Opinión
El último mitin de Franco casi concluyó en matanza
La farsa de los sumarísimos consejos de guerra que sentenciaron a muerte a once activistas antifranquistas de ETA y el FRAP y el posterior fusilamiento de cinco de ellos el 27 de septiembre de 1975 desencadenaron una ola de protestas por toda Europa, con daños en varias sedes diplomáticas españolas, especialmente el saqueo y quema parcial de la Embajada en Lisboa (que luego se atribuiría a la CIA para incitar a Franco a oponerse a la revolución portuguesa).
En respuesta, el régimen convocó a los fieles del Caudillo a la Plaza de Oriente el 1 de octubre. Desde el balcón central del Palacio Real les recibió Franco en la que sería su última aparición pública, con Juan Carlos de Borbón (su designado heredero) a su lado. En su breve discurso (que apenas se entendía) denunció “la corrupción de determinados países sin orden ni autoridad” sujetos a la “conspiración masónica izquierdista de su clase política, en contubernio con la subversión comunista-terrorista”. El discurso concluyó con el “¡Arriba España!” de rigor y el constipado que le llevaría a la cama, el hospital y la tumba.
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Simultáneamente al acto, un comando del PCE ( r ) en represalia por los fusilamientos mató a sangre fría a cuatro agentes de la Policía Armada, en lo que sería la carta de presentación del GRAPO. Extendida la trágica noticia a la indignada multitud, grupos exaltados propusieron marchar a la cárcel de Carabanchel para vengarse con los presos políticos.
Finalizada la concentración, al grito “muerte a los rojos”, “¡a Carabanchel!”, emprendieron una marcha que pasó por la Puerta del Sol, intentando entrar en la Dirección General de Seguridad (actual sede del gobierno autonómico) para ajustar cuentas con los posibles antifranquistas allí retenidos, pero fueron disuadidos y se limitaron a dar el pésame a los policías de guardia, continuando su airada manifestación callejera hasta que se calmaron y disolvieron sin llegar al linchamiento de “rojos”. De hecho, en la misma prisión se adoptaron serias medidas de seguridad por si llegaban, tal como se enteraron los reclusos.
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