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Memoria histórica
El Ayuntamiento de Palma paraliza el derribo del monumento fascista de Sa Feixina
Entre 3.000 y 5.000 personas, la mayoría civiles, fueron asesinadas en la carretera que va de Málaga a Almería a principios del mes de febrero de 1937 mientras huían de los fascistas. Es el episodio conocido como La Desbandá, considerado el mayor genocidio de la Guerra Civil Española. En él participaron el ejército de tierra, aviones y tres barcos. Uno de ellos era el Crucero Baleares. Diez años después de la masacre, en el centro de Palma se erigió el monolito de Sa Feixina, obra de Francisco Roca Simó. Visible hasta hace una década, se podía leer esta inscripción: “Mallorca a los héroes del Crucero Baleares. Gloria a la Marina Nacional”. Su gesta había sido asesinar a centenares de personas indefensas.
El epitafio ya no está. El 2010 fue borrado y lo sustituyó una placa en recuerdo a todas las víctimas de la contienda. Sin embargo, para muchas personas el significado inicial del monumento pervive. Maria Antònia Oliver, presidenta del colectivo Memòria de Mallorca, asegura que es “una ofensa a los demócratas y a las víctimas de la represión franquista”, a la vez que recuerda que “Vox hace allí sus mítines y los fascistas se concentran delante de él cada 20 de noviembre”.
La entidad ha presionado durante años para que Sa Feixina se derribe y el Ayuntamiento de Palma estuvo a punto de llevar a cabo su demolición en 2017. El proceso, empezado el año anterior, se dilató en el tiempo y la demanda de convertirlo en un Bien Catalogado lo complicó todo.
Patrimonio versus derechos humanos
Poco después del acuerdo municipal para derruir el monumento, a mediados del 2016, la Associació per a la Rehabilitació dels Centres Antics, ARCA, pidió al Consell de Mallorca que lo incluyera en la lista del patrimonio a conservar. Al ponerse de manifiesto la resistencia política del pacto de izquierdas para hacerlo, el consistorio reanudó la licitación para su derribo y ARCA presentó un recurso contencioso-administrativo para protegerlo. Por ahora, ha ganado todas las instancias y está a la espera de la resolución del Tribunal Constitucional.
La vicepresidenta de la asociación, Àngels Fermoselle, defiende que “el monumento es una de las pocas muestras de art decó que hay en Palma” y considera que “los muertos del Crucero Baleares, que acabó siendo hundido por los republicanos, también son víctimas de la guerra”. A la vez, la entidad sostiene que el valor de los edificios depende de la percepción de las personas y cambia con el tiempo. “Sa Feixina, por ejemplo, fue el punto de encuentro de los homosexuales del barrio de Santa Catalina durante el franquismo, un símbolo de libertad”.
“El monolito continúa mostrando una enorme cruz nacionalcatolicista, lo que vulnera la Ley de Memoria Histórica”
En el lado opuesto a ARCA, Memòria de Mallorca asegura que nunca se podrá disociar el monumento del motivo que llevó a su construcción. “Nos hablan de reconciliación cuando el proceso de reparación no ha terminado”, insiste Maria Antònia Oliver, y añade que “el monolito continúa mostrando una enorme cruz nacionalcatolicista, lo que vulnera la Ley de Memoria Histórica”.
Nuevos caminos judiciales
La entidad memorialista considera que “los jueces no han tenido en cuenta nuestras demandas” y “solamente se han pronunciado a favor del valor patrimonial de Sa Feixina”. Por esta razón, Oliver no confía que la resolución del Constitucional vaya en un sentido distinto. A pesar de ello, la asociación explora nuevas vías judiciales con su equipo de abogados.
Una de las posibilidades que barajan es llevar el caso a las instituciones internacionales. La segunda, volver a abrirlo. “Sa Feixina incumple la Ley de Memoria Democrática del 2022, en la cual no nos hemos podido amparar. Si lo hacemos, tendremos más argumentos y podremos quitarle la protección”. La presidenta de la asociación se refiere, entre otros, al artículo 35, que establece que “cuando los elementos contrarios a la memoria democrática estén ubicados o colocados en edificios de carácter público, las instituciones o personas jurídicas titulares de los mismos serán responsables de su retirada o eliminación”.
Ataque a la dignidad de los malagueños
Cuando el pasado 6 de septiembre el Ayuntamiento de Palma anunció que suspendía el proceso de licitación de las obras de demolición de Sa Feixina por “coherencia y respeto a los criterios técnicos” que abogan por su conservación, según declaraciones de la teniente de alcalde Belén Soto, las reacciones no se hicieron esperar. Incluso llegaron desde fuera de Baleares.
La formación Con Málaga, presente en el ayuntamiento andaluz, pidió a su alcalde, Francisco de la Torre, que exija el derribo del monolito. Toni Morillas, portavoz del partido, asegura que “quienes glorifican a los asesinos están mancillando la historia y la memoria de Málaga” y considera que si De la Torre no reclama “la destrucción de este símbolo de la vergüenza, será cómplice del mismo”. Con Málaga confía que en la próxima Comisión Municipal de Memoria Histórica se apruebe una declaración institucional dirigida al alcalde de Palma, Jaime Martínez, instándole a continuar con el proceso de demolición.
Para la Asociación La Desbandá tampoco se entiende que se mantenga en pie este monumento. “Es indigno para los malagueños y malagueñas, un ataque a todas las personas que huyeron por la carretera de la muerte”, declara su presidente, Rafa Morales.
La cifra de personas que murieron durante La Desbandá no está clara, podrían ser 3.000 o muchas más, pero lo innegable es que se trata del mayor genocidio cometido durante la Guerra Civil
Masacre oculta
La cifra de personas que murieron durante La Desbandá no está clara, podrían ser 3.000 o muchas más, pero lo innegable es que se trata del mayor genocidio cometido durante la Guerra Civil. El episodio, sin embargo, ha permanecido oculto durante décadas y no traspasó las fronteras andaluzas hasta hace unos años.
A diferencia del bombardeo de Guernica, en Andalucía, en febrero de 1937, “no había periodistas extranjeros que pudieran contar lo que pasaba y la República estaba volcada en defender la ciudad de Madrid”, explica Morales. Así es como los hechos quedaron enterrados y eran conocidos por unos pocos. “En 2017 solo sabían lo que había pasado unos cuántos historiadores andaluces, miembros de colectivos memorialistas, profesores de universidad y familiares, pero hoy, conocen el significado de La Desbandá miles de españoles”. Y para mantener la memoria viva, la asociación organiza cada mes de febrero una marcha por la carretera que une Málaga con Almería en la que participan centenares de personas. Lo que fue una senda de dolor y muerte se ha convertido en un espacio de encuentro y recuerdo, ya que solo con el conocimiento de lo que pasó se puede evitar su repetición.
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Maravilloso artículo, desde El Salto os seguís sulerando y demostráis que la prensa alternativa es la llave de la verdad.
Este monumento es un insulto a todo el pueblo malagueño, que fue masacrado por los fascistas mientras huía en busca de un refugio seguro.
Todo monumento que honre los crímenes del franquismo debe de ser demolido y en su lugar construido un monumento en honor a las víctimas demócratas y republicanas.