Opinión
Autónomo, que no te engañen: solicita tu ayuda
Las ayudas están dirigidas a todos aquellos autónomos y autónomas obligadas a cesar su actividad como consecuencia de la declaración del estado de alarma, pero también a quienes hubiéramos visto reducidos nuestros ingresos en un 75% durante el último mes comparado con la media del semestre anterior.
Soy autónomo y el pasado 3 de abril escribí un post en mi perfil de Facebook mostrando mi sorpresa ante la cantidad de críticas y lamentos vertidos por otros autónomos en las redes sociales. “El Gobierno nos ha vuelto a dejar tirados”, decían. Y me sorprendí porque ese pesimismo contrastaba con la información que yo ya tenía por entonces. Desde el 16 de marzo, el primer día laboral tras la declaración del estado de alarma, yo ya sabía, gracias a un mail de mi asesoría, que el Gobierno había anunciado ayudas a los autónomos más afectados por la crisis del coronavirus. El 18 de marzo, apenas dos días después, mi asesoría volvía a informarme de que las ayudas estarían dirigidas a todos aquellos autónomos y autónomas obligadas a cesar su actividad como consecuencia de la declaración del estado de alarma, pero también a aquellos y aquellas que hubiéramos visto reducidos nuestros ingresos en un 75% durante el último mes comparado con la media del semestre anterior. A esta segunda opción es a la que yo pude acogerme como editor de La Moderna, pues, con las librerías cerradas, nuestros ingresos por ventas de libros durante la segunda quincena de marzo frenaron en seco.
De acuerdo con el Real Decreto-ley 8/2020, de 17 de marzo, parecía que íbamos a tener derecho a una prestación de cerca de 660€ al mes, como mínimo, y que seguiríamos cobrándola, esto es importante, hasta el último día del mes en que finalice el estado de alarma. Otro aspecto muy a tener en cuenta es que, mientras durase la prestación, no tendríamos que seguir abonando la cuota a la Seguridad Social, aunque, ojo, el periodo transcurrido contaría como cotizado a todos los efectos. Entre lo que parecía que íbamos a percibir y lo que dejaríamos de pagar estábamos hablando de cerca de 1000€ al mes. Poco a poco, fuimos acogiendo el anuncio de nuevas medidas para aliviar la precariedad de los trabajadores autónomos: ERTES para aquellos que tuvieran trabajadores a su cuenta, moratorias para aquellos que tuvieran que afrontar el pago del alquiler de un local, avales, líneas de crédito, el bono social eléctrico… Al parecer, el llamado “escudo social” no iba a dejarnos fuera.
De acuerdo con el Real Decreto-ley del 17 de marzo, tenemos derecho a una prestación de cerca de 660€ al mes, como mínimo, y seguiríamos cobrándola hasta el último día del mes en que finalice el estado de alarma
Estas cosas y algunas otras que desarrollaré más abajo componían, en resumen, el grueso de mi post, desde donde también acusaba a la extrema derecha de poner en marcha una campaña de desinformación para intentar ocultar las ayudas a los autónomos apoyada en varias cuentas de Twitter bien organizadas y muy activas que me ahorraré citar para no darles más publicidad de la que ya tienen. En tan solo unos días, mi post generó más de 60 comentarios y llegó a compartirse más de 300 veces (es lo más cerca que he estado nunca de hacerme viral, lo que indica que la campaña de desinformación que yo denunciaba y que motivó mi post estaba teniendo éxito y que muchas de las críticas y los lamentos que yo había leído en redes eran producto de esa desinformación). Como era de esperar, hubo reacciones de todo tipo a mis palabras: muchas personas me dieron las gracias por difundir información de vital importancia que desconocían por completo, pero también hubo quien me acusó de no ser un autónomo de verdad, de no saber lo que realmente necesitan los autónomos, de tener carnet del partido (al parecer, solo iban a concedernos la prestación a los enchufados), de difundir bulos (sí, yo me quedé igual) y, como no podía ser de otra forma, también me cayó algún insulto.
En vista de la feroz reacción provocada y de que mucha gente desconocía las ayudas, decidí poner toda la maquinaria de comunicación de La Moderna al servicio de la información para el bien común. Escribí otro post, esta vez en el blog de la editorial, actualizando todos los datos de que disponía, lo difundí mediante nuestra newsletter, que llega a una base de datos con varios miles de contactos, invertí unos eurillos en promocionarlo desde nuestra página de Facebook y creé un hilo en Twitter. A excepción de esta última acción (creía que los trolls me iban a despellejar, pero el hilo no logró penetrar su radio de alcance y pasó casi desapercibido), el resto de la campaña fue un éxito de comunicación y generó más diálogo que buena parte de nuestras promociones habituales, pero también supuso la mayor ola de bajas que habíamos tenido nunca en nuestro boletín de novedades: hubo incluso a quien le pareció “vergonzoso” que usáramos una newsletter literaria para hablar de política. Pero en La Moderna hacemos cultura como una forma más de hacer política y de relacionarnos con la polis y el mundo en que nos ha tocado vivir. No podemos entender la una sin la otra.
