Las repobladoras de un pueblo abandonado de Los Serranos bajo amenaza de desalojo

Después de estar casi cuatro décadas abandonada, la aldea de Barchel, en la comarca de Los Serranos (València), ha vuelto a tener vida gracias al proyecto colectivo de un grupo de jóvenes que la ha repoblado y reconstruido, buscando un estilo de vida alejado del consumismo compulsivo y en consonancia con la naturaleza. Ahora las repobladoras han recibido diversas denuncias por "el uso de aguas sin la correspondiente autorización" y por "usurpación y ocupación ilegal de inmuebles" que ponen el peligro su proyecto. 

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Mar Murillo Los jóvenes repobladores han comenzado una campaña de protesta y visibilización del proyecto para detener el desalojo y mantener con vida la aldea.

LA DIRECTA

9 ene 2020 11:00

Curvas de carretera que rodean las montañas, inmensas extensiones agrarias, rios, lagos, cuevas y calles estrechas y empinadas, impregnadas de misterio y belleza. La comarca de Los Serranos es una de las más abruptas del País Valencià. Llama la atención por su patrimonio histórico, así como por los parajes naturales y paisajes escarpados. Es un territorio con pocos recursos industriales y donde la actividad principal se basa en la agricultura y la ganadería. El término alberga una gran cantidad de aldeas, muchas de ellas deshabitadas, que cuestan encontrar en el mapa, como es el caso de Barchel. 

Los Serranos es una de las comarcas más afectadas por el despoblamiento en el País Valencià. Durante el siglo XX, la montaña valenciana se fue abandonando, hasta llegar a la situación actual, donde poco más del 4% de la población vive en zonas rurales, según datos del Instituto Cartográfico Valenciano. Casi toda la población de estas zonas se concentra en los municipios más grandes. La causa más representativa del abandono de las zonas rurales valencianas es, según afirma el periodista y escritor valenciano Agustí Hernández, el fin de la sociedad tradicional.

Desde los años cincuenta del siglo pasado, se produjo un estancamiento de la actividad agrícola al mundo rural y un fuerte crecimiento de los principales núcleos urbanos, situados al lado o cerda de ésta, donde predominaban las actividades industriales y el sector servicios. La gente emigró a las ciudades y las montañas del interior de València se vaciaron. El progresivo abandono de pueblos, alquerías y aldeas provocó la eliminación de ciertos servicios básicos de transporte, educación y salud que, por ser menos utilizados, dejaron de ser rentables. Sin estas necesidades básicas cubiertas, a los pocos habitantes que quedaban se les hacía muy difícil seguir viviendo en los núcleos rurales. 

Durante la dictadura franquista se construyeron numerosos embalses que cubrieron de agua algunos núcleos rurales, como el pantano de Tous y el embalse de Benaixeve

Otras circunstancias contribuyeron al hecho de que muchos pueblos fueran condenados al aislamiento. Alguno de estos pueblos, especialmente Los Serranos, se encuentran alrededor de embalses. Durante la dictadura franquista se construyeron numerosos embalses que cubrieron de agua algunos núcleos rurales, como el pantano de Tous y el embalse de Benaixeve. Los dos pueblos permanecen bajo el agua y junto a ellos están sus nuevas versiones, que se construyeron al hacer los embalses. Estas realidades dejaron pueblos y aldeas asoladas, las cuales, poco a poco, han ido perdiéndose en el olvido. De muchos de ellos solo quedan las ruinas y la mayoría han perdido la categoría de unidades de población. 

Barchel, llena de vida TRAs cuatro décadas despoblada

Una de estas localidades es Barchel, una aldea que ha sido abandonada durante casi cuatro décadas. Está situada junto al barranco del Tiero, una zona rica en recursos hídricos y por donde pasa uno de los afluentes del río Turia. Hace un siglo se trataba de una productiva zona agrícola y ganadera que aprovisionaba, con mulas y carros, de verdura y fruta a los pueblos más próximos, como el antiguo municipio de Benaixeve. Encontrar información sobre Barchel no es tarea fácil, ya que actualmente no se considera una aldea como tal y ha pasado casi al olvido. Para llegar a Barchel, hay que atravesar el nuevo Benaixeve, muy cerca del embalse.

