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Migración
El amor en los tiempos del Covid
No les pedimos que nos acompañen físicamente en nuestras movilizaciones si no lo valoran conveniente por razones sanitarias, pero sí necesitamos su apoyo moral, para que los gobiernos de Europa sientan en el cogote la presión de una mayoría de la ciudadanía escupiendo sobre las falacias de Vox y asimilados.
Cuando agosto entra en su última semana, y parece que con el ambiente vacacional la vida se para, siguen pasando muchas cosas. El virus, del que se dijo que el calor no le sentaba bien, campa a sus anchas a nuestro alrededor. De eso llevamos hablando ininterrumpidamente desde marzo. Pero pasan más cosas, algunas en los últimos días, de las que quizá no haya oído hablar.
El 6 de agosto murieron 50 personas en dos naufragios de embarcaciones que se dirigían a Canarias. En lo que va de año, en esta ruta, ha muerto una persona por cada 20 que han desembarcado en las islas. El día 8 murieron ahogados dos niños de trece años en el puerto de Valencia al ser succionados por la maniobra de atraque del barco en el que llegaban como polizones, tras haber saltado del mismo para evitar ser repatriados.
El 14 de agosto The New York Times publica un artículo informando que el gobierno griego ha expulsado en secreto a más de 1.000 refugiados de las fronteras de Europa en los últimos meses, abandonándolos, en balsas salvavidas inflables sin timón ni motor, en los límites de las aguas territoriales turcas en el mar Egeo.
El día 17 murieron 45 personas, entre ellas cinco niños, cuando el motor de su embarcación explotó frente a las costas de Libia. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) han condenado estas muertes tras el peor naufragio registrado en lo que va de año.
El día 19 dos inmigrantes, polizones procedentes de Argelia con destino a Valencia, morían deshidratados antes de llegar a puerto dentro del contenedor en el que llevaban escondidos más de 24 horas soportando temperaturas de más de 40 grados. También el día 19 la Guardia Civil recuperó 15 cadáveres de un cayuco hallado a 80 millas al sur de Gran Canaria.
El día 20 murió un joven tras saltar la alambrada de seis metros en la valla de Melilla. El día 22 una embarcación procedente de Argelia se hundió frente a las costas de Cabo de Gata en Almería muriendo ahogadas 11 personas, entre ellas mujeres y niños.
Ante este dantesco panorama las personas y organizaciones sociales que defendemos un mundo donde la gente no se vea forzada a migrar, pero que junto a ello, tengan el derecho a hacerlo en condiciones seguras, no podemos dejar de exigir que se ponga fin a esta situación.
La Caravana Europea 2020 que se desarrollará entre los próximos días 26 y 30 de agosto es una acción impulsada por Caravana Abriendo Fronteras y Carovane Migranti. A pesar de las dificultades del momento hemos buscado una manera de realizar acciones en distintos lugares de Europa para denunciar las injusticias, la explotación, la violencia y el racismo que afectan a las personas migrantes y en consecuencia a toda la sociedad.
Si usted nos ve por ahí protestando estos próximos días no piense que somos irresponsables. Lo haremos con sumo cuidado, pero no podemos dejar de hacerlo porque el covid-19 no es el único virus al que hay que parar los pies.
Si usted nos ve por ahí protestando estos próximos días no piense que somos irresponsables. Lo haremos con sumo cuidado, atendiendo a las recomendaciones sanitarias, pero no podemos dejar de hacerlo porque el covid-19 no es el único virus al que hay que parar los pies.
El virus de la indiferencia ante el asesinato de semejantes. Viendo la actuación de Grecia, de abandonar a las personas migrantes en balsas sin motor en el mar Egeo, estamos a un paso de que en países de Europa se aplique la instrucción de matar migrantes en las fronteras.
El virus del silencio de los medios de comunicación de masas sobre el maltrato sistemático y la violencia extrema aplicada en las fronteras en los Balcanes.
El virus del cinismo de los gobiernos de la UE que dicen respetar los derechos humanos y pagan por los servicios mercenarios, prestados por terceros países para que, por dinero, se encarguen de frenar a las personas migrantes sin considerar los métodos que se utilizan para ello. Métodos como el traslado a lugares del desierto donde se les abandona sin agua ni comida; el secuestro en campos de concentración donde después de siglos han reaparecido los mercados de esclavos, una de las prácticas más execrables practicadas por la inhumanidad. Los gobiernos europeos mantienen sus acuerdos y devuelven migrantes a estos países mostrándose sordos y ciegos ante el horror del que tienen pruebas fehacientes por estas prácticas aplicadas durante años.
El virus de la pasividad ante las vallas con cuchillas que sajan los maltratados cuerpos de migrantes que llevan años en el camino y se deciden a realizar estos saltos.
El virus de la pasividad ante las vallas con cuchillas que sajan los maltratados cuerpos de migrantes que llevan años en el camino y se deciden a realizar estos saltos con la esperanza, nunca perdida, de llegar a la meta de un camino emprendido muchas penalidades atrás. Gente como nosotras y nosotros, nacida en países donde no pueden construirse una vida digna y que tienen la capacidad de no rendirse a la fatalidad e intentarlo en otro lugar.
Estos virus matan a mucha gente también, pero no son noticia en los informativos.
Por una vez, en este mes de agosto de los tiempos del covid-19, no les pedimos que nos acompañen físicamente en nuestras movilizaciones si no lo valoran conveniente por razones sanitarias, pero sí necesitamos su apoyo moral, para que los gobiernos de Europa sientan en el cogote la presión de una mayoría de la ciudadanía escupiendo sobre las falacias de Vox y asimilados.
Confío en que el gran escritor y periodista Gabriel García Márquez, allí donde esté, me perdone el atrevimiento de haber parafraseado el título de una de sus novelas para este artículo, así como a su compañero de oficio y Nobel, Pablo Neruda, a quien pido prestados estos versos que nos hablan del amor en todos los tiempos: yo soy el poeta hijo/ de pobres, padre, tío,/ primo, hermano carnal/ y concuñado/ de los pobres, de todos,/ de mi patria y las otras,…
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