We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Independencia de Catalunya
Jordi Cuixart: “Si Franco no pudo liquidar la voluntad de autogobierno de la sociedad catalana, Felipe VI tampoco podrá”
Jordi Cuixart, presidente de Òmnium Cultural, lleva dos años en prisión por el referéndum de Catalunya. A la espera de que el Tribunal Supremo emita la sentencia, La Directa le entrevista desde la prisión de Lledoners, donde está preso.
El 16 de octubre hará dos años que tú y Jordi Sánchez estáis en prisión preventiva. ¿Qué sensación tienes del paso del tiempo y como lo gestionas?
Sentimientos contrapuestos. Las semanas pasan volando, pero, cada vez que llamas por teléfono, tienes que marcar tu número de NIS [número de identificación de preso] y los cuatro primeros dígitos son el año de ingreso, 2017, y estamos a finales del 2019. Demasiado tiempo ya para poder renunciar a nada. Sigo convencido de que la cárcel es un altavoz inmejorable. Es clave mantener las rutinas. Meditación, poca televisión, fruta, horarios en la celda, cuidar de casa de la mejor manera que puedas, relacionarte con los compañeros del módulo, cerámica, escribir y leer, mucho... En el fondo no es tan diferente de lo que podría ser la vida en el exterior. Cuidar la mente y mantener “conexiones de calidad” con el extramuros, que te mantengan vinculado con lo que pasa ahí fuera. Intento seguir ejerciendo de presidente de Òmnium, pero sin que suponga ninguna limitación para el trabajo que hace la entidad y el liderazgo de nuestro vicepresidente y querido Marcel Mauri.
Tendrás vividos momentos de esperanza y momentos de desesperanza, o complicados.
De esperanza muchos, pero con los pies en el suelo y sin hacer volar palomas. Es decir, consciente de que es una estancia larga, pero también de la importancia de las pequeñas victorias cotidianas. Posicionamientos, movilizaciones, cartas, vis a vis, o ahora la llegada del hijo que está de camino. Son momentos que reconfortan y que aquí dentro toman un sentido aún más vital. Momentos de desesperanza los recuerdo lejanos. Posiblemente los miedos del primer mes, justo hasta que interiorizas que la prisión también era un instrumento de lucha para alcanzar los objetivos políticos.
Has conocido presos tanto en Soto del Real como Lledoners. ¿Qué te han enseñado?
Que la lucha por la dignidad se expresa de muchas maneras diferentes y que prejuzgar es uno de los peores defectos. Aquí dentro hay toneladas de humanidad y ves actos de solidaridad cada día. Creo que la cárcel te cambia para siempre y que, de hecho, como dice Nadia de las Pussy Riots, no es el peor lugar del mundo para alguien que se atreva a pensar por sí mismo. Recuerdo a menudo a los compañeros con los que me he ido cruzando durante estos cerca de dos años y pienso en cuál habrá sido la suerte de muchos de ellos.
¿Habías estado en una prisión antes de entrar aquel 16 de octubre?
Hicimos el último acto de Justicia contra las crímenes del franquismo justo antes de que se cerrara la Cárcel Modelo, el año 2016. He conocido algunos presos que habían estado en La Modelo y todos ponen en valor el elevado grado de fraternidad que había entre los presos sociales.
Soy partidario de la abolición de las cárceles, muchos de mis compañeros son más víctimas que culpablesCon la experiencia que acumulas, crees en la función de reinserción de la cárcel?
Estoy convencido de que existen sistemas de reinserción mucho más eficaces que la prisión y éste es un debate que no podemos evitar. Aquí dentro, lo que encuentras en su mayoría son personas de los sectores más desfavorecidos de la sociedad, mientras que los verdaderos responsables de las mayores atrocidades que estamos viviendo —crisis climática, muerte de refugiados en el Mediterráneo o venta de armas— están en libertad. Soy partidario de la abolición de las cárceles, ya lo era antes de entrar. Muchísimos de mis compañeros son más víctimas que culpables. Solo rascando un poco, ves que la suerte o desgracia depende solo de haber nacido unas calles más arriba o más abajo, o de unos cuantos miles de kilómetros. A la vez, es cierto que he conocido profesionales excelentes que hacen un trabajo brutal.
