Líbano
Líbano: los desechos de guerra, una “bomba de efecto retardado para el medio ambiente”

Varios millones de toneladas de escombros de demolición siguen amontonados en zonas bombardeadas por el ejército israelí.
Líbano Joan Cabases 2
Chicas posando ante edificios residenciales demolidos en Dahie, en Beirut, durante el primer día de tregua entre Israel y Hezbolá, en noviembre de 2024. JOAN CABASÉS. Joan Cabasés Vega
15 may 2025 06:00

En el barrio de Basta, al oeste de Beirut, decenas de obreros empleados por la asociación Offrejoie están reconstruyendo una veintena de edificios que fueron destruidos por la aviación israelí hace unos meses. Desde el 7 de octubre de 2023, tras el inicio de la guerra en la Franja de Gaza, Líbano ha sido escenario de una guerra entre Hezbolá e Israel que ha tenido diferentes niveles de escalada.

Desde hace un mes, el ruido del motor de los tractores y el golpeteo de ladrillos se han convertido en la banda sonora de este barrio. La reconstrucción de los edificios alcanzados por las bombas está supervisada por Offrejoie, una organización libanesa cuyo objetivo es apoyar a la población civil víctima de guerras y catástrofes. Esta organización también estuvo tras la reconstrucción de otros barrios que quedaron destruidos tras la explosión del puerto de Beirut, el 4 de agosto de 2020.

Riesgos para el medio ambiente

Con un casco en la cabeza y una camiseta con una paloma, símbolo de la entidad, Cynthia Mahdi, jefa de operaciones en la organización, camina entre los edificios en reconstrucción. “Todo debe estar listo en dos semanas. Queremos que los habitantes regresen a sus hogares lo antes posible”, afirma a El Salto con tono decidido mientras señala a los obreros que apilan los ladrillos. En un pequeño callejón, Mahdi se detiene frente a una pared: “ Los muros que rodean las casas fueron construidos con cemento reutilizable en las demoliciones. Reciclamos todo lo que podemos para reconstruir, pero es el Ayuntamiento de Beirut quien se encarga de recolectar el resto de los escombros”, explica. Y prosigue: “Queremos supervisar cómo gestionan los desechos; y vamos a hacer todo lo posible para promover la clasificación y el reciclaje, pero estamos en Líbano, no hay indicios de que este asunto se gestione correctamente”.

Basta no es el barrio de Beirut que más ha sufrido por la guerra, por lo tanto, la gestión de los residuos es más fácil allí. En las zonas más destruidas, como el sur de la capital, el sur del país, y el valle de la Bekaa, principalmente controladas por Hezbolá, el volumen de residuos es impresionante y representa un desafío importante para Líbano. Se estima que hay entre 50 y 100 millones de toneladas de escombros según una primera estimación realizada por el Centro de Conservación de la Naturaleza de la Universidad Americana de Beirut (AUBNCC), luego revisada a la baja por el CNRS, que estima en al menos 32 millones de toneladas el volumen de residuos en Líbano.

“Los escombros contienen materiales dañinos: hay microplásticos, metales pesados, amianto, armas israelíes, y materiales peligrosos contenidos en los paneles solares destruidos”

Para Paul Abi Rached, director de la organización ambiental Terre Liban, “es una bomba de efecto retardado para el medio ambiente” dice a El Salto. Terre Liban aboga por la “clasificación y el reciclaje” de los escombros de guerra y “el tratamiento de los productos tóxicos. [...] Es urgente porque los escombros contienen materiales dañinos: hay microplásticos, metales pesados, amianto, armas israelíes, y materiales peligrosos contenidos en los paneles solares destruidos“. Desde el inicio de la crisis financiera en 2019, que provocó una crisis energética en el país, la población ha adquirido paneles solares en gran número para el suministro de electricidad. ”Tememos que todo esto sea arrojado al mar por las autoridades libanesas, sin clasificación ni reciclaje“, lamenta Paul Abi Rached.

Los temores de Terre Liban están justificados, ya que un informe de la AUBNCC destaca que después de la guerra de 2006, que enfrentó a Hezbolá con Israel, seis millones de toneladas de escombros fueron ”arrojados al mar, lo que causó graves daños al medio ambiente“. Asimismo, desde la explosión del puerto de Beirut, toneladas de escombros, parte de ellos contaminados por amianto, se acumulan en el barrio de Karantina, al norte de la capital, sin haber sido tratados.

