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LGTBIfobia
A pie de calle, con sindicatos o programas de inserción: cómo superar la transfobia en el trabajo
Con septiembre, empieza el segundo año de máster de acceso a la abogacía de Alicia. Para conseguir la titulación es necesario superar una asignatura de prácticas en empresas, pero esta chica se encuentra con una barrera que sufren muchas como ella: la transfobia.
La situación se le hace insufrible muy pronto: “Desde el comienzo de mis prácticas he tenido que soportar reiteradas vejaciones y proscripciones dirigidas contra cualquier manifestación estética de mi identidad de género por parte de mis compañeros y superiores en el despacho”, asegura Alicia.
Según ella, no es el primer caso de discriminación tránsfoba en la empresa donde cursa las prácticas. La estudiante declara que el bufete de abogacía incurrió anteriormente en otros actos discriminatorios contra una excompañera trans también en prácticas.
Alicia, trabajadora en prácticas, relata que se le ha prohibido maquillarse o vestir prendas femeninas “por no espantar o incomodar a los clientes”. También se la ha enviado al archivo para ocultarla de la vista del público.
Alicia relata que se le ha prohibido maquillarse o vestir prendas femeninas “por no espantar o incomodar a los clientes”. Asimismo, se le ha enviado a colocar expedientes en el archivo a pesar de que esas no son sus atribuciones “con la declarada intención de ocultarme de la vista del público”, afirma.
Sobre ella pende la amenaza del despido, y eso ha afectado a su bienestar psicológico. Cabe destacar que solo un 43,6 % de la población LGTBIAQ+ considera su salud mental como buena o muy buena, en contraste con el 62,5 % del resto de la población, según un estudio de la Confederación Salud Mental España.
La estudiante valora su situación en el bufete como extrema: “No puedo aguantar mucho tiempo utilizando prendas masculinas y estoy segura de que, si reniego de hacerlo, lo interpretarán como un desafío y rescindirán mi contrato”.
Ahora, la prioridad de la aspirante a abogada es evitar el despido. La rescisión de su contrato implicaría suspender la asignatura de prácticas del máster de abogacía. Esto paralizaría su acceso al mundo laboral en año y medio, hecho que no se puede permitir por motivos económicos.
Violencia tras violencia en el acceso al empleo
A Alicia la mandan al archivo, pero en otras profesiones no es posible que tus superiores te escondan. Una mujer trans no binaria, Ama, llevaba una larga trayectoria en el sector hostelero cuando decidió vivir abiertamente su disidencia del binarismo de género. Y no encontró forma de evitar la transfobia.
Ama relata una de sus experiencias buscando empleo así: “Un proceso de selección para un restaurante iba muy bien, y comenté al final de la entrevista que mi expresión de género iba a cambiar. Y que, siendo no binaria, iba a fluctuar. En principio no tenía ningún problema, pero cuando le dije que entonces el uniforme sería femenino, se quedó parado y acabó diciendo ‘pero ¿esta cosa no la puedes guardar para hacerla en tu casa?’”.
Un proceso de selección para un restaurante iba muy bien. Entonces, Ama avisó de que llevaría uniforme femenino. La respuesta fue: “¿Esta cosa no la puedes guardar para hacerla en tu casa?”
Tras postularse a varios puestos de trabajo, Ama cuenta que la impresión que recibe es que siempre se la dejaba de lado porque la clientela se podía sentir incómoda siento atendida por una camarera trans. “Cualquier cosa que violente la ideología de los clientes o dueños del negocio recibe un bloqueo desde el principio”, asegura.
Haciendo frente a la transfobia laboral
Después de tanta discriminación en el acceso al empleo, Ama acudió a un programa de inserción laboral que gestiona la FELGTBI+: Yes We Trans. “Esta iniciativa persigue generar oportunidades de trabajo para las personas trans partiendo de la sensibilización y formación a empresas y la promoción de planes de acción para alcanzar un cambio cultural y social”, según cuenta Carmen Sánchez-Cogolludo, responsable de inserción sociolaboral de la federación en una nota de prensa.
Tras formar parte del programa, Ama cambió de sector y ahora trabaja como analista de ciberseguridad en la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). “El programa me dio mucha fuerza. Ha sido un cambio brutal de una vida súper anodina, aburrida y oscura a una vida súper luminosa”, afirma.
El cambio de sector le sentó bien a Ama. Los programas de inserción pueden ser una vía de superar la transfobia laboral para quienes prefieren dejar el empleo donde se les discrimina o se encuentran con muchas barreras para acceder al mundo laboral.
En otros casos, como no querer abandonar un puesto de trabajo o haber recibido un despido improcedente, la lucha sindical puede ser una opción. Así lo subraya Toño Abad, coordinador de Acción LGTBI+ de UGT: “Cuando interviene la clase trabajadora organizada a través de los sindicatos, las situaciones de desprotección se minimizan”.
UGT, acompañando a personas trans en sus denuncias, ha conseguido sentencias de nulidad de despidos, o garantizar su derecho a prestaciones tras la rescisión del contrato
El sindicalista destaca que, acompañando a personas trans, han conseguido sentencias de nulidad de despidos o “que no se vayan con una mano delante y otra detrás, que tengan garantizadas sus prestaciones y sus derechos”.
Abad explica el proceso que seguiría una persona trans que acuda, en este caso, a UGT, resumido en denuncia y acompañamiento. Se explaya: “Hay que denunciar a la Inspección de Trabajo y los tribunales de lo social. En caso de violencia, también a la Fiscalía y la Policía. En el sindicato acompañaremos a la persona y la tranquilizaremos porque tenemos herramientas para llevar a efecto la denuncia o la demanda”.
Para otras situaciones queda la presión a pie de calle. Esta forma de protesta no tiene protocolos ni ortodoxias, y cómo ejercerla dependerá de la persona denunciante y de los colectivos implicados, en caso de que los haya.
Esta última opción es la que ha elegido Alicia. Considera que su única defensa es utilizar la visibilidad en la calle para atraer atención mediática sobre la empresa y así evitar su despido, y por eso un grupo de personas protagonizó una concentración en su apoyo a las puertas de la empresa, el pasado 18 de septiembre. A fecha de publicación de este reportaje, la situación de discriminación que sufre la estudiante trans se mantiene.
Los números de la discriminación
Testimonios como el de Alicia o Ama son unos de tantos. Violencia tras violencia sufrida en las propias carnes se recoge en encuestas, se anonimiza y acaba formando parte de un clúster enorme: las estadísticas de la transfobia laboral.
Según una encuesta de la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA por sus siglas en inglés) de la Unión Europea, el 77 % de las mujeres trans ha sufrido discriminación a la hora de buscar empleo en España. Además, señala que de las personas trans que están trabajando, un 34% ha sufrido discriminación en el entorno laboral.
Otro estudio, encargado por la Federación Estatal LGTBI+ y publicado este año, cifra en un 24 % el número de personas del colectivo visible entre sus iguales en el entorno laboral. Este porcentaje se reduce al 6,6 % en caso de visibilidad ante la clientela o empresas proveedoras.
El número disminuye aún más en el caso de las personas trans, ya que solo un 12,5 % sería visible en el lugar de trabajo. Ante superiores y empresas de suministros, esta cifra cae al 4,2 %, según sigue señalando la encuesta “Estado LGTBI+ 2023” de la FELGTBI+.