Las condiciones en las que os trasladaron de Catalunya a Madrid para la celebración del juicio levantaron una polvareda, pero el autobús de la Guardia Civil con celdas del tamaño aproximado de un lavabo y ventanas pequeñas en lo alto son los vehículos en los que trasladan a todos los presos. ¿Crees que hay mucho desconocimiento por parte de la mayoría de la ciudadanía del sistema penitenciario?
Sí. Y si nuestro traslado escandalizó a la opinión pública, que todo el mundo sepa que fuimos muy, muy afortunados, ya que las cundas [traslados de una cárcel a otra] pueden llegar a durar semanas y meses, y pasas muchos días en módulos de ingresos antes de que te muevan de centro a centro en rutas interminables. Un traslado de El Puerto de Santa María a Vigo puede durar perfectamente dos o tres meses.
Imagino que la lectura es una gran compañía en prisión. De libros y de cartas. Uno de los primeros que leíste fue Walden o la vida en los bosques, de Henry David Thoreau. ¿Qué te ha aportado esta u otras lecturas?
Gracias a la lectura, he fortalecido la conciencia en la lucha noviolenta y la importancia de la desobediencia civil y la transformación personal. Los libros son uno de los últimos baluartes de la condición humana y la verdad es que me hacen mucha compañía. Desde los clásicos griegos y latinos al Bhagavad Gita, pasando por la literatura contemporánea y las recopilaciones de poemas. Me apasionan Szymborska, Pessarrodona y So Jong-Ju.
El Tribunal Supremo se pronunciará pronto. ¿Se puede estar preparado para una sentencia como la que vendrá?
La única sentencia justa es la absolución. Sí, creo que hemos tenido tiempo. Aprovecharemos las condenas como palanca de transformación democrática. Después de dos años de prisión preventiva, y de acuerdo con los acontecimientos de los últimos años, no tenemos ningún motivo para no prever unas condenas de doble dígito. En la batalla jurídica, la relación histórica entre Catalunya y el Estado, siempre o casi siempre, ha tenido un claro ganador: el Ministerio Fiscal. Otra cosa es el uso moral y político que haremos de las sentencias y, en este sentido, estoy convencido de que les pesará mucho más a ellos que a nosotros. Condenar el ejercicio de derechos fundamentales y el derecho a la disidencia política en Barcelona es también hacerlo en Madrid, Segovia o Sevilla; por tanto, es un ataque a todos los demócratas del Estado y, por extensión, de todo el mundo. Que una democracia europea encarcele derechos humanos en el siglo XXI es muy significativo del mundo que hay que cambiar.
Has vivido todo el juicio desde el banquillo de los acusados, el mismo donde fue juzgado el presidente de la Generalitat Lluís Companys. ¿Qué sensaciones y conclusiones te deja?
El día a día del juicio, para mí, no fue especialmente duro. Era una oportunidad para escenificar el embate del Estado contra la sociedad catalana y la democracia, y por eso no quise sentarme detrás de los abogados. El hecho de que estuviera en la misma sala donde juzgaron al presidente Companys nos muestra que el Estado, a grandes rasgos, no ha variado la estrategia represora hacia Catalunya y que, por tanto, estamos todavía en el mismo contencioso político. Si Franco no pudo liquidar la voluntad de autogobierno de la sociedad catalana, Felipe VI tampoco podrá. La lucha viene de lejos y están en juego los derechos nacionales, que también son sociales, como hemos vivido en otros capítulos de nuestra historia colectiva.
¿Confías con que Estrasburgo dictamine que no has tenido derecho a un juicio justo?
Nos dejaremos la piel, pero Estrasburgo no está haciendo un papel nada digno con las sentencias sobre el tema de los refugiados o la vulneración de derechos fundamentales. Por lo tanto, considero que haremos bien en no generar unas expectativas excesivas. Somos conscientes de que la lucha por internacionalizar este ataque a la democracia y los derechos humanos va más allá del TEDH, no se limita al frente jurídico.
