Contra los nazis, mariconazos.  #JusticiaPorSamuel - 16
Manifestación en Madrid tras el asesinato de Samuel Luiz en A Coruña. Álvaro Minguito

La semana política
Van perdiendo

Algunas reacciones al asesinato homófobo de Samuel Luiz muestran la impotencia de un sector de la sociedad ante la pérdida de sus privilegios.
Pablo Elorduy
10 jul 2021 05:46

La palabra llega como un golpe, como un puñal: “Maricón”. O quizá sea otra: chupapollas, marica, bujarrón. Niños y adolescentes temen que caiga sobre ellos. Los mismos niños y adolescentes que temen que la descarga les alcance, a veces la lanzan contra otros, en una especie de juego perverso. Unos se ríen, otros se ríen entre dientes, el resto es poco probable que haga nada. A veces no viene a cuento, se usa en tono festivo, e incluso cariñoso —un “round” de cariño modelo vieja escuela— porque es un insulto intercambiable: forma parte de un estado de las cosas. Otras veces acierta de lleno en su objetivo: golpea, estalla en la cara como una bofetada, o antes de una bofetada. Remueve todas las dudas y todas las certezas. Desencadena la humillación. Contra el raro, la bollera, contra quien no encaja, contra quien no sabe o no quiere aguantar los golpes en forma de chiste, contra el que oye “cómo te pones, si era solo una broma” demasiadas veces en su vida. Contra el que se tiene que ir fuera del grupo. Contra el crío, la cría acosada por los hijos sanos del patriarcado, por nosotros, los normales.

Hay un momento en el que, aparentemente, eso cesa. Hay otras voces, otros ámbitos. Las afinidades electivas sirven para distanciarse de esa escuela de humillaciones. Pero alejarse no significa que los golpes desaparezcan. Todavía siente escalofríos cuando interactúa con un grupo de heteros. De esos heteros a los que se les dibuja en la cara el pasado de gracioso o de chulo de la clase. De los heteros que se zafarán de cualquier crítica cuando sea necesario con el “cómo te pones, si era solo una broma” o que se saldrán con la suya reivindicándose combatientes de una guerra contra lo políticamente correcto. De algunos heteros a los que, llegado el caso —todos lo sabemos— se les inflarán los cojones y pueden volverse mu locos, y pueden llegar a desgraciar a alguien.

No es solo el crimen, es la respuesta y cómo esa respuesta se basa en generar nuevos marcos: en reventar lo que había antes del crimen de Samuel Luiz

Dice la abogada Laia Serra en una entrevista en El Diario publicada esta semana, la del asesinato de Samuel Luiz, que muchas resoluciones judiciales descartan que la palabra “maricón” sea prueba de un crimen de odio. Porque está muy sobada. Porque, a veces, es un insulto intercambiable, una palabra que ha perdido significados o que ha ganado texturas. Porque así son las cosas y así lo dicta el juez, al que probablemente se le escapa en el ámbito privado algún “maricón” que pretende ser afectuoso.

No se puede, aparentemente, separar la motivación homófoba de lo que parece un caso de mala suerte, el infortunio de topar con un lobo solitario o con una manada de lobos inadaptados. Se trata, dicen, de un abusón o un grupo de abusones aún no asimilados del todo por nosotros los normales; aunque, curiosamente, antes del crimen parecían los más normales entre los normales, es decir, expedían los certificados de lo que es ser normal. Porque el criminal no es neonazi, no sale con un bate a reventar gays o trans, simplemente se le cruza, se le va la cabeza en un momento, con el pretexto o la chispa más inopinada: un mal cruce con el coche, un que me has tirao la copa, un qué estás mirando, un qué de qué, un me estoy calentando.

El día después

El odio homófobo —ese “maricón” que cayó primero y anticipó todos los golpes que recibió Samuel Luiz— era preexistente. A ese primer fogonazo de odio lo sujetaba la costumbre, el estado de las cosas, toda una cultura que se está desmoronando. A partir del lunes, un nuevo punto de partida. Lo ha explicado Ramón Martínez. No es solo el crimen, es la respuesta y cómo esa respuesta se basa en generar nuevos marcos: en reventar lo que había antes del crimen de Samuel Luiz. En romper esa posición cómoda de hablar de individuos descarriados, ajenos al devenir de la sociedad, no asimilados. 