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Hace seis años, un grupo de jóvenes llegó al aldea de Barchel con el objetivo de repoblarla y cambiar su estilo de vida. Mar Murillo

El abandono y la escasa presencia de actividad humana se hace notable cuando la carretera deja de estar asfaltada y da a un camino de tierra y piedra. Para acceder, hay que bajar por este camino hasta llegar a un valle y, justo en el centro, se encuentra el aldea. Lo primero que llama la atención es una pancarta donde se lee “¡Barchel vivo! Repoblar no es delito”. Unos metros hacia delante, se encuentra la pequeña aldea, compuesta por seis casas y un riachuelo que pasan desapercibidos entre las montañas. Las viviendas están construidas con piedra y vigas de madera, materiales propios de la época en que se edificaron. Alguna de ellas no tiene techo y se hace difícil diferenciar las calles. Ciertos detalles evidencian, sin embargo, que Barchel no está abandonada. Ya no. Desde hace casi seis años, un grupo de jóvenes ha trabajado para reconstruir la aldea y convertirla en un hogar. Donde antes había ruinas y la naturaleza se abría paso entre las piedras que quedaban, ahora hay vida de nuevo.

Desde hace casi seis años, un grupo de jóvenes ha trabajado para reconstruir la aldea y convertirla en un hogar
Las repobladoras de Barchel, o “barchelians”, como se denomina el colectivo, llegaron a la aldea con el objetivo de cambiar su estilo de vida, caracterizado por la rutina, la dependencia del dinero y el trabajo, el consumismo, la masificación de gente, el individualismo, la falta de tiempo o la contaminación. Huyendo de este estilo de vida, este grupo de jóvenes decidió comenzar un proyecto con el cual emprendieron un camino hacia la autosuficiencia, buscando un forma de vida sostenible y más respetuosa con la naturaleza. Decidieron que la mejor manera de desarrollarlo era mudarse en un pueblo abandonado y repoblarlo. A partir del libro del periodista Agustí Hernández, Pueblos valencianos abandonados, que recoge los antiguos pueblos abandonados al País Valencià y su estado actual, escogieron varios núcleos rurales y planificaron una ruta para ver qué se adecuaba mejor al que querían. Después de visitar varias aldeas abandonadas de la comarca de Los Serranos, decidieron que Barchel era la mejor opción, por la riqueza de su entorno natural y las facilidades para empezar a repoblarla.

Cuando los actuales habitantes de Barchel llegaron a la aldea, se encontraron una casa rehabilitada y cinco más en muy mal estado, alguna de ellas en ruinas. Lo primero que hicieron fue contactar con los propietarios de las viviendas, para pedirles permiso y colaboración con el fin de recuperar la aldea. Según las repobladoras, éstos aceptaron el proyecto y acordaron un contrato en precario. Éste, según la Ley 1/2000 del Enjuiciamiento Civil, es un acuerdo legal mediante el cual el propietario cede de manera oral el uso de la vivienda a otra persona. La ley establece que esta cesión no puede estar nunca correspondida con el pago de una renta y no especifica una duración determinada.

Según las repobladoras, los propietarios de las viviendas aceptaron el proyecto y acordaron un contrato en precario

A partir de este momento, las repobladoras comenzaron una etapa de intenso trabajo y de mucho esfuerzo para reconstruir lo que quedaba de lo que fue la aldea de Barchel. Con sus manos, escasos recursos y mucha voluntad, convirtieron la aldea y su entorno en un lugar lleno de vida. En la actualidad, la mayoría de las casas vuelven a ser hogares habitables y han mejorado el espacio natural de alrededor. La tierra vuelve a ser productiva, el agua del riachuelo corre más limpia y las zarzas ya no impiden que los árboles rebroten.

