Opinión
La guerra, y dos aeropuertos

La cuestión de la emergencia climática apunta a su momento clave, en el que obligaremos al capital a reconstruir las plantas de coches de combustión para producir energía y detendremos la construcción de aeropuertos o sus intereses prevalecerán sobre la mayoría, y entonces el mundo no tendrá futuro.

militante de Anticapitalistas

12 ago 2021 06:00

En los días movilización climática juvenil se hizo popular la expresión “nuestra casa está en llamas” para describir la situación de emergencia climática que sufre el planeta. Hoy que es casi es literalmente cierta la afirmación. Este año ha ardido desde el Mediterráneo oriental hasta California, pasando por Siberia, leemos en el informe del Panel Internacional de Cambio Climático de la ONU (IPCC, en sus siglas inglesas), y más de que la casa está en llamas, uno recuerda la imagen de la guerra de Machado y aquellos “filósofos nutridos de sopa de convento” que en su contemplar de cielo han sido incapaces de darse cuenta de que la guerra ha abierto la puerta de su casa. Castilla miserable, escribía Machado. España, Europa y mundo miserables, tendríamos que decir hoy. La guerra está llamando, ha entrado por la puerta de casa. 

El informe del IPCC contiene mucha información que ha sido ya comentada por especialistas; en ese aspecto no podemos aportar nada sustancial. Y sin embargo, lo que apenas se comenta es la sensación de normalidad: no contiene nada que no esperásemos, todo es como suele ser en estos informes. El mundo está en llamas, pero eso parece ser parte del bussiness as usual. Incluso la alarma se ha convertido en normalidad. Pero la alarma que suena en la normalidad hoy oculta una guerra. Poco a poco, la actualidad de la crisis ecológica se ha abierto paso; es eso, sin duda, lo que ha abierto la grieta de los nuevos partidos verdes y de los planes institucionales que se visten de verde, desde la actuación del Ministerio de Transición Ecológica hasta los fondos Next Generation. Hasta un aeropuerto, y aquí llegamos al meollo del asunto. 

Incluso la alarma se ha convertido en normalidad. Pero la alarma que suena en la normalidad hoy oculta una guerra. Poco a poco, la actualidad de la crisis ecológica se ha abierto paso

El Prat

En plena postpandemia, con una supuesta agenda de transición ecológica, con la emergencia climática en situación extremadamente alarmante, llega la ampliación de El Prat. De regalo, también la de Barajas. La primera, la más sangrante en términos ecológicos porque se realizaría sobre zona protegida, es anunciada a bombo y platillo, por cuestiones evidentes de los tejemanejes que el gobierno central y la Generalitat realizan como escenario de reconciliación. El segundo pasa más desapercibido, pero la cantidad dedicada y el objetivo son los mismos: 1.700 millones en un caso, 1.600 en el otro, con la idea de convertirlos en dos nodos de tráfico internacional —algo que ya es Barajas— bajo la etiqueta de hub; nota mental: pon un nombre vistoso en una lengua extranjera a todos tus proyectos más desquiciantes. 

Sin embargo, es evidente que no hay volumen para tanto aeropuerto. Es más, estos días en redes es fácil encontrar denuncias de las enormes zonas en desuso en Barajas, particularmente en la T4, su última ampliación; no zonas que hayan caído en desuso a partir de la crisis de la covid, sino que llevan en desuso desde su misma construcción. El volumen, por supuesto, no va a volver a corto plazo, pero es que si miramos lo que dicen los datos oficiales no parece que haya fuentes para que vuelvan tampoco a corto plazo. La industria del fracking cayó con la crisis —siempre fue un invento de nula rentabilidad económica— y no parece que pueda volver a levantarse, pero esa industria es la que había mantenido la producción mundial en auge, copando el crecimiento de la producción mundial. Una vez que la producción no convencional ha caído, parece difícil ver cómo se alimentará un mercado de vuelos internacionales, teniendo que cuenta que tiene contra la disponibilidad energética, los coletazos de la pandemia y una crisis económica mundial y prolongada.

Crisis económica, crisis ecológica. Estos son los elementos de fondo. El aeropuerto de El Prat, como el de Barajas, son solo dos episodios de un escenario mundial complejo en lo político y en lo económico

Crisis económica, crisis ecológica. Estos son los elementos de fondo. El aeropuerto de El Prat, como el de Barajas, son solo dos episodios, particularmente sangrantes, claro está, de un escenario mundial complejo en lo político y en lo económico. Por una parte, la sensibilidad social sigue creciendo junto con la amenaza climática y parece más que evidente que los viejos proyectos de gobierno —conservadores y socioliberales— no tienen más opción que reconvertirse en clave verde para volver a ganar mayorías bajo un imaginario de renovación y modernidad, si no quieren que los populismos ultra conservadores les coman la tostada. Por otro lado, las instituciones de Gobierno con las que estos partidos se han fundido desde hace décadas no saben hacer otra cosa que trabajar para el capital, y eso es lo que están haciendo. 

