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La semana política
Resumen de noticias
¡Rearme! La Comisión Europea emitió una llamada de alerta. La Europa al corriente de sus obligaciones civilizatorias no está preparada militarmente para las necesidades derivadas del nuevo desorden mundial: hay que gastar más en tanques, defensas aéreas o, siguiendo el imaginativo lenguaje de la guerra, en seguridad.
Un documento divulgado el día 13 de mayo señalaba las deficiencias de un sistema de defensa que ha operado con “bajos presupuestos”, según la Comisión, durante décadas. El objetivo es que se cumpla el mandato sobre gasto militar del 2% en relación al PIB propuesto por Estados Unidos, líder de este esfuerzo mundial por situar el reloj de la historia solo unos minutos después del final de la II Guerra Mundial.
¡Relato! Los discursos que alertan sobre las graves carencias de los ejércitos europeos contrastan con la narrativa que va tomando forma en los medios internacionales sobre la fragilidad del ejército ruso y la previsible derrota de Vladimir Putin, que se produciría incluso antes de lo esperado. Las fuerzas armadas enviadas por el Kremlin se desangran en los campos de batalla ucranianos —según los informes de la inteligencia estadounidense filtrados a la prensa— y el triunfalismo se expande. Los análisis menos apasionados indican que se ha llegado a un punto muerto: ni el ejército ruso gana ni el ucraniano pierde. El Kremlin necesita mercenarios, Ucrania pide a occidente más armas, más pesadas.
Los discursos que alertan sobre las graves carencias de los ejércitos europeos contrastan con la narrativa que va tomando forma en los medios internacionales sobre la fragilidad del ejército ruso y la previsible derrota de Putin
¡Decisiones! Finlandia pedirá el ingreso en la OTAN y añadirá así 1.300 kilómetros de frontera directa con Rusia a la estructura del Tratado del Atlántico Norte. Suecia será el siguiente país en sumarse al proyecto militar de EE UU en Europa.
Pese a que paulatinamente va declinando el apoyo al “lo que haga falta para ayudar a Ucrania” por parte de la población estadounidense, la aprobación en el Congreso de un paquete de ayudas de 40.000 millones de euros muestra hasta qué punto librar esta guerra —ni que sea por aproximación, como reconoció el halcón Leon Panetta— es parte estratégica de la agenda de Biden. El G7, por su parte, añadió otros 30.000 millones de ayudas a Ucrania en un despliegue financiero de préstamo y arriendo sin precedentes en este siglo.
¡Objetivos! Un artículo de Financial Times resumía esa agenda: primero, la derrota de Rusia, después, sentar a Putin en el banquillo de un Tribunal Penal Internacional (al que ni Biden ni ningún presidente estadounidense ha reconocido) para que sea juzgado por crímenes de guerra, tercero mandar un aviso a China, siempre China. Pero eso será otra historia.
¡Prudencia! De momento, hasta el triunfalismo estadounidense tiene un límite. Esta semana, el presidente estadounidense, Joe Biden, tuvo que parar los pies a los halcones del Pentágono y la CIA después de que The Washington Post y The New York Times publicaran sendas exclusivas sobre el apoyo prestado a Ucrania, en el primer caso, para facilitar el hundimiento del portamisiles Movska y, en la filtración al Times, por la asesoría logística para el asesinato de 12 generales rusos.
Crisis en Europa
¡Apagones! El continente, incluida Ucrania, sufren esta semana el contraataque más serio en el terreno económico. El martes, el Gobierno ucraniano amagó con cortar un tercio del flujo de gas que recorre el país, renunciando a unos ingresos relevantes en términos de peajes que no se habían visto hasta ahora recortados como consecuencia de la guerra. Pero Gazprom golpeó primero —según Ucrania— cortando el grifo a la altura de Sokhranivka, en la zona oriental que controla del país. El viernes, y tras la conformación de la solicitud de entrada de Finlandia en la OTAN, la compañía Rao Nordic, subsidiaria de la multinacional rusa Inter Rao anunciaba en un escueto comunicado que dejará indefinidamente de suministrar electricidad al país nórdico. El corte del gas será el siguiente paso. Aunque no es demasiado significativo en el mix energético finlandés, el aviso se dirige en varias direcciones. Rusia ha cesado de mover combustible a través de Polonia, lo que ha provocado una subida del 13% del precio respecto al comienzo de la semana. Alemania contiene la respiración.
¡Temblores! Las monstruosas contradicciones respecto al consumo energético —la, a estas alturas ya famosa, dependencia del gas ruso— no son fáciles de afrontar, pero el efecto climático de la nueva política de tiempos de guerra es soslayable únicamente con un cambio de taxonomía: la energía nuclear y el gas natural, también el procedente del fracking, serán consideradas inversiones “verdes” hasta 2045. A miles de kilómetros, el 9 de mayo un terremoto de 4,5 en la escala de Richter sacudía todo —menos al Gobierno argentino— en la cuenca del río Neuquén. El yacimiento de Vaca Muerta que se extiende sobre esa zona es el segundo más importante en extracción de gas no convencional y el cuarto de petróleo mediante la fractura hidráulica.
Las monstruosas contradicciones respecto al consumo energético no son fáciles de afrontar: la energía nuclear y el gas natural, también el procedente del fracking, serán consideradas inversiones “verdes” hasta 2045
¡Facturas! España juega ya en esa liga de taxonomía variable. El mix energético ibérico no depende del gas, ni del petróleo ruso, y sí se ha volcado en la regasificación de gas de esquisto, procedente de ese sistema de extracción. Los problemas del fracking, sin embargo, son lejanos en el espacio y en el tiempo, por lo que el Gobierno puede respirar tranquilo en ese frente. Ayer viernes, tras el Consejo de Ministros, se aprobó la puesta en marcha de la medida de descuelgue del gas sobre el resto de la generación energética, que deberá pasar por el examen final de la Comisión Europea. Pedro Sánchez intenta cumplir su promesa de que la factura de la luz del próximo año se reduzca un 30%. Sin aligerar el coste de la vida no hay reelección posible.
¿Abulia? Cerca de cumplir tres meses de guerra, el conflicto en Ucrania lleva camino de cronificarse, con el peligro que eso supone: los conflictos más largos además de generar más muerte son más difíciles de cerrar con soluciones negociadas. Las sociedades europeas, sin embargo, han desplazado ya su atención a otro punto intermedio entre la factura de la luz y las ganas de no pensar en las posibles consecuencias del último zarpazo de un Putin desesperado.
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Gracias. Muy bien escrito, entre lo informativo lo ameno y lo emocionante.