Movimiento vecinal
Vite, el barrio ‘maldito’ de Compostela

En los años 80, este polígono de Santiago fue uno de los puntos negros de la epidemia de heroína en Galiza. Ante el abandono del Ayuntamiento, tuvo que ser la organización vecinal la que sumó fuerzas para dejar atrás esa situación de marginalidad. Más de 30 años después, siguen saliendo a la luz nuevas sombras de la historia: “El trapicheo en Vite era consentido para que la heroína non llegase al resto de la ciudad”, destaca Alfredo Santomil.
18 feb 2021 08:20

El barrio compostelano de Vite fue, durante casi una década, el núcleo de distribución de heroína en la capital gallega y uno de los ‘supermercados de la droga’ más grandes de toda la comunidad. Su historia negra empieza en los años 80, cuando la epidemia de jaco que anegaba Madrid y Barcelona alcanza finalmente Galiza. La heroína se instala casi inmediatamente en las ciudades aprovechando las grietas de los lugares más desfavorecidos. En Ferrol, esas grietas estaban en Caranza; en Coruña, en Penamoa; y, en Santiago, en el barrio de Vite.

Construido como un polígono de promoción oficial a las afueras de la ciudad, Vite recogía todas las problemáticas que abren la puerta a la drogadicción en el peor momento de la heroína. En este barrio trabajador las dificultades económicas de las familias se mezclaban con el abandono escolar, y en las calles sin iluminación latía el abandono de un Ayuntamiento que nunca tuvo soluciones para los vecinos. Finalmente, tuvo que ser la organización vecinal la que sumara fuerzas con trabajadores sociales para dejar atrás esa situación de marginalidad. “En Vite primero se hicieron los edificios y, 15 años después, el barrio”.

La máxima es obra de Rosa Álvarez y Xosé Iglesias ‘Luki’. Al lado de Alfredo Santomil, fueron algunas de las cabezas visibles de un movimiento vecinal que, entrados los años 90, consiguió hacer de Vite un barrio limpio y orgulloso. Los tres compañeros se juntaron en una tarde de llovizna de finales de 2020 para rememorar esa lucha contracorriente, de la que no todos los recuerdos son buenos. “Hubo una campaña para criminalizar Vite porque, si solo se hablaba del barrio, el resto de la ciudad estaba tranquila”, asegura Santomil.

Caldo de cultivo

Sorprende saber que el de Vite fue el primer polígono de vivienda pública diseñado en todo el Estado. A finales de los 50, las autoridades franquistas deciden intervenir sobre el desarrollo urbanístico del norte de Santiago con un gran plan parcial que conjuga edificios residenciales con amplias zonas verdes. Los problemas del polígono empiezan con la dilación de la construcción, que no arrancó hasta 1975. En este paréntesis, la Administración recorta en repetidas ocasiones los espacios abiertos del proyecto para dedicarlos a otras obras. De este modo, cuando el plan es finalmente ejecutado, el barrio queda reducido a poco más que sus viviendas.

A finales de los años 70 empiezan a llegar los primeros inquilinos, seleccionados con un modelo de puntos que primaba a las personas en situación más vulnerable. En total, el polígono de Vite daba cabida a más de 2000 familias con un solo denominador común: sus dificultades económicas. El barrio nacía así como una suerte de gueto al que no tardarían en llegar problemas.

El primero y más visible fue una elevada tasa de abandono escolar, que después se traduciría en un galopante desempleo juvenil. La falta de espacios públicos acabaría por hundir esa generación de jóvenes que pasaba “todo el puto día en la calle”, en palabras de Luki. Sin trabajo, sin apoyos, sin más escenario que las plazas de hormigón, las puertas a la heroína estaban abiertas

El barracón de la sacarina

A su llegada a Santiago, la droga pasa por distintos puntos de la ciudad antes de asentarse en Vite el grueso de su estructura. A mediados de los años 80, el barrio alojaa el principal núcleo de distribución de la capital: una barraca del antiguo Burgo das Nacións (Burgo de las Naciones, una residencia estudiantil) conocido por los vecinos como El barracón de la Sacarina, por el mote de la matriarca que dirigía el negocio.

La barraca semiruinosa era frecuentada por toxicómanos del conjunto de la ciudad, entre los que se contaban inquilinos del mismo barrio, algunos de ellos auténticos vecinos del súper de la droga. Alfredo Santomil reconoce que esta situación llegó a generar tensión en los bloques de Vite. “Todo el mundo sabía que familias vendían”, explica, “y a algunos padres que tenían a los chicos enganchados no les hacía mucha gracia ver allí el tenderete”.