Después leí por ahí que algunas asesorías habían desinformado más que informado. Esta asesoría estaba confundiendo los créditos ICO, que son harina de otro costal, con ayudas y exenciones directas no reembolsable
Me gustaría destacar dos respuestas al boletín: la primera, del director de una interesante revista literaria, cuya “asesora fiscal, que lleva a otro montón de autónomos con distintos negocios cada uno”, estaba indignada porque las ayudas iban a obligar a los autónomos a endeudarse. What?, no pude evitar preguntarme. Después leí por ahí que algunas asesorías habían desinformado más que informado y su respuesta me extrañó menos. La suya estaba confundiendo los créditos ICO, que son harina de otro costal, con ayudas y exenciones directas no reembolsables. “Ni VOX ni Sánchez”, concluía el director de la revista. Y que considerara que ambos eran siquiera comparables, como si fueran las dos caras de una misma moneda, me hizo temer que la campaña de parodia y desprestigio de las instituciones orquestada por la extrema derecha estuviera teniendo éxito, penetrando hasta las defensas de su audiencia menos objetiva.
La segunda respuesta provenía de una profesora de yoga en Madrid, también trabajadora autónoma y, en sus propias palabras, “votante de izquierdas”. Según su asesoría, el plazo para solicitar la ayuda expiraba el 14 de abril, por lo que, “tal y como están las cosas ahora, toda esa historia de la ayuda es una gran tomadura de pelo”. Pero lo cierto es que, de acuerdo con el art. 17.8 del Real Decreto-ley 8/2020, según redacción dada por el RDL 11/2020, “el reconocimiento de la prestación extraordinaria para autónomos podrá solicitarse hasta el último día del mes siguiente al que se produzca la finalización del estado de alarma”. En este momento, la fecha límite para entregar solicitudes es el 31 de mayo, pero, a la luz de lo leído, entiendo que se prorrogará. Ojalá la profesora de yoga ya haya solicitado la ayuda que le corresponde.
Pero lo cierto es que, de acuerdo con el Real Decreto-ley 8/2020, según redacción dada por el RDL 11/2020, “el reconocimiento de la prestación extraordinaria para autónomos podrá solicitarse hasta el último día del mes siguiente al que se produzca la finalización del estado de alarma”
Eso de que íbamos a seguir cotizando sin tener que pagar la cuota de la Seguridad Social es lo que más le costaba creer a mi padre, autónomo durante cerca de 30 años y de derechas desde incluso antes. Como la mayoría de su familia y la de mi madre (mis dos abuelos también habían sido autónomos). “Jamás he recibido una prestación por ser autónomo”, me dijo durante una videollamada en la que yo sostenía a su nieta de 14 meses frente a la pantalla del móvil. “Hasta que no lo vea no lo creeré”. Y, durante muchos días, lo único que vimos los casi 3,2 millones de autónomos y autónomas de este país fue que, a pesar de los datos que yo manejaba (¿la información es poder?), la Tesorería General de la Seguridad Social nos cobró, puntualmente y como de costumbre, la cuota del mes de marzo. Íntegra.
Pero el 17 de abril, apenas un mes después del inicio del estado de alarma, llegó el primer pago a nuestras cuentas bancarias: 657,97€ correspondientes a un periodo de 31 días, comprendidos entre el 14 de marzo y el 13 de abril. Y un par de semanas después, el 30 de abril, llegó el segundo: 372,85€ correspondientes a la segunda quincena de abril (el tercer abono está previsto que se realice en los primeros días de junio y cubrirá el mes de mayo completo). Solo entonces, cuando vio los recibos, mi padre, que nunca había percibido una prestación así, empezó a creer. Aunque fuera solo un poquito.
De acuerdo con la nota de prensa del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, con fecha del 30 de abril éramos ya 1.154.195 autónomos y autónomas los que habíamos recibido la prestación extraordinaria por cese de actividad. Es decir, más de un tercio del total de autónomos y autónomas que hay en España. Y a ninguno de los que la recibimos, ni a mi padre ni a mí, la Seguridad Social nos cobró la cuota del mes de abril. Se había obrado el milagro por el que tantos autónomos y autónomas, de uno y otro signo político, habían clamado en las redes sociales. Es más, de acuerdo con mi asesoría, a quienes se nos cobró la cuota correspondiente al periodo que va del 14 al 31 de marzo se nos devolverá el importe debido durante la segunda quincena de mayo. Y a quienes solicitaran la ayuda más tarde y, por tanto, pudieran haberles cobrado la cuota de abril, se les devolverá en junio. De oficio, sin necesidad de hacer más papeleo.