El apoyo a las presas políticas y exiliadas es persistente. ¿Crees que la lucha antirrepresiva centra demasiado energías o que hay riesgo de que haga perder de vista la lucha por el derecho a la autodeterminación?
Desde Òmnium siempre hemos entendido el frente antirrepresivo como una parte inseparable de la estrategia autodeterminista y, por tanto, renunciar sería un error tan grave como también lo sería el hecho de priorizar por encima de la resolución del conflicto político. Por eso decimos que la amnistía sería una victoria para el movimiento soberanista, porque sería reconocer, por parte del Estado, que los hechos condenados no son delito. Xirinacs es uno de los mejores ejemplos.
Evidenciar la falta de voluntad de diálogo por parte del Estado forma parte de la estrategia de confrontación
Algunas voces han hablado de indulto. ¿Indultar qué y a qué precio?
Desde Òmnium somos muy cuidadosos con las decisiones personales de cada uno, pero yo tengo claro que mi objetivo, ahora que estoy en la cárcel, no es la lucha por salir. Así que el indulto no es una opción, ni para mí ni para Òmnium. La prioridad es la libertad de Catalunya, el fin de la represión, el respeto a los derechos humanos y el ejercicio del derecho a la autodeterminación.
Hablas de movilización constante y perseverante. ¿En qué se traduce?
Considero que entramos en una nueva etapa que podríamos definir como de lucha antifranquista; es decir, acciones que van desde la movilización y la protesta hasta la acción no-violenta y la desobediencia civil. Acciones realizadas de manera muy organizada y propositiva. Esto también pide una transformación personal y que cada uno se pregunte a sí mismo cuál es el grado de sacrificio que está dispuesto a asumir. Revertir la penalización de derechos fundamentales es una lucha que interpela a todos los demócratas de Catalunya y del Estado; el aleteo de la mariposa que nos debe llevar al tsunami democrático, como lo explica Gene Sharp.
En esta lucha por el derecho a la autodeterminación, ¿qué es lo que volveremos a hacer, según Jordi Cuixart? ¿Qué no supimos hacer bien y qué queda por hacer?
Queda casi todo por hacer, pero hemos hecho algo muy importante, que es demostrarnos que colectivamente podemos inundar Catalunya de urnas con todo un Estado y más de 6.000 policías persiguiéndolas. Hay que dar mucho más valor al 1-O, este gran éxito colectivo, y la respuesta a la brutalidad policial que detuvo el país el 3-O. “Lo volveremos a hacer” es la reafirmación de que volveremos a ejercer cada derecho que con la condena se intenta conculcar. Desde la libertad de expresión hasta la acción no-violenta, pasando obviamente por el derecho a la autodeterminación. La única manera de garantizar la pervivencia de los derechos es ejercerlos. Y debemos ser implacables en su defensa, por los que se dejaron la piel y por los que vendrán.
Y ¿qué es lo que no deberíamos volver a hacer?
No soy persona de reproches, pero sí es imprescindible que los hechos y las palabras no difieran, porque aquí está el inicio de la desorientación y la desmovilización. Mientras buscamos culpables, el Estado no detiene su espiral represiva y regresiva. El tope en nuestras aspiraciones sociales y nacionales no puede ser ni el miedo a la represión ni la amenaza del uso de la violencia institucional por parte del Estado, como tampoco la lucha por la hegemonía política del soberanismo. Las sufragistas o los insumisos nos recuerdan que sin lucha no hay conquista social posible.
Dentro poco ya hará dos años del 1-O. ¿Qué lectura política y social haces de este tiempo? El referéndum fue un objetivo político que juntó a gente —también a la no independentista— e instituciones, pero luego comenzaron a aflorar las discrepancias.