“Recuerdo esa vez que vino al barrio una unidad de la policía local con un Citroën BX nuevecito. Se metieron en un edificio para controlar y, cuando salieron, al coche le faltaban las ruedas y la emisora. Los tipos tuvieron que volver a pie a la comisaría… En los tiempos más duros pasaban cosas de película en Vite”, explica Xosé Iglesias ‘Luki’

La permisividad de la policía con los proveedores permitió que la heroína siguiese avanzando entre las generaciones más jóvenes del polígono. A finales de los 80, la situación era insostenible. “Algunos chavales empezaban a consumir con 14 años”, recuerda Rosa, que guarda en la memoria docenas de nombres y caras de esa generación malograda. “Había niños que contaban en la escuela que no podían dormir porque en sus casas habían estado traficando toda la noche”, relata.

Vite Compostela 2
Barrio de Vite en Compostela. Iago Codesido

Atacar la raíz

Es difícil precisar cuando llegan las primeras dosis al barrio. La prensa de la época cree que, por 1985, en la ciudad era ya vox populi que en Vite había un problema de drogas. La Administración, con todo, no mueve ficha hasta dos años más tarde, cuando el nivel de trapicheo es tal que los robos y atracos relacionados con el consumo empiezan a alcanzar el centro de la ciudad.

En el año 87 tienen lugar dos hechos claves para la historia de Vite. Después de fuertes presiones sobre el Ayuntamiento, la organización vecinal consigue que el barracón de la Sacarina sea derruido. Poco dura el alivio: el tráfico, lejos de remitir, se traslada a los propios bloques residenciales de la mano del mismo clan. Así, fue quedando claro que la problemática de la droga en Vite necesitaba algo más que presencia policial.

En ese contexto, la Xunta lanza un proyecto que supondría el primer paso hacia la mejoría del barrio el Plan Comunitario. La idea del Plan era dejar a un lado la persecución del menudeo para centrarse en las problemáticas que, en un primer momento, habían dado pie a la droga. Pretendía, en otras palabras, resolver esa marginalidad que el Ayuntamiento no había querido ver.

Explosión de asociaciones

Rosa Álvarez llegó a Vite en el 88 como parte del exiguo grupo de trabajadores movilizados por la Xunta. “Pensamos que para hacer frente a un problema así la respuesta tenía que salir del mismo barrio”, explica. En pocos años, Vite pasó de ser un polígono atomizado a sufrir una auténtica explosión de movimientos comunitarios; tantos que, a finales de los 80, fue preciso crear una Coordinadora de Barrio para ponerse de acuerdo en las actividades a desarrollar.

El papel de la Coordinadora fue fundamental para que, a partir de 1992, la presión de la heroína comenzase a descender. Pese a contar con un financiamiento paupérrimo, vecinos y trabajadores consiguieron levantar un movimiento asociativo que acercó el apoyo necesario para dejar atrás la lacra. A principios de los 90, en Vite se podía acceder a docenas de actividades y talleres, que abarcaban desde cursos formativos para personas descolgadas de la educación pública —adultos inclusive— a alternativas de ocio; además de las célebres campañas de Non inVite ás drogas (No inVite a las drogas).

La vergüenza

Aún que la respuesta de los vecinos fue contundente, la heroína permaneció en Vite el tiempo suficiente como para dejar un estigma que perduraría durante años. La vergüenza de ser el barrio de la droga calló como una losa sobre un polígono sin idiosincrasia ni pasado; construido con escuadra y cartabón y carente de cultura propia. “La gente, cuando le preguntaban de dónde era, respondía con el lugar del que había venido: Conxo, San Caetano... pero nadie era de Vite”, resume Alfredo.

30 años después, en la Coordinadora perdura la certeza de que este mal nombre ha sido fruto de una campaña intencionada. “Se potenció una imagen de Vite como ciudad sin ley porque así parecía que en el resto de Santiago no había problemas”, explica Santomil. Esta idea, replicada por la prensa local, acabaría por instalarse en el imaginario colectivo de esa Compostela de los años 90, en la que la gente creía que los taxistas se negaban a entrar en Vite cuando se lo pedía un cliente.

Alfredo y Luki le quitan credibilidad a la anécdota de los taxis. Vecinos de Vite desde hace décadas, no les tiembla la voz al asegurar que el fuerte impacto de las drogas en el barrio también ha obedecido a una estrategia premeditada. “En cierto modo, el trapicheo era consentido porque así se conseguía que el problema no saliese de Vite”, destaca Santomil. Según los de la Coordinadora, se trataba de concentrar la lacra, pero también de ocultarla. “Para eso, Xerardo Estévez [el alcalde socialista de entonces] construyó el parque de Xoán XXIII”, sostiene el de la asociación de veciños. “Si te fijas, los árboles están plantados con la idea de que se vea el Monte Pedroso, pero el barrio quede tapado”, explica.

