Machismo
Los titulares simplistas empeoran el machismo: sobre el famoso 44,1% de hombres discriminados

Estas coberturas simplificadoras están dando peso y realidad a las posturas conservadoras, planteándolas como la posición más fuerte de los hombres.
17 ene 2024 07:00

Este lunes 15 de enero salieron los resultados de una encuesta pionera del CIS. Se trata de un estudio que aborda las Percepciones sobre la igualdad entre hombres y mujeres y estereotipos de género. Rápidamente, una avalancha de noticias peta internet y los medios se pelean por ganar la atención del público. ¿Cómo? Pues noticias rápidas, titulares clickbaiting y poco (si es que hay) análisis.

“Un 44,1% de los hombres cree que la promoción de la igualdad ha llegado tan lejos que ahora se les discrimina a ellos” acaba siendo el titular de moda. Poco importa que en la pregunta siguiente “La igualdad entre hombres y mujeres contribuye a hacer una sociedad más justa”, el 96% de los hombres estén de acuerdo o muy de acuerdo. O que un 74,2% de los hombres crean que la lucha por la igualdad de las mujeres también implica a los hombres. No. Mejor centrar todo el discurso en una pregunta confusa.

En los resultados que publica el CIS se pueden cribar cifras por género, pero también por edad, por recuerdo de voto, por nivel socioeconómico, creencias religiosas, etc. Pero ¿habéis visto esas variables en los artículos que salieron a tropel ayer? Esto es especialmente sangrante cuando implica juicios tan amplios como el que “los hombres creen que”, “a los hombres no les preocupa que…”. Permitidme que use este caso para hablar de un problema que creo fundamental en el contexto español: la cobertura simplona y superficial que se hace de las masculinidades en los medios de comunicación.

Los datos

La encuesta del CIS es realmente interesante. Apunta cosas novedosas: pregunta por la simpatía hacia movimientos sociales, la percepción de desigualdades, la situación de las mujeres en el mundo laboral, sobre conductas machistas, sobre responsabilidad en tareas domésticas, entre otras cosas. Y como podía esperarse, de preguntas interesantes, datos interesantes.

Lo doméstico

Lo primero que podemos ver es un importante desfase entre discurso y práctica. Esto se ve sobre todo en la cuestión de las tareas domésticas. Cuando se les pregunta a los hombres si las labores del hogar son de hombres o mujeres (pregunta 23), los hombres suelen responder igual que las mujeres hablando de que deberían ser labores que se reparten por igual.

Pero el desfase se ve cuando vamos a la pregunta 19, y vemos que hay una diferencia de 45 minutos de media entre el tiempo que dedican ellas a las tareas del hogar (172,6 minutos; 2 horas y 52 minutos) y el tiempo que dedican ellos (126,7 minutos; 2 horas y 6 minutos).

A nivel de edad esto está bastante equilibrado pero no así cuando vamos a los resultados por ocupación: en “profesionales, científicos/as e intelectuales” la diferencia entre hombres y mujeres es de poco más de 3 minutos (118,8 minutos mujeres y 115,01 hombres), de 15 minutos (14,9) en estudiantes o 20 minutos (20.5) en “Técnicos/as y profesionales de nivel medio”; sin embargo, cuando vamos a “Directores/as y gerentes” la diferencia sin embargo es de 39 minutos, 61 minutos de diferencia en “Jubilados/as”, 63 minutos en parados/as, 82 minutos de diferencia en Agricultores/forestales/ pesqueros y 102,8 minutos (casi dos horas!) de diferencia en “Operadores/as de instalaciones y máquinas y ensamblador es/as”.

Puede verse que entonces la mayor implicación doméstica de hombres puede tener que ver con trabajos menos exigentes de tiempo, mayor niveles de renta (técnicos y científicos) y tiempo libre (estudiantes), mientras que niveles más altos de precariedad (jubilados y parados), trabajos exigentes temporalmente (instalaciones y agricultores) y quizás cierto conservadurismo de género (directores y agricultores) tiene que ver con una menor implicación.

Lo laboral

Lo mismo si salimos de las tareas del hogar: en la pregunta 7 se aborda si las personas creen que las mujeres lo tienen mejor, igual o peor para temas laborales. Para conseguir empleo, en temas de salario o en el acceso a puestos de responsabilidad han sido los hombres agricultores los que más han puntuado en que las mujeres lo tienen mejor (y generalmente los militares los que apuntan a que lo tienen igual).

Si añadimos factor político al género, son los hombres votantes de Vox los que puntúan mejor la situación: el 75% de votantes hombres de Vox creen que la situación en salarios es igualitaria, frente a un 17% de Sumar, un 26% del PSOE o un 56% del PP. Votantes hombres del PP y Vox también se alinean para pensar que la situación es igualitaria en oportunidades de ascenso, encontrar trabajo, etc. Pero es que pasa también con las mujeres: el 67% de mujeres votantes de Vox creen que la situación es igualitaria en los salarios, ascensos, etc. Aquí la votante del PP se corta un poco más y se acerca más al resto de partidos.