Las instituciones de Gobierno con las que los partidos se han fundido desde hace décadas no saben hacer otra cosa que trabajar para el capital, y eso es lo que están haciendo

Así pues, tiene razón Oscar Blanco cuando explica que es una batalla de clases: se trata de una macro inversión que apenas tiene visos de materializarse, pero que por el camino dejará miles de millones en el desarrollo de las infraestructuras que, con toda probabilidad, no llegarán a explotarse. Una mega transferencia del Estado al capital y, teniendo en cuenta que el estado se financia con lo que aporta el trabajo, un regalo que el Estado hace con nuestros impuestos a las grandes empresas. Y aún así, es una batalla climática, como cada batalla que se da entre el productivismo al servicio del capital y la apuesta por el territorio y por las inversiones con valor social. El problema es que el capital está ahogado en una década larga en la que las tasas de beneficio no logran subir, esto es, el motor del capital está gripado y su única forma de subsistir es captar fondos públicos de forma descarnada si es necesario. No es que esto sea nuevo, lo que es nuevo es la centralidad que adquiere, puesto que las operaciones empiezan a ser generalmente estas. Es lo que la Unión Europea ha entendido perfectamente, y el motivo por el que lanza unos presupuestos Next Generation que son la última bala de los estados para relanzar la imposible recuperación del capital. 

Se trata de una macro inversión que apenas tiene visos de materializarse, pero que por el camino dejará miles de millones en el desarrollo de las infraestructuras que, con toda probabilidad, no llegarán a explotarse

Pero volvamos al informe del IPCC. Si la crisis es tal como la dibuja este organismo, entonces deberíamos estar parando las máquinas, literalmente, de la economía capitalista. Hay vías, muchas, para hacerlo. En realidad, es el momento de experimentar todo aquello que se ha estudiado durante años y que siempre fue percibido como una especie de plan de fuga, algo que sólo estaba en un cajón por si la cosa se ponía muy fea: planes de resiliencia, producción local, energías exclusivamente renovables, agricultura biológica. Y bien: la cosa se ha puesto terriblemente fea. Es momento de sacar del cajón todas aquellas cosas que sonaban un poco locas dentro de la gramática neoliberal que ha dominado el mundo en las últimas décadas, pero que ahora empiezan a ser razonables. Por ejemplo, nacionalizar fábricas para ponerlas a producir renovables, bloquear el crecimiento de ciudades cada vez más inhabitables para recuperar la población rural, o parar los aeropuertos y dedicar la inversión de estas infraestructuras a construir trenes y otros medios de transporte de corta y media distancia, que articulan el territorio y permiten tránsitos sostenibles y desarrollo local. Pero todo esto, no nos olvidemos, no se podrá realizar sin librar la batalla de clases, porque el viejo Marx sigue teniendo razón en aquello de que solo los intereses de las clases populares son válidos para el conjunto de la sociedad, porque sólo esas clases tienen intereses legítimos, sin privilegios.

Un aeropuerto, o dos en este caso, son un buen lugar para empezar a ganar batallas

El informe del IPCC presenta un horizonte durísimo, brutal, pero contiene también una esperanza: estamos a tiempo de dejar el calentamiento global por debajo de 1,5º, que es lo mismo que decir que nos llevaremos consecuencias catastróficas pero podemos salvar lo peor. Pero no lo haremos sin lucha. La cuestión de la emergencia climática apunta a su momento clave, en el que obligaremos al capital a reconstruir las plantas de coches de combustión para producir energía y detendremos la construcción de aeropuertos o sus intereses prevalecerán sobre la mayoría, y entonces el mundo no tendrá futuro. Un aeropuerto, o dos en este caso, son un buen lugar para empezar a ganar batallas. 

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Portugal
Juicio a 11 activistas climáticos La revolución portuguesa está vieja, ¿verdad hijo?
En vísperas del cincuentenario de la Revolución de los Claveles, 11 activistas de Climáximo estarán en los tribunales por haberse levantado para detener la guerra contra la sociedad que es la crisis climática.
Ecología
Ecotopías Planeta Madre
Relato finalista del I Certamen de relatos ecotópicos de Ecologistas en Acción
Teatro
Teatro Social Quiero colapsar a tu lado
Entrevistamos a Laura Presa y Sandra Arpa, actrices, que componen, junto con Fernando Gallego, la compañía La Rueda, una de las pioneras y más estables agrupaciones de teatro social.
RamonA
15/8/2021 12:59

“Los intereses de las clases populares” hay que batallarlos. De momento, el movimiento ecologista, algunos ayuntamientos como el del Prat y Barcelona y varias formaciones políticas verdes de izquierda son los que están dando la pelea en Catalunya. Madrid es otra historia, parece.

Mucho habrá que presionar al PXXE y a la Generalitat para que desistan de este atentado contra el cambio climático, la biodiversidad y el turismo sostenible.

