Millones nacen y aterrizan por diversos caminos,
uterinos, cesáreos o frágiles sendas de vidrio,
para abastecer de pan, carne y vino al patrón,
y cuidar que los campos, factorías y mercados,
sigan en sus sabias y benditas manos de jefe.
Todo será así hasta mañana, cuando
el antimotines vea unas niñas, iguales
a sus hijas, en la barricada, protegiendo
a su madre golpeada y separada.
Hasta mañana, cuando el guardia jurado
vea a su hermano junto a sus tías y madre
en el súper recuperando para comer.
Hasta mañana, cuando los uniformados
se defiendan del abuso inflacionario imaginado,
y caminen a nuestro lado junto a los suyos.
Hasta mañana, cuando se den vuelta y ayuden
a ocupar casas que tampoco pueden pagar.
Ramón Haniotis
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