Las trece repobladoras que viven actualmente en la aldea llevan un estilo de vida muy parecido al de los habitantes de hace un siglo. Se dedican principalmente a la agricultura y la ganadería. Tienen un huerto donde cultivan una gran diversidad de verduras, así como varias cabras y gallinas. Aunque su conocimiento sobre estas tareas no era muy elevado antes de vivir a Barchel, recuerdan, “hemos aprendido todo aquello necesario para poder vivir y trabajar”, intentando hacer un buen uso de la tierra para obtener los recursos necesarios para sobrevivir y basándose en los principios de la ecología y la sostenibilidad.

Cultivar alimentos con técnicas regenerativas, tratar de ser autosuficientes para tener un impacto menor en la naturaleza, reconstruir viviendas con materiales locales, naturales y respetando la arquitectura tradicional; utilizar sistemas de energía renovable como la energía solar; hacer un uso eficiente y riguroso del agua, asegurar la reutilización y el reciclaje para no generar residuos, seguir los ciclos de la naturaleza a la hora de realizar sus trabajos y actividades, proteger la biodiversidad y la restauración del entorno natural que pueda estar degradado, o vivir en comunidad, organizándose de manera horizontal y asamblearia, donde todos tienen la misma voz e importancia en la toma de decisiones y resolución de conflictos, son algunas de las prácticas que llevan a cabo las repobladoras de Barchel. 

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Los actuales habitantes de Barchel se dedican a la agricultura y la ganadería. Mar Murillo

Vivir en un lugar como Barchel implica, tal y como afirman, “un constante aprendizaje a base de golpes, mucho de esfuerzo y desengaños”. La falta de referentes y la gran diferencia entre el modelo de vida que tenían anteriormente y el que tienen en la aldea les impulsa a experimentar constantemente, partiendo de una conciencia y una comunicación plenas. “Este proyecto no cuenta solo con objetivos ecológicos y sostenibles, sino que engloba puntos de partida muy diferentes, abrazando aspectos económicos, políticos y de crecimiento personal”, explican.

Tres denuncias amenazan el futuro de lA aldea

En marzo de 2019, las repobladoras de Barchel recibieron una denuncia por “derivación de aguas del lecho del riachuelo de los chorros de Barchel, sin la correspondiente concesión o autorización, para el riego de un huerto particular”. La Confederación Hidrográfica del Júcar los acusa de infringir la Ley de Aguas. Las jóvenes consideran que, a pesar de que no disponen de ningún permiso, la utilización del agua del riachuelo se hace “con plena conciencia ecológica, intentando no derrochar ningún litro y utilizando las técnicas de riego que menos agua requieren”. Así mismo, afirman que el uso de esta agua “es esencial para llevar adelante su proyecto de repoblación y para asegurar la autoabastecimiento de la comunidad”. También remarcan que el riachuelo “se iba a perder” hasta que ellos llegaron a la zona y que son testigos “del vertido continuo de purines y otros residuos al agua sin ninguna consecuencia aparente”. El regadío es una tarea fundamental en el mantenimiento y el desarrollo del medio rural, el cual depende, en muchos casos, de la gestión que se hace del agua por parte de las instituciones. Repobladoras y algunas agricultoras defienden que la política de regadío tiene que ir ligada a la política de desarrollo rural y que la asignación de los usos del agua debe estar al servicio de la población.
Los propietarios de las viviendas han acusado las habitantes de Barchel “de usurpación y ocupación ilegal de inmuebles y propiedad privada”