En teoría, la legislación libanesa regula la gestión de los desechos con respeto hacia el medio ambiente, y el país ha ratificado la Convención de Barcelona para la Protección del Mar Mediterráneo contra la contaminación marina. Sin embargo, los textos legislativos entran en conflicto con la corrupción y el clientelismo local, según Paul Abi Rached. “Hay un problema con la clase política en Líbano, que nunca piensa en las prioridades ecológicas. No confío en ellos para gestionar estos desechos.”

El problema financiero

En la actualidad, una parte de los desechos ha sido trasladada a sitios aislados identificados por los municipios, de acuerdo con el Gobierno. No obstante, para comenzar con la clasificación y el reciclaje, Líbano, que sigue sumido en una grave crisis financiera, espera la liberación de fondos por parte del Banco Mundial. El Estado libanés, en quiebra, no dispone de los medios necesarios. En el Ministerio de Medio Ambiente, la ministra Tamara Elzein, nombrada en febrero por el primer ministro Nawaf Salam, afirma a El Salto que la clasificación y el reciclaje “son deseables, pero tienen un costo y requieren una visión a largo plazo”.

“El Gobierno anterior, que estuvo en el poder hasta febrero, subestimó el costo de la gestión de los desechos. Aseguró que tendría un coste de 4 dólares por metro cúbico, cuando en realidad asciende a 10 dólares por metro cúbico”

La proyección hacia el futuro, entonces, parece difícil; más teniendo en cuenta la situación de crisis humanitaria en la que se encuentra el país. “La prioridad es el regreso de las poblaciones desplazadas”, dice la ministra. Estas restricciones se ven exacerbadas por el aspecto financiero y las debilidades institucionales. “El Gobierno anterior, que estuvo en el poder hasta febrero, subestimó el costo de la gestión de los desechos. Aseguró que tendría un coste de 4 dólares por metro cúbico, cuando en realidad asciende a 10 dólares por metro cúbico. Líbano no podrá financiar esto solo”, asegura.

Por otro lado, no se puede dejar de mirar hacia el sector privado. Según el periódico libanés Al-Akhbar, en las localidades del sur del Líbano, “empresarios y concesionarios de vertederos que exigen indemnizaciones más altas por la retirada de escombros retrasan las licitaciones para obtener beneficios adicionales”. Es por ello que la limpieza de los desechos de guerra en estas zonas está experimentando un retraso importante.

Extensión del vertedero Costa Brava

Actualmente, el único plan claro que se perfila para la reutilización de algunas demoliciones es blanco de la crítica del movimiento ecologista. En 2024, el Parlamento libanés aprobó la expansión del vertedero de Costa Brava, ubicado en la costa marítima al sur de Beirut y uno de los principales focos de contaminación en Líbano. “Es una vergüenza”, critica Paul Abi Rached, de Terre Liban, quien explica que “este vertedero contamina el mar Mediterráneo y tiene consecuencias nefastas para todos los países mediterráneos. Nunca debería ser ampliado”.

Al utilizar los materiales existentes, Líbano podría evitar la explotación de nuevas canteras y preservar así sus recursos naturales y su patrimonio cultural

El Centro de Conservación de la Naturaleza de la Universidad Americana de Beirut también se opone a la expansión de Costa Brava. Antoine Kallab, director asociado del centro, explica que, a pesar de ello, “la ampliación ya ha sido aprobada por el Parlamento. Ahora, hay que ver cómo limitar al máximo los daños. Si encuentran suficientes fondos internacionales, las autoridades libanesas podrían entonces clasificar los escombros y reutilizar el relleno (material reutilizable después del reciclaje y que se suele usar para elevar un terreno) para ampliar el vertedero. “No hay una solución perfecta”, lamenta Antoine Kallab, “pero si el relleno se utiliza para Costa Brava, se evitará excavar de nuevo en las canteras. Es una oportunidad para preservar la montaña libanesa”.

El reciclaje y la reutilización de los desechos de demolición también reduciría la carga financiera de la reconstrucción, según Kallab. “Todo es reciclable: el cemento, la madera y el vidrio. Los materiales clasificados podrían ser reutilizados para reconstruir los barrios y pueblos destruidos. Es una oportunidad económica”. Al utilizar los materiales existentes, Líbano podría evitar la explotación de nuevas canteras y preservar así sus recursos naturales y su patrimonio cultural. Antoine Kallab quiere mantenerse positivo, pero también es realista: “esto dependerá de la financiación. Es el principal obstáculo para cualquier clasificación y reciclaje de los escombros de guerra”, concluye.

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