Opinión
Gaza y el Gran Reemplazo

Vosotros que tanto habláis del Gran Reemplazo, ¿qué pensáis de los tanques israelíes arrancando de cuajo ancestrales olivos milenarios para sembrar en las tierras de otros lujosas promociones inmobiliarias?
Manifestación Palestina 4 octubre Madrid - 2
David F. Sabadell Manifestación del 4 de octubre contra el genocidio palestino en Madrid.
7 oct 2025 06:00

Los conspiranoicos de la teoría del Gran Reemplazo algo tenían de razón, los pobres. Es lo que pienso al asistir a este Gran Reemplazo en tiempo real que llevamos ya dos años presenciando: de un lado la invasión por tierra, mar y aire de Gaza y la erradicación de su población originaria, de su memoria y de sus sueños; de otro, la anexión de Cisjordania por la puerta de atrás, con colonos y soldados sueltos entre las ciudades, los campos de refugiados y los olivos, para culminar el sueño alimentado durante décadas de expropiarlo todo, hasta la verdad, desde el río hasta el mar. 

Ahí tenéis, gallinas ultraderechistas, vuestro tan cacareado Gran Reemplazo, solo que la amenaza demográfica ha estallado del otro lado del Mediterráneo, exterminando a decenas de miles de niños. La invasión es tan completa que ni los palestinos con pasaporte israelí serán escatimados ante los globalistas del mal. Solo que estos globalistas, no son, como decíais, los pusilánimes socialdemócratas, ni los perseguidos wokes, ni los multimillonarios judíos (exentos de la protección sionista) que van por ahí financiando ONG. Qué sorpresa, reemplacistas despistados, que quienes vienen a practicar genocidios y remover la tierra bajo el mandato de su avaricia y su supremacismo sean los de siempre: ricos, hombres, blancos, desatados, que se valoran a sí mismos más que a un mundo entero. 

Iluminados reemplacistas que vais por las plazas de Europa cagados de miedo ante el avistamiento de un hiyab, un grupo de niñas morenas jugando en los parques, cuerpos jóvenes y fuertes que no son los vuestros, sabed que nunca descubristeis nada, que esto del Gran Reemplazo está ya más que inventado. Lo probaron los pueblos nativos de todo el continente americano, los maoríes que se vieron reemplazados por presos británicos, los pueblos zulúes relegados a los bantustanes por ignorantes granjeros sonrosados que no podían creerse la suerte que tenían de pertenecer al bando de los que siempre se han sentido legitimados para apropiarse a fuego y sangre de territorios ajenos.

Espero, apóstoles apocados del gran reemplazo, flipados de la legítima autodefensa de los indígenas europeos, que podáis reconocer que ese discurso vuestro, que esas teorías de la conspiración del tres al cuarto que os hacen sentir tan especiales y avispados, no son más que una proyección de vuestra creencia firme en que es legítimo solo para vosotros tomar lo que deseéis del mundo, indiferentes al sufrimiento ajeno, militantes del desprecio hacia cualquier cultura que no sea ese orgullo anémico, ese puro humo civilizacional de consumo instantáneo, que ahoga nuestras ricas, diversas, populares, culturas solidarias europeas en resistencia. 

Toda vuestra épica de la defensa propia es un gran paripé, pues sabéis que tenéis el poder de vuestro bando. Sois Israel balbuceando nadedades victimistas, mientras borra de la faz de la tierra edificios donde antes vivían familias

Europeos apologetas del gran reset, que se musculan a hostias en fights clubs clandestinos que comparten con las SS el apetito infernal de la violencia, para luego enfrentarse diez a uno con agotados refugiados, flacos chavales buscando su suerte en los caminos, ecologistas abraza bosques y aguerridas chavalas feministas. Toda vuestra épica de la defensa propia es un gran paripé, pues sabéis que tenéis el poder de vuestro bando. Sois Israel balbuceando nadedades victimistas, mientras borra de la faz de la tierra edificios donde antes vivían familias. Gastáis el mismo comodín de amenaza existencial, tan útil para arrasar con la existencia de los otros. 

Vosotros que tanto habláis del gran reemplazo, jugando a ser resistencia en grupos de Telegram que apestan a huevos sudorosos, ¿qué pensáis de los tanques israelíes arrancando de cuajo ancestrales olivos milenarios para sembrar en las tierras de otros lujosas promociones inmobiliarias? Vosotros que vivís acojonados ante aquellos que llegan desarmados y rotos después de vencer miles de kilómetros de obstáculos, deshumanización y fronteras, cómo os sentiríais en las tiendas inflamables de los palestinos, huyendo de la muerte sobre carros, expuestos por igual a una bomba, a un dron, o al disparo gratuito de un francotirador que “se defiende” a balazos. 

Muchachotes, sí, aquí está el gran reemplazo, y va más allá de gente que tiene hijos que os molestan, lo que estamos viendo es el reemplazo de cualquier intento de orden internacional que ponga por delante la paz o una tímida aspiración de justicia, por este régimen del matonismo dialéctico respaldado por tecnologías infinitamente más desarrolladas que la humanidad de quienes gobiernan este reset infame. Vivimos el gran reemplazo de la diplomacia —por muy limitada que fuera— por este desenfadado idioma del chantaje que viene a ser la única lengua que los grandes reemplacistas de verdad manejan con soltura. El gran reemplazo de la realidad por una sucesión desangelada de sintagmas demenciales que se desgajan de la vida.

A veces, sobre los barcos, en las calles, en la conversaciones y los sueños compartidos, parece que pudiera despuntar otro gran reemplazo, el de sus utopías genocidas y ultracapitalistas, por las nuestras

El gran reemplazo está aquí: minuciosamente detallado por consultoras, genocidas, e imperios horteras del ladrillo. No es necesario sacarse un máster en olfato conspiranoico para detectarlo: basta con escuchar las declaraciones de quienes hablan de emigración colectiva, expulsión a terceros países, de lo bonita que será Gaza cuando toda su población haya sido quirúrgicamente desplazada. Ahí está por erigirse la mayor utopía contemporánea de los reemplacistas coloniales de toda la vida, mientras los plastas de la islamización de Europa aplauden con las orejas la sionización final de toda Palestina. Nada ha de sorprendernos, el doble rasero es la afección visual que tan bien caracteriza al supremacismo, una miopía selectiva muy bien trabajada, es por ello que merecen un guantazo antropológico para que se les aclare la vista.

A veces, sobre los barcos, en las calles, en la conversaciones y los sueños compartidos, parece que pudiera despuntar otro gran reemplazo, el de sus utopías genocidas y ultracapitalistas, por las nuestras. Nuestras utopías que se construyen caminando, con las voces de otras, recabando sentido en las miradas de quienes resisten, alumbrando quizás futuros imperfectos donde los territorios se comparten, la avaricia extractivista se abole, y la inteligencia humana se vuelca en imaginar mecanismos que nos permitan acotar esa violencia victimista que, tras dos años distópicos, materializa hoy el Gran Reemplazo de Gaza, una operación que aúna en sí lo peor de la crueldad moderna y de la tecnología psicópata de última generación.

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