Por eso, como un solo hombre, una mayoría del espectro de centro-derecha ha tomado el caso como un ejemplo de la sobreactuación de la “izquierda”. En el rechazo automático a considerar el crimen de A Coruña como un delito de odio, en ese “no os pongáis histéricos”, hay un interés en tomar el caso como un ariete en la guerra cultural en curso, esa guerra contra las identidades y contra la diversidad que tiene como enemigo cualquier esfuerzo de pedagogía. Así, es neutralizado cualquier esfuerzo por introducir nuevos marcos. Los agentes contra la posibilidad de cambio están por todas partes: “Estamos ya un poco cansados de que nos digan lo que no tenemos que hacer”, dijo la ministra de Industria, Reyes Maroto, sobre la polémica del consumo de carne. La pedagogía es identificada con el adoctrinamiento —por la derecha— y con el elitismo —por la izquierda—. Se puede argumentar también que es cuestión de mejorar la educación, siempre que eso no sirva para eximir a los adultos de su responsabilidad. 

Es una confrontación en la que el dominio de los términos políticos es la principal conquista. Antes que un artículo del Código Penal, el delito de odio es un marco de disputa —esta semana comenzó el juicio por un escrache al autobús de Hazte Oír en Valencia, en el que la organización ultraconservadora pedía penas por delito de odio—. La caracterización como víctimas —y ahí está el éxito que está teniendo el concepto de la “cancelación”— es un marco de disputa.

Los derechos humanos, como la palabra “maricón”, en cambio, son un concepto intercambiable, negociable, como refleja la abstención del Partido Popular (con una excepción) y el voto en contra de Vox al castigo económico aprobado por la Unión Europea por la ley homófoba de educación aprobada por Viktor Orban en Hungría. Los derechos fundamentales pasan por ser opinables, como el insulto homófobo, se pretende que se pongan en contexto.

La retórica en esa forma de entender la política se transforma a cada momento. Esta semana ha tomado forma de rigurosidad. “No se puede” prejuzgar si es un crimen de odio, dicen. Es difícil de comprender qué línea de defensa pretenden armar en el caso, más allá de provocar la indignación progre. Pero escarbando, la reivindicación LGTBIQ de que el crimen no sea invisible, de que suponga un antes y un después, constituye una amenaza para el estado de las cosas, para nosotros, los normales.

La amenaza al estado de las cosas —al Blanco Burgués Varón Adulto (BBVA)— ha generado toda una industria de la comunicación social, un movimiento político global y un lenguaje característico: bravucón o victimista según sea menester

Y eso enlaza con el mood del momento: es un cambio de era y un tipo de homínido se siente, con razón, en peligro. Ya se ha dicho y se ha repetido: la amenaza al estado de las cosas —al Blanco Burgués Varón Adulto (BBVA)— ha generado toda una industria de la comunicación social, un movimiento político global y un lenguaje característico: bravucón o victimista según sea menester; como el paso que va desde el “no me calientes” hasta el “no te pongas así que era una broma”. Hay toda una internacional política generando nuevos marcos y nuevas formas de defender esa posición privilegiada en peligro.

Es un cambio de época en el que los abusones se sienten amenazados y aun se deben sentir más amenazados. En el que los que fuimos cómplices ya no vamos a serlo más, en el que los que fuimos acosados no vamos a serlo más, para que un día los abusones dejen, dejemos, de serlo. Realmente sí, lo que sienten es que están perdiendo. Aunque cueste verlo bajo el luto y las lágrimas por un asesinato.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Solo para socias
Solo para socias Nueva carta mensual: “Redactor en crisis”, por Pablo Elorduy
Después de La Semana Política, el coordinador de Política de El Salto regresa a un formato periódico.
La semana política
La semana política Lo que pasó, pasó
Hora de algunas despedidas. Ada Colau tiene difícil volver a ser alcaldesa de Barcelona y la izquierda tiene difícil volver a convocar el espíritu de una época en la que pudieron cambiar muchas cosas.
La semana política
La Semana Política La nave del misterio electoral
La compra de votos en Melilla y otros puntos del Estado agita la última semana de campaña y muestra el auge del conspiracionismo.
Spianato
10/7/2021 16:52

Es tan desolador que me quedo con la idea que yo también me repito constantemente : una cultura que se desmorona.
Más las dudas de alguno de entre ellos sobre sus propias tendencias y “hombría”.