El boicot del Ayuntamiento

Sea real o no la teoría de Alfredo, lo cierto es que Vite es casi imperceptible desde el mirador más concurrido de la ciudad, situado en el Parque de la Alameda —el barrio queda, de hecho, convenientemente ocultado por una niebla de ramas y hojas—. Desde la Coordinadora guardan un recuerdo amargo de la administración local de aquellos años que, más que ayudar en la lucha, contribuyó a poner atrancos.

Vite Compostela 3
Barrio de Vite en Compostela. Iago Codesido


La movilización social de Vite nace en un contexto de abandono por parte del Ayuntamiento. A inicios de los 80, buena parte del polígono carecía de luz eléctrica, y hasta había viviendas sin agua corriente. Cuando la presión vecinal hizo imposible el silencio del Consistorio, estos pasaron de la indiferencia a intentar boicotear los proyectos de la Coordinadora para “apuntarse ellos el tanto”, en palabras de Santomil.

Los problemas empezaron con la figura de los ‘comisarios políticos’, enviados desde el Ayuntamiento que decían supervisar las actividades de la Coordinadora. Los vecinos de Vite rápido se dieron cuenta de que, en realidad, la administración de Xerardo Estévez estaba “espiando” sus planes. “Cuando demandábamos alguna dotación, el Ayuntamiento decía que era imposible y meses después presentaban el mismo proyecto como si fuese una iniciativa propia”, recuerda Alfredo.

El descaro de la Administración era tal que la Coordinadora llegó a aprovechar esa rutina de plagio en beneficio del barrio. “Una vez pensamos en hacer un taller de fotografía pero comprobamos que no había dinero, así que pusimos un cartel anunciándolo”, recuerda Alfredo con una risa. “Fue matemático: el siguiente curso que anunció el Ayuntamiento era de fotografía”.

Vite nazón

Alfredo relata los roces con el Ayuntamiento a las puertas del centro sociocultural de Vite, situado en la calle Carlos Maside. A pocos metros de nosotros, la vía desemboca en la avenida Castelao, auténtica espina dorsal del barrio. En los 80, esa enorme carretera tenía el dudoso privilegio de comunicar la sede de la Xunta de Galicia, en su extremo este, con el mayor centro de distribución de la droga en muchos kilómetros a la redonda.

Hoy apenas queda huella de la heroína en Vite. En la parcela donde se erigía el Barracón de la Sacarina hay una iglesia, y los edificios del barrio, pese a seguir siendo humildes, se muestran limpios y dignos. Sucede lo mismo con sus inquilinos. La vergüenza inicial que anidaba en estos bloques dejó paso a un orgullo que, en cierto modo, sabe a una rebelión contra el pasado, contra las circunstancias. El ‘nacionalismo vitense’, medio en serio medio en broma, crece en la conciencia de muchos vecinos; incluso en los que viven ya lejos de lo que un día fue el barrio maldito de Compostela. “Pueden llevar diez años fuera, que siguen diciendo que son de aquí”, cuenta Alfredo, a las puertas del centro, con una sonrisa. Por detrás de él pasa un taxi.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Drogas
Drogas Regular la cocaína para frenar el dolor y la sangre en América Latina
En una Conferencia Internacional sobre Políticas de Drogas celebrada en Barcelona, organizaciones de base, ONG y representantes de instituciones han dibujado consensos hacia la regularización de substancias actualmente ilegalizadas
Psicoactivos
Psicodélicos Iglesias psiquedélicas en Estados Unidos: las contradicciones constitucionales del trumpismo ácido
La nueva administración estadounidense está más abierta a contribuir al renacimiento psicodélico, pero las iglesias que utilizan este tipo de sustancias siguen encontrándose en una zona alegal.
Baleares
Un modelo insostenible El rechazo a la turistificación se expande en Canarias, Baleares y Barcelona
Tras la masiva manifestación en las Islas Canarias del pasado mayo, Palma de Mallorca, Barcelona y San Sebastián salen este 15 de junio a la calle contra un modelo de turismo desmedido insostenible para el territorio y sus habitantes.
Oriente Medio
Oriente Medio Decenas de muertos en una noche de sirenas e intercambio de misiles entre Israel e Irán
Después del ataque israelí contra la infraestructura energética y militar iraní, cientos de misiles iraníes atraviesan el cielo israelí e impactan en Tel Aviv, Bat Yam, Tamra y Haifa.
Rap
Rap Los Chikos del Maíz: “La música urbana está llena de fachas y votantes de Vox”
Tras un fin de gira accidentado, Toni y Nega dan una tregua indefinida a su proyecto con dos conciertos en Madrid. Horas antes de llenar la sala en la primera cita, visitan la redacción de El Salto.
Violencia machista
El Estado que revictimiza Violencia institucional: “Si lo hubiera sabido antes, no hubiera denunciado nunca”
Rocío ha sufrido violencia psicológica, física y sexual por parte de su expareja. Y también violencia institucional en todas las puertas de la red de recursos institucionales que ha ido atravesando.
Crónica
Justicia En la sala de un juicio a una madre protectora
Esta es una crónica de un juicio a una mujer que pidió medidas por sospechar de abusos sexuales a su hija en el domicilio paterno sin que ninguna institución moviera un dedo y, un mes después, cogió un vuelo a su país para intentar protegerla.
Editorial
Editorial Justicia irracional
Por acción o por omisión, las instituciones violentan a las mujeres. Se llama violencia institucional.
Río Arriba
Río Arriba Luis González Reyes: “Vivimos en un mundo en la que la escasez es un elemento central”
Primera entrevista del programa Río Arriba en formato podcast y vídeo donde hablamos de las nuevas guerras neocoloniales por recursos en la era de Trump y Putin, de la escasez, del decrecimiento y el colapsismo.
La vida y ya
La vida y ya Un rato de cada lunes
Pero, lo más coincidente ha sido, expresado de distintas maneras, su agradecimiento hacia ese lugar. Su lugar elegido.
Ocupación israelí
Movilizaciones Un centenar de organizaciones de 26 países denuncian a la empresa vasca CAF y su tren del apartheid
Más de 50 localidades salen a la calle este fin de semana para señalar a la empresa que construyó el tranvía que conecta Jerusalén con territorio ocupados y exigir el fin del genocidio en Gaza.

