Opinión
Defender y acuerpar los logros feministas
Las feministas llevamos años de movilización, enfrentándonos al patriarcado en todos los ámbitos de la vida, sorteando dificultades y zancadillas de instituciones, medios de comunicación y partidos políticos. Por eso sabemos que ni las instituciones ni las leyes resuelven los problemas del sexismo, racismo, discriminación, empobrecimiento o injusticia social, pero suponen un marco necesario hoy en día para poder alcanzar derechos, proteger a las personas y mejorar su vida cotidiana y material.
En esta legislatura, fruto de esa fuerza de transformación nacida de la movilización social feminista, se han aprobado políticas y leyes desde el Ministerio de Igualdad, como la reforma de la ley del aborto, la ley trans y LGTBI o la ley del solo sí es sí. Leyes que no están exentas de debate, que pueden no ser perfectas, tienen limitaciones y que, sin embargo, son indispensables para dar un paso más en la erradicación de las desigualdades provocadas por el patriarcado en ámbitos tan diferentes como el de la salud, la identidad, los derechos sexuales o el trabajo.
Desde la dificultad que supone para el feminismo autónomo hablar de las derivas partidistas y la política institucional, mostramos nuestra profunda preocupación y rechazo por el veto a la ministra Irene Montero y a su equipo para formar parte de la candidatura unitaria de la izquierda para las próximas elecciones generales del 23J.
Creemos que esta decisión trasciende a los posicionamientos partidistas. No vamos a entrar al juego de las intrigas políticas, ni a defender a partidos concretos ni a apoyar declaraciones de sus representantes o debatir sobre sus relaciones personales. Pero nos negamos a acatar el mandato de las derechas, pues el acoso mediático y político que durante años han soportado la ministra y su equipo es una de las reacciones a los avances en los derechos de las mujeres y las personas trans. Supone, además, aceptar el acoso, insulto, la difamación y violencia como elementos intrínsecos y válidos en política institucional.
El mensaje es claro para todas, todes y todos: no van a consentir políticas transformadoras feministas en las instituciones, y resulta obvio que continuarán invisibilizando y bloqueando la lucha por nuestros derechos en las calles y en los barrios.
El simbolismo que implica la exclusión del equipo de Igualdad nos interpela, porque cuestiona también el poder transformador del feminismo en la sociedad
El simbolismo que implica la exclusión del equipo de Igualdad nos interpela, porque cuestiona también el poder transformador del feminismo en la sociedad, en las políticas públicas y en el avance de los derechos de las mujeres para revertir el patriarcado. Implica, además, una derechización del tablero político, y ya sabemos cómo la derecha y la ultraderecha se preocupan de los derechos de las mujeres y de las personas trans, en especial de las precarias, racializadas, migrantes o lesbianas.
Por ello nos produce una profunda desolación que, el marco de una campaña orquestada desde la derecha y ultraderecha, los medios, las redes sociales, los poderes jurídicos y políticos, avalando la violencia institucional a las mujeres y personas trans, sea aceptado por las propias filas de la izquierda dentro de un proceso unitario. Nos resulta incomprensible que este marco de disciplinamiento del feminismo, que es propio de las derechas, tenga cabida en un proyecto de izquierdas como parte de una estrategia electoral.
Desconocemos aún cuáles serán las políticas feministas que se pondrán sobre la mesa, pero la facilidad con la que este veto está siendo invisibilizado, desproblematizado y despolitizado suena tan viejo como el propio patriarcado y sus estrategias para intentar callar a las feministas.
Los avances institucionales no cubren todas nuestras demandas, pero creemos que cualquier estrategia que sirva a una política transformadora tendrá que cuidar los logros del feminismo y acuerpar a quienes los impulsan
El movimiento feminista autónomo es diverso, con distintas opiniones, con consensos largamente trabajados y, por tanto, con dificultad para hablar con una sola voz y un solo posicionamiento sobre la deriva sociopolítica. Sabemos que las firmantes de este artículo no representamos a todas las posiciones feministas autónomas.
Somos conscientes de que los avances institucionales no cubren todas nuestras demandas ni llegan a todas las personas atravesadas por el patriarcado (esto es precisamente parte de nuestro activismo: exigir que haya más feminismo y para todas las personas sin distinción). Pero creemos que cualquier estrategia que sirva a una política transformadora tendrá que cuidar los logros del feminismo y acuerpar a las personas que los impulsan.
Irene Montero
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