17 jun 2024 11:28

El bramido del hombre piedra
golpea el velo de ámbar.

Sigo, en mi desandar, en el descamino del despropósito,
huellas de barro y miedo, hielo,
de polvo y pena, destierro.

Recuerdo que contemplaré,
desde el borde del precipicio, desde mi cadalso,
un atardecer de plomo y pólvora.

Buscaré tu mano
y podrán en la mía un fusil y una bandera.

La náusea entra por aquel trozo de cielo
que rasgó la primera bala.

Ando sobre el río
que nació de las lágrimas de los niños,
de las espinas y el silencio de los malditos.

Recuerdo que miraré desde el otro lado
del marchito espejo de los ojos grises del mendigo,
grismente olvidados, acallados, expoliados.

Buscaré tu voz
y harán con la mía el discurso de un dictador de plástico.

Una legión de martillos encapuchados avanza,
aplastando el laurel que sembramos en la isla Utopía.

Tari G.M.

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