Últimas

Que no te lo cuenten
El Salto Radio De océanos y detenciones
VV.AA.
La acidificación del agua marina supera sus límites mientras Israel aborda la Flotilla por la Libertad.
Relato
Relato Rendirse
A mi pesar me tocaba compartir mesa con aquellos documentos y, como estaba de los primeros (no lo habría imaginado al llegar), ya no conseguía quedar por encima, con lo que me gusta.
Análisis
Análisis del CIS La calma antes de la tormenta: la dimisión de Santos Cerdán como punto de inflexión
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha muerto pocas horas después de nacer por la dimisión de Santos Cerdán, aunque sirve como foto fija de un escenario que favorece a la derecha.
Más noticias
Argentina
Extrema derecha La motosierra de Milei se ceba con los hospitales públicos y las personas con discapacidad
Los recortes del Gobierno afectan al Hospital Garrahan, un centro de alta complejidad, referente pediátrico nacional y latinoamericano, y también a los recursos de las personas con discapacidad, a los que el ejecutivo califica de “idiotas”.
Estados Unidos
Estados Unidos “No Kings”: más de 2.000 manifestaciones en EEUU para protestar contra la deriva autoritaria de Trump
Con el nombre de movimiento No Kings (sin reyes), millones de personas están convocadas a manifestarse en todo el país este sábado y enfrentar el desfile militar organizado por Trump el día de su 79 cumpleaños.

Recomendadas

Pensamiento
Economista Clara Mattei: “El liberalismo y el fascismo están unidos en su protección del orden del capital”
El ambicioso ensayo 'El orden del capital' nos traslada al Reino Unido y la Italia de la I Guerra Mundial, que se contemplan como un momento bisagra: el auge de socializaciones y cooperativizaciones que tuvo lugar durante la contienda y la inmediata posguerra fue abortado a través de un 'shock' austericida destinado a restaurar la centralidad de los grandes capitales.
Derecho a la vivienda
Jaime Palomera “La vivienda necesita una revolución”
Investigador y uno de los fundadores del Sindicat de Llogateres, Jaime Palomera presenta ‘El secuestro de la vivienda’, un libro sobre el juego amañado en el que los propietarios son cada vez más ricos y los inquilinos cada vez más pobres.
Redes sociales
Industria editorial Escritores fantasma: así trabajan los auténticos autores de los libros de éxito que publican los ‘influencers’
Detrás de cada libro firmado por un ‘influencer’ hay otra persona que ha trabajado a destajo para entregar a tiempo un texto en el que su nombre no aparece por ninguna parte y que, además, ha tenido que renunciar a sus derechos como autor.
Brasil
Extrema derecha Arte en tiempos de fascismo: cuando enseñar a Goya y Rubens le cuesta el puesto a un profesor
Una clase de Historia en la escuela municipal en una localidad del Estado de São Paulo desemboca en acusaciones contra el profesor y una campaña de difamaciones que encabeza el concejal de educación de la zona, de la extrema derecha bolsonarista.