En relación con la vuelta a la actividad económica, la nota de prensa añadía: “Los autónomos beneficiarios de la prestación que puedan abrir su negocio al inicio de la desescalada seguirán percibiéndola hasta el último día del mes que finalice el estado de alarma”. Llegados a este punto, parece oportuno señalar que el paquete de ayudas que compone el escudo social aprobado por el gobierno de coalición para hacer frente al coronavirus está ligado a la duración del estado de alarma y el confinamiento. En la última sesión de control en el Parlamento para prorrogar su permanencia hasta, de momento, el 24 de mayo, la extrema derecha de Vox y los independentistas catalanes en bloque votaron en contra. El Partido Popular se abstuvo, aunque criticó con dureza la prórroga del estado de alarma. Mientras tanto, según fuentes oficiales, ya son más de 7,1 millones de personas las que reciben algún tipo de prestación social por la crisis del Covid-19: casi un tercio de la población total activa.
Me dijeron que solicitara la ayuda, un pago único de 800€ que la Junta había puesto a disposición de los autónomos y autónomas beneficiarias de la prestación del Ministerio
Pero el Ministerio no ha sido la única Administración que ha puesto en marcha ayudas a autónomos y autónomas afectadas por la crisis del coronavirus. Varias Comunidades Autónomas han anunciado sus propias medidas, entre ellas, la Junta de Extremadura. Lo sé porque me lo contaron unos vecinos mientras sacaban de paseo a sus cuatro perros (algunos de ellos, recogidos de la calle) y yo empujaba el cochecito de Malena, cuando aún no se habían decretado franjas horarias para hacerlo. Ambos habían solicitado la prestación del Ministerio: ella, peluquera, por cese de actividad por fuerza mayor; él, taxista, por reducción de ingresos (me confesó que en su coche habían viajado escritores como Vargas Llosa). La conversación fue a tres bandas y a 20 metros de distancia (ellos, también, prudentemente separados), hablábamos casi a voces. Me dijeron que solicitara la ayuda, un pago único de 800€ que la Junta había puesto a disposición de los autónomos y autónomas beneficiarias de la prestación del Ministerio. Frente a quienes quieren obtener rédito político de una catástrofe sanitaria como esta, desinformando e intoxicando las redes, sigamos estrechando los lazos vecinales y la vida de barrio o de pueblo compartiendo información para el bien común.
Con todo, el pasado 1 de mayo Antena 3 Noticias “informaba” de que “no están llegando las prometidas ayudas del Gobierno” a los autónomos y que “sólo el 1% ha accedido a alguna ayuda social”, a pesar de que, como decíamos más arriba y la misma noticia reconocía en el párrafo anterior, éramos ya un tercio del total de los autónomos españoles quienes habíamos recibido la prestación (una ayuda que no se nos concede solo por ser trabajadores autónomos, sino, sobre todo, por habernos visto muy afectados por una situación de calamidad). En una nota anterior del mismo noticiero, del 11 de abril, el gerente de una asesoría fiscal reclamaba menos burocracia y el retraso de la presentación trimestral de impuestos. Poco después, mi asesoría me informaba de que, para trabajadores por cuenta propia y empresas con facturación inferior a 600.000€, la Agencia Tributaria posponía la fecha de presentación del primer trimestre y cargo en cuenta al 20 de mayo. Para solicitar las ayudas de las que venimos hablando, yo solo tuve que rellenar dos sencillos formularios y presentar copia de mi DNI y una declaración jurada a través de la web de mi mutua.
Me parece obsceno, por ejemplo, que el Gobierno permita que empresas y clubes de fútbol con decenas o cientos de millones de euros de beneficios se acojan ahora a un ERTE para que el Estado pague con dinero público el 75 % del salario de sus trabajadores. Es decir, con el dinero de todas y todos
Mi intención con todo esto no es, como algunos me acusaron en redes, defender al Gobierno, sino compartir y difundir información veraz para que el mayor número de autónomos y autónomas posible pueda beneficiarse de las ayudas que les corresponden (si algo es todo esto es una humilde apología de nuestro Estado del bienestar, tantas veces amenazado y puesto en entredicho. Ojalá nos organicemos para garantizar que salga reforzado de esta nueva crisis). De hecho, me parece obsceno, por ejemplo, que el Gobierno permita que empresas y clubes de fútbol con decenas o cientos de millones de euros de beneficios se acojan ahora a un ERTE para que el Estado pague con dinero público el 75 % del salario de sus trabajadores. Es decir, con el dinero de todas y todos. Con el tuyo y con el mío. A eso le llamo yo privatizar beneficios y socializar pérdidas y me recuerda mucho a la gestión de la crisis de 2008 y el rescate a la banca. Con todo, medidas como los ERTES para PYMES, las ayudas a trabajadores autónomos, a empleadas del hogar, a mujeres prostituidas y, en fin, a todas aquellas personas a quienes finalmente corresponda percibir la renta mínima ciudadana nos acercan a una gestión de la crisis más social.