0
0
Política
Lawfare ¿Qué decisiones puede tomar Pedro Sánchez tras amagar con dimitir?
Tras el anuncio del presidente, se abren varias posibilidades que no se resolverán hasta el lunes: ¿Una moción de confianza? ¿La convocatoria de elecciones? ¿Un cambio de marco? ¿Dimitir y dar el salto a la presidencia del Consejo Europeo?
Medios de comunicación
Opinión ¿Y qué esperabas, Pedro?
Los gobiernos de derechas llevan años alimentando con dinero público a sus medios afines que esparcen bulos y manipulan sin que el Gobierno haya hecho nada para evitarlo.
Sanidad pública
Ribera Salud Hospital del Vinalopó: el último rehén de la privatización del PP valenciano
La vuelta del PP al gobierno valenciano ha supuesto un balón de oxígeno para la principal beneficiaria de la privatización sanitaria, que mantendrá la concesión de Elx-Crevillent a pesar del malestar social.
Portugal
Portugal Cuando los campesinos portugueses tomaron la tierra… y la contrarrevolución se la despojó a tiros
Tras el 25 de abril de 1974 una ola de ocupaciones agrícolas impulsó en Portugal una profunda reforma agraria que los gobiernos socialistas y conservadores tardarían más de una década en desmontar.
Portugal
Memoria histórica 50 años del 25 de abril: la reforma agraria
Cuando se cumple medio siglo de la Revolución de los Claveles este catedrático y corresponsal de prensa en Portugal entre 1974 y 1975 relata una de las caras menos conocidas de este proceso histórico: la reforma agraria.

Últimas

Derechos Humanos
Libertades y derechos Amnistía Internacional acusa al Estado de no investigar casos graves de violación de los derechos humanos
El informe anual de esta organización de derechos humanos denuncia “la persistente falta de rendición de cuentas por las violaciones de derechos humanos cometidas por el Estado español”.
Medio ambiente
Minas en Andalucía La sinrazón de los vertidos mineros al Guadalquivir
Se cumplen 26 años del vertido minero desde la Mina de Aznalcollar al Río Guadiamar en abril de 1998. Ahora, los nuevos proyectos de vertidos mineros desde las minas Cobre-Las Cruces y Aznalcóllar-Los Frailes vuelven a poner en peligro la zona al no haber tenido en cuenta las características del lugar.
El Salto n.74
Revista 74 Cuando los algoritmos te explotan: no te pierdas el número de primavera de la revista de El Salto
De cómo los algoritmos y la IA gestionan el trabajo de cientos de millones de personas con ritmos y condiciones del siglo XIX, y de mucho más, hablamos en nuestro número de primavera. Ya disponible para socias y en los puntos de venta habituales.
Eventos
Evento Un Salto al periodismo del futuro: súmate a nuestro primer evento para estudiantes y jóvenes profesionales
El viernes 10 de mayo, El Salto organiza una jornada de periodismo joven para profundizar en temas clave, nuevos lenguajes y formatos, desde un enfoque eminentemente práctico.
Palestina
Palestina La Flotilla hacia Gaza anuncia un retraso de la salida de los barcos de ayuda
La organización refiere presiones internacionales para que no se lleve a cabo una misión que pretende entregar 5.500 toneladas de alimentos y productos de primera necesidad a la población atrapada en el territorio palestino.
Tratado de la Carta de la Energía
Tratados El Parlamento Europeo aprueba la salida del Tratado de la Carta de la Energía
Con una inmensa mayoría, la eurocámara vota la salida de un tratado que era incompatible con los objetivos climáticos y que España ya anunció que abandonaría.
Derecho a la vivienda
Derechos a la vivienda Catalunya se adelanta al Gobierno central y regula los alquileres de temporada y por habitaciones
El Banco de España recomienda en su informe anual “medidas restrictivas” para controlar los alquileres turísticos, de temporada y por habitaciones, convertidos en la vía predilecta de grandes y pequeños propietarios para eludir las legislaciones.

Recomendadas

Derechos reproductivos
Luciana Peker y Cristina Fallarás “El aborto se ha apartado del relato feminista porque genera consenso”
Las periodistas Cristina Fallarás y Luciana Peker forman parte del grupo motor de una campaña europea que quiere blindar el derecho al aborto mediante una iniciativa ciudadana que necesita un millón de firmas para llegar a ser debatida.
Música
Música Aprendiendo filosofía con el punk patatero de La Polla Records
Los cáusticos esputos lanzados por Evaristo en las canciones de La Polla Records contenían materia adecuada para hablar de filosofía política en el instituto. Así lo entiende el profesor Tomás García Azkonobieta, autor de ‘La filosofía es La Polla’.
Pensamiento
Kristen Ghodsee “Necesitamos soluciones que podamos llevar a cabo sin la ayuda del Estado”
Esta escritora y etnógrafa estadounidense explora experiencias utópicas del pasado y del presente en su último libro ‘Utopías cotidianas’ (Capitán Swing, 2024).