Me resulta muy difícil visualizar otros escenarios, por lo tanto, pienso que el Estado actuó de la única manera que sabe, con violencia. En cambio, en Catalunya tanto los aprendizajes —por ejemplo, en torno a la acción no violenta y una articulación del movimiento de abajo hacia arriba— como la eliminación de apriorismos y el crecimiento individual y colectivo pueden dar muchos frutos. El 1-O demostramos que la gente puede ganar. Que, como dice Arendt, “el uso de la fuerza es la demostración de la falta de poder”. Por lo tanto, el miedo no puede condicionar ninguna de nuestras decisiones y la coherencia debe regir todo. El proceso soberanista tiene altibajos desde el primer día, es una realidad estructural y propia de la transversalidad y pluralidad del movimiento. En el mar de la transformación social, de la que nos hablaba Gandhi, junto con el programa constructivo y la acción política hay también la transformación personal. Este es el siguiente paso que tenemos que decidir. Preguntarnos ¿hasta donde llega nuestro compromiso personal?
Se ha discutido bastante sobre el mandato. ¿Cuál es para ti el del 1-O?
El 1-O ejercimos el derecho a la autodeterminación. El Estado español lo quería impedir, pero no nos quedamos en casa. Para garantizar este derecho, lo ejercimos. Y lo hicimos en el que se ha convertido en uno de los actos de desobediencia civil más importante en Europa en las últimas décadas. Dos semanas más tarde, comenzaron los encarcelamientos y el exilio. Hoy tenemos una presidenta del Parlamento encarcelada, consejeras y consejeros en la cárcel o en el exilio. Sin embargo, el Estado no ha logrado neutralizar el movimiento soberanista. El mandato para mí es claro: hay que seguir luchando desde la transversalidad y la unidad de acción. La represión no puede ser un tope y, por tanto, votaremos tantas veces como sea necesario.
No tiene sentido la discusión entre diálogo o confrontación porque la petición permanente de diálogo forma parte de la estrategia de confrontación para resolver este conflicto. Debemos empezar a abandonar estos debates superfluos y, como dice Marcel Mauri, hablar menos de la unidad y trabajar más por la unidad.
¿No es ésta precisamente la práctica de la desobediencia?
Exacto. La desobediencia civil es un instrumento más de la lucha no-violenta que tiene por objetivo la mejora de la sociedad y el fortalecimiento de la democracia, adaptando las leyes a las necesidades sociales. Se fundamenta en la acción no-violenta y en asumir la autoría de los actos, que no significa reconocer la legitimidad del posible castigo, pero sí sus consecuencias. Pide mucha formación y concienciación y es la antítesis de la unilateralidad. El objetivo es forzar al Estado a aceptar que debe negociar. Por eso no tiene sentido el debate entre diálogo o confrontación, porque evidenciar la falta de voluntad de diálogo por parte del Estado forma parte de la estrategia de confrontación.
¿Qué dirías a las personas que desean una Catalunya independiente y se sienten frustradas? ¿Y a otros que no son independentistas y piensan que hay que ceñirse a la legalidad vigente?
A los primeros les diría que los que nos han precedido en la defensa de la democracia y la libertad estuvieron dispuestos a dar la vida y que, por tanto, no tenemos mucho derecho a sentirnos frustrados. A los segundos que, en nombre de la legalidad vigente, piensen en cómo trata la Unión Europea a los refugiados, a los subsaharianos que mueren en nuestras costas o a los miles de vecinos que sufren la pobreza energética mientras crecen los beneficios del Ibex35 con el aval del Tribunal Constitucional. Como decía Howard Zinn, nuestro problema no es la desobediencia civil sino las personas que obedecen las órdenes de los gobernantes que permiten que todo esto esté pasando. La desobediencia civil no deja de ser un test de constitucionalidad permanente para mejorar las leyes vigentes, y esto incluso lo reconoce el propio Tribunal Supremo en una sentencia de 2009 que añadía, entonces, que es también el reflejo del buen estado de salud de una sociedad democrática. En todo caso, el 80% de los catalanes está en contra de la represión y piden una solución política al conflicto. Este es un consenso de país que queremos reivindicar.
Especialmente desde la derecha, se ha intentado mantener un relato basado en una crisis de convivencia. ¿Como lo analizas y qué riesgos conlleva?