Mediante esta crónica de mi experiencia con las ayudas, solo pretendo compartir con otros autónomos los datos que tengo gracias a mi asesoría y a mi mutua, en la más sencilla tradición de compartir el saber, como aquellas historias o consejas de viejas que se contaban al amor de la lumbre, que contenían información práctica para la vida de la época. Y, como aquellas, mi relato no está exento de ideología. El reproche más ingenuo que me hicieron en redes fue acusarme de juzgar los hechos dejándome llevar por mi ideología. Como si no lo hiciéramos todos (también los que me acusaron de ello). En tanto todas las personas tenemos un conjunto de ideas propio, individual y colectivo, acerca de cómo funcionan las cosas, la ideología es inherente a toda acción u opinión humana. No se puede obrar o juzgar desde “fuera” de la ideología, esta es nuestra forma de ver el mundo. Pero, claro, no todas las ideologías son iguales: frente a la desinformación, los bulos y las fake news, como respuesta de choque inmediata solo nos vale la información contrastada para el bien común y, a largo plazo, una apuesta firme por una educación pública de calidad y una cultura crítica que forme individuos autónomos y nos haga menos permeables a la manipulación interesada.
La “oposición” a las ayudas parece formada por trabajadores por cuenta propia que legítimamente creen que las ayudas son insuficientes, pero también por autónomos y autónomas mal informadas, y por personas más preocupadas por difamar al gobierno
En mi post del 3 de abril, acusaba a la extrema derecha de haber iniciado una campaña de desinformación para intentar tapar las ayudas a autónomos y autónomas. Pero, a la luz de las reacciones suscitadas por la campaña que pusimos en marcha desde La Moderna, pude comprobar que el asunto era mucho más complejo. La “oposición” a las ayudas parece formada, a grades rasgos, por trabajadores por cuenta propia que legítimamente creen que, aun combinadas con moratorias y créditos, son insuficientes para paliar su precaria situación, pero también por autónomos y autónomas mal informadas, como hemos comprobado, y por personas más preocupadas por difamar al gobierno de coalición que de compartir información que podría resultar vital para algunos de sus vecinos. Y este último, por desgracia, quizá sea el grupo más beligerante.
La clave de esta oposición a las ayudas podría estar también, creo, en una cuestión de autoimagen: muchos autónomos se ven a sí mismos como empresarios, por mucho que la mayoría nos encontremos en el último eslabón de la cadena laboral: la de los trabajadores que tienen que pagarse sus propias cuotas de la Seguridad Social. Esa deformación del espejo en que nos miramos tiene que ver con el avance de la ideología neoliberal disfrazada de culto al emprendedor (que buena parte de los fondos públicos antes destinados a formar a los desempleados ahora se invierta en adiestrar emprendedores debería darnos una pista de la dirección de ese avance). Sin ir más lejos, el presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos, Lorenzo Amor, se define en su cuenta oficial de Twitter como “empresario autónomo” y miembro de la CEOE. También hay clases entre los autónomos. Siempre recordaré cuando, al rellenar la solicitud de cualquier beca de estudios, mi padre me decía que en el apartado “profesión del padre” pusiera “empresario agrícola”. A pesar de que los principales ingresos de la familia provenían de la PAC y, para salir adelante, muchos años tuvimos que pedir dinero prestado a mis abuelos.
Muchos autónomos se ven a sí mismos como empresarios, por mucho que la mayoría nos encontremos en el último eslabón de la cadena laboral: la de los trabajadores que tienen que pagarse sus propias cuotas de la Seguridad Social. Tiene que ver con el avance de la ideología neoliberal disfrazada de culto al emprendedor
En definitiva, y por increíble que parezca, hay quien intenta obtener rédito político de una catástrofe sanitaria como la que nos acucia. Su idea de patriotismo pasa por desinformarte y utlizarte para generar desafección con las instituciones y colocar a los suyos en el gobierno. Su único mensaje es el odio. Cuanto peor nos vaya a todos, mejor para ellos. Es momento de ser críticos, sí, pero también constructivos. No es momento de tragarse cualquier bulo sin contrastarlo. Que no te engañen. Si eres autónomo o autónoma, consulta a tu asesoría y a tu mutua y, si cumples los requisitos, no dejes de solicitar las prestaciones que te corresponden. Y si no lo eres, por favor, comparte esta información con aquellos a quienes creas que puede ayudarles a mejorar su situación. Aunque sea solo un poco.
En España lo mejor es el pueblo. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva.
Antonio Machado, Carta a su amigo David Vigodsky, 1937
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