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Memoria histórica
El “gran hotel de lujo” San Marcos sigue escondiendo lo peor de su historia
¿Se volverá a repetir la historia, en el remodelado parador, del turista alemán al que se le censuró su protesta con una indemnización por no haber sido informado de que el hotel fue cárcel franquista?
Fue polémica la restauración del Parador de San Marcos, que se ha inaugurado recientemente en León y encabalga la arquitectura de nuestros días con un marco decorativo compuesto por valiosas obras artísticas del pasado y otras no menos estimables de la época contemporánea. Alarmó en su día en las redes sociales de la ciudad la restauración del artesonado del siglo XV de la Sala Capitular, a cuenta de las tuberías del sistema antiincendios, que al final fueron retiradas. La propia compañía nacional de Paradores afirmó que la restauración había sido “respetuosa con el edificio” y que el atrio donde se instalaría la cafetería –y no la recepción como se creía en un primer momento– era de nueva construcción, por lo que no afectaba a la arquitectura antigua. El renovado parador tiene un total de 51 habitaciones y categoría de “hotel de gran lujo”.
Pero no es de esa remodelación más o menos polémica en su momento, entre los fieles al pasado y los rupturistas, de lo que queremos hablar aquí, sino de esa parte de la historia del antiguo edificio renacentista que con su maravillosa fachada plateresca y su airosa balconada barroca fue durante la Guerra de España y los primeros años de la posguerra (1936-1940) una de las más atroces prisiones de la dictadura franquista. Después de los tres años invertidos en las reformas del hostal, con un monto acumulado de quince millones de euros de inversión, la memoria democrática de España sabe que en ese lugar estuvo uno de los campos de concentración más rigurosos del país, con una población reclusa que se fija en siete mil personas (Cárceles y campos de concentración de Castilla y León (Fundación 27 de marzo y Ministerio de Presidencia, 2011).
Entre los presidiarios republicanos estuvo el abuelo del ex presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero, el capitán republicano Juan Rodríguez Lozano -luego fusilado por los vencedores y al que aludió su nieto en la sesión de investidura- y su amigo el poeta y escritor leonés Victoriano Crémer (1906-2009), que durante tantos años escribió una muy leída columna diaria en la prensa leonesa, colaboró en las emisoras de radio locales y dejó testimonio de su etapa como preso político.
Sin embargo, ni antes de la reforma ni después de realizada tenemos constancia de que en San Marcos de León se consigne, para información de los viajeros que allí se hospedaron y hospedarán gracias a su imprescindible y solvente poder adquisitivo, referencia alguna a ese corto periodo de su negra historia, que también sufrió como recluso en un pasado más distante el escritor Francisco de Quevedo. Fue este quien escribió “Vivo en conversación con los difuntos y escucho con los ojos a los muertos“, y esa es la frase que acompaña a la inscripción ”En memoria de quienes sufrieron prisión, torturas y muerte en San Marcos de León de León durante la Guerra Civil Española“.
No verán los huéspedes del gran hotel, sin embargo, esa lápida que Luis Grau, director del Museo de León, trajo de las minas de talco de Puebla de Lillo, donde los mineros se armaron para defenderse del golpe militar de 1936. Se encuentra, al parecer, según la información aportada en un magnífico artículo de la periodista Elena Cabrera en eldiario.es (El turismo se lleva mal con la memoria histórica), fuera de lo que es propiamente el parador, en un anexo monumental del museo y poco al alcance del conocimiento de los huéspedes.
Fue hace seis años cuando esa misma periodista desveló un hecho que debería hacernos recapacitar una vez más en la niebla de olvido intencionado con la que se pretende ocultar nuestra memoria histórica y que ahora se reproduce con la remodelación de San Marcos. Ocurrió en abril de 2014, cuando el turista alemán Wilfried Stuckman y su esposa visitaron la ciudad con ocasión de la Semana Santa y se hospedaron dos noches en el mencionado parador. La confortable estancia no impidió que Stuckman se enterase de las funciones represoras que había tenido el hotel durante la guerra y la posguerra: ”No sabíamos nada de eso y nos quedamos en shock. Nunca habríamos planeado pasar la noche en un lugar como ese. Lo que sé de la Guerra Civil española es que fue ganada por Franco con la ayuda de los nazis alemanes. Por lo tanto, la Guerra Civil es parte de la historia de Alemania y siempre siento la obligación de tener en mente la historia", explicó Stuckmann al citado periódico sobre los motivos que le llevaron a poner una queja a la agencia de reservas Booking.com.