Hemos decidido darle una importancia radical a la pregunta 6, donde se pregunta por si las políticas de igualdad han llegado “tan lejos”

Hemos decidido darle una importancia radical a la pregunta 6, donde se pregunta por si las políticas de igualdad han llegado “tan lejos” (a ver qué entiende cada uno por “demasiado lejos”) que ahora se “discrimina a los hombres” (otro concepto muy ambiguo que puede significar cosas muy distintas para cada uno). Y aún aquí no se hacen distinciones. ¿Hemos visto en algún medio que se diga que las profesiones que más destacan su acuerdo son “directores/as y gerentes” (43% de acuerdo o muy de acuerdo) y Agricultores (59,7%) o que son fundamentalmente votantes de VOX (88,1%) y PP (66,1%) (frente a un 22,4% de PSOE y 9,5% de SUMAR)? ¿Sabéis que estar de acuerdo con que el feminismo ha ido muy lejos tiene que ver con ser católico (el 62,2% de los practicantes y el 53,9% de los no practicantes) o de otra religión (50,2%) (frente a agnósticos, 37.7%; no creyentes, 32,8% o ateos, 28%)? La brocha gorda es muy peligrosa en estos análisis.

El problema de los medios

Podríamos estar así durante muchísimo tiempo. Las cifras son complejas y merecen análisis más pormenorizado, pero las prisas mediáticas no lo facilitan. Son muchos los factores que contribuyen al empobrecimiento cada vez mayor de las noticias. Pero entre ellas, la necesidad de las empresas mediáticas (que al final también buscan beneficio económico) de andar con prisas a la búsqueda desesperada de clics y visitas.

Esto, evidentemente, pasa una factura importante a la calidad informativa. Sobre todo cuando se trata de entender encuestas complejas con varias variables sociales, la pausa es importante. Y esto que era más propio de medios más conservadores, parece una tendencia a la supervivencia mediática que afecta hasta periódicos más progresistas.

Los medios no son un mero reflejo de las realidades sociales sino que son mas bien un agente que participa activamente en las definiciones sociales

Sin embargo, de sobra sabemos que los medios no son un mero reflejo de las realidades sociales sino que son mas bien un agente que participa activamente en las definiciones sociales, en los flujos de ideas o en los cambios afectivos de la población. El lenguaje polémico y llamativo de los titulares atrae atención, visitas y por lo tanto resultados, pero simplifica los problemas, asienta ideas parciales y puede alimentar posicionamientos erróneos.

Esto suele pasar mucho en la cobertura mediática reciente de las masculinidades, que parece más preocupada por confirmar la esencia irrefrenable y conservadora de los hombres, por darle realidad a la reacción antifeminista y alimentar un tipo de “política de fronteras” (como diría Clara Serra) que por dar con claves que sí que funcionan o por hacer hincapié en los cambios positivos y dar un mensaje más positivo.

La polarización simplona de los posicionamientos masculinos no ayuda a nadie. ¿A quién sirve el relato de que los hombres, después de tantos años de política feminista, seguimos siendo machistas y la defensa de los privilegios es más fuerte para nosotros que el cambio por la igualdad? ¿Qué facilita naturalizar e infantilizar la posición masculina (“nada nuevo bajo el sol, hombres defendiendo privilegios, qué sorpresa”)? Posiblemente, nos permite ahorrarnos la autocrítica, nos ahorra revisarnos la eficiencia de la forma en la que nos estamos aproximando a los chavales y hombres, a adaptar herramientas, a renovar metodologías que está claro que no son útiles ni eficaces.

El problema tiene efectos sociales

El problema es que estas coberturas pesimistas y simplificadoras tienen un efecto social: están dando peso y realidad a las posturas conservadoras, planteándolas como la posición más fuerte de los hombres y, aunque se pinte como algo indeseable, fortalece la legitimidad de esa posición (es más, aparece mediáticamente como el nicho más hegemónico para las posturas disidentes: o se es feminista o se es antifeminista, simplificando la posición a un binomio de opuestos).

Entender la posición masculina respecto a los cambios sociales es mucho más complejo que buscar si los hombres somos o machistas o igualitarios

Entender la posición masculina respecto a los cambios sociales es mucho más complejo que buscar si los hombres somos o machistas o igualitarios. ¡Pero es lo mismo en las mujeres! Si no, ¿cómo explicamos que las mujeres en la encuesta digan que el feminismo es el movimiento social por el que menos simpatía sienten (6,6 de media; menos que el ecologismo, 7,20; menos que el pacifismo, 7,4; menos que los derechos humanos, 8,6; o el movimiento LGTBIQ+, 7,2)? Pues con herramientas de análisis complejas, jolines. No con titulares torticeros que no aportan nada. Creer que las políticas de igualdad son criticable no convierte a miles de chavales en antifeministas. En los talleres que doy en institutos, precisamente veo a chicos confusos que ponemos a merced de contenidos antifeministas porque identificamos toda crítica como machismo…

Desde luego, lo que queda claro es que existe un reto por delante: los hombres estamos iniciando procesos de cambio, pero las fuerzas sociales, políticas y económicas conservadoras están también participando en el cambio. Los hombres podemos iniciar procesos de reflexión y reconocer desigualdades, pero desde luego, depende su desarrollo o su repliegue defensivo de culturas del diálogo y comprensión, no desde postulados revanchistas y esencializadores que simplifican para vender más.

Sobre este blog
Demoler, verbo transitivo: deshacer, derribar, arruinar... Y eso intentamos: deshacer las viejas masculinidades y poner en duda las nuevas, derribar a los hombres de siempre y arruinar los planes del patriarcado desde la reflexión sobre quiénes somos y cómo renunciamos a nuestros privilegios.
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Agus
17/1/2024 20:15

Buen análisis. Lástima que no lo podamos ver en ninguna televisión.

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