Es lamentable y temerario que, por intereses electorales, nos quieran confrontar entre los diferentes pueblos de España o entre los mismos ciudadanos de Catalunya. Denota una irresponsabilidad mayúscula. Desgraciadamente, es un relato que, a veces, el PSOE también hace suyo y es el instrumento habitual de los regímenes totalitarios. Sembrar la semilla del miedo y buscar un enemigo. Pero siento mucha autoestima al ver que no lo han conseguido y que, a pesar de la renuncia de muchos intelectuales progresistas del Estado a levantar la voz, hay otros que lo hacen y cada vez más complejos. Aquí la única fractura real que hay es entre quienes pueden llegar a fin de mes y todos lo demás. Y también me gustaría recordar que, como reconoció Felipe de Borbón en 1990, “Catalunya será lo que quieran los catalanes”.
La única fractura real que hay en Catalunya es entre quienes pueden llegar a fin de mes y todos lo demás
¿Qué significaron y significan para ti las palabras “luchas compartidas”, en las que siempre insistes?
Luchas compartidas nace en una reunión de trabajo con Marcel Mauri y Marina Llansana. Queríamos encontrar la manera de poner en valor el esfuerzo de mucha gente de este país a la que nadie ha regalado nunca nada y que se ha asfaltado las plazas y calles con las propias manos. Hombres y mujeres, desde la base, venidos de todas partes, que, en muchísimos casos y de manera consciente o inconsciente, han hecho de la catalanidad la manera de hacer comunidad y luchar por un futuro más digno para sus hijos, por un futuro compartido.
¿La independencia convence si logra mejorar las condiciones materiales de la sociedad?
Ni frío, ni sed, ni oscuridad. Este es el objetivo. El país se nos deshace en las manos: uno de cada cuatro catalanes está en riesgo de pobreza o exclusión social, más de la mitad de los catalanes tiene dificultades para llegar a fin de mes y tenemos 360.000 personas sin trabajo. No se trata de prometer ninguna arcadia feliz, sino de dotarnos de instrumentos para combatir esta realidad. Porque cuando el Estado renuncia a defender los intereses del conjunto de conciudadanos y, sobre todo, los de los más desfavorecidos, tenemos la responsabilidad de buscar soluciones. Es importantísimo que el soberanismo no abandone el combate de las ideas y, sobre todo, de las propuestas.
Desde Òmnium os habéis implicado —con Coop 57 y ECAS— en el proyecto Lliures, un fondo de solidaridad económica. ¿Qué valores transformadores guían este proyecto?
Lo interpreto como la esencia del Proyecto Constructivo del que hablaba Gandhi en el marco del proceso de transformación social que estamos viviendo, porque eso es lo que significa autodeterminarse. La situación es de verdadera emergencia social, hay gente que esta sufriendo muy duramente las consecuencias de la desigualdad social.
Dices que “esto no va de banderas, sino de ganar un país mejor para todos”. Para ganar, ¿hay que impulsar estructuras socioeconómicas propias?
Empoderamiento ciudadano, dotarnos de espacios propios y de decisión colectiva que provoquen el tsunami democrático del que estamos hablando. Es una palanca imprescindible para el cambio. Catalunya y los Países Catalanes son uno de los motores económicos del sur de Europa, pero a la vez tenemos uno de los índices de desigualdad social más elevados. Es evidente que aquí lo que falla es la gestión y la priorización que se hace de los recursos que generamos como sociedad.
Durante el proceso político se ha evidenciado la posición de las empresas del Ibex35 y, en definitiva, de las grandes corporaciones que controlan las finanzas, la energía, etc. ¿Se puede ganar la soberanía política sin soberanía económica?
Como consumidores o usuarios, tenemos una fuerza gigante y no debemos menospreciarla. Por eso es tan importante la transformación personal, para que la dependencia que creemos que tenemos respecto a las grandes corporaciones no sea tal; tenemos mucho más poder de lo que pensamos. Esta es la verdadera revolución, tampoco exenta de contradicciones, todo sea dicho de paso. Soberanías: energética, nacional, alimentaria... Derecho a decidir sobre el propio cuerpo y decidir todo.
No me interesa una república catalana si es solo para cambiar el rey por un presidente y una bandera por otra. De lo que hablamos es de construir un proyecto colectivo donde la economía responsable, la defensa y protección del medio ambiente, la lucha feminista por la igualdad real y la cultura sean el centro de todas las decisiones
Por lo tanto, ¿una república catalana es una oportunidad de construir un país mejor pero dependerá de los andamios que se vayan articulando desde ese momento?
