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Memoria histórica
Semblanzas de un brigadista y un guerrillero: Virgilio Fernández y Camilo de Dios
“El fascismo siempre está ahí”, según Virgilio Fernández. “No derrotamos a Franco, pero fuimos la única oposición que lo combatió durante lustros”, creyó Camilo de Dios.
La coincidencia quiso que fallecieran recientemente, casi en la misma fecha, uno de los últimos brigadistas internacionales que lucharon en defensa de la segunda República en la Guerra de España, Virgilio Fernández, y el último de los guerrilleros gallegos contra la dictadura franquista, Camilio de Dios Fernández. Virgilio Fernández del Real falleció en México, país en el que residía, cumplidos los cien años de edad, y Camilio de Dios lo hizo en su casa de Sandiás (Ourense), a los 86.
Se trata de dos luchadores por la libertad que combatieron al fascismo en su juventud, cuya biografía merecería más atención que la que cabe en estas breves semblanzas de urgencia, pero la síntesis obliga a centrarnos solo en lo esencial, para destacar -en el caso del anciano brigadista- la vitalidad y afán de lucha que persistió en su ánimo hasta edad tan avanzada, como demuestra su carta dirigida al presidente de los Estados Unidos de México, Andrés Manuel López Obrador, meses antes de su fallecimiento, cuyo texto es indicativo del talante que animó su dilatada existencia.
Camilo de Dios, por su parte, dejó dicho en un documental titulado O último guerrilleiro de Galicia que le afectaban los problemas de los otros más que los suyos: “He pasado por muchas, si hubiera tenido que emocionarme y llorar por cada cosa que tienes en la vida... Y he tenido tantas, tantas, tantas, entre torturas, hambre, miseria, frío..., entonces tendría que haberme quitado la vida 40 veces. Y tampoco teníamos esa opción", dijo.
Camilo de Dios nació en 1933 y con solo 15 años se unió a la guerrilla antifranquista y se echó al monte. Ya antes, con 13 años, actuaba de enlace para la guerrilla, siguiendo los pasos de su madre, Carmen Fernández Seguí, también enlace, y de su padre, Jesús de Dios, fundador del PCE en Sandiás y que había muerto mientras estaba huido. Camilo incorporó a la lucha armada contra el régimen franquista en la 2ª Agrupación Guerrillera y participó en el ataque a la fábrica de armas de A Coruña. En julio de 1948 se sumó a un grupo que intentó liberar a los líderes guerrilleros condenados a muerte que permanecían en la cárcel de esa ciudad, operación frustrada por la detención de dos enlaces.
El 18 de marzo de 1949 fue herido en un enfrentamiento con la Guardia Civil en Ourense. Condenado a muerte en un consejo de guerra celebrado en A Coruña, las autoridades le conmutaron la pena por la de 30 años de cárcel debido a su corta edad. Cumplió la mayor parte de la condena en la prisión de El Dueso, quedando en libertad en 1959. En los años sesenta, Camilo de Dios participó en la organización de las Comisións Campesiñas de A Limia y en la reorganización del Partido Comunista de España en la provincia de Ourense. Ya en la democracia, Camilo de Dios fue concejal en Sandiás y Xinzo de Limia, en representación del PCG e Izquierda Unida.
En 2016 Camilo de Dios recibió en A Coruña la distinción como Republicano de Honra con la que la Comisión por la Recuperación de la Memoria Histórica de A Coruña (CRMHC) quiso rendir homenaje al conjunto del Movimiento Guerrillero Gallego, destacándose que "la guerrilla no derrotó a Franco, pero fue la única oposición organizada y democrática durante tres lustros". "Algo creo que hicimos", respondió Camilo de Dios en el acto, celebrado en la sede de la Real Academia Galega. Ese día Camilo hizo partícipes de la distinción "a los campesinos, obreros, estafetas y enlaces y otros que apoyaron a la guerrilla" y destacó que "caminando todos juntos seremos capaces de traer la III República", mostrando la solidez de sus ideales, a los que fue fiel hasta el final.
Del brigadista Virgilio Fernández del Real queremos destacar aquí su última visita a España en 2018 y recomendar la biografía escrita por el profesor José Manuel Pedroza. El año pasado ya tenía Virgilio dificultades para andar (iba en silla de ruedas), pero seguía asistiendo a reuniones y visitando los lugares de su lucha en España: el Jarama, Guadalajara... En marzo asistió a la inauguración del monumento en Caspe (Aragón) a las Brigadas Internacionales, con motivo del octogésimo aniversario de aquella batalla. Desafortunadamente, allí se vio afectado por una neumonía que le obligó a estar una semana en el hospital. Su salud fue empeorando desde entonces.
Para Virgilio nada humano le era ajeno hasta el fin de sus días. Los mensajes cruzados en los últimos meses con la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales hicieron memoria de la matanza de Tlatelolco, de la miliciana y guerrillera española republicana Angelines Fernández, exiliada en México, de los niños de Morelia, del festival cervantino de Guanajuato, del primer barco llegado a México con exiliados republicanos, de las luchas populares en Chile y de la tragedia boliviana con el golpe de estado contra el presidente Evo Morales, de la campaña en change.org para ilegalizar a Vox o, ya por último, del octavo encuentro en la Universidad de Alcalá sobre espacios míticos: Mujeres divinas, divinas mujeres....
Después de combatir al fascismo en España se exilió a México, donde ejerció como médico y se comprometió en la lucha por el bienestar sanitario y social de la población de Guanajuato. Hasta el final de su vida siguió manteniendo las inquietudes que movieron su vida, como demuestra la carta que escribió al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, fechada el pasado 15 de junio, en la que señalaba una serie de ideas para mejorar la sanidad pública en su país, habida cuenta las buenas expectativas abiertas con el actual gobierno mexicano:
“Me gustaría que viniese algún médico de confianza de López Obrador a hablar conmigo pues yo no puedo salir sin tener el oxígeno conmigo, no puedo caminar y el menor esfuerzo que hago tengo una disnea. Cumplí 100 años ya así que no busco ningún tipo de remuneración. Me gustaría que me pudieran escuchar –escribe el anciano brigadista al final de su carta-, pues tengo muchas ideas para dar mejor servicio y disminuir el costo de las medicinas ahorrando miles de millones de pesos. Muchas gracias”.
En su última visita a España, antes de que la extrema derecha entrase en el Congreso de los Diputados con 52 escaños -solo fue recibido por Pablo Iglesias en ese lugar-, Virgilio Fernández dejó dos titulares que merecen recordarse en nuestros días: “Los fascistas siempre están ahí”, “Si no se conoce la historia, se cae en el mismo hoyo otra vez”.