Opinión
Quemas controladas en Extremadura: cuando el remedio es peor que la enfermedad
El INFOEX está acometiendo una serie de quemas controladas para la prevención de incendios en comarcas del Norte de Cáceres que están generando una intensa polémica y levantando críticas desde la ciudadanía que habita una de las zonas de Alto Riesgo de incendios de la Comunidad Autónoma.
Durante el mes de enero el Servicio de Prevención y Extinción de Incendios Forestales extremeño ha estado acometiendo una serie de quemas controladas en las montañas del norte de Cáceres, en concreto en las localidades de Piornal, Navaconcejo, Losar de la Vera y Guijo de Santa Bárbara, en terrenos de sierra de difícil acceso a 1.500 metros de altitud. Estas quemas controladas o “prescritas” están generando una importante polémica social en estas comarcas del Jerte y La Vera.
De un lado, la propia Administración (el INFOEX), apoyándose en informes de un sector científico que tiene una visión utilitarista, mercantil o marcadamente antropocéntrica del medio ambiente, e incluso con el placet de “los ecologistas que odian los arbustos”, hacen una cerrada defensa del empleo de estos incendios controlados como medida de prevención de los grandes incendios veraniegos, pues sirven para disminuir la “vegetación invasora”, crear discontinuidades en el combustible potencial de los montes y abrir áreas cortafuegos. Alegan también que sirven para mejorar el acceso a las zonas montañosas, para regenerar los pastizales que están retrocediendo por la progresiva desaparición de la ganadería extensiva e incluso para mejorar “el hábitat de la fauna silvestre” (sic). Igualmente señalan su utilidad de cara a la formación del personal de extinción de cara al uso del fuego técnico (una herramienta importante en las tareas de extinción), y para el conocimiento del comportamiento del fuego. Aunque sin duda el argumento más contundente y probablemente más importante es que se trata de un método más barato que el desbroce mecánico.
Argumentan que prácticas tan violentas estructuralmente como el fuego deben ser repensadas en el Siglo XXI, porque hoy habitamos un bioma global profundamente alterado en torno a dos cuestiones estructurales inesquibables: la disrupción climática y la erosión dramática de la biodiversidad o extinción masiva
De otro lado están los que tienen una visión mucho más crítica a cerca del uso generalizado de las quemas como método de prevención de incendios y alertan de sus riesgos y peligros, así como de las graves afecciones sobre el medio y de las consecuencias indeseadas de sus impactos. Se basan en una visión más holística e integral del funcionamiento de los ecosistemas, sustentada en las corrientes de la ciencia ecológica más biocentristas, que se está abriendo paso ante el palpable fracaso del metabolismo de nuestras sociedades. Argumentan que prácticas tan violentas estructuralmente como el fuego, que en el pasado se utilizaron profusamente por ganaderos y campesinos, deben ser repensadas en el Siglo XXI, porque si bien antes las condiciones climáticas y ecológicas permitían una rápida reparación o autocuración de los ecosistemas incendiados, hoy habitamos un bioma global profundamente alterado en torno a dos cuestiones estructurales inesquibables: la disrupción climática y la erosión dramática de la biodiversidad o extinción masiva.
Estos dos eventos absolutamente insólitos en la historia de la humanidad condicionan la resiliencia y la resistencia de nuestros bosques. Desde esta perspectiva los incendios, por muy controlados que estén, suponen una liberación de gases de efecto invernadero y partículas contaminantes que en una situación de Emergencia Climática es contraproducente ya que añade leña al fuego del calentamiento global, que a su vez es una de las causas de la proliferación de incendios y del incremento de su extensión y virulencia. A lo que habría que añadir que el propio régimen de precipitaciones está muy alterado, y si estas quemas en suelos muy frágiles de montaña son seguidas de precipitaciones muy irregulares y/o torrenciales, entonces se dificulta el rebrote de la vegetación que sujeta el suelo y se favorece una intensa erosión y pérdida del horizonte húmico, que es la base de la vida del suelo y de la vida toda, contaminando además los cauces de agua con cenizas y sedimentos. El modo en que nuestros políticos y gestores ignoran estas cuestiones denota hasta que punto la declaración de Emergencia Climática por parte del Parlamento Europeo y del propio Parlamento Español son meros ejercicios de propaganda verde, de peligrosa hipocresía.
En definitiva, se reivindica la necesidad de otra mirada, que tenga en cuenta las interrelaciones y sinergias que se establecen entre los diversos elementos vivos de nuestras montañas, una mirada que anteponga el principio de precaución al de rentabilidad
Además, los argumentos en defensa del uso del “fuego técnico” o “fuego bueno” en tareas de prevención también olvidan de las graves afecciones de estas prácticas sobre los insectos y la microfauna. En el pasado esta minusvaloración o ignorancia sobre el papel de esta fauna en los ecosistemas era disculpable porque la pujanza ecológica de sus contingentes posibilitaba una recuperación rápida tras los episodios de fuego, pero en pleno siglo XXI todas las evidencias científicas señalan que estamos en la Sexta Extinción global Y la caída de las poblaciones de insectos y microfauna es dramática y las consecuencias de ello no están del todo evaluadas pero es de temer que sean inconmensurables. En definitiva, se reivindica la necesidad de otra mirada al ecosistema y a las complejas dinámicas de la vida de los bosques, una mirada que tenga en cuenta las interrelaciones y sinergias, aún no suficientemente conocidas, que se establecen entre los diversos elementos vivos de nuestras montañas, una mirada que anteponga el principio de precaución al de rentabilidad. Desde esta óptica los arbustos no invaden las praderas sino que son un elemento fundamental de la sucesión ecológica lógica (valga la redundancia), después del abandono del pastoreo de estas sierras. Y si bien es verdad que representan un riesgo en caso de incendios, también es verdad que aportan servicios ambientales muy valiosos y tienen su funcionalidad eficiente en la complejidad del ecosistema.
