Antiespecismo
Los santuarios de animales reclaman su reconocimiento legal como centros de rescate

La Federación Española de Santuarios (FESA) ha presentado este jueves ante la Dirección General de Derechos de los Animales (DGDA) un manifiesto para solicitar el reconocimiento legal de los santuarios como centros de rescate de animales. La iniciativa, respaldada por más de treinta entidades de todo el país, busca dotar de un marco jurídico estable a estos espacios que acogen a animales procedentes de producción o explotación como la ganadería, los espectáculos o la experimentación.
Los santuarios son espacios antiespecistas dedicados al rescate, rehabilitación y cuidado permanente donde los animales que han sido explotados pueden vivir el resto de sus vidas en libertad, con respeto y a salvo de cualquier forma de explotación. A diferencia de las protectoras, que buscan adopciones, los santuarios ofrecen un hogar permanente a sus habitantes, muchas de ellas con enfermedades crónicas o secuelas físicas derivadas de su paso por la industria. Las responsables de los santuarios se convierten, a efectos prácticos, en su familia, y su labor “no es productiva ni comercial: es ética, social y educativa. Damos una segunda oportunidad a quienes un día fueron utilizados y olvidados”, explican desde FESA.

En este contexto, la federación considera “imprescindible” que los santuarios sean reconocidos dentro del marco legal “para garantizar su labor de rescate y cuidado de animales utilizados y olvidados”. “El contexto legislativo actual refleja una voluntad de avance en la protección animal, y nuestras solicitudes buscan que los santuarios sean parte activa y reconocida en ese proceso”, afirma María González Sola, presidenta de FESA. “Más de treinta entidades de toda España se han unido a esta causa, evidenciando un respaldo social y ético imprescindible para construir un marco legal justo y coherente”, añade Fernando Sánchez, secretario de la federación.
FESA reclama que la futura regulación de los santuarios dependa del Ministerio de Derechos Sociales y no de Agricultura, y que la normativa sanitaria se adapte al bienestar animal, “alejándose del enfoque productivista que aún impera en la legislación vigente”.
En España, los santuarios no cuentan con subvenciones públicas y dependen de donaciones, cuotas de socios, actividades solidarias o la venta de productos. El mantenimiento diario, la mejora de las instalaciones, o los gastos veterinarios (que pagan con el mismo IVA que los particulares) suponen una carga económica constante.
En otros países europeos, como Austria, Italia, Bélgica, Países Bajos o Portugal, los santuarios cuentan ya con reconocimiento legal y apoyo institucional. España, defiende la federación, “debe dar estos pasos para ponerse a la altura de sus vecinos y fortalecer la protección animal”.
“Este respaldo colectivo evidencia la necesidad urgente de un reconocimiento legal que refleje el valor social, ético y educativo de los santuarios”, concluye González Sola. “Nuestro objetivo es que la ley reconozca y proteja estos espacios como instituciones fundamentales en la defensa de los animales”.
Para saber más sobre los santuarios
El fotoperiodista Aitor Garmendia, responsable del proyecto Tras los Muros, dedicó su libro Refugiados. Animales liberados de granjas, mataderos y otros centros de opresión (Ochodoscuatro Ediciones, 2015) a documentar la vida en los santuarios y la realidad de la explotación animal. La obra, traducida al euskera en 2018 por el colectivo Nor, sigue de actualidad y combina fotografía y testimonio para mostrar cómo estos espacios ofrecen una alternativa ética basada en el respeto y el antiespecismo.

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