Malí
Las diásporas de Mali protestan contra las sanciones económicas por el retraso de las elecciones que afectarán a la población

El pasado sábado se realizaron varias protestas contra las medidas draconianas impuestas como respuesta al retraso de las elecciones anunciadas por la junta militar en el poder tras un golpe de Estado. Las convocantes y ONGs advierten de las consecuencias devastadoras para la población
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Protesta en València contra las sanciones comerciales y económicas contra Mali por parte de la CEDEAO y la UEMOA Carlos Soledad

Tras las masivas movilizaciones que se han llevado a cabo en Mali tras el anuncio de las imposiciones políticas, económicas y financieras por parte de la CEDEAO, el pasado sábado se realizaron decenas de protestas en todo el mundo. Ciudades como Cotonú, Congo Brazzaville, París, Nueva York, Londres, Berlín y València fueron sedes de manifestaciones organizadas por las diásporas malienses y por grupos anticoloniales. Las manifestantes y ONGs en el terreno como Oxfam, Care, o Help, han advertido de las nefastas consecuencias para la población más pobre que estas medidas acarrearán en la región.

El pasado domingo 9 de enero, en un comunicado, la Comisión Económica de Estados de África del Oeste (CEDEAO) y la Unión Económica y Monetaria de África Occidental (UEMOA) consideró “inaceptable el cronograma electoral propuesto por la junta militar” y señaló el “impacto potencialmente desestabilizador de la transición política de Mali sobre la región”. Basándose en estos argumentos, aprobaron inéditas y fuertísimas sanciones económicas y financieras contra este país y sus dirigentes en un intento por forzar la celebración de elecciones democráticas.

A partir de ese día, las organizaciones africanas decidieron cerrar las fronteras de Mali y suspender intercambios comerciales a excepción de productos básicos y de primera necesidad. Se congelaron todos los bienes y fondos del país, así como los de sus gobernantes en los órganos financieros regionales y se ha cancelado toda ayuda económica. También se han retirado a sus embajadores de Bamako, capital del país.

Basile Pare, presidente de Benka Alto Consejo de los Malienses con más de 25 años de trabajo en el País Valencià y que se dedica a asistir a sus paisanos en este territorio, señala que “con la ocupación yihadista de más del 85% del territorio, la gente no puede ir al campo, a cultivar, ni viajar para colocar sus productos en las ciudades”. El activista apunta que la situación en los terriotorios ocupados es insostenible, “los yihadistas han matando gente en mi pueblo, la gente está aterrorizada”, afirma Pare, quien asegura que “a las 4 de la tarde todo mundo ya se mete a sus casas, no hay alumbrado en las calles”.

Sobre la propuesta de la junta golpista de retrasar las elecciones cinco años, si bien las opiniones de la sociedad maliense están divididas, para el activista “los malienses estamos de acuerdo en que se alarge el tiempo de elecciones a 2026 porque se ha de preparar bien. De hecho ha sido algo consensuado en las Jornadas de Concertación Nacional”. Finalmente Pare señaló sobre las imposiciones de la CEDEAO que “si estas se llevan a cabo, en dos meses el país quiebra y los yihadistas aprovecharán para hacerse con el poder”.

Basile Pare, presidente de Benka Alto Consejo de los Malienses, indica que “si las medidas económicas se llevan a cabo [en Mali], en dos meses el país quiebra y los yihadistas aprovecharán para hacerse con el poder”

Mali tiene un sistema de democarcia pluripartidista reciente, desde 1991. Hasta el 18 agosto de 2020 gobernaba democráticamente el presidente electo Ibrahim Boubacar Keita, cabeza de un gobierno profundamente cuestionado por casos de corrupción, un sistema de justicia ineficiente, irregularidades en las elecciones parlamentarias, un país sumido en la violencia, principalmente por las ocupaciones yihadistas que han ido tomando posiciones hacia el centro desde el norte por Argelia, pobreza extrema generalizada, educación y sanidad con grandes carencias e inseguridad alimentaria generalizada.

En Mali una de cada tres personas depende de la ayuda alimentaria. Ante este contexto, un grupo de coronoles de las Fuerzas armadas de Mali, digirido por Assimi Goïta, realizaron un motín que terminó derrocando al gobierno e instaurando en su lugar una junta militar, ante el beneplácito de una gran parte de la población cansada de la situación.

Sin embargo, la CEDEAO señaló que no aceptaría un presidente militar y tras un proceso de negociación, la junta militar de Mali decidió nombrar al coronel retirado Bah Ndaw nuevo presidente del país y aceptaron celebrar elecciones en febrero de 2022 para devolver el poder a los civiles. No obstante, en mayo del 2021, la junta militar volvió a dar otro golpe de Estado, derrocando a Ndaw y nombrando al mismísimo Goïta presidente de Mali, quien se comprometió en aquel momento, a cumplir sus compromisos internacionales y celebrar elecciones en los plazas previstos.

Durante los meses siguientes al golpe de Estado, el gobierno de Goïta organizó reuniones con partidos políticos, sindicatos, así como con movimientos sociales y grupos armados del norte. Un proceso que se denominó Jornadas de Concertación Nacional con la finalidad de fijar un nuevo calendario electoral. No obstante, diferentes cronistas señalan que estos procesos fueron limitados y dirigidos por la junta militar, quienes finalmente impusieron un nuevo plazo para llevar a cabo elecciones hasta 2026. En su comunicado del 30 de diciembre la junta militar señaló que: “Los participantes se han pronunciado a favor de prorrogar la transición con el objetivo de poder llevar a cabo las reformas institucionales estructurales y permitir la celebración de elecciones creíbles, justas y transparentes”. Además, argumentaron que por cuestiones de seguridad no se podían llevar a cabo las elecciones en el plazo acordado.