Pero bajando al terreno concreto de las recientes quemas realizadas por el INFOEX durante este mes, las críticas arrecian también desde los propios técnicos que se quejan de no ser escuchados por parte del mando operativo. Los propios trabajadores de los retenes denuncian que “el Centro Operativo Regional del INFOEX, a nuestro juicio, está obsoleto y concibe los Incendios Forestales y a su personal como hace 20 o 30 años”. Trabajadores que siguen reivindicando que se les reconozca la categoría profesional de Bomberos Forestales, así como la necesidad de recibir una adecuada formación en el manejo del Fuego Técnico de la que adolecen, y que es necesaria para el uso adecuado de una técnica que es muy impactante en el medio y puede ser muy peligrosa.
Las críticas arrecian también desde los propios técnicos que se quejan de no ser escuchados por parte del mando operativoValga como ejemplo lo que ocurrió el 14 de Enero en la quema realizada en el Guijo de Santa Bárbara: debido a la precipitación y a unas condiciones metereológicas inadecuadas, que no fueron debidamente evaluadas, el fuego se descontroló y acabó abrasando una ladera de encinar, teniendo que recurrirse al empleo de helicópteros para la extinción. Toda la propaganda sobre las virtudes de las quemas prescritas que la Consejería de Agricultura hace en su web se vino abajo ese día, y como se dice popularmente “hicieron un pan como unas hostias”. Anteriormente el 8 de Enero el INFOEX perpetró una quema en Losar, esta vez las condiciones meteorológicas eran buenas, anticiclónicas, tan buenas que la calidad del aire del valle del Tiétar era pésima, pero como esta calidad ni se mide (se da por hecho que en las zonas rurales no hace falta), ni importa la salud de los habitantes, el INFOEX procedió a la quema aunque así contribuyera a hacer más irrespirable “el aire nuestro”.
Entre la población cunde la sospecha de que estas quemas controladas-hasta-que-se-descontrolan no atienden tanto a criterios de prevención como a favorecer a la todopoderosa caza mayor. Ven que complementa la lenta pero implacable extinción de la ganadería extensiva que está llevando a cabo la Consejería de AgriculturaHay otra dimensión social que tampoco parece importar mucho a los cuadros dirigentes de la Consejería de Agricultura: estas quemas parece que premian a los incendiarios, pues se están acometiendo en los parajes que han sobrevivido a los incendios veraniegos provocados por ganaderos (cada vez menos) y mayormente por cazadores. De hecho, entre la población cunde la sospecha de que estas quemas controladas-hasta-que-se-descontrolan no atienden tanto a criterios de prevención como a favorecer a la todopoderosa caza mayor. Los más mal pensados, incluso, ven en esto una maniobra que complementa la lenta pero implacable extinción de la ganadería extensiva que está llevando a cabo la Consejería de Agricultura con su política de saneamientos de Tuberculosis Bovina.
Esta tonalidad autoritaria de los altos responsables del INFOEX se pone de manifiesto también en la escasa información que se da a la población del entorno de estos fuegos prescritos, creando alarma social y llamadas inútiles al 112 que es el que acaba informando de que se trata de un incendio acometido con fondos públicos. El mismo hecho de que las competencias en materia ambiental estén divididas entre la Consejería de Agricultura, Desarrollo Rural y Población y la Consejería de Transición Ecológica y Sostenibilidad, y que la cúpula de esta última tenga un descarado perfil extractivista y desarrollista, revela hasta que punto el gobierno de Fernández Vara está alejado, por no decir en guerra, con una visión coherente de la conservación ambiental y hasta que punto todo su discurso de la Economía Verde y Circular es pura demagogia.
Hay diversas iniciativas en marcha para repensar las estrategias públicas de prevención y extensión de incendiosMientras tanto, en la comarca de La Vera, el debate sobre los incendios, su prevención y la gestión forestal está abriéndose cada vez más. No en vano es una biorregión de alto riesgo y hay diversas iniciativas en marcha para repensar las estrategias públicas de prevención y extensión de incendios a la luz de los conocimientos que se tienen de los ecosistemas de montaña y de los cambios estructurales que se están produciendo: abandono de la ganadería y cambio de usos del territorio, incremento de la despoblación pero paradójicamente también de las afecciones ambientales (infraestructuras, turismo, caza…), cambio climático, etc.
Así hay iniciativas desde algunos municipios para implementar estrategias integrales de prevención siguiendo la inspiración del Programa Mosaico de Sierra de Gata. Desde la ciudadanía se están recogiendo firmas que piden a las administraciones una mayor diligencia e inversión en la implementación de los planes de prevención municipales y comarcales. Incluso se está creando una asociación de vecinas y vecinos de la Vera preocupados por el peligro de incendios y por las insuficientes e ineficientes políticas de prevención. El debate no ha hecho más que comenzar y nuestras administraciones harían bien en escuchar y dialogar con la ciudadanía, porque al fin la conservación de nuestra tierra, de nuestros bosques y nuestros paisajes es un bien que compete y beneficia a todas y todos.
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