A su regreso a Alemania cuando Wilfried firmó su comentario crítico en la página que a esos efectos ofrece el parador, haciendo constar su decepción ante la carencia de esa información histórica y la falta de sensibilidad que esa elusión comportaba. Su queja no fue publicada, por lo hizo las oportunas reclamaciones, hasta que el personal de atención al cliente se puso en comunicación con él para decirle que ese comentario no se publicaría, pero que a cambio se le indemnizaría por el importe de sus dos noches de pernoctación: 396 euros.
Stuckman, muy sensibilizado con el tema de la memoria histórica –como lo suelen estar muchos alemanes por el periodo de su historia bajo la dictadura hitleriana- , hubiera preferido la información antes que la censura y la indemnización. En su criterio, la información es la base de la memoria y la reconciliación. Ocultar el pasado es igual a negarlo. Por eso Wilfred Stuckman utilizó esa indemnización para donarla de inmediato a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que precisamente inició en la provincia leonesa en el año 2000 su dilatada y meritoria labor de rescate de los restos mortales de las víctimas del franquismo, en su mayor parte enterradas todavía sin nombre en miles de fosas y cunetas por todo el territorio nacional.
Si hoy regresaran a León el turista alemán Stuckman y su esposa, encantados sin duda por el recuerdo de esa apacible y hermosa ciudad, con sus extraordinarios monumentos de San Isidoro (románico) y la catedral (gótico), y volvieran a hospedarse en el antiguo convento de San Marcos, comprobarían que en sus remodeladas y modernizadas estancias podrán encontrar la historia de pasado más lejano, pero sigue ausente la de los años en que fue cárcel franquista. Allí donde mi recordado y estimado Crémer escribió su Libro de San Marcos, en donde dice:
“La primera vez que me sacaron de la Celdona para fusilarme en compañía de varios compañeros de destino, registré perfectamente los datos de la muerte: Nos habían colocado contra una de las tapias del patio, uno al lado del otro, formando un friso de silenciosos fantasmas, de acongojados pre-muertos. (…) Y ninguno de los condenados acertábamos a componer una queja. (…) Y sonó la descarga… Y fue entonces, en esa rapidísima porción de tiempo, que no es ni tiempo siquiera, desde que sonó la explosión de los fusiles hasta la muerte prevista, cuando se me proyectó la estampa completa, agitada, de mi vida (…) La tragicomedia había terminado. Nos volvían a las celdas como resucitados…”
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Nunca te acostarás sin saber una cosa nueva. Y de la Memoria Histórica faltan muchas cosas por descubrir, enseñar y aprender. Ser conscientes de ellas nos hace tomar decisiones como las tomadas por el turista alemán. En definitiva, nos hace más libres.
Saludos.
En San Marcos de León, con una capacidad “oficial” para 4.000 recluidos, llegarían a acumularse en algunas épocas más de 7.000 hombres y 300 mujeres.......
Se vienen repitiendo desde hace años tales números. Hoy, según las diversas referencias en la prensa leonesa del mo-mento, cabe afirmar que llegarían a pasar de los 10.000 los confinados en San Marcos a la vez, cifra que superaba la ocupación media de todas las plazas penitenciarias del país (que no llegaban a 20.000) en el periodo republicano.
...Habría que revisar al alza aquella cifra, y considerar como descomunal el hacinamiento que en tales ocasiones allí se daría....
Tomado del libro "Convulsiones. Diario del soldado republicano Jaume Cusidó Llobet. Prisioneros catalanes en el Gulag de León". Ediciones del Lobo Sapiens. 2019.
Una edición en catalan, muy ampliada, estará disponible desde el 15-12-2020 en Edicions Base. Barcelona
+ info en www.jiminiegos36.com
Atentamente.
José Cabañas González.
¿ Y el turista alemán no avisó de que en el pasado sus familiares alemanes fueron nazis? Mas que nada por que habría que pedir una indeminzacion a Alemania por exportar turistas alemanes con evidente pasado nazi.
Que se exija una reparación a Alemania por dejar que turistas con claro y evidente pasado nazi viajen a España:
Esto es memoria historica,.
Tu sigue interesándote por el siglo XV sin tener ni idea del XX, así te va
¿ Y el turista alemán no avisó de que en el pasado sus familiares alemanes fueron nazis? Mas que nada por que habría que pedir una indeminzacion a Alemania por exportar turistas alemanes con evidente pasado nazi.
Que se exija una reparación a Alemania por dejar que turistas con claro y evidente pasado nazi viajen a España:
Esto es memoria historica,.