No me interesa nada una república catalana si es solo para cambiar el rey por un presidente y una bandera por otra. De lo que estamos hablando es de construir un proyecto colectivo donde la economía responsable, la defensa y protección del medio ambiente, la lucha feminista por la igualdad real y la cultura sean el centro de todas las decisiones. La propuesta de un país mejor es un proyecto de liberación colectiva, pero esto empieza, insisto, por un proceso de transformación personal.
Acaba de nacer tu cuarto hijo y tienes uno que todavía es muy pequeño. ¿Como explicarás a tus hijos cuando crezcan lo que ha pasado y el hecho de estar en la cárcel?
“El regalo más grande que puedes hacer a los demás es el ejemplo de tu propia vida”, decía Brecht, y, de momento, dedico buena parte de mis esfuerzos a intentar que no tengan odio contra nada ni nadie. También creo que, con la perspectiva de los años, les será fácil entender que su padre y su madre no han hecho nada de excepcional, que la lucha por los derechos humanos y la república catalana no deja de ser la misma que la de los abolicionistas del siglo XIX, los luchadores antifascistas de Europa de mediados de los 30 y 40 del siglo pasado, la de los kurdos en la actualidad o tantísimos otros colectivos en todo el planeta que no tienen desgraciadamente el mismo altavoz.
Relacionadas
El Salto Radio
El Salto Radio Te llamo desde mi muro: recordando a Marcos Ana
Euskal Herria
Kortatu El “Sarri, Sarri” suena en la cárcel de Martutene y el Gobierno Vasco no volverá a permitirlo
Memoria histórica
Memoria histórica La declaración de la Cárcel de Carabanchel como Lugar de Memoria llega con contradicciones y errores
Este personaje acomodado de derechas jugando a ser el che guevara no me inspira confianza pero veo que muchos se creen sus cuentos así que respeto
"Porque cuando el Estado renuncia a defender los intereses del conjunto de conciudadanos (...)" claro la generalitat nunca fue parte del Estado ni tuvo un pacto con él, ni nada, solo pasaba por ahí y no le dejaban hacer, en fin...
Es cierto que Franco no liquidó a los indepes pero desde luego los mantuvo bien a raya, esto es así guste o no. Y lo dice una comunista pero que sabe distinguir deseo de realidad.
"Los mantuvo a raya", menudo eufemismo. Reprimió el independentismo,el comunismo( de esto tu no debes de saber nada),los gays,etc,etc,etc...Comunista que que es!, Vete a vender burras a otra parte!
Un/a comunista jamas escribiría esa "fascistada" que has escrito, por lo tanto o no eres comunista y mientes para soltar esa perla o ni tan siquiera sabes que no eres comunista, algo muy habitual entre la izquierda constitucionalista que es muy poco de izquierda y muy constitucionalista.
Por fin! Hace tiempo que buscaba al encargado de repartir el carnet comunista, porque imagino que tu eres supermega comunista para poder expedirlo. Que cosas de muy comunista tu haces en tu día a día (a parte de decir que lo eres) para saber si podría optar a que me expidieras el carnet?
No leo, en el comentario que criticas, que dicha persona se denomine así misma como comunista, la primera si que lo hace, por otra parte tampoco veo una actitud de repartir carnets, lo que si indica es que claramente es un comentario absolutamente alejado de alguien que dice ser comunista, porque es un comentario bastante facha. Encuentro el tuyo, aparte de sobreactuado, lleno de falacias; afeas cosas que ni tan siquiera aparecen en el comentario. Resumiendo: no hay por donde cogerlo. Buscas ser comunista?, ya que veo que buscas documentacion, simplemente pon voluntad en serlo. Ha sido un pacer aconsejarte.
Vamos que para ser comunista es suficiente con decir que se es comunista, ya que ejemplos de que se ha de hacer ninguno.
Hay algunos errores en la traducción "en torno a la lucha violenta es en torno a la lucha NO violenta. Y el proyecto Lluires es Lliures