Ante las imposiciones, el gobierno de Mali ha condenado “enérgicamente estas sanciones ilegales e ilegítimas” y ha criticado que organismos regionales de África Occidental “se dejen instrumentalizar por potencias extraregionales con intenciones ocultas”

El incumplimiento del acuerdo ha sido el motivo para que la CEDEAO y la UEMOA impusieran fuertes medidas contra Mali. Ante las imposiciones, el gobierno ha condenado “enérgicamente estas sanciones ilegales e ilegítimas” y ha criticado que organismos regionales de África Occidental “se dejen instrumentalizar por potencias extraregionales con intenciones ocultas”. Así mismo, por su lado, la junta golpista decidió cerrar fronteras con Burkina Faso, Senegal, Níger y Guinea, y ha prohibido la entrada aérea a los ciudadanos de los 14 países que forman la CEDEAO, al tiempo que ha retirado a todos sus embajadores de estos países.

Geopolítica, sentimientos anticoloniales y la lucha contra el terrorismo en el Sahel

No se puede entender el contexto maliense separado de la región del Sahel. La cual forma un cinturón de hasta 5.400 km que atraviesa África de oeste a este desde el océano Atlántico hasta el mar Rojo, limita al norte con el desierto del Sahara y al sur con la sabana sudanesa, siendo una región cálida de transición entre ellos.

Unas semanas después del golpe de Estado, se instauró la incertidumbre en el Sahel y en particular en Mali, cuando el presidente francés Emmanuel Macron, ante los pocos avances, el coste y la impopularidad de las operaciones antiterroristas, anunció el retiro a partir de 2022 del 40% de las tropas francesas que luchan contra el yihadismo en la zona, especialmente golpeada, con las que cuenta la operación Barkhane.

Con la reducción de efectivos programada por el gobierno galo, se pasaría de 5.100 soldados a unos 2.500 o 3.000. El temor de que la retirada de tropas constituya el aliciente para que Al Qaeda y el Estado Islámico se recompongan en la región, ha devenido en la creencia de que el Sahel se podría convertir en el “Afganistán francés”. No obstante, no podemos olvidar que el antecedente de esta misión, la operación Serval, surgió en 2013 ante una petición desesperada del gobierno de Mali para detener el avance de los yihadistas a la capital.

Naciones Unides aseguró el 13 de enero reciente, por medio de su secretario general, Antonio Guterres, que apoya las sanciones de las organizaciones regionales africanas contra Mali, como presión para que el gobierno militar golpista “presente un calendario aceptable de elecciones”

Diferentes Estados y organizaciones supranacionales han tomado postura tanto por la decisión de la junta militar de Mali de postergar las elecciones como por las medidas tomadas por la CEDEAO y la UEMOA. Estados Unidos señaló ante la caída del gobierno democrático de Baubacar Keita en 2020 que “se opone a todos los cambios inconstitucionales de gobierno, ya sea en las calles o por parte de las fuerzas de seguridad”. Naciones Unides aseguró el 13 de enero reciente, por medio de su secretario general, Antonio Guterres, que apoya las sanciones de las organizaciones regionales africanas contra Mali, como presión para que el gobierno militar golpista “presente un calendario aceptable de elecciones” y ponga así fin a “una transición que ya dura demasiado”.

Por su parte, la Unión Europea apoya desde el golpe de Estado de 2020 a la CEDEAO, cuyo portavoz consideró, el pasado 23 de diciembre “inaceptable” alargar más años la transición, además señaló que “está considerando medidas adicionales para alinearse con la CEDEAO”. Niger comparte con Mali una frontera de 840 kilómetros y es uno de los depósitos de uranio más grande del mundo, además de ser el quinto productor mundial. A Francia no le interesa una desestabilización regional porque de Niger, con su compañía Areva, extrae el uranio de las minas de Arlit y Imouraren que alimenta sus centrales nucleares, con la que genera el 80% de su electricidad.

A Francia no le interesa una desestabilización regional porque de Niger, extrae el uranio que alimenta sus centrales nucleares, con la que genera el 80% de su electricidad
Para Mali, los desencuentros con la CEDEAO y con la Unión Europea, especialmente con Francia desde el golpe de Estado, se han repetido los últimos meses, intensificándose con la llegada de instructores militares rusos al país. La UE acusa a las autoridades malienses de haber contratado a mercenarios del grupo Wagner, una organización paramilitar rusa que jugó un papel clave en conflictos como los de Ucrania y Siria. En diciembre de 2021 la Unión Europea aprobó sanciones contra esta empresa por sus implicaciones en “graves violaciones de los derechos humanos como torturas y ejecuciones extrajudiciales”.

Por último, en las masivas manifestaciones en Mali de hace dos semanas, se escucharon con fuerza lemas como “La CEDEAO es una vergüenza, vergüenza de Francia“ y ”no a la traición y al complot del neocolonialismo”, visibilizando claramente su rechazo al viejo poder colonial de Francia y también el creciente apoyo a Rusia.

Para Antoine Glase, experto en África y el Sahel “En África, Francia existe como una especie de anacronismo histórico. Mientras que el continente se vuelve más global, la presencia militar francesa da la impresión a una gran parte de la población de que París todavía quiere mover los hilos al viejo estilo Françafrique” además en cuanto al sentimiento anti-francés en Mali, Glaser afirma que no es un fenómeno exclusivo del país, “sino que se extiende por gran parte de sus excolonias, especialmente las de la región del Sahel”.

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