Para Julián, Margarito, José y René
René Robert
La  mariposa que danza voces de guitarra es presa
del  ojo que captura su vuelo sin tocarla ni dañarla
una  retina sabia que también sabe captar el sentido
canto  que oiremos para siempre impreso en el papel.
Puede  ser que uno pase mire y siga de largo
otro  pase vea dude y continúe y otro patee
ese  bulto tirado en la acera hasta que descienda
una  mano fraterna y humana que tienda su alma.
Pero  no puede ser que todos vean y continúen
pasen  y sigan sin dudar ante el guiñapo de harapos
caminen  sin siquiera mirar al caído en la fría noche
de  una París helada como la indiferencia.
José L. Gamboa y Margarito Martínez
Amanecía  un México Lindo entre Panchos y Adelitas
bajo  polvareda de caballería y silbato de locomotora
y  Emiliano con tierra y libertad para cuates y Lupitas
cuando  un tifón de traiciones barrió al sol de los cielos.
Desde  entonces el águila no vuela se secan las milpas
crece  la amapola y se esfuman muchachas en el norte
y  la sangre del charro que denuncia se pega a la mano
que  dio el machetazo y la de quien tomó la mordida.
Julián  Assange
Olfato  y oído finos y una vista atenta que busca
y  halla en las entrañas de la poderosa bestia
el  secreto y luego audaz deja volar libre la paloma
con  su noticia y su verdad develadora de engaños.
Tampoco  puede o debería ser que uno lea abúlico
y  la piedra de su corazón abandone al blanco hielo
de  nieves guardianas de Gulags y Usuahias al hombre
que  mostró al mundo lo que el poderoso quiso ocultar.
Puede  ser que alguno vea y siga sin dudar
cuando  otro patea un bulto tirado en la acera
acribilla  fotógrafos enjaula palomas mensajeras
y  de la paz o quizá elijamos de una vez tender
una  mano generosa que salve una vida y su mundo.
Ramón  Haniotis
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