucho, aspiraría a ser la mayor fuerza de una coalición con dos o tres partidos a su derecha.
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