0
0
Siria
Oriente Próximo Israel impone hechos consumados sobre Siria para condicionar la transición según sus intereses
“Está escrito que el futuro de Jerusalén es expandirse hasta Damasco”, dijo este octubre el ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, uno de los exponentes ultras del Ejecutivo.
Ibex 35
Ibex 35 Las retribuciones de los grandes empresarios multiplican por 118 lo que ganan sus trabajadores
Los directores y ejecutivos de Inditex, Banco Santander, Iberdrola, Indra, CIE Automotive y otras empresas del Ibex 35 multiplican por cientos de veces los sueldos medios de sus empleados.
Que no te cuenten películas
Comunidad El Salto Suscríbete a El Salto y llévate seis meses de regalo a Filmin
Estas navidades, haz posible que El Salto llegue más lejos con sus contenidos críticos y llévate de regalo medio año de Filmin. Y si ya tienes Filmin, suscríbete a El Salto y regala el acceso a esta plataforma a quien quieras.
Catalunya
Derecho a la vivienda La “revuelta de las llaves” echa a andar con tres huelgas de alquileres en Catalunya
Tres promociones de vivienda deciden ir a la huelga de inquilinos, una de las medidas defendidas por las manifestaciones del 13 de octubre y el 23 de noviembre en Madrid y Barcelona para hacer frente a los alquileres impagables.
Galicia
Economía ¿Quién lidera el negocio del eucalipto en Galicia al que Altri quiere sumarse?
El estallido social que ha producido el intento de la multinacional Altri y la Xunta de instalar una nueva celulosa en Galicia abre la necesidad de poner el foco en el sector forestal, donde se encuentran algunas de las mayores fortunas del Estado.
Inteligencia artificial
Inteligencia artificial Los creadores rechazan las licencias ampliadas para el uso de sus obras en la IA: “Es un genocidio cultural”
El Real Decreto para regular la concesión de licencias colectivas ampliadas para la explotación masiva de obras protegidas por derechos de propiedad intelectual para el desarrollo de modelos de Inteligencia Artificial recibe un rechazo generalizado.

Últimas

Personas sin hogar
Personas sin hogar Encierro en el Ayuntamiento de Granada para reclamar albergues para las personas sin hogar
Decenas de activistas exigen tratar, en el Día Internacional de los Derechos Humanos, con la alcaldesa de la ciudad sobre la necesidad de medidas urgentes ante la gravísima situación de las personas sin hogar en plena ola de frío.
Opinión
Tratados UE-Mercosur, el acuerdo que acabará con el modelo de agricultura europeo
Toda la producción agroalimentaria familiar, de pequeña escala y que desarrollan la economía local va a salir perdiendo, sea en Europa o los cuatro países latinoamericanos.
Siria
Siria Israel bombardea la transición siria
Mientras el nuevo gobierno del país intenta proyectar legitimidad dentro y fuera de sus fronteras, el ejército sionista expande su control del territorio en los Altos del Golán, y Europa congela miles de solicitudes de asilo de personas sirias.
Derecho a la vivienda
Derecho a la vivienda La moratoria del ‘escudo social’ no ha servido para impedir tres de cada cuatro desahucios
Un redactado poco claro, que deja libertad a los jueces para saltarse la moratoria, limita su alcance. A pocas semanas de su fin, organizaciones de vivienda piden que sea mejorada, ampliada y convertida en permanente.
Más noticias
Baleares
Memoria histórica Acuerdo en Baleares entre la izquierda y el PP para no derogar la ley de memoria histórica
El Govern ya no buscará los apoyos de la ultraderecha en los presupuestos ni cumplirá con uno de los puntos más calientes del programa, como era la derogación de la ley de memoria democrática.
Tribuna
Tribuna El día después del derrocamiento de Al Asad en Siria
El pueblo sirio ha sufrido lo indecible en los últimos años en sus aspiraciones de soberanía y de liberación. La pregunta ahora es ¿cómo se va a reconfigurar el reparto de poder en Siria y en la región?
Tren de alta velocidad
Explotación laboral Huelga en Iryo para los días clave de Navidad: “Solo queremos que respeten el Estatuto de los Trabajadores”
CGT convoca paros los días fuertes de estas vacaciones para, antes de comenzar a negociar un convenio propio, conseguir el abono de dietas a la plantilla de tripulación y el cobro del plus de nocturnidad.

Recomendadas

Siria
Rojava El rompecabezas sirio que estalló en Alepo
El nuevo escenario sirio se ha gestado bajo la intervención implacable de Turquía, patrocinadora del Ejercito Nacional Sirio y otros grupos yihadistas que libran la guerra de Erdogan contra el pueblo kurdo.
Cine
Ramón Lluis Bande “Asturies tiene sin construir el relato de su tiempo revolucionario”
El cineasta Ramón Lluis Bande entiende la memoria histórica como un “camino de exploración formal infinito” y de reflexión sobre el propio lenguaje cinematográfico “en relación con la realidad, la historia, el arte y la política”.
Fondos buitre
Madrid Ecosol, la cooperativa agroecológica que lucha por sobrevivir al desalojo del fondo buitre Élix Rent
Este gigante inmobiliario, que ya ha logrado hacerse con la práctica totalidad del edificio que alberga el proyecto, se niega a renovar su contrato de alquiler ya que busca rehabilitar el inmueble y alquilarlo a precios desorbitados.
Siria
Siria Cuando el miedo a la deportación es real: obligados a volver a Siria
Turquía lleva mucho tiempo deportando a los refugiados sirios. Aunque intenta justificar sus prácticas ante la comunidad mundial, estas vulneran el derecho internacional.