Dos denuncias más siguieron a ésta. Los propietarios de las viviendas han acusado las habitantes de Barchel “de usurpación y ocupación ilegal de inmuebles y propiedad privada”. “Las palabras se las lleva el viento y de poco sirve el acuerdo al cual llegamos con ellos hace seis años”, lamentan. Después de presentar varios recursos, la sentencia, la cual según las jóvenes incluye ciertas contradicciones, es desfavorable para las repobladoras y, por lo tanto, se podrán expropiar algunos de los inmuebles del aldea y tendrán que pagar una multa —una cantidad que todavía no ha podido conocer La Directa—, haciendo casi imposible que el proyecto de repoblación prospere e imposibilitando que todos sus habitantes sigan viviendo en Barchel. Estos se encuentran ahora en un estado de espera y buscan dar visibilidad a su proyecto para impedir un posible desalojo.

Las aldeas y territorios repoblados como Barchel son proyectos de experimentación y transformación social. Estas comunidades comportan la creación de nuevos modelos de vida donde se experimentan a pequeña escala herramientas y valores que podrían extenderse al conjunto de la sociedad. Para las jóvenes, estas acciones ayudan a mejorar la calidad de vida de las personas que participan y de su entorno, “llevando a la acción soluciones y alternativas a un modelo de vida que flaquea cada vez más”.

Una lucha contra la despoblación rural y el cambio climático 

La repoblación de Barchel, además de ser un proyecto de vida para sus habitantes, es también un acto de oposición y lucha. Una oposición al sistema capitalista y una lucha contra dos de sus consecuencias: la despoblación rural y el cambio climático. Tal como explica Toni Marín, miembro de la revista Eco-Habitar, “el sistema capitalista ha demostrado que es insostenible, un sistema depredador que destruye el planeta y los seres que lo habitan, creando desequilibrios sociales, políticos y ecológicos”.

Es por eso que cada vez más personas, como los repobladores de Barchel o los de Fraguas, optan por una nueva alternativa basada en un estilo de vida arraigado a la tierra, en que se reduce el consumo de productos en la medida de lo posible y se practica la autogestión, dos acciones opuestas a la lógica capitalista. Para Juanjo, uno de los repobladores, “vivir en un lugar como Barchel implica renunciar a muchas comodidades a las que estamos muy acostumbradas”. “El mantenimiento de estas comodidades implica un consumismo voraz y una explotación de los recursos que son insostenibles a largo plazo, provocando problemas medioambientales irreversibles. Si tomamos medidas para tratar de evitar el cambio climático, pero no renunciamos a ciertos aspectos de nuestro estilo de vida que contribuyen a él, es muy difícil que algo cambie”, remarca. 

Cada vez más personas optan por una nueva alternativa basada en un estilo de vida arraigado a la tierra que se opone a la lógica capitalista

Para las repobladoras de Barchel, las soluciones que hay encima la mesa contra el cambio climático y la despoblación no funcionan “porque no se escuchan las necesidades reales de la naturaleza y de las personas, y porque están basadas en principios capitalistas”. Ángel de Prado, miembro de la Asociación Salamantina de Agricultura de Montaña, afirma que una parte de las instituciones nunca ha tenido una voluntad real de revertir la tendencia a la despoblación y el envejecimiento de muchas zonas rurales. “Los recursos que han facilitado para revertir la situación no estaban pensados más que para el desarrollo de la banca y de las grandes empresas”, subraya. Y añade: “Parece que solo ellos pueden tratar de solucionar este problema puesto que, cada vez que desde la sociedad civil se intenta hacer algo, como pueda ser repoblar un núcleo rural, les ponen muchos problemas”. “En su modelo de desarrollo, el que han financiado, ya no cabe la vida rural ni las prácticas ancestrales de gestión del territorio. El poder político ha tenido muy claro que solo las ciudades son una manera cómoda de vivir y que todas las personas aspiran a vivir en ellas”, concluye.

La DIRECTA
Artículo original Les repobladores d'un poble abandonat dels Serranos, sota amenaça de desallotjament publicado en la Directa y traducido por El Salto.
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